María Antonieta, libro de Stefan Zweig

“¡Que coman pastel!”
Frase de María Antonieta
al ser informada de la carencia
de pan en la población

Uno de los escritores mejor valorado es Stefan Zweig, hombre nacido en 1881 en Viena, Austria, en el seno de una familia, cuyo padre era judío, dueño de complejo industrial, lo que permitió que su hijo recibiera una educación esmerada y llegara a dominar varios idiomas. De él se puede leer mucho, personalmente tenía pendiente su obra María Antonieta, la que escribió en 1932, la que realizó consultando varias fuentes para relatar la historia con el detalle y rigor que le ha caracterizado.

De este libro se saca una primera enseñanza, algo que puede a cualquier cubano rondarle en su cabeza. Las revoluciones se llevan a cabo para derribar un régimen de opresión y desigualdad, un régimen que beneficia solo a la aristocracia, la que se nutre del trabajo y sudor de todo un pueblo. El país puede tener en ese momento una economía aceptable y hasta próspera, pero la distribución de esa riqueza puede ser enormemente injusta; mucho para unos pocos y poco para muchos. Es eso lo que hay que enderezar, además de sacar del poder a todos esos parásitos que nutren su bolsillo despiadadamente.

La Revolución Francesa, evento de importancia universal, la que marcó el inicio de una época, tuvo valores importantes en su concepción; el proceso con el tiempo se fue descarrilando producto de la corrupción, la que se intentó detener mediante el terror. Los dirigentes inicialmente parecían encaminar con buen rumbo a la naciente revolución, las diferencias y rencillas terminaron convirtiendo en carniceros, a los que debieron culminar la obra como hombres de bien.

Una revolución es proceso de cierta duración, se trata de derrumbar el régimen anterior, eliminar todo lo nocivo que pueda contener y paso a paso construir una nueva sociedad, donde prevalezcan los derechos humanos, prospere la economía y la cultura de la nación, así como la de los individuos que la componen. Todo eso en un marco de democracia con leyes apropiadas a fin de garantizar la sostenibilidad del nuevo gobierno.  

Mal camino tiene un proceso encaminado a establecer la justicia cuando el terror y las condenas a muerte proliferan a diario. Eso de democrático no tiene nada, de criminal tiene mucho. Si se practica sin garantizar los derechos de cualquier persona a un juicio y condena justa, al final habrá una polarización silenciosa de la población, unos a favor y otros en contra, donde los primeros se irán reduciendo por fuerza lógica de los eventos.

Zweig da entender todo esto y no solo las características corruptas de la monarquía francesa desde el mandato de Luis XV. Antes de escribir este libro, Zweig había incursionado en el mundo de la revolución francesa, su período posterior, para lo cual escribió “Fouché, el genio de la traición” en 1929, una obra muy recomendable para aquellos que quieran conocer como los oportunistas logran vencer en ambientes intensamente cambiantes.

¿Quién era María Antonieta? Nacida en Viena en 1755, hija de Francisco I, emperador austriaco y de María Teresa, la que casaron cuando la adolescente tenía escasamente 14 años, en 1770, con Luis XVI, un hombre joven, el que jamás había tenido sexo y que, por demás, tenía el miembro cerrado, lo cual le ocasionó mil penas. De haber sido judío, no habría sufrido, la circuncisión era la solución, a la cual se negó a someterse. Le daba pena al delfín, de que la gente luego hablara de su defecto cuando en realidad lo anormal era no poder disfrutar de una niña bella y joven como María Antonieta. Al final accedió y pudo probar el dulce. Sin embargo, no era muy aficionado al sexo, más le atraía cabalgar para cazar.   

Murió Luis XV, el que si gustaba de las damas de siempre. La condesa Madame Du Barry (Jeanne Bécu), fue su compañera de cama hasta su fallecimiento, acontecimiento que llevó al heredero al trono, Luis XVI y, por ende, María Antonieta como reina.

¿Atendían realmente los problemas de estado estos nuevos monarcas? Cada uno con su bola, el otrora delfín con su caza eterna y la reina a organizar sus fiestas y recepciones, donde cada vez exhibía un nuevo vestido, nuevas joyas, todo eso sin pensarlo mucho y haciendo caso omiso a los consejos de su madre María Teresa, la que consideraba a su hija como una persona inmadura e incapaz de controlar sus ambiciones y ostentaciones como monarca.

La pareja tuvo cuatro hijos, María-Teresa Charlotte (1778), única sobreviviente a la revolución en la familia; Luis José Xavier François (1781), nacido después de un aborto de su madre dos años antes, enfermó de la llamada entonces tuberculosis dorsal y murió a los 10 años; Luis Carlos (1785), nombrado Duque de Normandía, que fue separado de su madre a temprana edad y obligado a declarar injurias irreales acerca de su madre y tía, todo un abuso de la revolución. El Duque murió de peritonitis a los 10 años, vejado y golpeado por su tutor, un sans-culotte llamado Simón, inventor de las mentiras que Luis Carlos declaró en el juicio amañado. Finalmente, Sofía-Elena Béatrix, la que murió a los 11 meses de una malformación en su cabeza.

Zweig relata cómo fue el desarrollo de la Revolución iniciada en 1789, cómo la monarquía le fue despojada el poder, algo que sucedió no de un golpe sino paso a paso, con momentos de violencia, proclamación del Tercer Estado con la Asamblea Nacional. Igualmente, los intentos fallidos de la monarquía de huir del país. Entre todo ese torbellino de sucesos, un aparte merece el real amor de María Antonieta, el conde Hans Axel de Fersen, Mariscal del Ejército Real de Suecia, quien en 1784 visita por primera vez la corte en Francia y donde la atracción de él y la reina se impuso, relación que se desarrolló de forma reservada, aunque no faltaron los curiosos que adivinaron el romance existente. Fersen era hombre que sabía comportarse con las mujeres, muy distinto a Luis XVI, siempre entretenido con sus cazas y caballería. Se enamoró de la reina y ella le reciprocó.  

En enero de 1793 Luis XVI fue ejecutado en la guillotina, luego la reina fue aislada, incluso de sus hijos, con tal de evitar su fuga al extranjero. Entre intentos fallidos, se fue acumulando todo un expediente, con el que resultaba fácil procesarla judicialmente. Su condena estaba escrita antes del juicio.

Después de la lectura de este libro, informativo y bien detallado, uno puede preguntarse si en realidad había necesidad de ejecutar a los monarcas. Ellos abusaron del pueblo, jamás se ocuparon de sus problemas, de sus penas, eran egoístas, superficiales e insuficientes para gobernar, pero ¿No era preferible haberlos condenado a una justa prisión despojados de todos sus privilegios? Hay un viejo adagio que se cumplió a lo largo de la Revolución Francesa, «El que a hierro mata, a hierro muere”. George Danton, uno de los líderes jacobinos, murió en la guillotina en abril de 1794. Un año antes había muerto otro jacobino, Jean-Paul Marat, en su bañera, a manos de la girondina Carlota Corday. Luis de Saint Just, el llamado Arcángel del Terror, autor de persecuciones y ejecuciones en nombre de la Revolución, fue sentenciado y ejecutado en la guillotina junto con el mandamás del terror, Maximilien Robespierre, en julio de 1794.

Las revoluciones son necesarias, pero nunca eternas, cumplen su papel en un determinado período de tiempo, jamás prolongado. Ellas deben crear un ambiente institucional que propicie el bienestar de la población y sus derechos. De otra manera sería revoltura de locos y contraproducente. Si la monarquía francesa aterrorizaba con sus malos manejos, la respuesta era la justicia sin llegar a excesos de ejecuciones y terror, lección poco aprendida por varias de las mal llamadas revoluciones del siglo XX.

El libro de Zweig vale la pena leerlo, se aprende y lo ayuda a uno a reflexionar sobre cómo debe ser una revolución. La francesa fue la primera, con méritos sin duda, pero al final todo un error sangriento. La versión gratuita de PDF está en línea, así que la pueden leer sin dificultad.

Ricardo Labrada
31 mayo 2025

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.