“O encontraré un camino o lo haré.”
Aníbal
A solo 29 km está la ciudad portuaria de Sagunto a Valencia ciudad, capital de la comunidad valenciana, por lo que en infinidad de ocasiones le hemos pasado por el lado a esa urbe, aunque la hemos visitado en dos ocasiones. La primera para mal bañarnos en su playa en un día, cuando el oleaje estaba desbordado y tiraba hacia dentro del mar. La segunda vez fue con el propósito de visitar su antiguo castillo.
Entre las locuras cotidianas del que suscribe estaba hoy adentrarme en el complicado mundo de los fenicios, por lo que la figura de Aníbal aparece en determinado momento y el papel que ese adversario de Roma jugó en la II Guerra Púnica (218-201 a.C.).
Aníbal Barca, cuyo nombre viene del púnico Hannī-ba’al, que significa “Baal es mi señor”, nació en 247 a.C. en Cartago, entonces ciudad-estado, urbe costera a solo 15 km de Túnez capital. Tuve la suerte de visitar la ciudad, de la que no encuentro ahora fotos, pero si les puedo asegurar que en ella se veía las huellas romanas y árabes a la vez. Uno puede trasladarse a los barrios altos de la ciudad y de allí observar las orillas del Mediterráneo que la bañan. Aníbal era hijo de Amílcar Barca, el hombre que condujo al Cartago fenicio a la primera guerra Púnica[1] (264-241 a.C.) contra Roma por el dominio de la estratégica isla de Sicilia. conflicto surgió por el control de la estratégica isla de Sicilia. Al final, Roma ganó la guerra, lo que obligó a Cartago a pagar una gran indemnización y a ceder Sicilia, que se convirtió en la primera provincia romana fuera de la península itálica.
Aníbal se convirtió en enemigo de Roma desde temprana edad, por lo que su objetivo fue desde que asumió el poder en Cartago el de vencer y ocupar cuanto territorio romano encontrara a su paso.
Fue así como en el 218 a.C. cruzó el estrecho de Gibraltar, por la ruta más ventajosa que unía Punta Cires-Tarifa. Les puedo decir que desde Tarifa uno ve a simple vista las costas norafricanas. Sin embargo, el problema era que Aníbal no solo llevó tropas, cruzó con unos 37-38 elefantes. Flotando no podía haber sido, ya que la profundidad del mar en esa zona supera los 300 metros y puede hasta llegar a 900, por lo que no había otra que trasladar a esos paquidermos en embarcaciones. Los historiadores cuentan que los animales estaban algo nerviosos a bordo. Como quiera que sea, logró que pisaran tierra de la Hispania antigua. Su ruta era alcanzar primero los Pirineos y luego los Alpes en Italia, zonas todas nevadas en invierno y con temperaturas nada del agrado de los elefantes.
La ciudad de Sagunto tiene sus orígenes en el siglo V a.C., cuando fue fundada como la ciudad ibérica de Arse. En ese siglo la cultura ibérica se consolidó y la ciudad fue establecida estratégicamente en la loma del cerro del actual castillo. Aníbal llegó allí en el 219 a.C., la que asedió a lo largo de ocho meses, período durante el cual destruyó y arrasó las fortificaciones, murallas y edificios de la ciudad, la que dejó en ruinas.
Las máquinas de asedio (como arietes y torres de asalto) de los cartagineses derribaron las fortificaciones de la ciudad. Después de meses de bombardeo, se abrieron brechas por las que finalmente entraron las tropas cartaginesas, las que saquearon a su antojo, fue una devastación generalizada. Los locales resistieron a la moscovita o bayamesa, o sea quemaron sus propiedades y mucha población se suicidó. Aníbal obró con odio extremo, ya que destruyó los campos de cultivo con el fin de privar de alimentos a los pobladores y fomentar la hambruna.
De toda esa destrucción se salvó el Templo de Diana, respetado por los asaltantes, y parte de sus muros aún se conservan hoy en día. La brutal destrucción de Sagunto sirvió como motivo real de guerra, la que desencadenó la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago en toda su amplitud.
Los cartagineses no se marcharon de Sagunto de inmediato y las fuerzas romanas, bajo el mando de los hermanos Escipión (Publio y Cneo) lograron recuperarla en 212 a.C. Fue después que pasó a llamarse Saguntum, Se cree que este nombre puede tener una base lingüística indoeuropea, posiblemente relacionada con colonos griegos o celtas que pudieron haberse asentado allí en épocas tempranas, refiriéndose quizás a la vid o a un origen legendario, pero no hay consenso académico sobre un significado único y definitivo.
Aníbal y sus elefantes cruzaron los Pirineos y luego los Alpes en el 218 a.C. Ya invadido el territorio romano, no la ciudad de Roma, logró victorias en varias batallas, entre ellas la de Trebia (218 a.C.), el Lago Trasimeno (217 a.C.) y la de Cannas (216 a.C.). En esta última aniquiló al ejército romano rival al utilizar las tácticas de doble envolvimiento, también conocida como maniobra de pinza, estrategia ofensiva diseñada para rodear completamente y aniquilar a una fuerza enemiga atacando simultáneamente sus dos flancos.
Los romanos le jugaron una variante que Aníbal no la llegó a sospechar. Publio Cornelio Escipión, más tarde conocido como Escipión el Africano, llevó la guerra al norte de África, amenazando directamente a Cartago, por lo que Aníbal se vio obligado a regresar para defender su propia casa, la que perdió en la batalla de Zama en 202 a.C. Aníbal huyó y los romanos no le pudieron capturar. Murió suicidándose, probablemente percibiendo que poco le quedaba para caer en manos de los romanos.
Nota: Wikipedia.or y Google IA fueron las fuentes consultadas.
Ricardo Labrada
8 noviembre 2025
Nota: Todas las fotos, excepto la de Aníbal, son propiedad del autor, tomadas en visitas a los lugares mencionados.
[1] Los romanos llamaban a los cartagineses (y a sus ancestros fenicios) «punicus» en latín


