Visita a Suecia. I. Estocolmo

Estocolmo es única al estar construida sobre islas,
en la que uno recibe ese enorme sentido de libertad.”
Bjorn Ulvaeus (1945, músico sueco)

La capital de Suecia, Estocolmo, posee un territorio que abarca 14 islas, las que están intercomunicadas a través de puentes y del metro existente en la ciudad. La superficie de la ciudad es de 381,63 km² con una población de 1 515 017 habitantes, según censo de 2017. Esta ciudad escandinava, aunque existía ya antes de Cristo, su fundación tuvo lugar en la zona urbana actualmente conocida como Gamla Stan (Ciudad Vieja), el casco viejo de la ciudad, en 1252 por el rey Birger Jarl. De hecho, el primer nombre de la ciudad es el de Gamla Stan.

No era primera vez que visitábamos país escandinavo. Hace un lustro tuvimos una gira fabulosa en crucero, pero Estocolmo no estaba incluida en el itinerario. Así que era un deseo viejo de conocer a una urbe, cuya arquitectura es diversa e interesante. También está repleta de museos; no era nuestra intención visitarlos todos, a veces con verlo por fuera es suficiente, todo dependió del interés.

De Valencia a Estocolmo se puede ir directamente con Ryan Air, línea que vuela dos veces por semana por esta ruta. Para unos caribeños como los aquí viajaron, lo más aconsejable es visitar la ciudad en época cálida del año, a partir de junio. Preparado iba para no ver la noche en los días que allí estuvimos. Hacía décadas había tenido esa experiencia por primera vez en Leningrado, ahora St Petersburgo, y también cuando hicimos la visita en el crucero. Hay que cerrar las ventanas para que no le entre luz y así poder dormir. Si uno fuera en invierno, sería todo lo contrario; amanece a las 9 de la mañana y sobre las 3 de la tarde comienza a oscurecer.

¿Las temperaturas? Cuando la noche va llegando, el termómetro baja y uno lo siente en el cuerpo. Por suerte, somos ya de los que van a la cama temprano y la vida nocturna no es que nos atraiga como en el pasado. En el “verano” llueve y hay días con fuertes rachas de viento.  

Para movernos el metro fue la mejor vía. Uno puede comprar un tiquete para dos personas durante 3 días completos, el cual sirve para bus y tranvía también. Las estaciones de metro son profundas, óptimas como refugios en caso de una guerra, e igualmente muy originales, tal parecen como cuevas unas veces, otras como museos, en fin, tienen su encanto. No voy a decir que sea el más bonito del mundo en arte. Creo que algunos podrían discrepar, pero el metro de Moscú le disputa el primer lugar en materia de arte en su interior. Claro, quien no conoce Moscú y ve a Estocolmo, pone al metro de esta última urbe en primer lugar.

Empezamos la visita precisamente por Gamla Stan. En sus alrededores está el enorme Palacio Real, uno de los mayores de Europa. Tiene cambio de guardia, no lo vimos, tampoco nos interesó. Al menos el que suscribe ha visto bastante de esos cambios de guardia en varios lugares del Planeta. Los exteriores del Palacio son muy atractivos, con monumentos y esculturas por doquier, muchas de las cuales rinden homenaje a monarcas suecos y figuras con historia memorable.  

Por ahí también está la calle más estrecha de la ciudad, el callejón de Mårten Trotzig. Realmente es estrecho, no creo que una persona obesa pueda entrar y caminar por esa calle.

Cuando uno sube en dirección a la plaza Stortorget, ahí encuentra al Museo Nobel, donde se otorgan los famosos premios de la paz y en otras ramas de la ciencia y la educación. En la parte derecha del museo están edificios coloridos de distintas arquitecturas, lo que hace más llamativo a este lugar. En la plaza hay una fuente.

A un par de cuadras de Stortorget se encuentra la catedral o iglesia de San Nicolás, sede de la diócesis de Estocolmo. El templo, en estilo gótico, fundado en 1279, se convirtió al luteranismo en 1527.

Previamente habíamos visitado otra iglesia, igualmente luterana, edificación con torre de ladrillo y chapitel de cobre, llamada iglesia alemana o de Santa Gertrudis, construida en el período entre 1638 y 1642. Los interiores de la iglesia son barrocos. Las comunidades alemanas asentadas en Estocolmo suelen asistir con frecuencia a los servicios religiosos de este templo.

Como Estocolmo es un archipiélago, no es difícil encontrar orillas y puertos de pequeñas embarcaciones, así como paseos a lo largo de esas orillas. Desde Gamla Stan a Södermalmno hay mucho recorrido. Así llegamos a la isla Helgeandsholmen, donde se halla el parlamento sueco (Riksdag). Sus alrededores son espaciosos, con jardines.

Frente al parlamento está el antiguo parque Strömparterren, inaugurado en el año 1830, donde aparece una escultura del artista Carl Milles conocida como “Solsångaren” (El Solista, en español). En ese momento el viento apretó, lo que nos obligó a buscar refugio, algo difícil en una zona tan abierta.

Viramos a la izquierda y nos vimos de frente al edificio de la Opera. Allí cerca estaba una estatua el rey Gustavo II Adolfo, quien gobernó desde 1611. Caminando más hacía delante está la iglesia de San Jacobo o San Jaime o Santiago, de color rojo vivo, construida a mediados del siglo XVII en honor al apóstol mencionado. La iglesia es igualmente luterana. Hay una escultura de dos mujeres en el parque Kungsträdgården, las que adornan el jardín de Riksdagshuset, dentro del parque. Se trata de la estatua moderna de dos jóvenes que llevan platos. Por esos mismos lares está el parque Kungsträdgården, donde encuentra la Fuente de Wolodarski, ubicada en el extremo norte de este lugar, el cual también posee árboles de sakura (cerezo japonés) que florecen en primavera.

Al siguiente día, de camino hacia los museos y el área de Skansen, nos detuvimos delante de un portón metálico frente a la puerta principal del Museo Nacional de Estocolmo. Se trata de una jaula de acero pulido en forma de arco está atravesada por la silueta de dos figuras humanas entrelazadas. Tiene 12 metros de altura y es obra del artista chino Ai Weiwei, la que pretende promover la idea de un mundo sin fronteras. Allí estará un año y luego será trasladada a otro sitio en la ciudad. También a un lado está una corona llamada la Cosmopolilla de Estocolmo.

Nos interesó el museo de arte moderno, un poco para salirnos de lo acostumbrado. El museo tiene 3 plantas y dispone de varias salas, donde todo lo que podríamos llamar absurdo, ahí se ve. El surrealismo es bien representado.  

Cerca del museo hay una iglesia, la que parecía más museo que el mismo que habíamos visitado, con un parecido sustancial en su forma con el clásico Panteón romano. Era construcción de 1822, la Holmkirkan dentro de la base naval de Skeppsholmen. Actualmente modernizado, sirve para conciertos y otras actividades culturales.

Vino un poco de confusión, llegamos a un punto de recogida para ir al Museo Vasa. Un muchacho nos cobró el pasaje, pero no nos dijo que nuestro destino era después de una parada, la que coincidía bastante cerca de Gamla Stan. Una señora me dijo que la siguiente parada era para llegar a Skansen y de ahí a Vasa y otros lugares, menos mal.

Al fin llegamos, desembarcamos y caminamos hasta el Museo Vasa, así llamado por el barco de guerra Vasa (significa Haz de hacer en español), ordenada su construcción por el rey Gustavo Adolfo II, era como muestra de la fuerza naval sueca, pero las cosas no salieron como quería, se hundió en 1628. Hubo entre 150-200 muertos, además de sobrevivientes. No hubo cálculo y la nave era más pesada de lo debido. Para su suerte, el agua fría del Báltico evitó la pudrición de la madera del barco, aunque sus partes metálicas sí se oxidaron y hubo que reemplazarlas una vez que se sacó del mar. La nave fue recuperada en 333 años después, en 1961. Después de sus reformas y arreglos se instaló el galeón en un museo inaugurado en 1990. La visita valió la pena. Aclaro que este barco no tiene nada que ver con la cultura vikinga, la cual casi desapareció en el siglo XII.

Un paréntesis en el segundo día para almorzar o comer. No nos gusta inventar ingerir cosas extrañas a la hora de comer, por lo que un par de pizza Margherita nos hicieron felices, además de dos refrescos. Salimos a caminar y nos tropezamos con el enorme e impresionante museo Nórdico, un palacio alto y grande, que data de 1888, pero su construcción y finalización como museo se llevó a cabo entre 1889 y 1907, con un diseño de Isak Gustaf Clason. Frente a la entrada principal del museo está una estatua de bronce, la Freden Roskilde, o sea, monumento a la Paz de Roskilde, tratado de paz firmado el 26 de febrero de 1658 entre Dinamarca y Suecia que puso fin a la guerra sueco-danesa de 1657-1658. Dinamarca sufrió grandes pérdidas territoriales como resultado del tratado, cediendo gran parte de su territorio a Suecia. 

Dentro del área de Skansen, pasamos cerca del Museo de la Biología y a algo más de una cuadra, el museo al conjunto ABBA, el cual nos conformamos con verlo por fuera. Por la parte trasera del museo está el parque de diversiones Gröna Lund Tivoli (Bosque o Arboleda Verde), muy visitado por niños, adolescentes y jóvenes. Al frente se halla el circo.

Energías consumidas, no quedaba otra que regresar a la estación central de trenes, la cual, vía metro, nos quedaba a dos paradas del hotel. El retorno fue fácil, había dos opciones ir a la estación en tranvía o en un bus. Pasó primero el tranvía y por ahí nos fuimos, no sin antes pasar por delante de la plaza Sergel (Sergels Torg) al inicio de la calle Drottninggatan.  Es la plaza más céntrica de la ciudad y se encuentra en el corazón de Estocolmo. Allí aparece el obelisco «Kristallvertikalaccent» (Acento Vertical de Cristal), hecho de vidrio y acero, símbolo de la plaza y de la ciudad, cuya foto verán al final. La lluvia llegó y nos empujó ir al hotel para cerrar el día. Dejamos algo para la tercera jornada.

Un poco lluviosa y nublada el inicio del día, en el que decidimos comenzar con una visita al Avici Arena, lugar que tiene un mirador, el que se eleva a 130 metros de altura, desde podríamos ver la ciudad. Imposible, el Avicii estaba en reparación. Lamentable también, ya que el lugar está algo alejadito del centro de Estocolmo y tuvimos que ir en metro hasta Globen. Cerca del lugar está el estadio de fútbol. Pensé que allí fue donde jugaron la final de 1958 entre Suecia y Brasil, pero no. Es un estadio moderno y no tiene nada que ver con aquel de la cantada victoria, la que se convirtió en derrota. Brasil se había cansado de ir a finales para luego perder. Esta vez le tocó la final con el anfitrión, el cual logró colocar gol de ventaja. Era tanta la alegría de los suecos, ya se vieron campeones mundiales, pero en el conjunto carioca había muchachito de 18 años, al que llamaban Pelé, el que realmente peló a los suecos con par de goles, y al final hubo samba de la buena, primera victoria brasileña. Cuanto me habría gustado haber visitado este estadio, más que todo por la admiración que siempre sentí por Pelé, para mí el mejor de todos los tiempos.

Dimos en el Avicii par de vueltas y caímos en un Mall, nada extraordinario, limpio, tranquilo y con ropa de niños bastante barata en un país, donde la sonrisa vale. Es un decir, pues si hay país con amabilidad y cortesía es Suecia, donde todo el mundo habla inglés. De regreso nos fuimos a visitar el Mercado Östermalmshallen, donde hay una venta amplia de todo lo que sobra aquí en España, con lugares para comer. Había para escoger, la italiana estaba llena, no había asientos, española no había, así que sin más remedio fuimos a parar a un restaurante francés, donde el Monsieur tuvo la ocurrencia de buscarnos un camarero francés de origen italiano. Nada del otro mundo, la viande avec de pomme (carne con patata o papa) y una copita de vino tinto. Moverse dentro de ese mercado no es fácil por lo sumamente concurrido.

A pocos pasos del lugar estaba la llamativa iglesia de Hedvig Eleonora, consagrada en 1737, y así llamada en honor a la reina sueca Eduviges Leonor (1636-1715), esposa del rey Carlos X de Suecia. Entramos, pero había boda, nos conformamos con fotografiar por unas rendijas de una puerta. Lo interesante, el párroco de esta diócesis luterana era Erik Bergman (1886-1970), padre del famoso director de cine Ingmar Bergman, uno de los favoritos del que suscribe.

El final del recorrido fue pasear por la céntrica calle Drottninggatan, aunque antes pasamos por la espaciosa plaza de los dos pisos. La Drottninggatan es peatonal y en cada esquina hay un par de esculturas de leones. Ni idea de la presencia de estas representaciones felinas. Por el camino me llamó la atención la cúpula de la iglesia Adolfo Federico, inaugurada en 1774, lugar donde fue inicialmente sepultado el famoso filósofo francés René Descartes, luego exhumado y trasladado a París. Allí también yacen los restos del asesinado criminalmente, en 1986, el primer ministro Olof Palme, un vivo ejemplo de mandatario a favor de la paz y de las buenas causas en este mundo. Entramos, pero había otra boda, era sábado, parece que dejan el domingo para la luna con mucha miel.

Ricardo Labrada
15 julio 2025

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.