En dos entregas anteriores en este blog hablé sobre las críticas realizadas por Nikita Sergueivich Khruschev a su predecesor, Iosif Visarionich Zhugashvili, más conocido como Stalin, un dictador en toda la extensión de la palabra. Implacable con sus enemigos, a veces supuestos adversarios. Khruschev hizo sus primeras críticas en ocasión del XX Congreso del Partido Comunista de la URSS (PCUS) en 1956. Su discurso fue recibido con alguna cautela por parte de sus supuestos colaboradores, mientras que algunos países aliados en ese momento, como China y Albania, no se pronunciaron.
En ese congreso también se recalcó la importancia de la coexistencia pacífica. E igualmente se hizo un pronunciamiento que algunos dirigentes fuera de la URSS no asimilaron en lo absoluto. Era que el socialismo no necesitaba ser exportado ni había que recurrir a guerra. El asunto era competir entre ambos mundos, capitalista y socialista en paz. Esto no era tampoco muy del gusto de China particularmente.
Las discrepancias comenzaron a agudizarse a partir de 1960, algo que continuó años tras años. La URSS y China mantenían un comerció estable y mutuamente ventajoso. La industria china producía muchas cosas que en la URSS eran de escasa calidad. Un ejemplo era la crema dental. La de china era súper, la de la URSS no la conocí, mucho bicarbonato en polvo hube de utilizar a partir de 1963. China producía abrigos con buenos diseños y de calidad, igualmente calcetines, todo eso desapareció en cuanto las relaciones se deterioraron definitivamente.
En 1962 uno podía ver cuadros y fotos de estudiantes chinos en la URSS o imágenes de Krhuschev junto a Mao Ze Dong, lo cual desapareció a mediados de 1963.
Las divergencias no fueron públicas hasta después de la crisis de octubre de 1962. China, al parecer, no estuvo de acuerdo con la retirada de las armas nucleares soviéticas de Cuba. La URSS tenía otra posición. Mao Ze Dong decía que el imperialismo era un tigre de papel, Khruschev le respondía: “cierto, pero con colmillos atómicos”.
La contradicción fundamental de nuestra época era entre el capitalismo y el mundo socialista. La parte china sostenía que había tres mundos, el capitalista, las naciones que siguen a la URSS y un tercero formado por países no alineados con la URSS o EE. UU. Para Mao Ze Dong la contradicción fundamental era entre el capitalismo y el mundo no alineado. Ya para ese entonces, el líder chino entendía que la URSS era un país socialimperialista. SE debe aclarar que la idea de la existencia de un Tercer Mundo no fue realmente china, el primero en plantear esta teoría de los tres mundos fue el economista, demógrafo y sociólogo francésAlfred Sauvy en un artículo publicado en 1952, “Tres mundos y un planeta”. Para Sauvy el Tercer Mundo era el más importante, el de los países subdesarrollados, explotados y olvidados, al que tanto los capitalistas como el mundo soviético y sus aliados no prestaban ninguna atención.
Las clases de historia del PCUS o de comunismo científico iban todas en la dirección de ataque frontal a las posiciones de China. La radio y la TV soviética publicaban abiertamente noticias sobre los problemas existentes en el país asiático.
Las naciones miembros del Tratado de Varsovia, además de Mongolia, seguían casi al pie de la letra la posición e indicaciones de la URSS, excepto Albania, la que se sintió más aliada de China. El pequeño país balcánico en cuestión se oponía tajantemente a las críticas a la gestión de Stalin. Corea del Norte mantenía una posición igualmente crítica y reservada, aunque nunca se opuso a los planteamientos de la cúpula gobernante china. Vietnam estaba enfrascada en sus guerras, primero contra Francia y luego EE. UU., pero también no era muy partidaria de críticas a Stalin y abogaba por la unidad de todo el campo socialista. Por su parte, Cuba no dejaba de opinar y mantenía posiciones próximas a China, aunque en un momento, tuvo sus serias discrepancias con el enorme país asiático.
Hablar de coexistencia pacífica era como claudicar ante el empuje del capitalismo, y este fue otro punto de divergencia con China y con Cuba también. Fidel Castro en varias oportunidades se pronunció como adversario a hablar de paz. Que nadie se atreva a negar esto que digo, pues ahí están sus discursos y es muy fácil publicar todo lo dicho por él en la década de los 60.
Las relaciones Sino-Soviéticas, lejos de recomponerse, se fueron agudizando. Cada parte consideraba su posición como la correcta. La URSS, como líder absoluto del movimiento comunista internacional, no era que aceptara críticas de nadie. Cuando Tito, el líder yugoslavo, criticó y no aceptó algunos intentos de órdenes soviéticas, enseguida la dirigencia de la URSS comenzó a llamarlo revisionista. China, por su parte, sobre todo Mao Ze Dong, no tenía ningún propósito de aceptar órdenes o planteamientos soviéticos. Se reconoce que Liu Shaoqi, presidente de la República habló en esa época de sostener conversaciones y llegar a acuerdos con la URSS como país amigo, algo que no gustó a Mao Ze Dong, evidenciado por la humillación pública que Liu Shaoqui sufrió a manos de los guardias rojos durante la llamada revolución cultural. El colaborador de este líder, Den Xiao Ping, sufrió igual suerte.
Mao Ze Dong tuvo detrás de él una figura tristemente célebre, Lin Biao, militar y político siempre vinculado al gran líder o hasta que le convino. En la URSS, Khruschev fue defenestrado en septiembre de 1964 y sus cargos fueron ocupados por Nikolai Kosiguín como Presidente del Consejo de Ministros, y Leonid Brezhnev como Primer Secretario del PCUS. Ninguno de esos cambios arrojó la pacificación de las relaciones sino-soviéticas. Estas siguieron su curso, lo cual se tradujo en una gran fractura de ideas entre los militantes y simpatizantes comunistas de todo el mundo.
La sorpresa grande llegó en 1971. Los EE. UU. no estaban ajenos a todo lo que ocurría entre la URSS y China, por lo que el secretario de estado Henry Kissinger viajó a Pakistán y allí sufrió “problemas estomacales”, lo que le permitió viajar en secreto a China el 9 de julio del año ya indicado. Así que China recibió en su territorio a un representante del tigre de papel, el que cuadró todo para que el presidente Richard Nixon viajara al país asiático el 28 de febrero de 1972. La vida te da sorpresa y esa fue una de las grandes para el mundo entero. El tigre de papel en casa del salvador de la Tierra, en un momento candente de la guerra de EE. UU. en Vietnam. Es cierto que en aquel momento ya la China comunista se había convertido en miembro de la ONU y de su consejo de seguridad en 1971, puesto que ocupara Taiwán hasta ese momento.
No obstante, varios países, entre ellos Albania, no vieron con buenos ojos este acercamiento de Washington y Pekín, por lo que la influencia de Mao se redujo enormemente dentro de las filas comunistas a nivel mundial.
En cuanto a la relación URSS-China las cosas no cambiaron, siguieron recrudeciéndose. Ya desde 1960 había habido roces o enfrentamientos fronterizos entre ambos países, algunos de los cuales no eran publicados por las prensas de ambas naciones. En 1964 Mao Ze Dong reclamó territorio al tener China una población extremadamente alta, algo que la URSS no aceptó en lo absoluto. El choque más violento tuvo lugar en marzo de 1969 cuando tropas de ambos países se enfrentaron en la isla llamada Zhenbao para los chinos y Damianski para los soviéticos. Hubo decenas de muertos de ambos bandos. China concentró tropas en la isla y a mediados de ese mismo mes de marzo, la URSS bombardeaba las posiciones chinas. Roces fronterizos hubo también a lo largo de la frontera con Kazajistán, mientras la República de Mongolia estaba en alerta ante la posibilidad de envío de tropas desde China.
Con la muerte de Ho Chi Minh, líder vietnamita, en 1969, Nikolai Kosiguín asistió al funeral y a su regreso a la URSS, hizo una parada en Pekín, donde se entrevistó con el primer ministro chino Zhou En Lai. Hablaron de hacer las paces, pero todo quedó en palabras. No fue hasta 1991 que se llegó a un acuerdo fronterizo mediante el cual la isla Zhenbao pasó a ser territorio de China.
Esta historia demuestra como el llamado movimiento comunista ha oscilado del poder absoluto estalinista en el pasado a una situación de enfrentamientos ideológicos inicialmente para luego convertirse en ataques armados. Los países grandes como la URSS y China siempre han tenido serios problemas territoriales, no solo entre sí, sino con otras naciones. Las evidencias han llegado después de la desintegración de la URSS en las repúblicas que la constituían. Rusia, como territorio heredero del imperio, adopta una posición de fuerza y de querer ocupar territorio de estas nuevas naciones, que reclama como suyo, lo cual provoca nuevas guerras, muertes y calamidades.
Me anima a escribir sobre estos temas, pues hay quien quiere esconder la historia para justificar determinados manejos o para que no se sepa una verdad que duele a aquellos que hoy en día aún simpatizan con ideas que realmente no van a ningún lado, ni resuelven las necesidades de los pueblos.

