“Esencia de Mujer (1992)”, enseñanza de conducta

«Procure no ser un hombre con éxito,
sino un hombre con valores”.
Albert Einstein

Una cinta de los años 90, todo un drama bien armado por el director Martin Brest con guion de un novelista (Giovanni Arpino) y escritores italianos (Ruggero Maccari y Dino Risi) y montaje del neoyorquino Bo Goldman, cuya trama es algo compleja.

Veamos, por un lado, aparece un alto oficial del ejército norteamericano, el teniente coronel Frank Slade, ciego y con un saco grande de prejuicios, pero con un sexto sentido elevadamente desarrollado, el que se ve obligado de la asistencia de un estudiante como cuidador para poder viajar a Nueva York por placer, y ver a su hermano y familia en el día de Acción de Gracias. La ceguera del oficial en el transcurso del filme se hace saber que fue resultado de un accidente, nada que ver con acciones de combate.

El joven cuidador es niño sin padre como tal, pero una persona esforzada y deseosa de triunfar a través de los estudios en la universidad, a la que asistía. El mismo poseía fama de ser persona medida y respetuosa, con valores ausentes en muchos de sus compañeros, los cuales no eran que bitongos bien protegidos con padres adinerados. La diferencia de integridad y valores morales entre el cuidador y algunos de sus compañeros era evidente.

A nivel estudiantil, sean buenos o traviesos estudiantes existe una especie de omertá como en la mafia. Tú u otros hacen una travesura, una burla, y quien la vea no tiene por qué hablar de ella. Es una especie de regla, pero que cuando el que la cumple pone en riesgo su carrera, aquellos traviesos son incapaces de reconocer su fechoría para salvar al afectado. Omertá por un lado, incoherencia de los bitongos por el otro.

Para evitar los spoilers, prefiero decir que el mensaje que envía el filme es educativo y pone de manifiesto la hipocresía de los hijos de papás ricachones, muy creídos de merecerlo todo y no tener sentido alguno de solidaridad.

Slater, un hombre de recursos económicos, y el pobre estudiante Charlie Simms chocan en el día a día durante el viaje, pero esta interacción deja ver las partes negativas y positivas del oficial, a la vez que el estudiante demuestra un coraje y humanidad, al parecer, desconocido para el oficial. Ambos se benefician de esta relación, ambos terminan creando un ambiente de afecto mutuo, el que, de hecho, salva la situación desfavorable de Charlie en su universidad.

El experimentado Al Pacino logra encarnar excelentemente al teniente coronel ciego. Charlie fue interpretado magistralmente por el entonces joven Chris O´Donell, más conocido en el cine por haber interpretado el papel de Robin cinco años después en el film de acción “Batman y Robin”. El bitongo principal fue tarea del ya difunto Phillip Seymour Hoffman, mientras que el director del centro universitario le tocó al siempre “villano fílmico” James Rebhorn.

La película fue todo un éxito en su momento, la que catalogo como un clásico del cine de los últimos 30 años. El filme fue una óptima combinación de momentos humorísticos, escenas de tensión y otras de relación. El título de la peli tiene que ver con la facultad del teniente coronel de reconocer a los tipos de perfumes que usaban algunas damas en su vida cotidiana, al parecer, parte del sexto sentido. Muy sorprendente fue el baile de tango ejecutado bastante bien por Pacino con una joven en restaurante.

Martin Brest fue nominado para Oscar como mejor director y mejor película, Bo Goldman fue nominado por su montaje, mientras Al Pacino obtenía su primer y único Oscar como actor principal en su carrera, logrado en su filme número 24. Pacino previamente había obtenido el Globo de Oro como mejor actor en drama, mientras O´Donell se llevaba el mismo galardón como actor de reparto. De todos ellos, el que más premios obtuvo fue Bo Goldman.  

Esteban Hernández
15 julio 2023

Juego de Estrellas 2023 en la MLB: participación cubana

“Establece altas metas y no pares hasta que no llegues allí.”
Bo Jackson (1962, ex pelotero y futbolista estadounidense)

Esteban Romero

Una grata sorpresa ha sido la selección de ocho peloteros cubanos para participar en este evento de 2023, donde se suelen escoger los mejores de ambas ligas en la primera mitad de temporada. Ocho cubanos, cifra que supera al del resto de las naciones, excepto la de EE. UU.

La vez anterior en que hubo una participación numerosa de peloteros cubanos en este evento fue en el juego del 9 de julio de 1968 en el Astrodome de Houston. En aquel encuentro jugaron un total de 12 de latinos, con Cuba a la cabeza con la mitad de los participantes. Fue juego con anotación de 1-0, ganado por la Liga Nacional. La quiniela y única del partido fue por hits combinados de dos monstruos del Salón de la Fama, Willie Mays y Hank Aaron. Por la liga americana jugaron el lanzador Luis Tiant Jr., el jardinero Tony Oliva, el torpedero Bert Campaneris y el receptor Joaquín Azcue, mientras que por la Liga Nacional estaban dos destacados de los Rojos de Cincinnati, el torpedero Leo Cárdenas y el miembro del Salón de la Fama Tany Pérez, pero estos dos no consumieron vez al bate. El resto de los latinos en ese partido fueron los dominicanos Matty Alou, Julián Javier (no tuvo comparecencia en home) y Juan Marichal, el lanzador derecho boricua José Santiago (no lanzó) y el panameño Rodney Carew. Como curiosidad, de esos 12 latinos, Oliva, Tany Pérez, Marichal y Carew son miembros del Salón de la Fama de Cooperstown.

Ha llovido bastante desde ese entonces para que fueran escogidos ocho peloteros cubanos para este tipo de evento, seis por la liga americana y dos por la nacional. Los escogidos fueron Yandy Díaz (Sagua, Villa Clara), Randy Arozarena (Arroyos Mantua, Pinar del Río), Adolis García (Cunagua, Ciego de Ávila), Luis Robert Jr. (Guantánamo), Yennier Canó (Municipio Bolivia, Ciego de Ávila) y Yordan Álvarez (Colombia, Las Tunas), mientras que por la nacional estuvieron Lourdes Gurriel Jr. (Sancti Spíritus) y Jorge Soler (Provincia Mayabeque). ¿Quieren saber un detalle? Tres de esos peloteros provienen de las filas del equipo de Ciego de Ávila, ellos son Adolis, Canó y Luis Robert Jr., el que creció y se desarrolló en esa provincia. Hubo ocho participantes en el derby de jonrones, en el que participaron tres bateadores cubanos: Arozarena, Adolis y Luis Robert Jr., este último discutió en la semifinal con Arozarena el pase a la final y se lesionó en esa competencia, por lo que no pudo jugar en el partido de las Estrellas. Luis no pasó, pero puede alardear de haber pegado 7 batazos a más de 400 pies, entre ellos el más largo de la competencia, a 484 pies, bien medido con la tecnología actual que no es la de la época de Babe Ruth o Mickey Mantle. Arozarena discutió hasta el final el título con el superslugger Vlad Guerrero Jr., de tanto poder como su padre.

En este juego de Estrellas hubo notas destacadas para algunos jugadores cubanos. El primer hit del juego lo conectó Randy Arozarena y la primera carrera fue producto de cuadrangular de Yandy Díaz. Lourdes Gurriel Jr. estuvo a punto de anotarse un enorme jonrón, luego reclamado y cantado como foul. Canó lanzó bien su entrada con par de ponches y por error de Guerrero Jr, Austin Riley consumió turno al bate para conectarle un sencillo sin consecuencias. De maravillas los fildeos de Adolis, el que realizó par de engarces de película, además de otro de Arozarena.

El saborcito cubano no termina ahí, participaron 3 cubanoamericanos en este juego. El designado de los Dodgers Julio Daniel Martínez, más conocido como JD, el híbrido de guantanamero con boricua, Nolan Arenado, y Nick Castellanos.  

Diré algo parecido a lo que dice José “Pito” Abreu, el entrenamiento y aprendizaje diario ayudan a un mejor rendimiento, hay que trabajar para lograr éxitos. El talento no significa nada si no se pone empeño. Pienso que todos los seleccionados cubanos son peloteros que han tenido que hacer un esfuerzo grande, casi todos salieron por vías irregulares del país, a veces arriesgando sus vidas. Llegaron y vieron que la pelota de los circuitos profesionales tiene una diferencia sustancial con la que se juega en Cuba desde hace más de una década y media. Eso implica que había mucho que aprender, mejorar el físico, un poco de más peso, tener más fuerza sin perder condiciones natas en mucho de ellos, como es la velocidad.

Muchos peloteros han salido de Cuba, hay hasta un libro de Francys Romero con lujo de detalles al efecto, pero los que triunfan no son muchos. Vienen de una pelota con escasos recursos y con técnicas obsoletas o no actualizadas.

El ver a ocho cubanos escogidos para un juego de estrellas es mérito al esfuerzo de esos peloteros. Con lo dicho no es que entienda que ya están hechos completamente, se mejora a diario con el entrenamiento y seguros debemos estar que nos seguirán dando satisfacción y agradables sorpresas  en lo sucesivo, sea en la temporada regular, en la post temporada o en series mundiales.

El ejemplo de estos atletas es algo a seguir por todos aquellos peloteros cubanos salidos de los juveniles y que han dado el paso para jugar en los circuitos de la MLB. Hay que aprender y jugar con ese espíritu que se le nota a un Adolis o a un Arozarena, por solo citar dos ejemplos, todos ellos hombres que salen a comerse el terreno en cada juego.

Antes de finalizar, advierto que esos peloteros nacieron con el don de jugar pelota, y esos logros son producto de su talento, trabajo diario y la enseñanza de muchos poquitos de parte de los entrenadores de la MLB. Así que nadie se quiera adjudicar mérito o logro al efecto.

Para finalizar, mi agradecimiento como aficionado cubano a todos esos compatriotas que están triunfando en la actualidad en el mejor béisbol del mundo, a los que les deseo salud y continuo esfuerzo para seguir sobresaliendo.  

Fuente consultada

Romero Esteban. 2016. Participación de peloteros latinos en Juegos de Estrellas de la MLB. Deportescineyotros.com, 13 julio. https://deportescineyotros.com/2016/07/13/participacion-de-peloteros-latinos-en-juegos-de-estrellas-de-la-mlb/

Una visita a Estambul, la ciudad en dos continentes

Si el mundo fuera un solo estado, su capital sería Estambul.”
Napoleón Bonaparte

Había estado por razones de trabajo dos veces en escala de una noche en la bella Estambul, ciudad que conocía sin haber estado en ella desde temprana edad. Los buques soviéticos o los rusos o ucranianos, transitando por el Mediterráneo, obligados están a pasar por el estrecho del Bósforo de regreso a sus costas en el Mar Negro, por lo que yendo en barco de la Habana a Odessa no había otra alternativa que pasar por ese estrecho.  

La primera vez me lució una ciudad preciosa, era como pasar por medio de algo descrito en la famosa obra “las mil y una noches”. Hubo una segunda ocasión, la que nuevamente me reafirmó la impresión pasada. Décadas después, como ya dije, estuve en escala en tierra firme en varias ocasiones, unas veces durante horas esperando embarcar para el destino final y en dos ocasiones para pernoctar en ciudad, siempre en el barrio de Sultanahmet, el mismo donde se encuentra las mezquitas Azul y Santa Sofía, además del llamado hipódromo con los obeliscos existente, lugares visitados de prisa y sin mucho detalle en esos momentos. Santa Sofía estaba cerrada en esas dos visitas debido a restauración.  

Por fin, vinimos a Estambul para ver todo lo más posible de una ciudad con mucha historia. En épocas pretéritas se llamaba Bizancio, luego, con la ocupación romana, se llamó Constantinopla en honor al emperador romano Constantino y fue la capital del imperio romano oriental o bizantino. En el siglo XV los otomanos se hicieron de la ciudad y pusieron fin a la dominación romana.

Estambul viene a ser el límite meridional de dos continentes, Europa y Asia. En menos de 15 minutos, cruzando el Bósforo, uno llega a la parte asiática. El nuevo aeropuerto internacional está en la parte europea, mientras que el otro viejo está en la asiática, este último limitado actualmente para vuelos internos. Conociendo que lugares aparecen en cada lugar de la ciudad, decidimos albergarnos en hotel en la barriada de Sultanahmet, donde las distancias a muchos lugares de interés son cortas y factibles de hacer caminando. Cuando las distancias son más largas lo mejor es tomar el tranvía, el que prácticamente circunvala las partes importantes de la ciudad. Aclaro que es falso decir que los taxis son baratos, nada de eso. Carecen de taxímetros y uno está a expensa del precio que decida el chofer, por lo que es prudente previamente decir el lugar adónde ir y preguntar por el precio estimado, regatear es posible, pero a veces sin éxito.

Nuestro primer día efectivo fue dedicado a visitar la Mezquita Azul o del Sultán Ahmet (de ahí se deriva el nombre del barrio, Sultanahmet), templo musulmán muy atractivo en su exterior e interior. La mezquita (camii en turco), construida en el siglo XVII, se diferencia del resto por poseer seis minaretes, lo que provocó tremendo revuelo en el mundo islámico, ya que la Meca, en Saudi Arabia, poseía igual cantidad de minaretes. La solución fue añadir uno más en la Meca como templo máximo de peregrinación de los fieles del islam.

Lo primero que hicimos fue dar algunas vueltas por el Hipódromo llamado Sultanahmet Meydanı, lugar donde se realizaban carreras hípicas en la antigüedad. El lugar, construido en el siglo III, se conserva, pero está muy modernizado para que sea lo que había dos mil años antes. Caminando por ahí encontramos la fuente Wilhelm Kaiser, construido en 1898 en ocasión de la visita del Kaiser alemán a Turquía. Más adelante aparece la Columna Serpentina, también llamada Trípode de Delfos o Trípode de Platea, la cual es de bronce y tiene más de dos milenios y medio de edad. Esta columna es como un trofeo dedicado a Apolo en Delfos, lugar del que les hablaré en otro artículo.

Después vimos el Obelisco de Teodosio, de granito rojo y 30 m. de altura, construido en la antigüedad en Egipto, el que fue trasladado a Estambul por el emperador romano Constancio II. Tengo entendido que este obelisco es gemelo del existente en Circo Massimo en Roma, conocido como Laterano. Más al sur encontramos el otro obelisco, el de Constantino, de 32 metros de altura. No se sabe cuándo en realidad fue construido, pero reparado en el siglo X.

Después de haber visto estos monumentos y la mezquita azul, nos dirigimos hacia la otrora Basílica de Santa Sofía (santa sabiduría en griego), construcción concluida en el 537 y que sirvió de catedral ortodoxa hasta la ocupación de Estambul por los otomanos. Después fue convertida en mezquita, luego museo en el siglo XX y no hace mucho, mezquita nuevamente. Para entrar allí hay que hacer una extensa cola, la que, por suerte, camina bastante rápido. Ya dentro uno puede apreciar el esplendor del templo, sus paredes, techo, suelo y vitrales. Dicen que a la tercera va la vencida y eso fue lo que me pasó, a la tercera vez pude finalmente entrar.

Hay un detalle en estas mezquitas, son muchas, a veces una al lado de otra o a poca distancia. El proselitismo islámico es mucho más efectivo que el cristiano. En la actualidad hay muchas iglesias, basílicas y catedrales, donde para entrar hay que pagar. Es no sucede en ninguna mezquita, por el contrario, hay estantes con información sobre el islam incluido El Corán traducido en varias lenguas, todo ello gratuito. Uno quiere llevarse un ejemplar del Corán en español, con tomarlo basta. ¡Qué distinto!

A la salida del lugar decidimos visitar el Palacio Topkapi, pero era martes y estaba cerrado. Lo único que pudimos ver fue el parque inmenso que le rodea y las fuentes de agua allí presentes. Un lugar muy bueno para pasear, tomar aire o sentarse a leer en uno de sus bancos. El Palacio quedó programado para el último día en esta visita.

A la salida caminamos a lo largo de la línea del tranvía en dirección al puerto. Quisimos caminar, el tranvía es una opción barata, un viaje en el mismo cuesta 10 liras turcas equivalentes a 50 centavos de dólar. Hicimos una parada para almorzar y luego nos encaminamos al embarcadero de Eminönü, donde abordamos un barco que nos llevó a pasear por todo el Bósforo. Fue interesante ver tantas cosas a la vez, entre ellas el Palacio Dolmabahce, construcción del siglo XIX, el que sirvió de residencia de los sultanes desde 1856 hasta 1924, año del último califa. Desde 1984 este lugar sirve de museo. Pasamos por debajo de varios puentes, los que unen la parte europea con la asiática, varias mezquitas a ambos lados del Bósforo; el Rumelihisarı o castillo de Rumelia, el cual se encuentra del lado izquierdo del estrecho y es una fortaleza pendiente que baja hasta el mar. Su construcción es de mediados del siglo XV por orden del sultán Mehmet II.

Otra rareza vista fue la Torre de la Doncella o Torre de Leandro, enclavada en aguas del Bósforo, a escasa distancia de Üsküdar, costa asiática de Estambul. Según leo en Wikipedia, el islote estaba conectado a la costa asiática mediante una muralla defensiva, cuyos restos subterráneos son todavía visibles, pero yo no los vi en realidad.

Esto fue a grandes rasgos lo visto en este paseo, el que repetimos dos días después, pero en la noche, con cena y espectáculo con bailes del lugar. Al regreso a Eminönü, cruzamos por debajo de un túnel y salimos a una plaza enorme, el Cuerno de Oro, donde hay cafeterías y mercadillos diversos. Allí se vende de todo, uno de los mercados famosos es el de las especias, también llamado mercado egipcio. Al lado izquierdo de la plaza está la enorme Mezquita Nueva (Yeni Camii), la que posee un patio muy espacioso, y su interior es limpio y acogedor. Aunque le llaman Nueva, la construcción de la mezquita se inició en 1597, terminada en el siglo XVII. A algo más de una cuadra de este templo y sobre una colina está la mezquita Süleymaniye, la más grande de la ciudad, construida en 1550. Era ya mucho el cansancio y nos conformamos con observarla de lejos y fotografiarla.

El regreso al hotel a pie fue largo hasta que nos dimos cuenta de que era mejor tomar el tranvía de regreso. Quedaba no poco por ver en los días sucesivos.  

La historia relata un hecho interesante y es cómo los galos se desplazaron del territorio de la actual Francia rumbo a Italia inicialmente, luego a Delfos, Grecia, donde fueron derrotados en batallas y finalmente al Asia Menor, territorio del actual Estambul. Un símbolo de la ciudad es la Torre Gálata, la cual prácticamente se puede ver desde cualquier ángulo de Estambul. A partir del año 189 la actual Turquía fue llamada Galatia o Galacia por los romanos, pero la torre fue construida en 1348 por los genoveses en una colina de Constantinopla (Estambul). La fortificación servía para rechazar el asedio de las tropas venecianas. Para llegar a esta torre hay que tomar el tranvía, el cual nos dejó al final del puente Gálata y de ahí caminar en ascenso para llegar a la colina y a la torre. Lo bueno es la existencia de ascensor que nos lleva hasta la séptima planta de la torre, así uno evita subir los 143 escalones de esta. Desde la parte alta uno puede ver buena parte de Estambul.

Terminada la visita a la Torre nos adentramos en el barrio Beyoglu, con sus calles estrechas y empinadas. Allí hicimos un stop para tomar un refresco en una calle de Çukurcuma. La camarera gentilmente nos indicó cómo ir a la calle de Istiklal, muy ancha y repleta de mercados, muchos de ellos occidentales. Al final de esta calle se llega a la Plaza Taksim y del lado izquierdo de la misma está la mezquita homónima, grande y fastuosa. Aquí mi esposa tuvo acceso a la misma por otra entrada distinta a la de los hombres. Como curiosidad sucedió que me acerqué a una señora y le pedí en inglés que guiara a mi esposa a la entrada en cuestión. Una vez de regreso mi esposa me dijo que la señora era italiana convertida al islam, por lo que no tuvo ningún problema en hablar con ella.

Antes de llegar a Taksim habíamos pasado por la Iglesia católica San Antonio de Padua, creo que es la única en Estambul, donde en la entrada hay un monumento al Papa Juan XXIII, considerado como uno de los mejores amigos de Turquía. Igualmente visitamos la Iglesia ortodoxa griega de Aya Triada. En este caso, no es la única, hay otras más.

En esa jornada en la tarde decidimos ir al Pierre Loti Café, el que se encuentra en una de las colinas más altas de Estambul, aledaño al cementerio de Eyüp. A ese lugar se puede llegar en bus y luego subir con un teleférico. Se nos hizo difícil el bus, por lo que finalmente tomamos un taxi, el cual nos cobraba una cifra de liras a su antojo, pero nos tuvo que dejar en lo alto del lugar. Las vistas desde Pierre Loti (bautizado así por un escritor francés) son realmente impresionantes. Uno puede apreciar buena parte del Bósforo y darse cuenta de la enorme cantidad de mezquitas existentes en Estambul.

El regreso se nos hizo difícil, nuevamente el bus no aparecía por ningún lado. Una dama allí nos sugirió embarcar en barco para llegar a un punto un poco antes del embarcadero Eminönü. Así lo hicimos, solo que era una especie de lechero parando continuamente en varios puntos hasta llegar a un embarcadero próximo al puente Gálata, a caminar de nuevo hasta llegar al tranvía que nos regresó a Sultanahmet.  

La siguiente jornada fue para visitar Üsküdar, la parte asiática de la ciudad. Es muy fácil ir en barco y el trayecto dura unos 15-20 minutos. Al llegar allí vimos que había mezquitas por doquier y un extenso paseo a lo largo de la costa. Entre las mezquitas visitadas están la de Haci Bedel Mustafa Efendi, Selman Aga, Semsi Pasha y Valide i Cedid. Unas modestas, otras con más lujos, todas impecables y bien cuidadas. Hay otras mezquitas famosas en el lugar, pero no había tiempo para verlas todas.

En Üsküdar también tiene fama el café de las alfombras. Allí tomamos un té, más tarde nos dimos cuenta de que este tipo de cafeterías uno lo encuentra en otras partes de Estambul. A la lonja del pescado le pasamos por un lado sin adentrarnos en la misma. Regresamos al hotel y descansamos para poder asistir a un tour en barco, el cual incluía cena y espectáculo de bailes del lugar. Ya el Bósforo lo conocíamos bastante, pero no en la noche, algo muy agradable, a eso hay que sumar los bailes con sus ritmos propios, por lo que la velada fue de nuestro beneplácito.

La última jornada fue dedicada al Palacio Topkapi. Teníamos toda la mañana y parte de la tarde disponible, nuestro vuelo era en la noche. Así que la visita a este museo era casi obligatoria. Sabíamos de su existencia a través de la película homónima de 1964 dirigida por el norteamericano Jules Dassin y protagonizada por su esposa, la griega Melina Mercouri.  Topkapi es construcción de mediados del siglo XV y sirvió de centro administrativo del país hasta 1853. El Palacio se encuentra a poca distancia de Santa Sofía y la mezquita azul, también próximo al Cuerno de Oro y con vistas al mar de Mármara. El Palacio es extenso y tiene varias edificaciones, entre ellas varias mezquitas, pabellones, el harén y puertas o portones. Quien visite Estambul no debe dejar de visitar Topkapi.

Como había dicho, en la noche habíamos salido de Estambul, pero con regreso una semana después por todo un día. Era una escala para retornar al siguiente día a Valencia. Como buenos planificadores, ese día fue dedicado a hacer algunas compras en el enorme y antiguo gran bazar (Kapalıçarşı). Su construcción es de 1455 y hay más de 3 mil tiendas, donde trabajan alrededor de 20 mil personas. Pienso que si existe algo folclórico en el Medio Oriente son sus bazares, este de Estambul es enorme y fácil de perderse dentro del mismo. Aquí no hay por qué aceptar el primer precio que a uno le digan, regatear es un juego aceptado. El vendedor jamás pierde, pero siempre trata de meter el pie con precios hasta 50 o 60% por encima de lo real. Para aquellos que gustan pacotillear un bazar de este tipo es como un paraíso. Lo otro, te venden piezas con marcas de nivel. Lo mismo da que sea Lacoste, Christian D´Or, Benettón, pida la marca y le darán la mercancía con esa etiqueta, algo que realmente mueve a risa.  

Al gran bazar se le da el nombre de Beyacid, ya que se halla en el barrio homónimo y en su lado izquierdo está la mezquita Beyacid o de las Palomas, construida entre 1501 y 1506. El patio interior de la mezquita es uno de los más espaciosos que haya visto allí. También hay un enorme parque (Beyacid), el que igualmente posee la entrada a la Universidad de Estambul y a la biblioteca urbana.   

Estambul nos enseñó otras cosas interesantes, una de ellas es su cocina, muy abundante en verduras y carne de todo tipo, excepto la porcina. El kebab es un alimento famoso y muy demandado, incluso fuera de Turquía. También sus dulces, muy originales, son del gusto de los turistas. Lo otro que me asombró, es la cantidad de ciudadanos de las antiguas repúblicas soviéticas en labores comerciales. La mayoría de los letreros en lugares importantes aparecen en la lengua nacional, en inglés y en ruso. Incluso varios turcos hablan ruso con fluencia. Muchos turistas vienen de Rusia, como no pueden ir a otros lugares por las sanciones impuestas debido a la guerra con Ucrania, solo pueden visitar Turquía y no todo el territorio, sus visados tienen limitaciones. Por último, los turcos son amables en el trato y cuando uno pregunta, la persona siempre trata de orientar incluso sin saber hablar inglés.

Había leído “El Halcón” de Yasar Kemal, obra que me dio una idea de cómo era el mundo rural turco y los problemas existentes, pero la visita a Estambul me aclara que actualmente existe un desarrollo en Turquía y que no es la nación atrasada que Kemal nos contaba. Es cierto que eran dos etapas distintas. Estambul es una especie de puerta al Medio y Lejano Oriente para el occidente, donde reina una tolerancia no vista en otros países islámicos. Creo razonable recomendar visitar Estambul, ningún turista se lamentará, seguro estoy.

Ricardo Labrada
8 julio 2023

Modesto homenaje a todo un héroe: Giuseppe Garibaldi

«En casi todos los tiempos, los pueblos se han
gobernado por la ignorancia y la violencia,
es decir, con sacerdotes y soldados”.

Giuseppe Garibaldi

Hacía tiempo estaba por escribir sobre un hombre que dio todo en su vida por la nueva Italia, hablo de Giuseppe María Garibaldi, hombre nacido el 4 de julio, coincidente con la fecha de la independencia de los estadounidenses, pero de 1807 en Niza, territorio costero en el Mediterráneo, lugar histórico de la Liguria, muy disputado por los sardos y franceses. Cuando Garibaldi nació Niza estaba ocupada por Francia. En 1814 el pueblo nizardo aclamó a Vittorio Emmanuelle I, rey del Piomonte-Cerdeña, de manera que Niza volvió a ser parte de este reinado. Cosas de la vida, el futuro de Niza fue décadas después no el que hubiera deseado Garibaldi, de lo cual hablaré más adelante.

Garibaldi había nacido en el seno de una familia de pescadores y comerciantes costeros, por lo que no le resultó difícil adquirir conocimientos sobre navegación hasta convertirse en capitán de naves. No obstante, los padres del joven Giuseppe aspiraban a que su hijo se convirtiera en cura, por eso su padre lo llevó a Roma en 1824. Garibaldi rechazaba esas ideas, por lo que la visita a Roma únicamente confirmó sus ideas anticlericales. Igualmente, en esa ocasión, quedó convencido de la necesidad de la unificación de la península itálica en un solo estado y que su capital debería ser Roma.   

Durante su aprendizaje como capitán de barcos Garibaldi conoció de las ideas nacionalistas de su tocayo Mazzini y de un pensador socialista como el conde Henri Saint-Simón, las que prendieron fuertemente en la conciencia del joven navegante, quien no dudó en enrolarse en una rebelión organizada por el movimiento Joven Italia a favor del establecimiento de una república y la eliminación de la monarquía imperante. La rebelión fue sofocada, y Garibaldi, condenado a muerte, tuvo que escapar y exiliarse hasta parar en América del Sur en 1836, donde nuevamente participó activamente en varias acciones independentistas en las excolonias españolas y portuguesa.

La primera incursión militar de Garibaldi en América del Sur fue en Brasil cuando el estado de Rio Grande do Sul intentó la secesión, acción infructuosa, en la que el combativo nizardo estuvo al frente de la armada rebelde y pudo conocer a Ana María de Jesús Ribeiro da Silva (Anita), la que fue su pareja y compañera de lucha hasta su muerte. A Anita, oriunda de Santa Caterina, también se le llegó a conocer como la heroína de los dos mundos.   

Posteriormente, siempre inquieto, se trasladó junto a Anita y su pequeño hijo a Uruguay, donde no tardó en encabezar la armada de ese país en contra del dominio de Juan Manuel Rosas y evitar el bloqueo del Puerto de Montevideo en el Río la Plata. En estos combates Garibaldi ganó notoriedad y organizó la Legión italiana, el embrión de las famosas Camisas Rojas, todos exiliados italianos en Uruguay, los que posteriormente le acompañaron en otras batallas por la unificación de Italia.

Garibaldi aprendió mucho de estrategia y táctica militar en esas batallas. Su nombre comenzó a ser muy conocido en Europa y no faltaron famosos escritores de la época que hablaran de sus éxitos militares.

Para Garibaldi la ciudad de Roma era vital convertirla en la capital de la nueva Italia. El Vaticano tembló con esa idea y las acciones conducidas en 1848, con lo cual el Papa Pio IX desapareció de la escena, mientras Garibaldi pasaba a ocupar un puesto como diputado republicano de la asamblea constituyente en 1849. Obviamente, el Papa no se quedó quieto, buscó el apoyo de tropas francesas, las que se enfrentaron a las fuerzas de Garibaldi. No faltaron enfrentamientos con tropas de Nápoles, por lo que una vez más Garibaldi resultó derrotado y tuvo que escapar con sus hombres, primero a Suiza, luego en el estado independiente de San Marino.

Por su cabeza daban cualquier cosa, fueran austriacos, franceses o autoridades del pontificado. Nuevamente Garibaldi tuvo que cruzar océano, esta vez rumbo a los EE. UU., para establecerse en la localidad neoyorquina de Staten Island, donde trabajó y estableció su propio negocio de velas, pero sin perder de vista su gran objetivo, la unificación de Italia. Luego se marchó a Perú, donde ejerció como capitán de barco mercante.

A pesar de sus ideas antimonárquicas y anticlericales, Garibaldi razonó que era necesaria una coalición de fuerzas alrededor de la figura del monarca de Cerdeña, Vittorio Emmanuelle II. El conde Camilo Benso Cavour, nombrado primer ministro de este reinado en 1852, compartía iguales ideas de unificación, pero con otros matices e intenciones, ya que sus ideas eran extremadamente conservadoras.

En aquellos momentos Garibaldi poseía una casa en la isla Caprera, aledaña a Cerdeña, desde comenzó a moverse para organizar a su Legión para batallas contra los austriacos en los Alpes. Se le había permitido regresar a territorio italiano con la idea que rechazara las ideas republicanas de Giuseppe Mazzini. Era mucho el territorio por liberar para la reunificación, más bien feudos, entre ellos estaban los llamados estados del Reino Lombardo-Veneto, los estados pontificios, el reino de Piamonte- Cerdeña y el reino de las dos Sicilias principalmente. El primero mencionado estaba bajo dominio austriaco y con ayuda de tropas francesas de Napoleón III, además de las victorias de las fuerzas de Garibaldi en Varese y Como, territorios justamente en la frontera con Suiza, se logró anexar al reino de Piamonte-Cerdeña, pero quedaban amplios territorios para la reunificación. En el curso de esas batallas, la pareja de Garibaldi, Anita, había fallecido. En ese momento estaba embarazada de su cuarto hijo.

El apoyo de Francia en las batallas contra Austria no fue gratuito. En 1860 Cavour llegó a un pacto con los galos de entregarles los condados de Niza y Saboya. Niza es donde naciera Garibaldi. Todo eso a cambio de su solidaridad en el empeño de lograr la unificación de Italia. Garibaldi se opuso a esta entrega, la que supuestamente tuvo lugar mediante plebiscito de la población del condado, cuyos resultados tenían cara de fraude. Gran parte de la población italiana de esos nuevos territorios franceses se trasladaron a las villas fronterizas de Ventimiglia y Ospedaletti.  Francia hizo las paces con Austria y dejó la causa italiana en el aire, por la que se había comprometido a apoyar. La negociación evidentemente fue infructuosa.

Garibaldi, inconforme con el desarrollo de los sucesos, decidió con sus voluntarios ocupar Sicilia, una preciosa isla tratada como un feudo por parte de Don Fabrizio Corbera, el llamado Príncipe de Salina. Esta conquista transcurrió exitosamente y la población siciliana vio la luz con la llegada de Garibaldi y sus tropas. La toma de Sicilia fue el fin del absolutismo del rey Francisco II de Nápoles, reemplazado por el reinado de la casa de Saboya.  Luego se adentró en la península para conquistar la Campania y llegar hasta la playa de Gaeta, actualmente territorio meridional del Lazio.

En cuanto a los Estados Pontificios, en 1860 el rey sardo-piamontés exigió al Papa Pio IX la entrega de Umbria y la Marche, lo cual fue rechazado y provocó una guerra, en la cual el clero salió perdiendo los territorios de Emilia Romagna, Le Marche, Parma, Modena, Toscana, Umbria y Lazio. Para su consuelo, el Papa pudo conservar Roma, pero no por mucho tiempo. Garibaldi había hecho un intento de conquistar estos territorios en 1866, pero el gobierno monárquico se opuso. No es difícil suponer que Vittorio Emmanuelle II y el mismo Cavour temían de las acciones de Garibaldi, quien después de la victoria acostumbraba a repartir lo que los ricos poseían. El Papa tuvo el apoyo de las tropas francesas, las que derrotaron a Garibaldi y sus fuerzas en la batalla de Mentana.  Garibaldi cayó herido y prisionero, luego amnistiado y en 1870 se marchó a Francia para participar en las acciones de la Comuna de París.

En noviembre de 1870, algo después de la unificación italiana, Italia entró como aliada de los prusianos en la guerra contra Francia. Roma estaba aún en manos del Papado, por lo que su conquista final era un claro objetivo. El Papa buscó la forma de resistir con sus tropas, pero nuevamente el clero fue derrotado. Las tropas italianas ocuparon Roma y el Palacio del Quirinale, recinto que se convirtió en la sede del nuevo gobierno monárquico y lo sigue siendo del gobierno italiano hasta hoy día. Roma fue finalmente proclamada capital del nuevo estado. Hasta ese entonces Turín fue la capital, algo raro, una urbe donde el francés era la lengua predominante entonces. Aunque Garibaldi no estuvo presente en esta última batalla, es de pensar que su alegría haya sido inmensa al ver a sus enemigos vencidos y limitados, además de lograrse su sueño de Roma como capital.

La Comuna fue una experiencia más en el curriculum de luchas de Garibaldi. Regresó a Italia y en 1879 fundó su propio partido, la Liga de la Democracia, cuyo programa buscaba la emancipación de la mujer, el sufragio universal y la creación de un ejército nacional. En 1875 Garibaldi era un parlamentario italiano, cargo que abandonó por serias discrepancias con la monarquía instaurada.

En su vida privada Garibaldi se casó con la brasileña Anita, con la cual tuvo tres hijos, Menotti, Ricciotti y Teresita. Con el fallecimiento de Anita en 1849, Garibaldi se volvió a casar con la marquesa Giuseppina Raimondi en 1860, boda que concluyó con el repudio del novio a la novia. Garibaldi se enteró en el epílogo de la boda que la Raimondi había tenido varios amores previos e incluso durante su noviazgo y horas antes de las nupcias. Ahí murió todo y Garibaldi se desentendió de Giuseppina.  Francesca Armosino fue la última esposa de Garibaldi, matrimonio que tuvo lugar en 1880 después de la disolución del anterior de Garibaldi con la Raimondi por parte del Tribunal de Apelación de Roma. De hecho, esta última pareja tuvo tres hijos: Clelia en 1867, Rosa en 1869, la que murió a los 18 meses de nacida, y Manlio en 1873, o sea, todos ellos nacidos antes del matrimonio formal de Garibaldi con Francesca.

Veo a la figura de Garibaldi como el artífice de la unión de Italia, independientemente de sus “aventuras”, palabra que no es de mi agrado, siempre supo guardar un lugar especial en su mente para lograr ese objetivo y hacer a Roma capital de la nueva nación. Su coraje y arrojo le proporcionó más simpatías que las que llegó a tener el monarca Vittorio Emmanuelle II. El pueblo confiaba en Garibaldi, sabía que sus proyectos eran para favorecer socialmente a la población y terminar con la opresión secular impuesta por el Papado y las monarquías aliadas. Nunca fue pro-monárquico, pero entendió que un salto a una república era insensato para aquel momento. Unir a Italia era lo primero, para lo cual necesitaba de fuerzas de la monarquía y del pueblo en general. Una vez lograda la unificación la sociedad debía encargarse de introducir leyes que proporcionaran el progreso de la nueva nación. No obstante, Italia se trastornó a partir de 1922 y sufrió una dictadura hasta 1943, régimen muy distante de haber sido democrático.

Garibaldi se mantuvo activo prácticamente hasta su muerte, la que ocurrió en Caprera el 2 de junio de 1866. Había ordenado que lo cremaran con su rostro de cara al sol mientras su cuerpo ardía, todo lo cual se incumplió, ya que fue sepultado. Hace más de una década su bisnieta Anita estaba solicitando permiso para la exhumación del cadáver de su bisabuelo, el cual yace en un área llamada “Compendio Garibaldi” en la islita Caprera. Anita en aquel momento no obtuvo aprobación de las autoridades. En ese mismo lugar están los restos de su última esposa Francesca Armosino y de sus hijos Manlio, Rosa, Anita, Teresita y Clelia.

El rey Vittorio Emmanuelle II tiene un enorme monumento frente a la plaza Venecia en Roma, mientras que el siempre venerado Garibaldi posee otro más modesto en la octava colina de Roma, el llamado Gianicolo, donde el gran héroe logró rechazar el empuje de las tropas francesas en 1849. Ese lugar, el que suscribe y familia lo visitábamos con frecuencia. La escuela Cervantes en Roma, donde estudiaron mis hijas, se halla a escasos pasos del Gianicolo, una plaza con vistas fabulosas de la ciudad y donde se pueden apreciar tarjas de muchos héroes de las batallas por la unidad de Italia. En su centro está el monumento ya indicado, donde Garibaldi aparece montado a caballo. Una curiosidad, el trasero del caballo está de frente a la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. 

Existe una novela, poco divulgada en Occidente, escrita por la irlandesa Ethel Lilian Voynich, cuyo título es “el tábano” (1897), la cual trata sobre la vida de un joven que sigue rumbos muy parecidos a los de Garibaldi. La diferencia estriba en que el héroe en la novela es al final un bastardo surgido de la relación de un cura con una joven creyente, algo que el niño siempre ignoró, le hacían ver que era huérfano de padre, pero comenzó en su momento a sospechar. Nada de esto sucedió en la vida de Garibaldi. La principal similitud del héroe de la novela y Garibaldi está en el pensamiento rebelde, anticlerical y en su deseo de hacer algo grande para su país soñado, la Italia unificada. 

Hay muchos más pasajes de la vida del gran héroe, los que no era mi propósito abordar detalladamente. Más bien reseñamos partes importantes de su vida como deseo de expresar mis simpatías por todos sus esfuerzos a favor del bienestar de la nación italiana.   

Fuentes

Anon. s/a. Garibaldi: el héroe de la liberación de Italia (nationalgeographic.com.es)

Anon. 2013. ¿Dónde está el cadáver de Giuseppe Garibaldi? BBC news Mundo, 21 enero. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/01/130116_curiosidades_cuerpo_garibaldi_yv  

Anon. 2015. Cimitero dove è sepolto Garibaldi. OdF 16 sept. https://outletdelfunerale.it/wp/2015/09/cimitero-dove-e-sepolto-garibaldi/

Bermejo Cristina. 2023. 2 de junio de 1882: muere Giuseppe Garibaldi, líder de la unificación italiana. EOM. https://elordenmundial.com/hoy-en-la-historia/2-junio/2-de-junio-de-1882-muere-giuseppe-garibaldi-lider-de-la-unificacion-italiana/

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. 2004. Biografia de Giuseppe Garibaldi. Biografías y Vidas, la enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/garibaldi.htm

Moreno V., Ramírez María E., de la Oliva Cristian, Moreno Estrella. 2012. Biografía de Giuseppe Garibaldi. Buscabiografias.com, 30 junio. www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/7167/Giuseppe%20Garibaldi.
Escrito por Ricardo Labrada
29 junio de 2023