«La vida es un viaje, viajar es vivir dos veces.»
Omar Khayyam (1048-1131, científico persa)
La visita a Albacete fue pura curiosidad, no teníamos mucha información de qué ver, al menos en la capital de la provincia, la misma ciudad de Albacete, la más poblada de la Comunidad de Castilla-La Mancha (172 mil habitantes), adonde llegar nos llevó algo más de dos horas en coche desde Valencia.
El nombre Albacete viene del árabe Al-Basit (la llanura o el llano), algo que realmente es así alrededor de la ciudad. Las sierras de Alcaraz y del Segura circundan la provincia de Albacete.
El plan de esta visita fue dedicar buen tiempo para ver lo principal de la ciudad, algo que no nos consumió muchas horas. Posteriormente irnos a acomodar en un hotel en las afueras de Albacete, y de ahí visitar la no muy lejana Chinchilla de Montearagón. El siguiente día lo dedicaríamos a trasladarnos a la bien ponderada localidad de Alcalá de Júcar, para después del mediodía, pasar por Almansa. No es todo lo que tiene esta provincia, pero el objetivo era abarcar algo selectivamente.
Comencemos por Albacete, ciudad espaciosa, limpia y ordenada, donde se destaca la Catedral de San Juan Bautista, templo otrora mezquita mudéjar, construido en el siglo XIII y que en el siglo XVI fue convertido en catedral. Esto es algo que hemos visto a lo largo de nuestras visitas en buena parte de España, la marcada influencia árabe en las construcciones, incluido castillos, fortalezas y templos, en algunas costumbres y hasta las palabras para llamar a varios poblados.


Prácticamente a pocos pasos de la catedral, en la misma plaza central, llamada Plaza Virgen de los Llanos, está el museo de la cuchillería o casa del hortelano, construcción de inicios del siglo XX, donde se presentan cuchillos, navajas y otros objetos cortantes de fabricación en el lugar, algo que se realizó desde el siglo XI.
Otro lugar visto en la Calle Tinte fue la Posada del Rosario, edificio del siglo XVI, donde radica la sede de la Real Academia de Medicina de Castilla-La Mancha. En su interior hay un espacioso patio, algo que nos recuerda algo de los existentes en la Habana Vieja.
El ayuntamiento de la ciudad ha cambiado de lugar varias veces, por eso es por lo que nos sentimos desorientados. El actual está a pocos pasos de la plaza central, el cual presenta un gran reloj en su fachada y de frente a este edificio hay una bonita fuente de agua. El viejo ayuntamiento o casa consistorial está en la plaza Altozano, el cual alberga el museo municipal.
La Plaza Altozano nos dio una sorpresa cuando vimos varias parejas allí bailando Rock & Roll, no se les daba mal. Ese ambiente florido y soleado, además de música y baile, nos alegró el día y supongo que a todos aquellos que allí bailaban a su antojo.
En el casco de la ciudad encontramos una pequeña galería llamada Pasaje de Lodares, lugar de modesto comercio en Albacete. Digo pequeña al compararla con otras que hemos conocido como las de Milán, Nápoles y Bruselas.
Un poco separado del centro está el Teatro Circo, lugar muy famoso, al cual no pudimos entrar, no sé si sería la hora temprana, aunque observamos algunas reparaciones por su alrededor.
Luego de recorrido el casco de la ciudad y tomado el almuerzo, partimos hacia el hotel, donde estuvimos lo indispensable para refrescar y encaminarnos a Chinchilla de Montearagón, un lugarcito a unos 15 km de Albacete con fuerte aspecto medieval, ubicado en el Cerro de San Blas. Allí llegamos y aparcamos el auto, la visita había que realizarla a pie dentro del poblado.
Tan pronto llegamos la plazaMayor nos dio la bienvenida, bastante espaciosa, donde está el templo principal, la Iglesia Arciprestal Santa María del Salvador, con portada gótica, construida en el siglo XIV y con reformas sucesivas en otros siglos. Esta iglesia es la diócesis de este poblado. También en la plaza encontramos la Torre del Reloj, el edificio del ayuntamiento, una fuente muy original y algún que otra cafetería-bar.
Caminando un poco hacia arriba del poblado se encuentra la casa Núñez Cortés, una construcción original fundada en 1535, con fachada renacentista-barroca del siglo XVII. Más arriba la Iglesia-Convento de Santa Ana, vieja mezquita, luego convertida y perteneciente al Obispado de Cartagena. El templo-convento está ubicado en la Placeta de las Monjas, construcción de los siglos XVI y XVIII, en estilo neoclásico. El conjunto está en un alto de la ciudad y circundado todo el complejo conventual por un muro, que encerraba la iglesia, convento. Las calles son estrechas, todo un pueblo medieval. Hay una calle Obrapía, lo que me hizo recordar la Habana Vieja, aunque esta de aquí es muy distinta a la existente en la parte vieja de la capital cubana.
Fuera del pueblo uno puede ir entre vericuetos en coche para llegar a ver el Castillo- fortaleza de la localidad, reconstruido en el siglo XV, ya en posesión de los españoles. El castillo está ubicado en el Cerro de San Blas, está cerrado por obras que se están realizando, lo que no fue impedimento para poder apreciar su solidez. Aquí estuvo preso César Borgia, el hijo del Papa Alejandro, ellos todos valencianos. César fue acusado del asesinato del Duque de Gandía, nada extraño en un personaje sumamente siniestro en la historia de Roma y fuera de ella.
Bajando el cerro nos tropezamos con las cuevas del agujero, pero no entramos. Una persona entró antes y salió asqueado del olor. Es posible que tenga otra entrada, pero desistimos de esta visita.
Al siguiente día nos fuimos a visitar Alcalá de Júcar, lugar que nos alegró el día. Ver agua correr en un río en España es una bendición. El país en sus partes meridionales y centrales padece de sequía, la que afecta a la agricultura, el medio ambiente y hasta la salud humana y animal.
Alcalá de Júcar tiene una escasa población, la que apenas rebasa los mil habitantes. Hace 70 años había una población de 5 mil habitantes, ahora es el 20% de aquel entonces. El poblado es atravesado por el río Júcar y posee unos tres puentes, donde sobresale el puente viejo o romano.
Existe una pasarela a un lado del río que permite llegar hasta el mismo puente viejo. Uno desde abajo ya puede observar la iglesia de San Andrés del siglo XV cuando finalmente el poblado fue retomado por los españoles. La iglesia es modesta y bonita a la vez. Mucho más arriba está el castillo construido por los moros, el que pasó a manos castellanas en el siglo XII.
Una vez uno escala hasta la iglesia San Andrés es que llega a lo que se puede considerar el casco de la ciudad. Lo interesante es que hay tres cuevas, las de Masagó, del Diablo y del Garadén. Sólo visitamos la primera, para lo cual tuvimos que caminar a través de un túnel largo hasta terminar en un bonito lugar para refrescar o comer algo.
Al Castillo me le acerqué hasta la fila que había de visitantes, por lo que desistí también de entrar. Desde la altura si tomé algunas fotos interesantes de los alrededores.
Cumplida la visita Alcalá de Júcar nos dirigimos hacia Almansa, con la idea de allí también almorzar. La vía no era autopista, pero era transitable, poco tráfico a esa hora, domingo después del mediodía.
Almansa (palabra árabe degenerada al castellano y, por lo tanto, difícil de traducir con exactitud) tiene fama de producir buenos vinos y calzado de calidad. Era domingo así que, ver zapatos nada. La localidad no es grande, con una población de algo de más de 24 habitantes. Me pareció menos, ya que no había casi nadie en la calle. También son famosas las fiestas de moros y cristianos, las que se celebran desde finales de abril hasta principios de mayo.
Lo primero que uno ve es el Castillo de Almansa, ubicado en el Cerro del Águila, el que no pudimos visitar al estar cerrado. Nos dijeron que estaban haciendo restauraciones. Esa fortaleza es del siglo XI y los castellanos se apoderaron de la misma a mitad del siglo XIII. La observación del lugar es fácil desde la Plaza Santa María, donde también encontramos la fuente de los patos, aunque en realidad son tres cisnes, de cuyas bocas sale agua. En la plaza también están la Iglesia Arciprestal de la Asunción y el palacio de los Condes de Cirat, donde se ubica el ayuntamiento de Almansa.
A menos de una cuadra del lugar está la Torre del Reloj, construida en el siglo XVIII, la que tuvo muchos impedimentos para ser edificada, discrepancias de curas. Al final se accedió y se hizo lo que la misma población deseaba. La Torre se ubica en lo que se llama la plaza de la Constitución.
Es algo de lo que tiene la provincia de Albacete y espero que lo disfruten.
Ricardo Labrada
11 mayo de 2023