Se escribe sobre deportes, sobre todo béisbol. El cine es abordado desde una óptica clásica. Historia y descripción de lugares visitados son otros de los temas, así como biografías de grandes de la ciencia. Hay de todo un poco para aquel que guste leer.
“No me preocupa que le guste o no….Todo lo que lepido es que me respete como ser humano que soy.” Jackie Robinson
Salón de los exaltados en Cooperstown (foto del autor)
El resultado de la votación de 2021 para exaltar peloteros con méritos al Salón de la Fama del Béisbol concluyó con ningún jugador electo. Esto no es primera vez que ocurre, pero la de este caso tiene sus connotaciones.
A los votantes con derecho a elegir a los nuevos miembros del Salón se les ha instruido seguir los siguientes principios a la hora de la elección: resultados del pelotero, habilidad deportiva, integridad, deportividad, carácter y contribuciones a los equipos en que militó.
Nada extraño, pero hay otros aspectos que salen a relucir en el acápite de integridad. Cada pelotero puede tener constitucionalmente su forma de pensar, pero no le da eso derecho a denigrar personas por el color de su piel o la religión que profese. Tampoco ofender groseramente a la prensa.
No menos importante es la actitud del pelotero con respecto a las sustancias prohibidas, esas que suelen mejorar el rendimiento del jugador. Si las consumió por largo tiempo y en qué medida contribuyó a estirar la vida profesional del atleta y a lograr récords inéditos.
La violencia de género o doméstica tampoco puede escapar de la visión de los votantes. Si se habla de integridad, un ogro en casa o con su familia no tiene ningún derecho a mérito, así haya bateado y fildeado mejor que nadie.
Todos estos elementos se tienen ahora en cuenta para la elección. Peloteros como Curt Schilling, Roger Clemens y Barry Bonds no alcanzaron los votos necesarios para su exaltación. Los dos últimos por los problemas que confrontan con el uso de sustancias prohibidas, algo que ellos niegan, pero que la realidad no les da la razón.
Schilling es un caso de pelotero politizado, con posiciones ultraconservadoras. Este fue un destacado lanzador, participante en 4 series mundiales con tres equipos distintos, en 3 de ellas campeones de la serie, donde su pitcheo puso su granito de arena en pro de la victoria. En 2021 Schilling se quedó corto de llegar al Salón por 16 votos, que podrían haber sido más si la votación se hubiera cerrado el 7 de enero de 2021.
Las declaraciones de Schilling han sido de odio, unas contra los musulmanes, otras contra los periodistas y los transgéneros, comentarios que siguen una filosofía muy clara y que no ayuda en lo absoluto al entendimiento entre los pueblos. El mismo 6 de enero de 2021 cuando el Capitolio de la capital norteamericana era asaltado por turbas de rebeldes, Schilling no tardó en comentar: “que importan los derechos y la democracia, se trata del fin de la corrupción gubernamental.” Muchos periodistas pidieron revocar su voto por Schilling, algo imposible ya que la votación se había cerrado el 31 de diciembre de 2020.
No le bastó eso para que el 19 de enero declarara otro disparate más: “El verdadero diablo y la corrupción entran en la Casa Blanca mañana.” Ya en ese momento muchos periodistas, votantes del Salón, declararon no volver a votar por Schilling, a lo que el pelotero ni corto ni perezoso solicitó su baja de la votación del Salón. En el pasado Schilling ha hecho críticas a otros candidatos al Salón de la Fama, como si él fuera la mismísima ley.
De los otros candidatos hay también elementos adversos para su exaltación. Por ejemplo, Omar Vizquel, un ganador de Guante de Oro once veces, ha visto cómo sus votos descienden debido a los repetidos abusos domésticos cometidos y denunciados por su esposa. El curazoleño Andruw Jones fue detenido en 2012 con cargos de violencia doméstica, mientras que Todd Helton estuvo detenido dos días por conducir ebrio. Por lo tanto, el principio de integridad tendrá mucho que ver con las votaciones en el futuro de estos candidatos al Salón de la Fama.
Schilling retirada o no su candidatura, la tendría muy difícil para entrar en el Salón en lo sucesivo. Sin embargo, es oportuno detenerse en este caso no tanto para hablar de él sino de otros que fueron muy buenos peloteros, pero con un comportamiento muy parecido al de Schilling.
Se trata de Ty Cobb, estrella indudable del béisbol, exaltado al Salón en 1936; el jardinero central Tris Speaker, miembro del Salón desde 1937; el defensor de la intermedia Eddie Collins y el ex-inicialista-antesalista-receptor Cap Anson, ambos exaltados en 1939. Todos ellos fueron furibundos racistas. Anson tuvo mucho que ver con la prohibición de los peloteros negros en las Grandes Ligas, se negaba a jugar contra equipo que tuviera pelotero negro en sus filas.
Así que la regla que se aplique desde ahora debe ser para todos aquellos que han tenido una sombra grande en eso que se llama integridad. Esos cuatro peloteros pudieran ser objeto de revisión, lo cual, no es de dudar, tendrá mucha oposición.
Lo expuesto aquí no superpone el criterio del que suscribe, de que en el Salón de la Fama no están todos lo que tienen que estar. Hay mucho pelotero negro aún olvidado, incluso con carrera meritoria en las Grandes Ligas como es el caso del cubano Orestes Miñoso.
“La prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, sino la esclavitud más antigua y grande de la historia.” Carmen Calvo, 1ra. Vice-presidenta, Gobierno España (2020-21)
Hace tantos años que el autor vio esta película por primera vez. Para que se tenga una idea, fue en la URSS en 1965, así que el film pudo sobrepasar la fuerte censura del Estado Soviético. Aparte de ese mérito indudable, este drama-comedia es una representación de muchos aspectos de la vida de Nápoles, ciudad italiana y capital de la región de Campania, la que tiene sus diferencias con otras urbes del país.
Vittorio De Sica es, a criterio del que suscribe, uno de los grandes monstruos de la pantalla, sea como actor o como director, como es el de este caso. A De Sica como director no se le escapa nada del entorno napolitano, cuya trama comienza en el período de guerra cuando los aliados iban reconquistando el país.
La pobreza era más que evidente y la gente se veía obligada a sobrevivir como les fuera posible. La prostitución era una labor muy normal para las mujeres, los prostíbulos no faltaban en ningún pueblo de la Campania. A eso hay que sumar eso que los italianos llaman furbizia, lo que traducido al español significa picardía, habilidad para hacerse de algo de igual manera como el cuervo engañaba la zorra en los cartones de los años 50. Las prostitutas lo fueron por necesidad, por la pobreza y la miseria existente, no era por deportes o por afición sexual, algo que se debe recalcar cuando hay regímenes que no quieren admitir este fenómeno como pobreza material de las sociedades que mal gobiernan.
De Sica logró presentar ese momento triste de la vida napolitana con mucho acierto, a la vez que mostraba imágenes de la parte vieja de la ciudad o barrio español, la Plaza del Plebiscito en varias ocasiones, la calle Spaccanapoli, una de las tres principales de Nápoles ciudad y otros lugares de interés, incluido el entorno del Vesubio. Después que uno conoce Nápoles va reconociendo todos esos lugares a lo largo del film, algo imposible cuando vi la peli por primera vez.
Regresando a la trama escrita por el napolitano Eduardo de Filippo, todo gira alrededor de una prostituta, de nombre Filomena Marturano, y de un hombre rico, de esos que se piensan que la gente tiene que arrodillarse a su paso, habilidoso, tramposo, muy dado a fornicar con mujeres de cualquier edad, de nombre Domenico Soriano.
El rollo entre ambos fue tal que sacó a flote el coraje y furbizia de Filomena y sus amistades colaboradoras para enfrentarse a la negación de una realidad de parte de Don Domenico. Filomena tenía un secreto, el que utilizó como arma para vencer a su amado Domenico. Lo sabrán cuando vean la película, no es costumbre de este blog relatar spoilers.
Lo que sí les puedo adelantar es que se trata de un film protagonizado por dos gigantes del cine italiano, Sophia Loren y Marcello Mastroianni, los que actuaron juntos en unas quince películas, aunque esta se puede ubicar entre las tres mejores de su colaboración. En el reparto también aparece Aldo Puglisi, un actor con un número limitado de películas, pero con actuaciones de calidad.
Si uno ve el filme en idioma original, se dará cuenta que parte del mismo corre hablado en dialecto napolitano. Sophia Loren, nacida en Roma y criada en Nápoles, gusta de hablarlo, algo que lo hace más veces que Mastroianni, quien es oriundo de la región Lazio.
Amigos lectores, si no lo han visto, no dejen de hacerlo, al final del mismo sentirán la satisfacción de conocer ese mundo y parte de su historia.
Escrito por Esteban Hernández, con información consultada en IMDB.com
Nuestro objetivo no debería ser solo poner fin a esta terrible guerra ahora, sino evitar que se repita. Todos deben admitir que la esclavitud es la causa de ello. Sin esclavitud, este día deberíamos ser un pueblo unido y feliz. Thaddeus Stevens
La figura de referencia no es muy ampliamente conocida, me atrevo a afirmar que ni los actuales senadores republicanos en EE.UU. le conocen o le recuerdan. De eso da cuenta un reciente artículo publicado por la MSNBC.com.
Thaddeus Stevens nació el 4 de abril de 1792 en Danville, Vermont, quien en su juventud estudió leyes, lo que comenzó a practicar en el Estado de Pensilvania en 1816. Stevens conoció de cerca el sistema opresivo de esclavitud imperante en su país, por lo que tan pronto le fue posible se opuso firmemente a la servidumbre y defendió a un gran número de fugitivos sin honorarios.
Este ilustre político demostró ser amigo de los bancos, las mejoras internas y las escuelas públicas y enemigo de los masones, los demócratas jacksonianos y los esclavistas. Fue miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos (1849-1853), abogó por aumentos de tarifas y se opuso a la disposición de esclavos fugitivos incluida dentro del Compromiso de 1850. Como afirma MSBNC.com, Stevens fue un ícono de los derechos civiles y un exacto aliado que los negros estadounidenses necesitarían nuevamente hoy.
Fue presidente del Comité de Medios y Arbitrios y más tarde del Comité de Apropiaciones, donde con su elocuencia característica y sus dotes de parlamentario pudo ejercer el rol de liderazgo entonces necesitado.
Stevens y otros miembros del congreso encontraron mucha oposición a sus ideas de alejar a los EE.UU. de su pasado racista durante la guerra civil, lo cual desafiaba la opinión del presidente Andrew Johnson, sucesor de Abraham Lincoln.
Lo interesante de Stevens, algo que tiene vida aún en EE.UU., es que se dio cuenta que los estados sureños vencidos durante la Guerra se comportaban como provincias conquistadas, donde no se aplicaban las limitaciones de la Constitución.
Tampoco aceptaba la noción que “una raza de hombres debe tener el derecho exclusivo de gobernar esta nación para siempre” sobre todas las demás: “¿En qué se diferencia esto de la esclavitud?” A su vez abogó por no darle asiento en el parlamento a los estados secesionistas hasta que no otorgaran derechos a los residentes negros antes esclavizados.
Para Stevens lo justo no era necesariamente lo popular, por lo que siempre luchó por la justicia y afirmaba: “La concesión mutua, por lo tanto, es nuestro único recurso, o las hostilidades mutuas.”
Le tocó a Stevens comenzar el juicio político del presidente Johnson, una especie entonces de Donald Trump. El proceso se inició en el Senado el 25 de febrero de 1868. Stevens estaba terriblemente enfermo cuando comenzó el juicio, hasta el punto de que solo pudo leer la mitad de sus alegatos finales antes de pasarlos a uno de sus compañeros fiscales. La justicia no prevaleció, ya que por un voto en contra Johnson no llegó a ser condenado.
El 11 de agosto de 1868, fallecía Stevens en Washington, D.C. Su figura fue algo olvidada, excepto en los estados secesionistas, donde ha sido vilipendiado como todo un tirano, mientras los historiadores del lugar se han encargado de enterrar cuanto vestigio exista del ideario de este ilustre y excepcional político.
Sus ideas se mantuvieron hasta el final de sus días. Se cuenta que supo que su entierro se haría en lugar que no permitía el entierro de los negros, por lo que inmediatamente compró una parcela en un cementerio integrado.
“El patriotismo no consiste en ondear la bandera, sino en luchar para que el país sea justo y fuerte.” James Bryce (1838-1922, historiador, político y escritor británico)
Hay muchas películas bélicas, no todas con el debido brillo o rigor histórico, algunas bastante cursi o más dadas a mostrar masacres de ambas partes sin entrar en sus causas.
“El duodécimo hombre (2017)” es una peli de producción noruega, dirigida por el director neerlandés Harald Zwart. El film refleja la realidad de un grupo de doce saboteadores de ese país nórdico, entonces ocupado por la Alemania nazi, entrenados y enviados desde Gran Bretaña a Noruega. Se trata de un hecho real.
El grupo de rebeldes fue interceptado a su llegada a costas noruegas. Los nazis no tardaron en matar y apresar a algunos de ellos. La cuenta daba once, ¿dónde estaba el duodécimo? Por ahí se va la trama que, en síntesis, refleja el valor y coraje de Jean Baalsrud, además de la colaboración y sentido de patriotismo de la dispersa población local, muy deseosa de la salida de las tropas nazis.
Los nazis pusieron todo su empeño en la captura del saboteador faltante, incluso apelaron a métodos salvajes para poder justificar la hipótesis de que el duodécimo no había muerto. Dice un refrán que un pueblo unido jamás será vencido y eso es lo que se ve a lo largo de este film. El objetivo estaba claro, Baalsrud debía llegar a la vecina y neutral Suecia. Era mucha información archivada en su cabeza, la que jamás sería dada al enemigo.
Las vistas de los lugares montañosos y nevados, ríos y fiordos le dan un valor añadido a la cinta. Los nervios se ponen de punta cuando uno ve a los locales lanzarse a aguas que rozan temperaturas cercanas a 0. También pasar la noche en exteriores con temperaturas de -30 grados.
Este film no es uno más de carácter bélico, es muy original y aporta cultura a quien lo vea, además de toda la acción que se muestra en el mismo. Tampoco se puede ignorar el estupendo papel interpretado por Thomas Gullestad como el perseguido Jan Baalsrud. Gullestad se vio en la necesidad de perder 15 kg en ocho semanas para poder interpretar este papel. Lo mismo se puede decir del irlandés Jonathan Rhys Meyer, quien no hablaba nada de alemán y tuvo que aprender su guion en este idioma para poder interpretar el papel del sádico oficial alemán Kurt Stage.
Escrito por Esteban Hernández, el 21 enero de 2021, con información consultada en IMDB.com
“Nunca se me ocurrió que me iba a enamorar de un negro, pero ha ocurrido y nada cambiará.” Frase de Joanna, la novia del médico afro en la película
La historia de la humanidad es en parte, la historia de la discriminación racial. Los blancos siempre se han considerado la raza suprema del Universo y de aquellos que tengan otra pigmentación, sea negra, bronceada o amarilla, a quienes se les ha considerado como entes similares a gorilas, chimpancés y orangutanes. Así de sencillo.
Con anterioridad, en el siglo XIX habían surgido hombres que se oponían a la esclavitud. De hecho, los regímenes feudales desaparecían ante el auge del capitalismo como formación más productiva, por lo que el esclavismo era un fenómeno primitivo, que no favorecía precisamente al capitalismo y la creación de masas asalariadas. Había que explotarlas con más eficiencia, el esclavo o el siervo ya no eran de utilidad. La negación de la esclavitud no era signo de integración, no nos confundamos. Se aceptaba al negro o al chino en otras condiciones, pero nada de mezcla con blancos, eso no era parte del menú de desarrollo previsto.
La evolución es parte de la dialéctica, aquella que niega muchas creencias con sus dogmas embrutecedores. Llegado al siglo XX muchas cosas comenzaron a cambiar y los negros importados de África en el hemisferio occidental comenzaron a abrirse paso, a la vez que muchos blancos adquirían opiniones distintas a las prevalecientes y tomaban a los negros y chinos como seres humanos con sus capacidades.
Una blanca casada con un negro o viceversa, no, eso no. El negro con su negra y el blanco con su blanca, aunque de siempre los colonizadores blancos gustaban de tener sus familias aristocráticas y se iban por los establos en las madrugadas para copular con alguna negrita esclava. Tengo un ascendente muy importante que dejó un reguero de hijos mestizos en la finca de su propiedad, que conste. Las cosas fueron cambiando, quien se lea el libro de la autobiografía de Malcolm X se dará cuenta que su primer oficio era de gigolo, se dedicaba a satisfacer con su largo musculo primo a las blancas insatisfechas en la sociedad americana. Se hacía a escondidas, la blanca que se viera en ese enredo iría a prisión y completamente desprestigiada.
La película “Adivina quién viene esta noche (1967)” del director Stanley Kramer expone bien la problemática cuando un negro y una blanca se enamoran. Lo que se expone no es el racismo de parte de los progenitores de ambas partes, sino de su preocupación por lo que les espera en el futuro una vez se casen y tengan hijos. En el momento de estreno del film las leyes segregacionistas eran abolidas en los EE.UU. y estaba el proceso de apelación de los condenados Mildred Loving, una mujer negra, y Richard Loving, un hombre blanco, los que se habían casado en Virginia y fueron condenados a un año de cárcel por haber violado la ley de Integridad Racial de 1924. En el film se hace saber que solo se admitía el matrimonio interracial en 18 estados de la Unión.
Lo interesante es ver la actitud y mentalidad de la sirvienta negra de la casa. Ella no concebía que un negro pudiera llegar a ser médico y muy destacado, por lo que trataba al novio como si fuera un golfo e intruso en esa familia blanca. La costumbre e ignorancia en la que vivió no le daba lugar a pensar de otra manera.
Esta película es un adelanto y previsión de lo que vendría décadas después. Lo lamentable es que aún existen supremacistas blancos y el racismo le queda algún rato de existencia. El fenómeno discriminatorio no es solo en la sociedad americana, sino también en varios países europeos e incluso del llamado Tercer Mundo. No obstante, en Europa se aprecia un avance sustancial en la unión, sea incluso informal, de parejas de razas distintas.
Este fue el último film en la carrera del actor Spencer Tracy, quién fue nominado para OSCAR como mejor actor. Katharine Hepburn, se llevó el Oscar como mejor actriz. Cecil Kellaway, en el papel del cura católico amigo de la familia, con posiciones muy positivas respecto a la unión de la pareja, recibió nominación para Oscar como mejor actor de reparto. Beath Richards, la madre del médico negro, se adjudicó la otra nominación como mejor actriz de reparto. El destacado director Stanley Kramer, muy dado a abordar estos temas raciales, fue nominado como mejor director. Todos esos actores, actrices y director recibieron otras nominaciones de Globo de Oro y premios BAFTA. Las actuaciones de los enamorados en el film Sidney Poitier y Katharine Houghton, aunque no premiados o nominados, estuvieron al nivel requerido.
Sin lugar a dudas, el tema de la película es actual y lo será mientras exista esos males llamados racismo y segregación, por lo que su valor permanece y es una cinta que debería ser vistas en todos aquellos países que aún confrontan estos problemas.
Escrito por Esteban Hernández, 23 diciembre de 2020, con información consultada en IMDB.com y Wikipedia.com
“Mi sangre es azul como la de los Dodgers y cuando muera iré como un gran Dodger al cielo.” Tom Lasorda
Repasando las noticias de AP News el 8 de enero de 2020 me encontré con el triste anuncio del fallecimiento del lanzador zurdo Tom Lasorda, quien años después de retirado del juego activo fungió con mucho éxito como mánager de los Dodgers de los Ángeles.
Lasorda fue una figura muy popular en Cuba en la década de los 50, país en el que jugó sea en la Liga profesional cubana y como visitante con los Reales de Montreal de la Liga Internacional (AAA). Los cubanos de aquellas generaciones le recuerdan con respeto y simpatía.
El lanzador zurdo Thomas Charles Lasorda nació el 22 de setiembre de 1927 en Norristown, Pensilvania, medía 178 cm, en el seno de una familia católica de cinco hermanos y debutó en ligas menores con los Weavers de Concord, liga Estado de Carolina del Norte (clase D), sucursal de los Filies. Luego fue reclutado por el servicio militar de su país y una vez desmovilizado los Dodgers vía waivers se hicieron de los servicios de lanzador, el que también defendía bien la inicial y era un bateador de tacto.
En 1948 lanzó para los azulejos de Schenectady, Liga Canadiense-Americana, donde logró la hazaña de ponchar a 25 adversarios en juego de 15 entradas. Desde 1950 se desempeñó con los Reales de Montreal, sucursal de los Dodgers en la Liga Internacional (AAA).
Con el equipo grande debutó el 5 de agosto de 1954, donde realmente no hizo nada del otro mundo, por lo que dos temporadas después pasó a los Atléticos de Kansas City, con los que lanzó en la temporada de 1956.
Sin llegar a ser una estrella en la Liga Internacional, Lasorda era muy laborioso y capaz de lanzar juegos prolongados de extra-innings.
En Cuba jugó en la temporada de 1951-52, para los Alacranes del Almendares, nuevamente nada del otro mundo, 3 ganados y 7 perdidos más una famosa tangana, que ocurrió en la primera entrada del juego del sábado 5 de enero de 1952 entre los Tigres del Marianao y los Alacranes.
Lasorda años después rememoró como fue aquella bronca con el gigante de 185 cm de altura, el inicialista cubano Chiquitín Cabrera. Lasorda le había arrimado dos lanzamientos a Cabrera, al segundo el cubano le fue arriba bate en mano. Lasorda relató: “Justo cuando estaba a punto de golpearme con su bate, le arrojé mi guante en la cara y lo tacleé. No sé cómo lo hice, pero lo levanté en el aire y lo giré.” En otra conversación, años después, dijo jocosamente: “Chiquitín no sabía que yo era el maestro de Bruce Lee.”
La tangana costó caro al árbitro principal, el norteamericano, Pat Padden de la Asociación Americana, quién en su afán por separar a los dos peloteros, cayó y quedó inconsciente. En realidad, Padden no estaba bien de salud y la fuerza realizada lo desplomó completamente. Finalmente fue hospitalizado y no volvió a ejercer por el resto de la temporada en la liga profesional cubana.
Lasorda y Cabrera fueron llevados a juicio al siguiente día, el juez le preguntó a Lasorda si quería presentar cargos contra el cubano, a lo que él respondió que quería volver a lanzarle. Si contó después otra cosa que no era cierto. Dijo haber sido invitado al Palacio Presidencial por Batista, quien le preguntó si había algo en que pudiera ayudarlo. Batista logró su golpe de estado el 10 de marzo de 1952, o sea más de 2 meses después de la bronca y cuando la temporada de la liga cubana había terminado en febrero. Pudiera ser que se haya equivocado de presidente y haya llamado a Prío Socarrás como Batista, o tal vez lo soñó.
Con los Azules volvió a lanzar en la temporada de 1958-59 cuando ganó 8 juegos y perdió 3, PCL de 1.89, trabajo que contribuyó a que el Almendares se alzara con la victoria del campeonato por última vez en su historia. En la Serie del Caribe en Caracas (1959), no ganó ni perdió, solo lanzó 3.1 entradas, justa que el Almendares también bien ganó.
Personalmente le recuerdo más lanzando para los Reales de Montreal frente a los Cubans en 1959. A partir del 18 de abril de 1959 se inició una serie de cuatro juegos entre los Reales y los Cubans en el estadio del Cerro. Los de Montreal venía con tres guerrilleros en sus filas, dos de ellos como primero y segundo bates, Ángel Scull (CF) y Edmundo Amorós (LF). El primer juego fue ganado por los anfitriones gracias a bateo de Carlos Paula sobre el abridor, amigo y rival al campo, el “guerrillero” guanabacoense René Valdés, más conocido como Látigo Gutiérrez en Cuba. El Látigo solo duró un tercio de juego. Al siguiente día, doble juego, aleluya, al estadio fuimos en grupo familiar. El primer juego dominical fue de nueva ofensiva de los Cubans, encabezada por Leo Cárdenas y el Haitiano González. Revisando en la prensa de entonces, el abridor de los Reales fue el derecho Ted “Babe” Birrer. Para el segundo desafío, hubo receta de zurdo, el boricua Roberto Vargas, al que los Cubans batearon y la altura de la mitad de juego llenaron las bases y con el Haitiano al bate. Otro zurdo vino de relevo, era Lasorda, guapo como siempre, pero eso no siempre funciona en el béisbol. Puso una bola alta en home y el Haitiano la rechazó con fuerza. La bola se iba abriendo, no podía creer que no cayera dentro, a mis ojos fue un foul, picó al fondo, en el espacio que había entre la grada del sol y la grada de la línea de primera, donde nos hallábamos, qué pena fue nuestra reacción. Equivocados estábamos, el árbitro de primera, internado, había decretado el fair, por lo que se convirtió en jonrón, un grand slam. Esas cuatro carreras sacaban a los Reales de juego prácticamente, pero Lasorda tiró su guante en el montículo y la emprendió con el árbitro, al final fue sustituido inmediatamente. Ese hecho se me quedó grabado.
Al siguiente día, lunes 20 de abril de 1959, Lasorda lanzó 14 entradas a los Cubans para vencerlos 2-1 finalmente. Era un lanzador muy laborioso y empeñado. Nuevamente en junio se enfrentaron Montreal y Cubans, esta vez en Montreal, y Lasorda dominó al Cuba 3-2 en juego del 8 de junio 1959.
Así y todo, se puede considerar que no fue ninguna estrella del pitcheo. En las mayores jamás ganó y perdió 4, con un WHIP de espanto, 1.87 y PCL de 6.48. En las Menores, en 14 temporadas, 11 de ellas en AAA, le fue mejor, 110-63. Eso sí, era un lanzador muy perseverante.
En 1960 se retiró del juego activo y pasó a ser cazatalento para los Dodgers hasta 1965. Un año después debutó como director en Ligas Menores. Primero lo hizo con el Pocatello y Ooden en la Liga Pioneer, en 1969 dirigió a los Indios de Spokane en la Liga de la Costa del Pacífico (AAA), donde se mantuvo hasta 1971, y en 1972 dirigió los Dukes de Albuquerque en igual liga. En las Menores ganó 941 juegos ganados y 524 derrotas, para promedio de 1465 (.642).
En 1973 se convirtió en coach de tercera base de los Dodgers, dirigidos entonces por el legendario Walter Alston, quien se retiró en 1976 y cedió su puesto a Lasorda.
También desde 1972 hasta 1976, Lasorda dirigió a los Tigres de Licey en la invernal dominicana, donde triunfó en dos temporadas y se llevó el cetro de una Serie del Caribe. Previamente a esta dirección, fue timonel del Escogido en la temporada de 1970-71.
En 1977 se llevó el triunfo en la Liga Nacional, pero tropezaron con los Yankees dirigidos por el ex-segunda base Billy Martin, que derrotaron al equipo de los Ángeles en 6 juegos. Lamentable, pues el juego de Dusty Baker con los Dodgers fue de otra galaxia, pero el de los mulos, que tuve la suerte de verlo jugar en 1979, era una aplanadora con Munston, Chambliss, Reggie Jackson, Willie Randolph y Bucky Dent entre otros.
La historia se repitió en 1978, nuevamente los mulos se llevaron la serie mundial en 6 juegos. Billy Martin decía que el día que Lasorda muriera y llegara a los cielos, vería que Dios era todo un yankee en el béisbol.
La cosa cambió en 1981 cuando se volvieron a ver las caras ambos equipos en la serie mundial y la sonrisa fue para los Dodgers en 6 juegos. Aquel equipo traía figuras que más tarde se destacaron como managers, como el receptor Mike Scioscia y el jardinero Dusty Baker, además del dominicano Pedro Guerrero, los lanzadores Fernando Valenzuela y Burt Hooton entre otros.
La segunda victoria de Lasorda en Serie Mundial fue en 1988 cuando en cinco juegos vencieron a los Atléticos de Oakland. Su balance como director, a lo largo de 21 temporadas con los Dodgers, fue de 1599 ganados y 1439 perdidos (.526), ganó 4 campeonatos de su ligar y 2 series mundiales. En dos temporadas fue escogido como manager de la temporada en la Liga Nacional.
A Lasorda le quedaba un compromiso en su carrera, dirigir al equipo de su país en unas Olimpiadas. El equipo Cuba se alzó con la victoria en las dos primeras olimpiadas, las de Barcelona (1992) y Atlanta (1996), pero los ejecutivos de EE.UU. pusieron mayor empeño para los de Sídney, Australia (2000), y decidieron nombrar a Lasorda como su director.
El 23 de setiembre de 2000 se enfrentaron las escuadras cubanas y estadounidenses, juego caracterizado por el dominio del pitcheo del cubano José Ibar. La victoria cubana no dejó lugar a dudas, 5-1, con un incidente desagradable entre el jardinero Ernie Young y el lanzador Ibar. Young consideró que Ibar le estaba pegando en exceso la pelota, algo normal en el béisbol y al que no le guste, que juegue ping pong, como dijo Antonio Pacheco Massó en una ocasión. El incidente pasó al olvido, Lasorda no intervino, seguramente diría que le había pasado lo mismo con un bateador cubano 48 años atrás. La derrota no pasó inadvertida para el manager derrotado.
Cuba y EE.UU. se volvieron a enfrentar en la gran final el 27 de setiembre de 2000. Servio Borges se decidió por Pedro Luis Lazo, algo que todavía hoy no logro entender, pero Lasorda sabía que tenía que poner un clavo llamado Ben Sheets, lanzador derecho de la Liga Internacional, con 21 años en ese momento. Nada pudieron hacer los cubanos, excepto Omar Linares, único que le logró conectar. Eran los primeros juegos olímpicos con bate de madera, nada de aluminio, pero la realidad es que Lasorda hizo la debida selección y Cuba cayó 4-0 en ese juego, donde solo conectó 3 hits.
Tres años antes de esa victoria en Olimpiadas, Lasorda había sido exaltado al Salón de la Fama por el Comité de Veteranos. Como ya se dijo, su muerte tuvo lugar el 8 de enero de 2020 a causa de un nuevo infarto cardiaco.
“Al campo los negros son supergigantes del juego, pero una vez llega el final de sus días de juego, es el final de todo y nosotros tenemos que volver a sentarnos en los asientos traseros del bus.” Hank Aaron
Henry Louis Aarron más conocido como Hammerin´ Hank o el Martillo Hank fue un hombre nacido en Mobile, Alabama, el 5 de febrero de 1934, quien sufrió de los abusos del racismo antes y después de convertirse en pelotero. Desde niño se destacó como buen pelotero, lo mismo jugaba cualquier posición del cuadro como de los jardines. Debutó como semiprofesional en el equipo de los Atléticos de Pritchett, poco después lo hizo para los Osos de Mobile, donde se le pagaba un salario de 3 dólares por juego. Su posición entonces era el campo corto. En 1952 se integró al equipo de los Payasos de Indianápolis de la Liga Este Negro, lo hizo también como torpedero. Ya entonces los cazatalentos de los Bravos de Boston y de los Gigantes de Nueva York le habían echado el ojo al joven de 18 años.
Al final los Bravos le compraron el contrato a los Payasos y pasó a jugar con los Osos de Eau Claire de la Liga Septentrional (clase C), donde bateó para .336, incluido 9 cuadrangulares en 87 desafíos. Visto su rendimiento, los entrenadores entendieron que era mejor pasarlo a jugar la intermedia y subirlo a los Bravos de Jacksonville de la Liga Sur Atlántica (clase A). El joven pelotero respondió llevándose cuanto liderato pudo, excepto el de jonrones. Su liderato de bateo ascendió a .362, casi nada.
Aaron mismo declaraba años después que sus primeros años en Ligas Menores no fueron nada fácil al no tener buena acogida en los equipos donde jugó. Por un lado, era ser negro, por el otro, era que lideraba y superaba a cualquier pelotero blanco en el terreno.
La temporada de 1952 fue la última para los Bravos de Boston, los que se convirtieron en Bravos de Milwaukee en 1953. En ese mismo año, el joven pelotero jugó en la liga invernal de Puerto Rico. La llegada de Aaron al equipo grande tuvo lugar en 1954, donde ya se encontraban algunos de los compañeros con los que jugaría buena parte de su carrera, entre ellos el antesalista Eddie Mathews, el inicialista Joe Adcock, el torpedero John Logan, y los lanzadores Warren Spahn y Lew Burdette. Se trataba de un equipo en plena construcción y con aspiraciones de victoria, algo difícil debido a la supremacía de los Dodgers y los Gigantes durante la primera mitad de la década de los 50.
El año de su debut, 1954, Aaron pudo comprobar el poder de sus compañeros de equipo Mathews y Adcock, los que conectaron 40 y 23 jonrones, respectivamente. Aaron jugó el jardín izquierdo y promedió .280 con 13 cuadrangulares. Una temporada después los Bravos le discutieron el título a los Dodgers, para quedar en el segundo lugar. Aaron despachó 27 jonrones y promedió .314, esta vez jugando el jardín derecho. Les puedo asegurar que sea Aaron como Eddie Mathews eran noticia permanente en los diarios cubanos. Se trataba de un equipo con un trío formidable de sluggers, incluido Adcock, quien en esa temporada se incluyó en el selecto grupo de sluggers con 4 jonrones en un juego.
Nuevamente la tropa de Charlie Grimm volvió a discutirle el primer lugar a los Dodgers en 1956, pero infructuosamente. Así y todo, el trio del terror disparó 101 jonrones, 26 de ellos de Aaron, con 92 empujadas y el más alto promedio ofensivo en el equipo, de hecho conectó 200 imparables. Desde ese entonces había quedado conformado el one-two Mathews-Aaron, el que logró un total astronómico de 863 jonrones.
Los Bravos se cansaron de Grimm y le dieron el puesto a Fred Haney, remedio santo. Los de Milwaukee se llevaron su primer título en la Liga Nacional, esta vez ganando holgadamente sobre los Cardenales y los Dodgers, con ventaja de 8 y 11 juegos completos, respectivamente. En este conjunto, Adcock jugó solo 65 desafíos y su puesto lo cubrió el neoyorquino Frank Torre, hermano del conocido Joe Torre. Aaron bateó como quiso, 44 jonrones y 132 impulsadas, además de 118 anotadas, líder en esos tres departamentos, y promedio de .322, lo que le acreditó para llevarse su primer MVP de la Liga Nacional.
El ímpetu de los Bravos llegó a la Serie Mundial para enfrentarse a unos Mulos de Manhattan que no gustaban perder estas lides. Los Yankees de Casey Stengel vinieron con sus figuras ya establecidas, Yogi Berra, Mickey Mantle, Bill Skowron, Hank Bauer, Elston Howard entre otros, además del pitcheo de Bob Turley, Tom Sturdivant, Whitey Ford y Don Larsen.
Fue una serie mundial muy emotiva, los Yankees dieron el primer golpe de la mano del zurdo Whitey Ford, pero en el siguiente juego le tocó la suerte a los Bravos, donde Aaron sonó triple y empujó 1. Lew Burdette se anotó su primera victoria sobre el equipo con el que había debutado en 1950. En el tercer juego los Yankees apabullaron a los Bravos y los vencieron 12-3. A pesar de la derrota, Aaron sonó dos imparables, entre ellos jonrón con uno en base. En diez entradas, los Bravos se llevaron el cuarto juego 7-5, Aaron bateó de 3-2, incluido jonrón e impulsando 3 anotaciones. La victoria cayó en el décimo cuando los Bravos anotaron 3 carreras para dejar al campo a los Mulos, donde hubo jonrón de Eddie Mathews. Los Bravos se fueron delante al ganar el quinto juego 1-0, con lechada a la cuenta de Lew Burdette. Aaron volvió a batear de 3-2, aunque la impulsada correspondió a Joe Adcock. Los Yankees no se amilanaron, como de costumbre, para ganar 3-2 con pitcheo del veloz Bob Turley. Aaron conectó su tercer jonrón en este partido. Con la serie empatada, había que ganar el séptimo juego, Fred Haney no dudó en poner a Burdette nuevamente, con solo 3 días de descanso. La receta funcionó, los Bravos se llevaron el juego 5-0 y se coronaron campeones de la Serie Mundial de 1957, la cual fue televisada completamente por la TV cubana de entonces. Aaron se fue de 5-2 con una impulsada. Si Burdette fue el estelar del pitcheo y ganador del MVP, Aaron fue el hombre clave a la ofensiva. Sus números finales fueron de 28-11, promedio de .393, incluido triple y 3 jonrones, con 7 impulsadas.
En la temporada de 1958 Aaron siguió su paso, esta vez con 30 jonrones, 95 impulsadas y promedio de .326. Su equipo ganó nuevamente de forma holgada, 8 y 12 juegos de ventaja sobre los Piratas de Pittsburgh y los Gigantes de San Francisco, respectivamente. La Serie Mundial fue otro enfrentamiento contra los Yankees. Los Bravos comenzaron en punta, ganaron su primer juego 4-2, Aaron bateó un doble en 4 turnos al bate. El segundo partido fue una masacre de Mulos, 13-5, Aaron se fue de 4-2, con 2 anotadas. Bob Turley no aguantó la ofensiva despiadada de los Bravos. Cuidado que los Yankees no se dan por vencido, Don Larsen blanqueó a los Bravos 4-0, Aaron se fue en blanco, pero Warren Spahn le devolvió el galletazo con otra blanqueada a los Mulos, 3-0, Aaron se fue de 4-2 incluido doble. Bob Turley pintó a los Bravos 7-0 en el quinto juego, para poner la serie 3-2 a favor de los Bravos. Aaron se fue nuevamente en blanco. Los Yankees ganaron el sexto juego 4-3 en diez entradas y empataron la serie. El zurdo Warren Spahn sufrió jonrón del torpedero Gil McDougald en la décima entrada que decidió este partido. Aaron bateó de 5-3 con 2 impulsadas. El juego decisivo lo lanzó Don Larsen por los Yankees hasta el séptimo cuando fue relevado por Bob Turley para amarrar cortico a los Bravos y llevarse la victoria 6-2. Aaron se fue de 3-1. Esta vez Lew Burdette no tuvo igual suerte como un año antes.
Para Aaron y toda la tropa de los Bravos de Milwaukee fue su última aparición en serie mundial, lo que no significa que el extraordinario pelotero no brillara más, todo lo contrario.
El 8 de junio de 1961 Eddie Mathews, Hank Aaron, Joe Adcock y Frank Thomas (no confundir con el homónimo de los Medias Blancas) se convirtieron en el primer cuarteto de bateadores en conecta cuatro jonrones consecutivamente
En lo sucesivo conectó batazos de todas dimensiones, empujó carreras a su antojo y demostró su clase como bateador y slugger. El autor tuvo la oportunidad de ver 7 derbys de jonrones, en los que Aaron participó. Eran derby de 9 innings entre dos bateadores. Aaron ganó 6 de estas confrontaciones, 4 de ellas viniendo de atrás. Su derrota llegó cuando Wally Post de los Filis le ganó el desafío 7-3. Aaron ganó un total de 13 500 dólares en todas esas competiciones, pero lo que más me llamó la atención fue la fuerza de sus muñecas, algo también reconocido por los distintos adversarios, entre ellos Duke Snyder, Al Kaline, Ken Boyer y el mismo Eddie Mathews.
Aaron asistió como jugador a 25 Juegos de Estrellas en sus 23 temporadas, 21 de ellas en la Liga Nacional. Fue el primer integrante del club de 3000 hits y 500 jonrones. Es líder en carreras impulsadas, 2297, y Total de Base, 6856. Disparó 755 jonrones y sobrepasó la marca de 714 establecida por el gran Babe Ruth.
Próximo a romper el record de Ruth, Aaron recibió varias amenazas de muerte. Los blancos no querían que un negro le arrebatara la gloria a un blanco, aunque se debe hacer constar que esa no habría sido jamás la actitud de Babe Ruth, como así lo hizo saber la viuda del gran slugger. Esto no era nada nuevo en un país donde el racismo ha prevalecido en muchos lugares del territorio nacional de EE.UU. Aaron mismo declaraba que se veía obligado a salir de los estadios por puertas traseras y que le acompañaban algunos escoltas.
Asì y todo tampoco llegó a ser tan querido como Mickey Mantle. Al comisionado de turno, Bowie Kuhn, poco le importó estar presente el día que Aaron rompía el record de jonrones de por vida en la MLB de Babe Ruth, un acto nada útil.
No importa, el destacado narrador de los Dodgers, Vin Scully, dijo en el momento del jonrón 715: “Qué momento más maravilloso para el béisbol. Qué momento más maravilloso para Atlanta y el Estado de Georgia. Qué momento más maravilloso para el país y el mundo entero. Un hombre negro recibe una ovación del profundo sur por haber roto el record de un ídolo del béisbol de todos los tiempos, es también un gran momento para todos nosotros y en particular para Henry Aaron”.
La vida y obra de Aaron fueron ejemplo para muchos otros peloteros que aspiran llegar al estrellato. Aaron no tuvo necesidad de doparse para su bateo, no lo necesitaba, era un slugger natural, un martillo del bateo.
En los mismo derby de jonrones se puede apreciar el respeto que sentían por él otros peloteros que, él reciprocaba con humildad. En conversaciones con el locutor de estos eventos, Mark Scott, Aaron hablaba con normalidad, nada de autoalabanzas. Cuando veía que su adversario le estaba superando, solo decía, la competencia se hace más difícil.
Su autobiografía se titula I Had a Hammer (Si tuviera un martillo) publicada en 1990. Un poco que ese título coincidía con una famosa canción de los años 60, que fuera famosa cantada por Trini López en los EE.UU., Rita Pavone en Italia y Les Surfs en Francia. Los premios alcanzados son muchos y requerirían más espacio para poder mencionarlos todos, pero hay uno que, si no se puede omitir, fue su exaltación al Salón de la Fama en 1982 cuando logró un nivel de votación solo superado en el pasado por Ty Cobb. Aaron también se llevó la Medalla Presidencial de la Amistad en 2002.
La MLB introdujo el premio Hank Aaron en 1999 como medio de reconocimiento de los mejores jugadores ofensivos en cada liga.
La muerte del gran pelotero llegó el 22 de enero de 2021. Casi todos los diarios y páginas deportivas del mundo han rendido homenaje a este deportista. Cuatro ex-presidentes, Jimmy Carter, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, además del actual presidente de los EE.UU., Joe Biden, tuvieron palabras de reconocimiento de la vida deportiva de este atleta. Aaron fue y es una leyenda del béisbol de todos los tiempos.
William Clarke Quantrill—asesino en serie, psicópata, célebre héroe del ejército confederado”. Duane P. Schultz (1934, escritor)
Que a Hollywood le ha gustado alterar la historia en sus tramas no es nada nuevo, pero hay filmes que merecen ser mencionados como campeones de la chapucería en el orden histórico.
Se trata de un film conocido en inglés como “Kansas Raiders”. En español se le conoce con dos títulos, “Los Asaltantes de Kansas” o “Jinetes del Odio”, me quedo con este último, es más acorde con el contenido del film. Nuevamente los “héroes” son los hermanos James y Cole, a los que se suma otro delincuente como Kid Dalton y el tristemente célebre William Clarke Quantrill, destacado jefe de guerrillas confederadas (pro esclavistas), los que asesinaban a cuanto ser humano encontraban a su paso. Estos eran los protagonistas, todo un equipo estelar, que contó con las actuaciones de los entonces jóvenes Audie Murphy (Jesse James) y Tony Curtis (Kit Dalton). El experimentado Brian Donlevy fue quien interpretó a Quantrill. La dirección corrió a cargo de Ray Enright, un director muy dado a los oestes y a las matanzas de los indígenas americanos. Su actor favorito fue el eterno Cowboy Randolph Scott, pero esta vez empleó a Murphy, quien no supo nunca interpretar otro papel que no fuera el del vaquero invencible.
¿Quién era Quantrill? No, no piense que era un ente del sur de EE.UU., nada de eso, era oriundo de Dover, Ohio, de familia económicamente estable, cursó estudios como profesor, trabajo que ejerció en Indiana e Illinois. Luego se mudó para Kansas y allí aprendió a jugar cartas, todo un tahúr, además de impartir clases. Según dice Wikipedia, al hombre lo persiguieron por dedicarse a robar caballos. Como prófugo de la justicia no dudó en integrar las filas del ejército confederado del sur. Era muy indisciplinado, por lo que creó su propia guerrilla, los confederados le dieron grado de capitán. Entre sus acciones más horripilantes está el asalto a Lawrence, el que terminó con una masacre de más de 200 víctimas incluido ancianos y niños. Había que acabar con Lawrence por ser contrario a la esclavitud de los negros. El hecho ocurrió en 1863.
Cuando uno ve la película, observará que Quantrill es despiadado con sus enemigos, pero a su vez lo presentan como un hombre de “coraje”. Las escenas de la película muestran claramente como esas hordas mataban a cuanto ser humano se les atravesaba.
Ah, pero Jesse James reflexionaba en el film sobre esas muertes y continuaba matando. Uno pierde la cuenta del número de actores que han gustado de interpretar el papel de este bandolero. Desde Fred Thomson, pasando por Tyrone Power, Don “Red” Barry, Allan Baxter, Robert Wagner, Keith Richards, Robert Duvall, Kris Kristofferson, Rob Lowe, Colin Farrell hasta llegar a Brad Pitt, todos han encarnado a esta especie de Robin Hood americano, al que la industria cinematográfica americana se ha encargado de mitificar, al que hacen aparecer como un justiciero y defensor de los derechos de los sureños pobres.
Es cierto que la película muestra todas las barbaridades cometidas en las masacres realizadas por las guerrillas confederadas de Quantrill, pero uno se pregunta si no habría sido mejor poner como protagonistas principales a todos aquellos oficiales de la Unión que persiguieron a Quantrill hasta capturarlo, mostrar sus esfuerzos y dificultades. Sin lugar a dudas, el film habría tenido un valor patriótico y educativo, no que se ha buscado la masacre como puro entretenimiento.
La cinta técnicamente no pudo ser mejor, el technicolor le dio el brillo necesario. Los escenarios fueron bien escogidos, aun así, no deja de ser una mediocridad histórica, la que embrutece y no enseña a nadie. Hollywood, en sus filmes, ha exterminado a miles de indios, un día son apaches, otros comanches, mañana Sioux y luego Cheyenne, son indios y en pantalla hay que matarlos. Esta vez no hubo indios, pero si población inocente y tranquila, cuyo pecado era el de oponerse a la esclavitud de los negros. Una cinematografía seria debe preservar los valores históricos y patrióticos.
Escrito por Esteban Hernández, 22 diciembre de 2020, con información consultada en IMDB.com y cineforever.com