Se escribe sobre deportes, sobre todo béisbol. El cine es abordado desde una óptica clásica. Historia y descripción de lugares visitados son otros de los temas, así como biografías de grandes de la ciencia. Hay de todo un poco para aquel que guste leer.
“Tuve la suerte de jugar siempre con excelentes torpederos, que cubrían su posición y la mitad de la mía. Eso me salvó como segunda base.” Urbano González
Por Esteban Romero
En diciembre 4 de 2021 falleció un pelotero muy admirado por el que suscribe, un bateador de una vista y tacto extraordinaria al bate, me refiero a Urbano González Basanta, jugador de cuadro y bateador zurdo, que había debutado en la Liga Nacional Amateur con el conjunto de la Unión Club Catalina de Güines en 1956 como defensor de la intermedia, nada de tercera base entonces. Ese equipo dirigido por el experimentado Alfonso Rodríguez, disponía de Osvaldo Hernández para la defensa de la antesala y otro pelotero de apellido Guevara. Osvaldo llegó a jugar en la VI Serie Nacional como regular de esa posición en el equipo de Occidentales.
La prensa de aquella época hablaba del buen bateo del jovencito Urbano González. Realmente tuvo que destacarse bastante para que fuera escogido como integrante del Cuba a los Panamericanos de Chicago (1959). Entre tantos equipos y peloteros, hacer el equipo Cuba no era nada fácil, y mucho menos con un conjunto que jugaba pobremente. Ese equipo de Catalina de Güines jugó para promedio de .462 en 1956 y ocupó el antepenúltimo puesto de la segunda división de la Liga Amateur. En 1957 quedó eliminado en la primera vuelta, mientras que en 1958 y 1959 no fue nada del otro mundo. Así y todo, Urbano continuó con su buen juego alrededor de la segunda y un bateo excelente. La tercera base de ese conjunto en 1958 y en lo sucesivo fue defendida por el conocido Pedro Antón alternando con A. Lavín.
No tengo ninguna información de lo que haya realizado Urbano en las Ligas de Quivicán y Pedro Betancourt, donde no hay porque dudar que él haya jugado a plenitud.
Pero antes de hablar de numeritos, algunos ya conocidos, me gustaría decir lo que vi de Urbano hacer en el terreno de juego como bateador difícil de ponchar. Urbano usualmente halaba bien la bola por su mano e igualmente sabía ponerla por el mismo medio del terreno. En infinidad de ocasiones le vi colocar su batazo por donde no había nadie cubriendo. Seguro estoy que, si en su época le hubieran hecho la formación hacia su mano, él la habría empujado por la banda contraria. Urbano era un buen tocador de bolas, algo que no acostumbraba a hacer mucho, pues no era un corredor muy veloz, aunque sí sabía correr bien las bases. Poder no tenía mucho, aunque disparaba líneas fortísimas. Su primer jonrón lo vino a conectar en la VII Serie Nacional, aquello fue noticia. De ahí en lo adelante bateó otros 17 cuadrangulares hasta su retiro. Así y todo, su slugging fue de .681 y OPS de 1023. A ese respecto, el mismo Urbano declaró que Juan Ealo trabajó con él para que alzara más el codo y así producir más jonrones. No fue algo que le entusiasmara mucho, ya que le restaba tacto a la hora de batear.
Los lanzadores adversarios sabían que Urbano les podía hacer la gracia en cualquier momento con uno de sus batazos. Manuel Alarcón afirmaba que no era Pedro Chávez el que mejor le bateaba, sino Urbano. Existe incluso una anécdota sobre una invitación del cobrero a Urbano para darse unos tragos en Santiago de Cuba en la víspera de un juego entre Industriales y Orientales. Urbano bebió dos o tres tragos, Alarcón ninguno, y al otro día Urbano le sonó tres indiscutibles al ilustre oriental, por lo que el propósito de Alarcón fracasó ese día. Urbano bebió sus tragos y se bebió en ese juego al cobrero también.
A la defensiva sabía hacer su trabajo, cubría bien la posición de segunda base. No tenía el pivot de un Telémaco, ni cubría tanto terreno como Isasi, pero jugaba bien su posición recogiendo las rolatas o fildeando los pop fly a su alcance. Tuvo también la suerte de hacer combinación alrededor de la segunda con el maestro del campo corto Tony González Ferrer. Urbano jugó más segunda que la antesala, vean, en 1962 jugó segunda y tercera con los Occidentales, pero ya en lo sucesivo en sus equipos estaba Jorge Trigoura como antesalista hasta 1964, después fue Germán Águila el defensor de esa posición por lo general, y en 1969-70 la antesala de los Industriales fue defendida por Julián Villar y Félix Rosa. Sí jugó bastante la tercera en la llamada Serie Especial de 1970, ya que la defensa del segundo saco estuvo a cargo del dúo Rodolfo Puentes-Tony González en el equipo Habana. En sus dos últimas temporadas, con los Constructores en 1972-74, alternó en segunda con el ex-juvenil Rolando “Mamey” Gum y con Dagoberto Echemendía en tercera. En 1974 se desempeñó más como bateador emergente y fue cuando llegó su adiós de la pelota de series nacionales, en las que logró varios lideratos ofensivos:
Líder en veces al bate (122), carreras anotadas (20) y hits (19) en la I Serie Nacional (1962)
Co-líder en sacri-fly (3) (empatado con Tomás Soto de Occidentales) en la II Serie Nacional (1962-63)
Líder en hits (56), campeón de bateo (.359) y jugador más valioso de la IV Serie Nacional (1964-65)
Líder en veces al bate (250) y hits (76) en la V Serie Nacional (1965-66)
En 2864 veces al bate en series nacionales se ponchó 67 veces
Jugó 50 juegos consecutivamente sin la sombra de un ponche
Urbano integró el equipo Cuba de manera ininterrumpida hasta 1969 cuando Servio Borges decidió dejarlo, mientras que Andrés Telémaco y Félix Isasi defendía la segunda base, y Owen Blandino la tercera. Es cierto que en ese momento Telémaco estaba imparable al bate, pero eso a Urbano no le importó, ya que regresó a la selección nacional en 1970, donde estuvo hasta el Mundial de Managua (1972).
Urbano jugó la segunda base de la selección nacional hasta los Panamericanos de Winnipeg (1967) a veces alternando con peloteros como Pedro “Papo” Carvajal y Rigoberto Ángel “Tito” Fuentes en 1959 y 1961, respectivamente. La tercera base era defendida por Jorge Trigoura hasta 1964 y Rafael Herrera en los Centroamericanos de San Juan (1966). Félix Isasi debutó como defensor de la segunda base del equipo nacional en los Panamericanos de Winnipeg (1967) y Urbano pasó a jugar la antesala, posición en la que alternó en futuros eventos con Vicente Díaz en el Mundial de Colombia (1970), con Vicente y Blandino en el Mundial de la Habana (1971), y con Blandino nuevamente en el Mundial de Managua (1972). Así el mayabequino participó en tres centroamericanos, cuatro panamericanos y cuatro mundiales, un total de 11 eventos oficiales internacionales. Sus mejores registros en esos eventos los tuvo en los Juegos Panamericanos en Sao Paolo (1963) y en el Centroamericano de Panamá (1970), donde logró OPS de 1243 y 1000, respectivamente. En los juegos de Sao Paolo también se llevó el liderato de bateo (33-16, .485).
En Panamá conectó jonrón decisivo en juego, según creo, fue el único que disparó en evento oficial internacional. Pero la jugada que más recuerdo fue la del juego final contra los EE.UU. en el Mundial de Colombia (1970). El equipo Cuba alineó con Wilfredo, Isasi y Urbano como primeros bates, todos los cuales tocaron la bola, pero el realizado por Urbano provocó error y los cubanos anotaron las dos primeras de este desafío. Más tarde Urbano anotó la tercera carrera empujada por doblete de Fermín Laffita, todo eso a costa de los envíos del zurdo Rich Troedson, lo que indica que los cubanos menospreciaron el brazo del serpentinero norteamericano cuando pusieron a Wilfredo y a Urbano, ambos zurdos entre los tres primeros bateadores.
Urbano fue un pelotero muy correcto en el terreno de juego, no le recuerdo haberlo visto protestando. Puede ser que lo haya hecho en algún momento, pero no me tocó verlo. Era bien llevado con sus compañeros de equipo y muy serio en su juego diario.
Hay un detalle de su carrera que antes de finalizar quiero recordar. Los Industriales de Ramón Carneado ganaron cuatro series consecutivas, en la VI Serie Nacional Fermín Guerra se hizo cargo del equipo, pero en juego entre Industriales y Occidentales, Urbano, segunda base de los Industriales, y Tony González, torpedero de los Occidentales tropezaron aparatosamente y ambos salieron seriamente lesionados. Urbano por el resto de la temporada y Tony reapareció cuando ya quedaba poco por jugar. Mi opinión muy personal, la debacle de los Industriales en esa serie mucho tuvo que ver con la ausencia de Urbano. No era lo mismo tenerlo a él en la alineación que al entonces novato Ernesto Sotolongo. En esa serie los azules cayeron estrepitosamente en las finales, mientras que los Orientales tejían una racha de 13 victorias en sus últimos 14 juegos.
Fuentes consultadas
Diario de la Marina. Box-scores juegos Liga Nacional Amateur 1956-59.
Padura Leonardo y Arce Raúl. 1989. Estrellas del béisbol. Editora Abril, Ciudad Habana, P. 246.
“El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos.” Michael Jordan
Por Esteban Romero
Hablemos una vez más de un jugador de baloncesto, al que anteriormente llamé la nueva maravilla del baloncesto (Romero 2016). Me refieron a Wardell Stephen Curry II, más conocido como Stephen Curry, jugador del equipo Golden State Warriors en la NBA. Han pasado 6 años de ese escrito sobre un hombre nacido prácticamente en una cancha de baloncesto. Su padre, Dell Curry, fue un destacado jugador del Milwaukee Bucs e incluso líder en triples en la temporada de 1998-99. El hermano de Stephen, Seth, igualmente juega este deporte. Curry se decidió por el deporte de las canastas, ya que su madre, Sonya Curry y su hermana Sydel se han desenvuelto en canchas de volibol.
Stephen fue escogido mediante sorteo por los Warriors en 2009. Resultó electo en la séptima posición. Él habría querido jugar con los Knicks, pero no fue posible. Su juego destacado fue evidente en la temporada de 2012-13 cuando anotó 54 puntos, incluyendo 11 triples, en juego del 27 de febrero de 2013. Seis semanas después había ya acumulado 272 triples en 78 partidos. Cuando le llamé maravilla, ya en ese momento la voz autorizada de Magic Johnson había dicho que Stephen estaba llamado a convertirse en el mejor jugador de baloncesto.
Los Warriors o Guerreros iniciaron una cadena de victorias en la temporada de 2014-15. Entonces el equipo contaba con Stephen, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Iguodala entre otros. En la final se tuvieron que enfrentar a un equipo arrollador, los Cleveland Cavalliers, en el que jugaba el siempre eficiente LeBron James. Nunca disfruté más una final de la NBA como esta, y es mucho decir, después de haber visto a los Bulls ganar varios campeonatos con finales igualmente emocionantes y un Michael Jordan fuera de órbita.
La estrella de esa final de 2014-15 fue Stephen Curry, quien me dejaba con la boca abierta cada vez que encestaba uno de esos triples distantes. Curry volvió loco a su coterráneo LeBron (ambos son del Estado de Ohio) con sus tiros.
Al año siguiente la final se repitió, pero esta vez los Warriors cayeron en 7 juegos. El último partido fue algo extraño en los minutos finales, empate y ninguno de los dos conjuntos lograba anotar hasta que LeBron entró decididamente en la zona y logró aproximarse lo necesario para encestar la ventaja. Realmente cualquiera de los dos equipos podría haber ganado, pero los Cavalliers terminaron a todo tren.
Los Warriors se reforzaron con la figura de Kevin Durant para la temporada de 2016-17, un jugador de altísimo nivel, pero que no considero superior a Stephen. Los Cavalliers volvieron a la final en esta temporada, pero aquí fueron derrotados de calle por los Warriors 4-1. La temporada de 2017-18 fue la cuarta vez y última que los de Cleveland se enfrentaron a los Warriors, serie final que terminó en pollona (4-0) y nueva victoria, la tercera del equipo de San Francisco. Ni la presencia de LeBron pudo hacer nada ante el binomio atacador de Curry-Durant, secundados por Thompson, Green y otros. Llegó 2018-19 y los Warriors perdieron en la final 4-2 con los Raptors de Toronto.
Se puede decir que la racha triunfadora de los Warriors concluía de momento en la temporada anteriormente mencionada. Durant estuvo fuera de juego por todo el campeonato de 2019-20 debido a lesión en el talón de Aquiles. Los Warriors quedaron en el décimo quinto lugar de la Conferencia Occidental de la NBA, un desplome completo. Para la siguiente temporada Durant optó por irse a jugar con los Brooklyn Nets. Esa salida dio lugar a que los expertos comenzaran a cerrar un ojo con respecto a la posibilidad de que los pupilos de Steve Kerr pudieran una vez más ganar campeonatos, pusieron incluso en duda que Curry pudiera llevar la responsabilidad del equipo en el área de juego. La cerrada de un ojo es de suponer tenga que ver con el queratócono que sufre Stephen, enfermedad en la que la córnea pierde su forma normal y adopta una cónica.
Ya para la temporada de 2020-21 los Warriors contaban con dos figuras nuevas en el equipo, Jordan Poole y el delantero Andrew Higgins proveniente de los Timberwolves de Minnesota. Esas dos adiciones dieron resultado a mediano plazo. Los Warriors quedaron en séptimo lugar de su Conferencia, pero el coach Kerr, Curry junto a Thompson, Green y hasta el veterano Iguodala prepararon el camino para una nueva victoria en 2021-22 cuando a los escépticos no les quedó otro remedio que abrir bien los dos ojos.
Nuevamente la estrella del show final fue Stephen Curry, quien no solo anota triples, sino que tiene un dribling de fantasía. Increíble la rapidez que tiene para driblear la bola y pasarla de una mano a la otra, Los defensas se quedan aturdidos ante la magia de sus movimientos, lo que le permite también anotar no pocas canastas de dos puntos o provocar faltas con los consiguientes tiros libres al aro.
Stephen Curry es factor de victoria. Si el adversario juega a defender la zona, los tiros de tres terminan en romper el esquema. No es solo Curry, es también Klay Thompson, a veces Higgins. Si le da al rival por jugar a defender individualmente, entonces la pelea se hace más difícil e intensa. Curry reparte mucho juego, sabe a dónde tirar en cada momento, driblea y se acerca a la canasta, no puede y pasa por donde nadie se lo imagina, por su espalda, de frente, en salto, los defensas terminan locos. Si la tira a la canasta y no entra, ahí puede estar Draymond Green, que me atrevo a comparar su juego con el ya retirado Dennis Rodman.
Las estadísticas nos dan un dato interesante, Curry lleva ya 3 102 triples anotados en 822 partidos para un promedio de 3,8 convertidos por partido, lo que arroja un 42,8% de en 7200 intentos. Eso para los que un día cerraron un ojo y ahora deben abrirlos bien.
El día de la victoria final de los Warriors sobre el Boston Celtics, Curry lloró de alegría y les dio una lección a todos aquellos que no previeron una nueva victoria de este equipo. Él quiso demostrar el valor de su equipo y su valor personal, y lo logró muy a pesar de toda la opinión anterior de los expertos.
“El béisbol es un juego diseñado para ser saboreado, no para atragantarse con él.” Bill Veeck, ex–propietario de equipos en la MLB
Por Esteban Romero
Se trata de una liga, de la cual se ha hablado muy poco o casi nada, como si no hubiera existido. La única referencia encontrada, al menos al alcance del que suscribe, fue en la obra del Dr. Roberto González Echevarría (1999), donde se da alguna información. Esto me motivó nuevamente revisar box scores y resultados de los juegos de esta liga en la prensa de la época desde 1935 a 1940. Realmente no se disponen de datos de este tipo indicando que la liga continuó su existencia después de 1940. Sí, es cierto que el Club Naval de la Liga Nacional Amateur no desapareció y varios peloteros continuaron su carrera en este equipo.
En la parte de Historia de este blog se ha hablado sobre la cronología de los presidentes cubanos de 1902 a 1976 (Hernández 2016). En ese artículo se puede ver que a partir del 10 de enero de 1934 los presidentes cubanos eran nombrados de a dedo por Fulgencio Batista, el hombre fuerte en la Cuba de entonces, el que todo lo tocaba a su manera, incluido los deportes, sobre todo el béisbol. Esa ha sido una característica de la totalidad de los dictadores en el área del Caribe y Centroamérica, fomentar parte de su culto a la personalidad alrededor del béisbol mediante la creación de equipos o ligas a su antojo.
Fue así que se decidió crear la liga Inter Fuerzas Armadas, en la que jugarían equipos del ámbito militar con supuestos peloteros soldados u oficiales. El primer campeonato de la liga se inició en octubre de 1935, lo cual fue un error. Comenzar un torneo de béisbol cuando ya estaban en marcha los juegos de la liga profesional era como restarle atención a ese campeonato, tanto por la fanaticada como por la prensa, la que cubrió entonces muy poco este certamen.
Casi todos los juegos se efectuaron en el parque de los Ferroviarios en torneo de tres vueltas con seis equipos: Regimiento 6 (Columbia), Policía constitucional, Marina constitucional, Policía marítima, Regimiento 7 (La Cabaña) y Regimiento 5 (Martí).
La mayoría de los directores de equipos eran oficiales, ninguno conocido en el ámbito beisbolero, con alguna que otra excepción. El capitán Uría iba al frente del campeón Regimiento 6 en este campeonato. La Policía venía comandada por el Teniente Abelenda, el Capitán José Fernández por la Marina, el reglano Ricardo Torres compartió dirección con el Teniente Manuel Pérez Suero en el equipo de la Policía marítima, y el Teniente Hernández dirigió el Regimiento 5.
Lo positivo de estos torneos fue que los peloteros negros y mestizos pudieron jugar sin ningún problema, algo que no estaba permitido ni en la Liga Nacional Amateur ni en la Liga Social. Los peloteros eran supuestamente pagados por sus ejércitos respectivos, algo que tampoco está muy claro y veremos en lo sucesivo. No era una liga amateur como tal, uno lo puede afirmar cuando revisa las nóminas de los equipos y ve un número de peloteros profesionales incluido en los equipos, algo de lo que se hablará posteriormente. Los principales integrantes de cada equipo fueron el receptor Pedro “Kiko” Gutiérrez, el infielder Manuel “Pototo” Veitía, profesional introducido, el jardinero A. Calderón, y los lanzadores Rafael Ferrer, Silvio García, Oscar Campos y Oscar Ruíz por los campeones del Regimiento 6. A todas luces Silvio García parece que jugó a este nivel cuando ya él llevaba dos años como profesional. El inicialista Cándido Hernández, el camarero-antesalista Alejo Garriga, el experimentado infielder Gerardo Ballesteros, y los lanzadores Juan y B. Eckelson, y Raúl Álvarez por la Policía fueron parte de este equipo. La Marina trajo un equipo con figuras experimentadas como Manuel Docal 1B, Reinaldo Castillo 2B, Santiago O´Hallorans 3B, el receptor-jardinero Mariano Abreu, los jardineros Gregorio Dávila, Porfirio Garro y Emilio García, y los lanzadores Jorge Comellas, Octavio Cabrera, Julián García (z), Mario Lecubet y Joe “Guanajito” Valdés, equipo que terminó en la tercera posición. Rogelio Linares patrulló los jardines del Regimiento 7 y Ceferino Valiente fue su principal carta de triunfo. En el Regimiento 5 jugaron Virgilio Arteaga como inicialista, Domingo Gálvez en la intermedia, Rufino Vázquez en los jardines, y los lanzadores Silvio Romero y A. Echenique.
Los lideratos de este primer campeonato correspondieron a:
Campeón de bateo- A. Calderón (Regimiento 6) .528 Hits- A. Calderón (Regimiento 6) 19 Anotadas- Alejo Garriga (Policía Nacional)- 13, J. Alfonso (Regimiento 6)- 12 Empujadas- Mariano Abreu (Marina) – 12 Jonrones- Alejo Garriga (Policía Nacional)- 2 Triples- Manuel “Pototo” Veitía (Regimiento 6) y Rogelio Linares (Regimiento 7)- 2 Dobles- Mariano Abreu (Marina) y Reinaldo Castillo (Marina) – 4 Bases robadas- J. Alfonso (Regimiento 6) – 12 Campeón lanzador – O´Reilly (Regimiento 6)- .800 Pelotero Más Útil- Juan Eckelson (Policía Nacional)
Manuel “Pototo” Veitía había jugado con el Almendares en 1930, tuvo 9 veces al bate con 2 hits, una anotada y una empujada. En 1932-33 volvió a jugar, pero sus estadísticas no aparecen. Esta es la primera evidencia encontrada que demuestra que esta liga no era amateur al cien por cien. La Liga Nacional Amateur sabía de estos casos, pero no decía nada, ya que entre ella y la liga de los militares no existía ningún acuerdo como si la hubo entre la Liga Nacional Amateur y la Liga Social.
La temporada de 1936 se inició en junio, o sea de corrigió el error anterior. Repitieron cinco equipos, el campeón Regimiento 6 (Columbia), Policía constitucional, Marina constitucional, Regimiento 7 (La Cabaña) y Regimiento 5 (Martí).
Los equipos venían con sus cambios, Columbia vino con Pedro Arango en la antesala, pelotero que había jugado en 1925 y 1926 con los Cuban Stars West, y en 1935 y 1939 lo hizo con los New York Cubans de las Ligas Negro, así que otro profesional. En este equipo, nuevamente campeón en 1936, repitió Kiko Gutiérrez como receptor, “Pototo” Veitía en el infield, Rubén García en la inicial, Calderón en los jardines y hasta lanzó, y Oscar Campos entre los lanzadores. Increíble que la Marina dirigido por Octavio Diviñó haya perdido con el trabuco que trajo: Mariano Abreu C, Manuel Docal 1B, José Abreu 2B, Remigio Vega 3B, Reinaldo Castillo SS, jardineros: Leandro Forbes, Emilio García, Luciano Martín, Gregorio Dávila CF, y los serpentineros Mario Lecubet, Julián García, Octavio Cabrera y Joe “Guanajito” Valdés. La Policía tuvo en el cuadro a Justo Pérez 2B, Alejo Garriga 3B y Gerardo Ballesteros SS, y los hermanos Eckelson y el veteranísimo Ignacio Ruíz, hermano de Silvino, como lanzadores. El regimiento 5 se reforzó con el siempre útil Manolo Fortés, el que ya en ese momento había firmado con los Senadores, pero jugó en 1936 y 1937 con este equipo, y en 1938 para el conjunto de la Marina de Guerra. El Regimiento 7 vino dirigido por el grandeliga Rafael Almeida, pero de nada les valió, al quedar en la última posición. Lamentablemente no se dispone de datos de los líderes de bateo y pitcheo de esta temporada.
Si hubo un detalle en este torneo, y fue que coincidió con los campeonatos de las otras ligas amateurs. Varios peloteros jugaron al mismo tiempo en la liga de los militares e igualmente en la Social, cuyos juegos se efectuaban en fechas diferentes, pero siempre en la Habana.
El inicialista Manuel Docal jugaba en la Escuela de Comercio de la Liga Social y con la Marina en 1936. Remigio Vega dirigía y jugaba con la Escuela de Comercio y jugaba con la Marina en 1936. Esta práctica se hizo normal a través de los siguientes campeonatos con otros peloteros.
La temporada de 1937 estuvo más animada y el Regimiento 6 se vio relegado al tercer lugar, ya que la Marina, dirigida por Armando Marsans y auxiliado por Octavio Diviñó, se coronó campeón al derrotar al ocupante del segundo lugar, el Regimiento 7, en una serie play off de tres juegos a ganar dos.
La Marina se vio reforzada con el profesional René Monteagudo, el que también jugó, no se asombren, con Acción Republicana en la Liga Social. Monteagudo había hecho ya sus firmas con el Santa Clara en 1935, pero no llegó a jugar en ese año ni en 1936. Sí lo hizo con el Almendares en 1937-38, y ya en 1938 jugó para el Trenton en la Liga Occidental (clase A). Otros refuerzos para el final de la temporada fueron Remigio Vega y Octavio Cabrera, los que habían jugado con el Círculo Naval y Militar de la Liga Nacional Amateur.
Rafael Almeida dirigió el Regimiento 7, equipo que contó con los servicios de Catalino Ramos, Rogelio Linares, el oriental y bateador zurdo Rogelio Bolaños, y Porfirio “Pimpi” Valiente como principal carta de triunfo. El Regimiento 6 vino con Kiko Gutiérrez, Rubén García 1B, R. Fraga 2B, a Alberto “Sagüita” Hernández y A. Calderón entre los jardineros, y Oscar Campos como lanzador. La Policía ocupante del penúltimo lugar trajo en su nómina a los veteranos Cándido Hernández 1B, Armando Paituvi 2B, Alejo Garriga 3B, Gerardo Ballesteros SS, los jardineros A. Fiallo, C. Jorrín, Pipo de la Noval RF, Félix del Cristo, el que compartió faenas en el equipo del Casino Español de Guanabacoa de la Liga Social, mientras que Juan Eckelson fue su principal lanzador. El Regimiento 5 se adueñó del frío sótano, equipo dirigido por Ledón, a quien no conozco en este mundo beisbolero, mientras que en su nómina estaba el receptor Antonio Peña, el inicialista Virgilio Arteaga, el siempre útil A. Echenique, con Manolo Fortes y Silvio Romero como lanzadores.
El campeonato de 1938 se inició el sábado 30 de abril en el Estadio de la Tropical, primera bola lanzada por el entonces coronel Fulgencio Batista. El juego inaugural fue entre los equipos de la Marina y el Regimiento 7, y un segundo entre el Regimiento 6 contra el Regimiento 5. La Marina venció 9-4 y el Regimiento 6 lo hizo con anotación de 6-2. Sagüita Hernández del Regimiento 6 bateó sencillo, triple y jonrón en ese juego.
La justa concluyó el lunes 6 de setiembre con victoria para la Marina dirigida por Armando Marsans, torneo en el cual la Policía no jugó, pero sí se integró al torneo el Regimiento 4 (Matanzas). El Regimiento 6, algo distante, ocupó el segundo lugar, cuya dirección recayó nada más y nada menos que en Adolfo Luque. Este equipo vino con buena nómina, Pedro “Kiko” Gutiérrez y Carlos M. Fleites como receptores, Rubén García en 1B, el pelotero afro y profesional Carlos Etchegoyen 2B, Antonio “Pollo” Rodríguez SS, en los jardines Alberto Marcial “Sagüita” Hernández, Rogelio Alonso y A. Calderón RF, y los lanzadores Agapito Mayor, Juan Eckelson y Oscar Campos.
El infielder y también receptor Carlos Etchegoyen, había jugado con las Estrellas Cubanas Pollock en la Liga Negro Este-Oeste en 1932. Los militares no seguían una pauta en estas cosas. Supongo que se hacían desconocedores del asunto. La Liga Nacional sí lo sabía, pero para evitar problemas y más con los guardias, evitaban el roce. Solo cuando se iba a conformar el equipo Cuba los militares sabían que con esas cosas no se podían jugar, ya que le costaba el título a Cuba, aparte de que el resto de los países mantenía una estrecha vigilancia al efecto.
Los campeones de la justa vinieron con Mariano Abreu de receptor, Rogelio Linares, José Abreu en 2B, Joey Olivares SS, en los jardines Manuel “Pototo” Veitía, y los lanzadores Juan Montero, Tomás Echeverría, Juan Decall y Manolo Fortés. Decall jugó paralelamente para el Regla Yacht Club en la Liga Social de ese año, lo mismo que hizo Agapito Mayor.
El Regimiento 5 ocupó el tercer lugar y entre sus peloteros estaban los receptores Antonio Peña y Carlos Colás, el inicialista Virgilio Arteaga, el camarero M. Jacobet, el torpedero F. Dopico, los jardineros Juan Hernández RF y una sorpresa, un tal Duany, que a todas luces debe ser Claro, el que entonces tenía 21 años. Los lanzadores fueron Manuel Tamayo Saco y Silvio Romero, de este último hay una biografía online que no dice nada de su participación activa en estos campeonatos. El regimiento 4 (Matanzas), debutante en la justa, ocupó el penúltimo lugar, donde sobresalen los nombres de Mario Fajo en la segunda base, Leandro Pazos en el campo corto, y los lanzadores Jesús Miralles y Armando Torres. Este equipo tuvo buena lista de peloteros, pero el terreno es otra cosa. Catalino Ramos se hizo cargo de la segunda, en los jardines estaban Gerardo Toyo, Raúl Valdés y Rogelio Bolaños, con Valiente, H. Fowler y Antonio Estrella como lanzadores.
Los líderes de este torneo fueron, en ganados y perdidos fueron Juan Decall (7-0) y Juan Montero (3-0). Los líderes en juegos ganados fueron Decall y Agapito Mayor con 7 cada uno. Ahora viene la incógnita, el líder de los bateadores fue H. Rodríguez (21-10, .476) del Regimiento 7, pelotero que me aparece en la lista de los lanzadores de ese equipo. ¿Será Héctor Rodríguez Ordeñana, el famoso y mejor antesalista defensivo cubano de todos los tiempos? Podría ser, los negros podían jugar en esa liga sin problema, Héctor tenía 18 años entonces, así que la edad tampoco era un problema. Toda la información dice que debutó en la semipro, pero por lo que poco que se sabe de esta liga militar, nadie puede negar que pueda ser el mismo Héctor Rodríguez. Los otros bateadores destacados fueron el profesional Manuel “Pototo” Veitía de la Marina (111-50, .450), Alberto Marcial “Sagüita” Hernández del Regimiento 6 (121-49, .405) y el jardinero J. Pérez del Regimiento 4 (87-35, .402).
El V Campeonato (1939) se inició el sábado 6 de mayo con juego de la Marina contra el equipo de la Policía Marítima, el que concluyó con anotación de 9-6. Fue un comienzo temprano para la integración de algunos peloteros de la liga, supongo que escogidos con pinzas, para integrar la selección cubana a la Serie Mundial de 1939 en la Habana. En este torneo debutó el Regimiento 8 (Pinar del Río), mientras que el Regimiento 5 se ausentó, y se reincorporó el equipo de la Policía Marítima.
Nuevamente quedó demostrado que esta liga no era amateur. Agapito Mayor había debutado en la temporada 1938-39 con el Almendares de la liga profesional cubana, el zurdo villareño lanzó en esta temporada de la liga militar con el debutante Regimiento 8 y llegado al 13 de setiembre exhibía record de 10 ganados y 3 perdidos, casi el 50 % de los juegos ganados por ese equipo, el que ocupó el segundo lugar. Los pinareños también contaron con los servicios del futuro grandeliga Santiago Ulrich.
La Marina de Marsans volvió a alzarse con el triunfo y algo alejado de los pinareños y del Regimiento 7, los que compartieron la segunda y tercera posición, lugar que se llevó el Regimiento 8 al ganar en serie extra los dos juegos del play off organizado al efecto. Agapito Mayor se anotó la primera victoria. El segundo juego fue sonrisa para el Regimiento 7 con anotación de 7-5, victoria de Silvio Romero. El tercer juego se disputó en Guanajay, donde el Regimiento 8 se alzó con el triunfo decisivo con anotación de 8-5, contando con el pitcheo de Santiago Ulrich y de Cruz, mientras que Romero increíblemente volvía a abrir por los de la Cabaña y cargó con la derrota.
La Marina contó con los servicios de Mariano Abreu como receptor, en la inicial y los jardines, José Abreu y Manuel “Pototo” Veitía en segunda, el pinareño Pedro Orta debutó como antesalista de este equipo, y el oriental Heberto Blanco alternó en la antesala y el campo corto, Joe Olivares jugó el sior como de costumbre. En los jardines estaba el guanabacoense Tomás “Pipo” de la Noval, otro profesional en la liga. Pipo jugó para los Cuban Stars East de las Ligas Negro en 1935, en 1934-36 jugó los jardines del Habana, y en 1936-37 lo hizo para el Almendares. Los lanzadores fueron Elicito Bernal, el que ganó 8 juegos para su equipo, Juan Decall, Alberto Torres, Juan Montero y Leandro Forbes.
Los pinareños tuvieron tres receptores de lujo, Carlos Colás, Gilberto “Chino” Valdivia y su manager Antonio Peña. En los jardines estaban Alejandro Crespo y Avelino “Belito” Álvarez. Los lanzadores ya se indicaron, además de R. Cruz. El Regimiento 7 tuvo en sus filas a Catalino Ramos en la intermedia, el estelar Gerardo Toyo y Rogelio. Bolaños en los jardines. Los serpentineros fueron A. Raúl Valdés, Silvio Romero, H. Fowler, y Antonio Estrella. Catalino Ramos estafó 22 bases en esta temporada.
El Regimiento 4 (Matanzas), ocupante del cuarto lugar, vino dirigido por Gonzalo García Pedroso y contó con Iluminado Pérez de receptor, el campeón de bateo de la liga, con promedio de .411., José Bustamante en la antesala, y Pedro Morera y Julio Suárez como lanzadores. La Policía Marítima trajo al profesional Israel Rodríguez en la segunda base, el que resultó líder en empujadas (45). Israel venía fresco de jugar para el Cuba, ocupante del tercer lugar del torneo 1938-39 de la liga profesional cubana. Mario Lecubet y el zurdo Wenceslao González fueron los abridores regulares del equipo. Adolfo Luque, director del Regimiento 6, se tuvo que conformar con el frío sótano, que conste, equipo no le faltó para hacer un mejor papel. En su nómina estaban Kiko Gutiérrez como receptor-inicialista, Virgilio Arteaga también en la inicial, el veterano Luis Minsal en la antesala, otros dos veteranos, Félix del Cristo y David Pérez en los jardines, mientras que los pitchers fueron Y. “Chino” León, Mario Tamayo Saco, Oscar Campos y Julián Acosta.
Para el Mundial de 1939 en la Habana, esta liga aportó varios peloteros a la selección. Ellos fueron el receptor Pedro “Kiko” Gutiérrez (Regimiento 6), el antesalista Luis Minsal (Regimiento 6), los jardineros: David Pérez RF (Regimiento 6), Gerardo Toyo LF (Regimiento 7), y los lanzadores Mario Tamayo Saco (Regimiento 6, también jardinero) y Wenceslao González (Policía marítima). Increíblemente el último lugar de la justa fue el que más peloteros integró en la selección, y ninguno de ellos lideró departamento alguno. No hay porque no dudar de que Papá Montero (Luque) haya tenido mucho que ver con esta selección. La Liga Amateur debe haber velado que no le colaran un profesional, pero cierta deferencia había que tener con el militar Jaime Mariné, el director de deportes a nivel nacional, e indirectamente con el Coronel mandante en todo. Lo positivo fue la inclusión de peloteros negros en la selección, algo que no habría ocurrido si la selección hubiera sido hecha por la elitista Unión Atlética Amateur. De los jugadores mencionados, Gerardo Toyo fue el líder en hits de ese Mundial y el lanzador Wenceslao González disparó par de triples.
El último torneo que este autor ha logrado registrar es el de 1940, el cual concluyó el 12 de agosto con empate entre la Marina y el Regimiento 4 (Matanzas), que al final fue una nueva sonrisa para la Marina de Marsans sobre su rival, dirigido por el ex-receptor del Loma Tennis, en la década de los 20, Armando Figarola. Esa temprana conclusión del campeonato se debió a que el Mundial de 1940 en la Habana se avecinaba y nuevamente los militares deseaban ver a sus peloteros integrando la selección nacional. En la justa participaron los equipos ya indicados, además de Regimiento 7 (La Cabaña) y la Policía Marítima, o sea solo cuatro conjuntos.
El equipo campeón trajo en su nómina a Mariano Abreu como receptor, José Abreu en la intermedia, Pedro “Charolito” Orta en tercera, Joe Olivares como torpedero, en los jardines Leandro Forbes, Pipo de la Noval, Manuel “Pototo” Veitía y Cucho Hernández. Los lanzadores fueron J. Salazar Cubillas, Juan Montero, Armando Torres y Elicito Bernal. El Regimiento 4 de los matanceros tuvo a Carlos Colás detrás del plato, Alberto “Sagüita” Hernández en la inicial, José Bustamante en la tercera, y Avelino “Belito” Álvarez entre los jardineros. Como lanzadores estaban Mario Morera y Jesús Miralles.
El Regimiento 7 (La Cabaña) fue dirigido por el lanzador y también boxeador Silvio Romero. Pedro “Kiko” Gutiérrez fue su receptor, Gerardo Toyo y Rogelio Bolaños en los jardines, mientras que Romero, C. Valiente y Antonio Estrella se encargaban de lanzar los bultos postales. La Policía Marítima, dirigida por Luis Valdés, trajo en su nómina al receptor profesional Francisco Quevedo, quien había jugado para el Almendares de Luque en 1936-37 y a la temporada siguiente con el Habana dirigido a tres manos por José Olivares- Agustín Molina- Julio Rojo. Los veteranos Manuel Docal y Armando Paituvi defendieron la inicial y la intermedia, respectivamente, mientras que Mario Lecubet, y el zurdo Raúl Díaz Regalado fueron los lanzadores principales.
Para la integración de la selección al Mundial de 1940, los militares adoptaron la opción de que se seleccionaran peloteros del Círculo Militar y Naval, ocupante del quinto lugar en la recién concluida temporada de la Liga Nacional Amateur, además de otros peloteros de su liga Inter Fuerzas Armadas. De esta manera, cuatro jugadores del campeonato de las Fuerzas Armadas más cuatro del Círculo Militar y Naval de la Liga Nacional Amateur integraron el equipo Cuba. Ellos fueron los receptores Carlos Colás (Regimiento 4) y Pedro “Kiko” Gutiérrez (Regimiento 7), Catalino Ramos (Regimiento 7) en la intermedia, y Pedro Orta (Marina) en la antesala, además de Virgilio Arteaga como inicialista, Mario Fajo en la segunda también, Felino Sánchez en los jardines y Tomás Echevarría como lanzador, todos ellos del Círculo Militar y Naval. Nadie niega que eran buenos peloteros, pero es que quedaron otros muy destacados fuera como fueron los casos de Juan Ealo (Fortuna), Antonio “Quilla” Valdés (Hershey), Leandro Pazos (ADC), los lanzadores Ramón Róger (Hershey), Ignacio Ferrer (ADC), Julio Moreno (Círculo Artesanos) y Rogelio “Limonar” Martínez (Deportivo Matanzas) por solo citar algunos. Los equipos Hershey, Fortuna, Cienfuegos y ADC habían quedado por delante del Círculo Militar y Naval, pero ya en ese momento el Coronel era presidente desde el 20 de mayo y nadie iba a contrariar a Mariné. Así que velar que no cayera un profesional de esa liga militar, jamás amateur, y que la calidad prevaleciera con lo escogido.
Carlos Colás fue uno de los peloteros más útiles que tuvo esa selección cubana. Rindió a la defensiva, corrió como el mejor y bateó a la hora buena. Su actuación, a entender del que suscribe, solo fue superada por la del lanzador Conrado Marrero en el equipo Cuba.
La recopilación de decenas de box scores e información de los juegos de esta liga desde 1935 a 1940 ha hecho posible dar este esbozo. Las nóminas casi completas y los estados de los equipos en cada temporada se han recogido, pero no era objeto de este artículo dar toda esa información. En algunas temporadas no fue posible conocer los líderes en ofensiva y pitcheo. La Liga de los militares no tuvo mucha cobertura de prensa. Lo señalado aquí de la inclusión de profesionales en la liga, seguro estamos era del conocimiento de los expertos de béisbol en Cuba, pero en boca cerrada no entran moscas. Mariné, director de deportes a nivel nacional, era todo un protegido de Batista y por eso podía hacer lo que entendiera. No obstante, esta liga tuvo su parte positiva cuando los peloteros afrocubanos pudieron jugar en la misma y luego ser incluidos en las selecciones nacionales cubanas a eventos oficiales.
Fuentes adicionales
Baseball-reference.com
Figueredo, Jorge S. 2003. Cuban Baseball: A Statistical History, 1878-1961. McFarland & Company, Inc. Publishers, Jefferson-North Carolina-London. 544 p.
González Echevarría, Roberto. 1999. La gloria de Cuba- historia del béisbol en la isla. Editorial Colibrí, Madrid, España. 720 p.
González Barros J. 1940. Resumen de la III Serie Mundial Amateur. Carteles, 20 oct. pp 54-55
“Cuba no sólo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava.” Carlos Manuel de Céspedes
Por Ricardo Labrada
Pregúntenle a un cubano de la calle si conoce al personaje célebre que se aborda en este escrito. Puede haber algún que otro que lo conozca, pero la mayoría no sabe quién es ni que hizo.
A los cubanos les gusta mucho pasear por el Vedado en la Habana, ignoran que su desarrollo se debió a Francisco de Frías y Jacott. Tampoco los agrónomos conocen de lo mucho que hizo a favor del desarrollo agrícola del país.
Francisco de Frías nació el 24 de septiembre de 1809 en la Habana, hijo primogénito de Antonio Frías y Gutiérrez de Padilla y de Bernarda Jacott y Martínez, hija del tesorero general de la Factoría de Tabaco en Cuba. En 1848 Francisco de Frías heredó el título de “Conde de Pozos Dulces” de parte de su abuelo, Melchor Jacott y Ortiz, quien fungió como Ministro Togado del Consejo Supremo de las Indias y Primer Regente de la Audiencia de Lima. Lógicamente, Francisco de Frías se crio en el seno de una familia opulenta, de la que heredó tierras y ganado alrededor de la barriada de paseo de los habaneros. Fue él y sus hermanos quienes pusieron los límites de sus propiedades, lo que es hoy el Carmelo en el Vedado, a la vez que comenzaron el proceso de urbanización del lugar y le dieron números y letras a sus calles como existen hasta ahora.
Sus estudios primarios transcurrieron en la Habana, pero a la edad de 10 años se fue a estudiar a Baltimore, EE. UU., cuyo regreso a Cuba tuvo lugar en 1829 cuando su padre falleció.
Su familia era tan proactiva como él. Su hermano José tenía un alto cargo en materia estadística en la Sociedad Económica de Amigos del País, el mismo Francisco era miembro de esta sociedad y presidente de la Sección de Agricultura y Comercio, y su hermana María Dolores estaba casada nada más y nada menos que con el venezolano Narciso López, el hombre que trajo la bandera de nuestro país, y figura de la que no se habla en Cuba, por las ideas anexionistas que él poseía por las que luchó repetidamente. López fue coronel del ejército español, luego gobernador de Valencia en Venezuela. Desde 1848 conspiró a favor de la anexión de Cuba a los EE. UU. En el segundo intento de lograr un levantamiento en Cuba fue apresado y finalmente sentenciado a la pena capital. Sus ideas no se han esfumado, hay que decir que muchos cubanos hoy residentes en los EE. UU. abogan por la anexión. María Dolores volvió a casarse en 1856 con el ilustre José Antonio Saco.
Después de su regreso a Cuba, de Frías se dedicó a sus negocios agrícolas y escribió varias publicaciones, una de ella fue Memoria sobre la industria pecuaria en la isla de Cuba, que apareció en 1849 fue una obra muy ponderada y premiada por el Liceo Artístico Literario de La Habana.
Las ideas de su difunto cuñado tuvieron influencia en Francisco de Frías, quien en 1852, un año después de la ejecución de López, organizó la conspiración de Vuelta Abajo, la que en realidad se denominó la Orden de la Estrella Solitaria, cuyo propósito era realizar un levantamiento armado en las cercanías de Candelaria, para lo cual contó con el apoyo de varias figuras relevantes de la época, como fueron Francisco Estrampes, Anacleto Bermúdez, Ramón de Palma, Porfirio Valiente entre otros. Gobernaba entonces en Cuba Valentín Cañedo y Miranda. Este movimiento fue descubierto y, como era de esperar, fue largamente reprimido. De Frías fue detenido, llevado a la Cabaña, desterrado y condenado a vivir confinado en España. La pena luego se le redujo a confinamiento de dos años en Osuna. Su permanencia en la península fue hasta marzo de 1854.
De España se trasladó a los EE. UU., donde escribió un artículo en el periódico La Verdad, en el cual se veía que renunciaba a sus posiciones anexionistas al declarar: “La libertad de Cuba y su completa independencia son el único objeto de nuestra revolución”. De Frías estuvo en Nueva York y luego en Nuevo Orleans, de donde partió en el verano de 1856 para asentarse en París. En ese momento la Junta Revolucionaria se había disuelto, difícil poner de acuerdo a tantas personas con criterios diferentes de cómo abordar la rebelión. En la capital de Francia publicó un trabajo titulado “La cuestión del trabajo agrícola y de la población de la Isla de Cuba, teórica y prácticamente examinada”. De Frías era contrario a la esclavitud, entendía que en Cuba existía un alto potencial para el desarrollo de su agricultura. Sugirió traer a Cuba indígenas de América Latina como mano de obra, pero no esclava. Sus aportes en agricultura continuaron a la par de su trabajo en el periódico El Correo de la Tarde. En 1858 escribió una misiva a Napoleón III, bajo la firma de “hommme de la race latine” (hombre de raza latina), donde solicitaba ayuda de Francia para terminar con la colonización española y a la vez evitar la expansión de los norteamericanos en Cuba.
Durante ese período De Frías estudió los avances de la agricultura francesa y la de la vecina Bélgica. Una obra igualmente ponderada de 1960 fue La cuestión del trabajo agrícola y de la población de la isla de Cuba, teórica y prácticamente examinada.
En 1859 el gobierno de la metrópoli en Cuba fue encabezado por el General Francisco Serrano o Duque de la Torre, el que vino con ideas de tolerancia a las reclamaciones de la ciudadanía en la isla. Coincidió que casi al final de su mandato muriera el ilustre José de la Luz y Caballero, hombre muy admirado por todos los cubanos. Serrano no pasó por alto este hecho y dispuso de sus asistentes para presidir el entierro. Ya para ese entonces se creaba el partido reformista, que fuera organizado por José Ricardo O´Farrill y Miguel Aldama, hombres ricos, los que igualmente decidieron hacerse del periódico El Siglo para poder promover sus ideas, las que eran contrarias a la del otro partido, muy conservador e integrado por aquellos que apoyaban el gobierno de Cuba desde España.
Ese órgano de publicidad, El Siglo, fue dirigido por Francisco de Frías, quien regresó a Cuba en 1861. En ese diario se escribiría sobre ideas de una autonomía cubana. Para suerte de los cubanos, el General Serrano no se opuso, algo que los reformistas agradecieron exponiéndole sus ideas para el desarrollo de Cuba. Fue una exposición para Serrano firmada por 24 mil personas. El partido reformista pedía lo que los cubanos pedían desde hacía más de 30 años.
Entre las demandas cubanas estaban la libertad de comercio, ya que la corona española practicaba algo muy similar a lo que hacen los actuales gobernantes cubanos. Pedían un cambio en la política de impuestos, separación del mando militar del civil, garantías constitucionales para una mejor defensa de las libertades y los derechos. Además, De Frías presentó un informe para fomentar la inmigración blanca para así reducir la dependencia del trabajo de los esclavos negros, e igualmente eliminar el prejuicio que los negros eran más fuertes en el trabajo que los blancos. Como resultado de ese movimiento se derivó el Decreto de 29 de noviembre de 1865, la que nombraría una junta de información para la discusión y análisis de las bases de las futuras leyes de gobierno de Cuba y de Puerto Rico.
De Frías fue electo alcalde del ayuntamiento de Villa Clara y formó parte de la junta en cuestión. En 1866 viajó a España, donde fue nombrado presidente de la sección de Inmigración. De Frías se oponía a la trata de esclavos negros y abogaba por la prevalencia del trabajo de la raza blanca.
Al final todo ese esfuerzo de nada valió, la junta no pudo lograr sus objetivos, por lo que de Frías decidió exilarse en Francia una vez más, adonde se trasladó con su esposa Evelia Faurés y Pigiot. En ese momento el ilustre agrónomo y periodista no tenía ya recursos de subsistencia, vivían en la pobreza. Enfermó y decidió trasladarse a Menton, ciudad francesa fronteriza con Italia, donde pasó siete meses. Como no hubo cura, finalmente se trasladó a París, donde murió el 25 de octubre de 1877.
De Frías llevaba sus ideas y reflexiones al papel, por lo que pudo escribir varias obras sobre la agricultura de Cuba y hasta del atraso de la española. Sus ideas eran liberales, pero fueron cambiando de acuerdo a las circunstancias del momento. En un inicio estuvo de acuerdo con la anexión, luego se pronunció por las reformas y así obtener una autonomía que permitiera un mejor desarrollo económico de Cuba. Él finalmente, una vez disuelta la junta de información, fue de la idea que la independencia era el único camino. No obstante, no queda claro si de alguna manera él se pronunció en el momento del Grito de Yara el 10 de octubre de 1868, que fuera cuando se inició la primera gran guerra contra España. Portuondo (1965) destacó la labor de De Frías en el partido reformista, pero no menciona aporte alguno de él en la lucha iniciada por los cubanos en 1868. De Frías colaboró con muchos medios de prensa de América Latina y es de suponer que haya escrito sobre el tema y a favor de la independencia del país. Sus últimas palabras próximas a su fallecimiento fueron: “Muero con el desconsuelo de no ver realizado el sueño de toda mi vida: la libertad de Cuba”.
“Él es lo que se llama un caballero, con profundas creencias en Dios, una gran persona para representar al béisbol, algo importante hoy en día para las jóvenes generaciones.” Opinión del lanzador Billy Pierce sobre Orestes Miñoso
Por Esteban Romero
En la semana del 23 al 30 de julio de 2022 tuvo lugar ceremonias de premiación a los nuevos integrantes del Salón de la Fama, en la cual dos peloteros cubanos fueron exaltados, ambos con méritos suficientes, pero con tardanza, sobre todo en el caso del matancero Orestes Miñoso. El otro agraciado fue ese formidable bateador de Pedro “Tony” Oliva.
En más de una oportunidad en este blog se reclamó la exaltación de Miñoso, llegó tarde, pero llegó. Mi abuela paterna solía decir que, si le iban a traer flores, lo hicieran cuando ella estuviera aún en vida. Con Miñoso pasó lo mismo, él deseaba verse electo al Salón de Cooperstown en vida y no póstumamente. No obstante, el cubano puede sentirse orgulloso que el día de su fallecimiento, el presidente de los EE. UU. Barack Obama envió una nota de condolencia. Muchos miembros del Salón de la Fama fallecen y no reciben ninguna mención de parte del alto mandatario del país. Miñoso la tuvo, así como de toda la comunidad de Chicago.
A manera de homenajearlo una vez más, quisiera dar algunos detalles que él mismo dio en su autobiografía publicada en 1994 y que con frecuencia consulto para extraer datos de otros peloteros.
Miñoso no era un Miñoso como tal. La madre de Orestes, me resisto a usar el Minnie, era Cecilia Armas, la que estuvo casada por años con Julián Miñoso. De ese matrimonio nacieron cuatro hermanos, dos varones, Cirilo y Francisco, y dos damas, Juanita, la mayor de todos, y Flora, la menor. Ese matrimonio duró algo menos de 20 años. Posteriormente Celia, como así llamaba Orestes a su madre, se casó con un hombre alto, apuesto, de nombre Carlos Arrieta, de cuya unión nació Saturnio Orestes Arrieta Armas el 29 de noviembre de 1925 en la finca la Lonja, Perico, provincia de Matanzas.
Como a los hermanos de Orestes le llamaban los Miñosos, a él le decían Miñosito, sin saber que el pequeño Orestes no era hijo de Julián. A fin de cuentas, Orestes y Julián siempre tuvieron una relación muy familiar, por lo que el apellido no importaba. No sabía el niño que su nombre se haría famoso en el béisbol, no como Orestes Arrieta, sino como Orestes Miñoso. Ni idea tengo cómo logró cambiar su inscripción de nacimiento para adicionar un tercer apellido, el último, pero el más importante en su vida.
Quien conozca esa zona que abarca Perico, Colón, Jovellanos, sabe bien que era azucarera y que buena parte de su población se dedicaba al corte de la caña de azúcar en la época de zafra y a las labores agrícolas en la época muerta. No sé cómo está esa zona en estos momentos en cuanto a producción azucarera, ya que se cerraron cientos de centrales en todo el país y las áreas cañeras fueron dejadas en manos de la planta perenne e invasora Dichrostachys cinérea, alias marabú en Cuba.
Volvamos a la pelota, ya que hablar del tema anterior es tan triste como hablar de la discriminación racial. Miñoso desde temprana edad trabajó en la caña como su padre, el que un buen día se trasladó a Camagüey en busca de mejoras salariales. Eso obligó a que el futuro pelotero viviera un rato en la Lonja, otro en la Habana cuando sus hermanas y madre decidieron radicarse en la capital.
Miñoso aprendió mucho del juego de pelota de sus hermanos Cirilo y Francisco. Él aseveró que Cirilo podía haber jugado béisbol y habría triunfado. Por desgracia, Cirilo murió en un accidente en Perico. Su madre también falleció cuando él tenía escasamente 10 años. Fue entonces que se dio cuenta que solo le quedaba trabajar para ganarse el pan nuestro de cada día. Para su suerte, el dueño de la finca, Carlos López, como el capataz Mateo Rocher, le tenían buena consideración a Orestes, el que trabajaba y también organizó un equipo con los trabajadores del lugar, al que él denominó La Lonja. Obviamente, Miñoso era jugador y director del equipo, el que pudo competir con mucho éxito con equipos de otras fincas de la zona.
A Miñoso no le quedó otra opción que irse a la Habana a vivir con sus hermanas Juanita y Flora en 1941, pero enseguida se buscó trabajo, era físicamente apto y podía también jugar béisbol con cualquier equipo semipro, de amateur nada por ser negro. Consiguió su primer empleo en la fábrica Partagás y allí debutó como pelotero con el equipo de este negocio. No contento consigo mismo, a través de un pariente, logró que lo entrevistarán para jugar con el fuerte equipo de la Ambrosia. Empezó en el banco, pero en cuanto le dieron un chance en la tercera, más nunca soltó el guante. Bateó a sus anchas y durante dos temporadas fue el alma de ese equipo.
En 1943 Miñoso se trasladó a la provincia de Oriente para jugar con los Mineros, uno de los equipos semipro más fuertes del país. Le ofrecieron la Luna y el matancero para allá se fue hasta que un buen día le llegó una carta solicitándole firmara y se integrara al equipo Marianao de la liga profesional cubana, en la que debutó en la temporada de 1945-46, bajo la dirección, primero de Armando Marsans y luego de José María Fernández. En ese equipo estaban peloteros como el inicialista reglano Virgilio Arteaga, el pinareñoPedro “Charolito” Orta, el grandeliga Roberto Estalella, el habanero Lázaro Salazar, el receptor regular era Gilberto Valdivia, el jardinero villareño Claro Duany, con quien tendría buena amistad. Duany vivió y murió en Evanston, Illinois, un barrio en las afueras de Chicago. El torpedero regular era la maravilla de Raymond Dandridge de las Ligas Negro y la tercera era defendida por el oriental Tony Castaño, el que se lesionó y por ahí fue que Miñoso se hizo cargo de la posición. Con su bateo y juego alegre, el matancero supo ganarse el premio de Novato del Año, eso desenvolviéndose en el conjunto ocupante del sótano en la justa.
Tuve el privilegio de haber visto a Miñoso jugar en la década de los 50, tanto con el Marianao como en juegos de Grandes Ligas trasmitidos en directo por la TV cubana a partir de 1958. Siempre como jardinero izquierdo, no le vi nunca en la tercera. Mi padre me decía que Miñoso tenía un cañón por brazo, el que a veces carecía de la buena puntería al tirar a la primera desde tercera. El debut de Miñoso en las Mayores fue el 19 de marzo de 1949 con los Indios de Cleveland del manager Lou Boudreau. Allí jugó poco, solo en 9 desafíos. Ese conjunto era integrado por algunos peloteros de las Ligas Negro como Larry Doby, primer negro en jugar en la Liga Americana, y el gigante Luke Easter, además del mexicano Beto Ávila. Lo enviaron a los Padres de San Diego en la Liga de la Costa del Pacífico (AAA), donde rompió la bola y registró OPS de .855. En 1950 se quedó allí jugando y haciendo maravillas en el terreno, con OPS superior, .945. Los Indios lo trajeron en 1951 y lo pusieron a jugar la inicial, un verdadero despilfarro. El manager de la tribu era Alfonso López, persona a la que Miñoso nunca pudo entender, y eso que hablaban el mismo idioma. López era hijo de españoles, los que vivieron y trabajaron en Cuba en el sector del tabaco durante algo menos de una década. Luego se trasladaron a vivir y trabajar en Ybor City, Tampa, donde nació Alfonso Ramón, más conocido como Al. Paul Richards, nuevo manager de los Medias Blancas había visto jugar al cubano en San Diego y le pidió a Frank Lane, gerente del equipo, que hiciera lo posible por traerlo a los Medias Blancas. López, en coordinación con el famoso ex-slugger Hank Greenberg, gerente de los Indios, realizaron el canje. Miñoso pasó a los Medias Blancas en un triple canje, el que incluyó al slugger Gus Zernial, el que finalizó en las filas de los Atléticos de Filadelfina. Miñoso jugó la antesala en 1951 para los Medias Blancas, la que dejó cuando Héctor Rodríguez lo reemplazó en 1952.
Lo dicho sobre Al López y su poca química con Miñoso es muy cierto. Sucede que el hispano-americano fue designado manager de los Medias Blancas en 1957, había salido frustrado de Cleveland, donde sólo llegó a una serie mundial, y fueron barridos 4-0 por los Gigantes en 1954. Fue la serie en que Willie Mays de espalda atrapó un peligroso batazo de Vic Wertz, después de la cual los Indios se desplomaron. A finales de 1957 Miñoso fue canjeado a los Indios a cambio del jardinero-antesalista Al Smith y el estelar lanzador Earl Wynn. Chicago se coronó campeón de la Liga Americana y logró ir a la serie mundial de 1959 para enfrentarse a los casi recién estrenados Dodgers de Los Ángeles, donde a López tampoco esta vez le tocó la sonrisa. Lo peor de todo es que Miñoso perdió la única oportunidad en su carrera de haber jugado en Serie Mundial. Ese canje se hizo en momento de apogeo ofensivo del cubano.
Lo que más recuerdo de Miñoso era su forma de pararse en el home para batear, era como si quisiera comerse el plato. No dejaba espacio, por lo que muchas pelotas adentro terminaban golpeándolo. Le vi recibir rectas que sonaban en su antebrazo y no se quejaba, soltaba el bate y rumbo a primera. Recibió un serio pelotazo en su cabeza con lanzamiento del derecho Bob Grim de los Yankees el 18 de mayo de 1955. Así y todo, logró jugar en 139 partidos en esa temporada. Tampoco era de protestar, muy afable con todo el mundo en el terreno, lo cual no implicaba que tuviera algún que otro tropiezo. En una ocasión, molesto con una jugada, tiró con fuerza el bate y fue suspendido por tres juegos. A la hora de batear podía dirigir la bola por cualquier banda, era bueno bateando por detrás del corredor. No era un slugger, pero tenía fuerza para botarla. Precisamente al volver a las filas de los Indios en 1958, Miñoso bateó su máximo de jonrones en una temporada, 24, pero para asombrar aún más, realizó 13 asistencias jugando los jardines. Otra cosa que me maravillaba era su velocidad en las bases, muy explosivo y corría con toda su fuerza.
Hoy en día se ven peloteros de las Mayores ganando el dineral que no ganaban aquellos peloteros en los años 50 y uno los ve como corren con cuidado para no lesionarse, mientras no faltan aquellos que se pasan hasta meses en la lista de los lesionados. Ya les dije sobre la fractura en 1955, Miñoso se volvió a lesionar en 1962, cuando jugaba con los Cardenales, en esa temporada solo pudo jugar en 39 desafíos.
Los Tigres del Marianao ganaron dos campeonatos consecutivos en las temporadas de 1956-57 y 1957-58, donde mucho tuvo que ver la ofensiva de Miñoso para llevarse el banderín y luego ganar las dos series del Caribe correspondientes. En la justa de 1956-57 se llevó el liderato de los bateadores con promedio de .312. En la siguiente fue el máximo jonronero de los Tigres, con 9, además de empujar 34 carreras.
Jugando el jardín izquierdo se movía bien y gustaba verle tirar a home con hombre en tercera. La ponía de aire y no se le podía correr tan fácilmente. A mi forma de ver, tómenlo como una broma, su defecto era que le bateaba bien a Camilo Pascual, mi ídolo como lanzador. No es que le bateara jonrones, pero si le lograba conectar con mucha frecuencia a Camilo, fuera recta o curva.
En cuanto a Grandes Ligas, siempre me he preguntado cuántos peloteros han logrado un liderato en hits, uno en dobles, cuatro en triples, tres en bases robadas, 10 en pelotazos recibidos, 2 en fly de sacrificios, nueve veces Todos Estrellas, ocho veces en la lista del MVP, y en cuatro ocasiones entre los primeros candidatos, además de haber sido fuerte contendiente por el novato del año en 1951, premio que no se llevó y se le entregó a Gil McDougald de los Yankees, el cual muchos críticos no estuvieron de acuerdo con esta decisión. Defensivamente ganó tres Guantes de Oro en una época que no se repartían tantos como ahora. Jugó durante varias décadas y cuando no pudo jugar más en la MLB, se fue a jugar a México, donde lo hizo con amor y entusiasmo.
Foto de Miñoso realizada por el fotógrafo cubano Osvaldo Salas, que aparece en el Salón de la Fama de Cooperstown desde años antes de Miñoso ser exaltado
Mr. White Sox, el primer pelotero negro latinoamericano en la MLB, tuvo que esperar mucho tiempo para ser exaltado al Salón de la Fama, al final le llegó lo que merecía, algo que debe enorgullecer a todos los peloteros latinos. El gran Orlando Cepeda lo dijo, Miñoso fue para los Latinos su Jackie Robinson, el hombre que le abrió el camino a muchos latinos negros. El boricua lo consideró como su Dios y añadió que muchos ignoran lo que significó Miñoso en la historia de la pelota de la MLB para los jugadores latinos.
“Entre los gobernadores coloniales dignos de la recordación de los cubanos, merece un lugar el Conde de Santa Clara.” Fernando Portuondo (historiador cubano)
Por Ricardo Labrada
La obra de Don Luis de las Casas en Cuba tuvo una continuidad con el nuevo Capitán General, el teniente general Juan Procopio Bassecourt y Bayas, Conde de Santa Clara y Barón de Maials.
El noble en cuestión nació en Barcelona el 22 de abril de 1740, era hijo del Conde Santa Clara (I), el que fue gobernador del Fuerte Montjuic en Barcelona. Al igual que su padre, el joven Juan Procopio tuvo una amplia carrera militar, que lo llevó a participar en campañas en Portugal y Argel. Llegó a ser brigadier de infantería en 1783, luego agregado a la plaza de Barcelona debido a problemas físicos para participar en combates. Así y todo, fue nombrado mariscal de campo en 1789, luego fungió como gobernador de Ceuta en 1793 y de Gerona en 1794. Fue gobernador y corregidor de Barcelona en 1795 hasta que en 1796 fue designado para sustituir a Don Luis de las Casas como capitán general de Cuba.
Su llegada a la isla coincidió con el inicio de una nueva guerra de España con Inglaterra, situación que lo obligó a prestar enorme atención al aspecto militar, mientras que aquellos de carácter económico fueron delegadas al llamado Consulado, el que estaba bien preparado al respecto.
Se puede decir que, durante el mandato del Conde de Santa Clara, la Habana se convirtió en el área más fortificada de América. Una construcción importante fue la llamada Batería de Santa Clara, al oeste de la capital, lugar que actualmente ocupa el famoso Hotel Nacional de Cuba.
Sin embargo, sería injusto omitir las labores de embellecimiento de la capital cubana que se ejecutaron durante el período del mandato de Juan Procopio, así como la creación de nuevos pueblos, como fueron Madruga y Nueva Paz.
Durante la guerra contra Inglaterra, a España no le quedó más remedio que usar barcos de naciones neutrales, sobre todo norteamericanos, para el movimiento de las mercancías cubanas. Lo interesante de todo es que España a ratos prohibía este comercio con otros barcos, pero las autoridades de la Isla, incluido el mismo Conde de Santa Clara respondían con oídos sordos. Solo así podía la economía de la isla crecer y, además, beneficiar a la metrópoli colonial.
Ya para ese entonces en Cuba había 400 ingenios, pero la mayoría de los mismos se concentraban en el tramo de Guanajay a Matanzas, lo cual se justificaba por la existencia de mejores vías y transporte para la caña cortada.
Si bien la economía creció a finales del siglo XVIII, no todo fue color de rosa en cuanto a la producción tabacalera y ganadera. La primera tuvo necesidad de la intervención directa del gobierno para poder estimularla, lo cual se logró con bastante éxito en la zona de Vuelta Bajo.
El crecimiento económico en Cuba aumentó el número de hacendados ricos en el país, los cuales eran tan opulentos como cualquier otro peninsular. Sin embargo, la clase media fue cada vez más pobre, en cuyos hogares abundaban más los catres que las camas.
La gestión del Conde de Santa Clara en Cuba es considerada como la última administración positiva en la isla. Después de eso vino el siglo XIX lleno de sublevaciones lógicas y opuestas a la mala administración y a la desigualdad existente.
Al término de la gestión del Conde de Santa Clara en Cuba en 1799, su puesto en Cuba fue ocupado por Salvador de Muro y Salazar, marqués de Someruelos, mientras él pasaba a Capitán General de Cataluña. Algunas fuentes históricas hablan del nombramiento del Conde de Santa Clara como gobernador de la Florida. Sin embargo, en los listados existentes de estos mandatarios en esa península, el nombre de Juan Procopio Bassecourt y Bayas no aparece.
El conde Santa Clara murió el 14 de abril de 1820 en Barcelona.
“La mujer perdona las infidelidades, pero no las olvida. El hombre olvida las infidelidades, pero no las perdona.” Severo Catalina (1832-1871, periodista y escritor español)
Por Esteban Hernández
No había pasado ni un año del estreno de “Un hombre y una mujer (1966)” de Claude Lelouch, cuando este director francés emprendió otro proyecto con un éxito casi similar al de la cinta de 1966.
Cuando la vi por primera vez quedé bastante impresionado por la trama y las actuaciones de sus protagonistas, además de otra banda sonora de encanto de Francis Lai. El título en Cuba fue de “Vivir por vivir”. La preposición pour en francés, igual sucede con per en italiano, se puede traducir como por o para. Realmente para este título para es lo más indicado.
Lelouch escogió tres protagonistas, dos muy experimentados, como Annie Girardot e Yves Montand, así como la entonces joven californiana y de belleza exuberante, Candice Bergen. La trama pasa superficialmente por encima de los problemas bélicos que afectaban al mundo en esa época, para lo cual aprovecha el papel que interpreta Montand como el periodista Robert Colomb, el que, además de su trabajo, aprovechaba para sus aventuras románticas con su amante Candice, mientras que la dócil y siempre fiel esposa, Catherine (Annie Girardot), quedaba siempre en casa a la espera de su buen esposo, el que llegaba y a las pocas horas volvía a volar por “trabajo”.
Las infidelidades pueden ocurrir repetidamente y el último en saberlo es el afectado usualmente, pero al final se sabe y queda por ver cómo esa persona reaccionará. Su respuesta puede ser contundente y romper la relación con la amante, como hacer ver que nadie sabe lo que tiene hasta que no lo pierde. Es en ese laberinto de descubrimientos y decisiones que se mueve la trama del filme, la que tiene su moraleja indudablemente.
Si hubiera que destacar la actuación de uno de sus protagonistas, no dudo en poner por delante a Annie Girardot, actriz que igualmente convenció con anterioridad con su actuación en el drama de Luchino Visconti, “Rocco y sus hermanos (1960)”. La Girardot interpretó su papel de manera natural y con eficiencia. Cuando una actuación representa cabalmente a un personaje verdadero es porqué lo hizo con la debida profesionalidad. Montand se mostró generalmente muy circunspecto en los diálogos, pero no se quedó muy atrás con su interpretación.
La calidad del filme quedó evidenciada al ser nominado para OSCAR como mejor película extranjera en 1968, premio que en igual categoría obtuvo en los Globos de Oro. La banda sonora de Lai obtuvo varios premios, no era para menos, ya que su calidad es indiscutible. Es un tema que fluye suavemente y no cansa a uno de escucharlo.