“Años de guerra me habían enseñado mucho,
pero la guerra no se parecía en nada a Dachau.
Comparada con Dachau, la guerra fue limpia.”
Martha Gelhorn (escritora EE. UU. 1908-1998
Visitar un campo de concentración, lugar donde se asesinan a miles de personas, unos por torturas y golpes, otros por inanición, es algo tétrico. Hacía unas décadas atrás que había visitado el campo de concentración de Sachsenhausen, ubicado en Oranienburg, Brandeburgo, Alemania, muy cercano a Berlín y que fuera construido por los nazis en 1936 para confinar o liquidar masivamente a opositores políticos, judíos, gitanos, homosexuales, prisioneros de guerra y hasta testigos de Jehová. No me fue agradable ver lo que los nazis habían hecho y cualquiera siente tristeza de saber que el ser humano es capaz de cometer barbaridades sobre sus semejantes. Esos seres son depredadores, gente que al ser juzgados no merecen misericordia alguna.
Ir desde Múnich a Dachau dura un poco más de media hora en coche. La distancia es de alrededor 30 km. Para aprovechar nuestra última jornada en Baviera, salimos nuevamente temprano en dirección a Nuremberg nuevamente, pero con desvío para llegar a Dachau. Deseaba ver nuevamente una “carnicería” de supremacistas blancos y enseñársela a mi esposa.
Bien, la entrada al lugar no se paga, menos mal, pero el parqueo hay que pagarlo y no vale poco. No quiero decir más, pero eso no debería ser, pagar ni entrada ni parqueo. Tampoco pagué por guía turística. Me bastaba con leer la información de los distintos sitios que allí viera.
El 22 de marzo de 1933 se creó este campo de concentración, o sea poco después que el carnicero mayor y sus secuaces se hicieran del poder en Alemania. Antes de su fundación el lugar era una fábrica de pólvora y municiones en desuso. El lema del lugar era “Arbeit mach frei” (El trabajo te hace libre), suena socialista, pero es que el trabajo era forzado y a punta de pistola.
El sistema de tortura y terror implantado por los supremacistas germanos sirvió de patrón para la instauración de otros campos en Alemania y en los territorios ocupados. En Dachau la primera actividad fue el exterminio de varios opositores por orden del carnicero mayor. Primero fueron los opositores, luego fueron allí apresados minorías de orientación sexual “equivocada” o etnias “indeseables”. Con el aumento de la población de prisioneros, hubo necesidad de hacer una ampliación en 1937. Era mucha población de gitanos y judíos, de otra manera todos no cabían.

Los presos eran puestos a trabajar en duras condiciones, algunos haciendo piezas para la BMW. Una forma de tortura era poner a los prisioneros a contar números en voz alta, otra era la de exponerlo a sonidos insoportables.
Había un lema para quien quisiera libertad: “obediencia, honestidad, limpieza, sobriedad, trabajo duro, disciplina, sacrificio, sinceridad y amor a tu patria”. Todo esto aparecía en el techo de las prisiones para “deleite” de los presos.

Algo que llamó mi atención era el trato a los homosexuales, considerados por decreto como gente degenerada desde 1935 en el código penal. En 1936 estas medidas se ampliaron en contra del aborto.
Cada prisionero tenía su marca. Los homosexuales eran marcados con un triángulo de color rosado. Los judíos, los gitanos, los presos políticos, los italianos, los de otros países europeos, cada uno tenía su propia marca.
Hay que ver los baños, los que pueden parecer correctos, pero imagínense a una población enorme de presos, todos en promiscuidad y sin privacidad para bañarse o defecar.
Dormían como bestias. Una jornada de trabajo forzado intenso con una comida insuficiente en calidad y cantidad, llegas al atardecer a dormir sobre una tabla.
No vimos las cámaras de gas, tampoco nos empeñamos en buscarlas. No pensemos que estos campos han desaparecido en este mundo, en varios lugares del planeta existieron y probablemente existan estas prisiones, mientras persista la mentalidad de la superioridad de unos sobre otros, la de que los blancos son mejores que los oscuros o que estos pueden envenenar la sangre de los primeros, habrá mentalidad nazi o proyectos de prisiones salvajes.
Ricardo Labrada
22 octubre 2024





