Visita al Trentino Alto Adigio, Italia. I. Trento y Appiano

“¡Nadie se acordó de Trentino! Aquella noble parte de nuestra península,
que a pesar de los doscientos mil mercenarios de Austria que la pisotean
y la saquean, no dejó de expresar valerosamente una voz de júbilo ante
el triunfo de la causa italiana, y de reprobación y de repugnancia
ante la fétida dominación austriaca.”
Giuseppe Garibaldi dirigiéndose a los trentinos.

Trentino-Alto Adigio o Adige/Tirol del Sur es una región alpina, situada en la parte nororiental de la península italiana.Su capital es Trento y tiene límites con Austria y Suiza. Históricamente era una región romana, luego invadida y poblada por los bárbaros, los que llegaron a esas tierras en el siglo VI. Este lugar ha tenido varios dueños, desde bávaros hasta llegar a manos del imperio Austrohúngaro en 1815. Vino la I Guerra Mundial y el imperio anteriormente mencionado desapareció y parte de los territorios de este fueron a parar a otras manos. El Trentino Alto Adige pasó a manos de Italia en 1918 cuando este territorio fue recuperado por tropas italianas.

Bajo el mandato de Benito Mussolini se trató de italianizar la región, pero les puedo decir que mi impresión fue que, en Trento, su capital, se habla más italiano en la calle que en el resto de la región. Así que el éxito del Duce fue relativo. Esta región autónoma mantiene dos lenguas oficiales, la italiana y la alemana, por lo que uno ve letreros en ambas lenguas por todos lados y, a veces, solo alemán.

En esta primera entrega hablaré de Trento y luego de un pueblo pequeño y simpático, Appiano, el cual se halla en la llamada vía del vino, y donde se habla alemán casi por entero. Sus habitantes hablan italiano con acento. En una segunda entrega hablaré de Bolzano, Merano, y en una tercera sobre las Dolomitas. Para los curiosos, les digo que Trento se deriva de la la palabra Tridentum (tres dientes o tridente), nombre dado a un campamento de la futura urbe por los romanos.

A Trento se puede llegar en una hora en coche desde Verona. Una vez uno se va acercando a esta ciudad, ve montañas por doquier. Muchas con extensos bosques, otras algo deforestadas, vi en algunas partes leña acumulada, supongo que, para fines de calefacción, y tampoco faltan otras igualmente deforestadas dedicadas a la viticultura y a pastos. No sé qué tipo de regulaciones existan dentro de esta región autónoma para evitar la deforestación. La realidad es que vi no poca área afeitadita.   

A la llegada a Trento buscamos un puesto en el centro para aparcar. Ahí de gratis nada, así que encontramos un garaje público, a 2 euros la hora, con rebajas después de 4 horas. A esta ciudad la visitamos en dos días diferentes, a la ida hacia los Alpes, Austria y Alemania, y al regreso, esta última vuelta coincidió con un domingo y el aparcamiento entonces fue gratuito en el centro.

En la primera vuelta, dimos una vuelta después de saborear un café y nos adentramos en las mismísima Plaza de la Catedral de San Vigilio (Piazza del Duomo), el corazón de esta urbe. Las dos primeras cosas que uno ve son la llamada Torre Cívica del llamado Palacio Pretorio, otrora hospedaje de los obispos trentinos en el período de los siglos IX-XIII, todo eso aledaño a la catedral de San Vigilio, patrón de la ciudad, que fuera construida en el siglo XIII, y la fuente de Neptuno, cinco siglos después, la que posee en su parte inferior figuras de tritones, sirenas, delfines y caballitos de mar. Si se fijan en la foto de la fuente, por detrás de la misma aparece la llamada Casa Cazzufi-Rella, construida en el siglo XVI, una representación de las edificaciones típicas de esta región.  

También en el centro de la ciudad está el Castillo del Buonconsiglio (Buen consejo), fortaleza con mucha historia y que sirviera de prisión para muchos combatientes italianos durante la I Guerra Mundial. Muchos de esos prisioneros murieron el foso de ese castillo.

El interno de la catedral es acogedor con sus filas de columnas que llegan hasta el altar. El suelo es una combinación de losas de colores marrón y castaño claro.

Por los alrededores está también la plaza y la iglesia de Santa María Maggiore, la que fuera construida a inicios del siglo XVI en el sitio de una antigua iglesia, a la cual no pudimos entrar por estar cerrada.

La otra plaza importante es la de la Feria (Piazza di Fiera), otrora punto principal de Trento, lugar de exposición de animales en el pasado y donde se ubica el Palacio del Obispado (Palazzo Vescovile). Al oeste de la Plaza está el Torreone. En la actualidad, esta plaza es de suma importancia en época navideña.

La calle o vía principal de Trento es la Rodolfo Belenzani, donde encontramos varias edificaciones o Palazzi (en italiano), genuina representación de la elegancia de esta urbe. Entre esos edificios está el Palazzo Alberti-Colico de Quetta, el cual muestra varios frescos en su fachada, todos de los siglos XV y XVI. El siguiente, el Palacio Thun, residencia de estilo renacentista del siglo XVI y actualmente sede del Municipio de Trento. Al final encontramos la iglesia de San Francesco Severo, edificado en el siglo XVIII, complejo jesuita inicialmente y que fuera depósito de armas durante la ocupación francesa en el siglo XVIII.

Dentro del centro de la ciudad se encuentran algunas otras edificaciones de importancia, como son el Palazzo Sardagna, edificio de estilo barroco del siglo XVI, actual sede del rectorado de la Universidad de Trento. Se considera que este Palazzo sea una viva representación del manierismo, corriente sinónimo de armonía y proporción cultivado por el renacimiento clásico.

Otro es el llamado Palazzo Tabarelli, construido, entre el 1512 y 1527, a bases de piedras superpuestas en dos filas paralelas, las que se alternan con hoyos para así formar triángulos. La piedra de la edificación es blanca y rosa.

En la vía San Vigilio está en Palazzo Larcher Fogazzaro, construido en el siglo XVIII, propiedad de la familia Guarinoni, el cual sirve para exposiciones de obras de arte.

Al salirnos del casco histórico, fuimos a parar a la espaciosa plaza Dante, donde hay un monumento en honor al famoso artista, e igualmente encontramos varios monumentos y figuras, algunas de las cuales no llegamos a saber a quien o a qué iban dedicadas. Una de las identificadas es en honor a Eusebio Chini Lucci o Eusebius Franz Kühn, explorador, cartógrafo, geógrafo y astrónomo, el cual rindió misión en el noroeste mexicano, tierras actualmente parte del territorio de los EE. UU. El misionero jesuita se dedicó a convertir a los indígenas de la zona al catolicismo.

Desde la plaza Dante pudimos ver en la altura el mausoleo Cesare Battisti, construido en 1935, hombre que trabajó por la italianidad de Trento, que fuera diputado por la minoría italiana en el parlamento de Viena en 1911. Desde el comienzo de la I guerra mundial se alistó en los como voluntario en los batallones alpinos italianos. Fue hecho prisionero en batalla y condenado a muerte meses después en 1916. La figura de Battisti me refuerza la idea que me llevé de esta visita, de que Trento es realmente una ciudad italiana por naturaleza.

Hay un detalle, una iglesia, la que parece antigua y de frente a la plaza Dante y a una cuadra de la estación de trenes de Trento. No encontré nombre allí, tampoco en Google, en todo caso la pongo y si alguien la conoce, pues agradecido si me da el nombre. También vimos la iglesia de la Santa Trinidad.

Terminada la primera visita a Trento en horas de la tarde nos fuimos rumbo a un hostal cercano a Bolzano. La idea era llegar al lugar, dejar los maletines y encaminarnos a Bolzano, pero cometimos un grave error. El albergue se llama Weisses Roessl (Cavallino bianco en italiano o caballito blanco). Pusimos solo el nombre en el GPS y allá va eso. Le pasamos por el lado a Bolzano y empezamos a adentrarnos monte adentro en los Alpes, más de 35 minutos para llegar a un lugar aislado, sin restaurante y cafetería, como para hacer una adaptación de una novela de una pareja aventurera. La persona en el lugar, no llegué a saber si era austriaca o alemana, ya que no hablaba a duras penas el italiano, nos atendió amablemente y nos informó que allí no había ninguna reserva a mi nombre. Le mostré la reservación y se dio cuenta que era un Weisses Roessl en Appiano sulla strada del vino. Sin más remedio volvimos por donde vinimos, no sin antes poner la dirección exacta del lugar y al final llegamos al mismo. La persona que nos dio la bienvenida es oriunda del Medio Oriente, pero fluente en italiano, quien nos aclaró que con el nombre de Weisses Roessl hay unos 200 establecimientos en el Trentino, por lo que era menester poner la dirección del local y así evitar que el GPS te lleve adonde el diablo da las cuatro voces.

Este hostal estaba bien equipado, tenía parqueo privado, y estaba a cinco minutos del centro del pueblo, donde había cafeterías, bares, mercadillo, panadería y una iglesia. Allí el alemán es la lengua prevalente, pero los empleados se las arreglaban para hablar italiano. Así que aquí les dejo con algunas vistas del lugar, donde pasamos un par de noches, y nos facilitó visitar Merano y Bolzano por su cercanía con ambas ciudades.

Ricardo Labrada
15 agosto 2024

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