“La diversidad es un bonito tapiz, y debemos
entender que todos los hilos del tapiz tienen el
mismo valor, sin importar su color.”
Maya Angelou (1928-2014, cantante, poeta
y activista de los derechos civiles en EE UU.)
EE. UU. es un país con historia, donde no todo ha sido color de rosa para los nativos, o sea que los que allí nacieron y vieron su tierra ocupada por los colonizadores europeos.
Las tribus indígenas, después de vencidas en combate desiguales, tenían que conformarse en ir hacia una reserva, la que “cariñosamente” les daba el ocupante blanco. Este tema el filme lo muestra en el entorno de Oklahoma, donde en una comunidad llamada Emet gobernaban los relegados chickasaws, lo que se les daba bastante bien. El propósito era vivir en paz, respetar las costumbres de blancos e indígenas y fomentar el progreso a través del trabajo.
Esta peli, dirigida por el cineasta canadiense Nathan Frankowski, nos cuenta sobre la vida de una famosa actriz de origen chickasaw, la que desde su niñez se proyectó a superarse y vencer los obstáculos raciales prevalentes entonces, aunque no se puede afirmar que hayan desaparecido en la actualidad del todo.
La chica nació con el nombre de Mary Frances Thompson en Emet, administrada por su tribu, entre ellos su propio padre. En sus estudios primarios y secundarios comenzó a destacarse por la facilidad para recitar y expresar vivamente sus sentimientos, algo que no pasó inadvertido para una de sus profesoras e incluso de la Sra. Eleanor Roosevelt, la futura primera dama.
Mary Frances tuvo que enfrentar los prejuicios raciales de los que gobiernan e incluso la de su propio padre, el que se negaba a que su hija actuara públicamente y mucho menos para una población mayoritariamente blanca, pero nada de eso melló su empeño, todo lo contrario, se graduó en la Universidad de Oklahoma y luego embarcó hacia Nueva York para probar suerte en la meca teatral de Broadway. Ya para ese entonces adoptó su nombre artístico, Te Ata, el que no tiene nada que ver con la lengua de los chickasaws. Ella lo tomó de la lengua de los mäori en Nueva Zelanda, que significa “El mañana”.
Los vericuetos por los que pasó se los dejo para que lo vean en escena aquellos que deseen ver el filme. Me llamó la atención la existencia de una ley que prohibía todo rito indígena al considerarlo como pagano, así como otras medidas que demonizaban las costumbres de los indios. La ley vino caminando desde el siglo XIX. Más increíble resultó ver que hasta 1924 los indígenas no eran considerados americanos. Inimaginable, nacer en tu casa y no ser considerado ciudadano de esta.
Al margen de la cuestión racial, si queda claro es que en este mundo para vencer hace falta constancia y sacrificio, nada cae de gratis del cielo, por lo que la peli es una enseñanza para los jóvenes y las minorías en EE. UU. o en otros países desarrollados. Hay muchos detalles que vale la pena ver a lo largo de esta interesante película.
El papel principal, el de Te Ata, es interpretado por la actriz alemana Q’oriankaWaira QoianaKilcher, de origen peruano-suizo, y criada en Hawai y los Ángeles. Realmente vi a una india en escena, esa es la realidad. Gil Birmingham fue en la peli el padre de Te Ata, actor tejano y descendiente de comanches. El resto del reparto cumplió con su trabajo y logró el resultado esperado.
El filme no ha obtenido premios internacionalmente y los pocos que posee son de festivales de cine locales en EE. UU. Me pregunto: ¿Por qué será?
Esteban Hernández
11 mayo de 2023
