Cuba de siempre vinculada con la Florida

Florida, para España, no era más que una región
atrasada que llegó a servir principalmente como
un amortiguador estratégico entre el resto de Nueva
España y la expansión al norte de las colonias inglesas.”

En la época de la colonización, Cuba, la isla más grande de las Antillas se convirtió en el asentamiento más importante para la expansión española en grandes territorios del hemisferio occidental.

En 1517 salió de Cuba la primera expedición a México comandada por Francisco Hernández de Córdoba, hombre rico y ávido de descubrir nuevos territorios y riquezas para él y la colonia. Su empresa fue todo un fracaso, los indígenas en Yucatán no le aceptaron, le combatieron y tuvo que regresar herido a Cuba, donde finalmente murió. Así y todo, le dio tiempo para descubrir la existencia de oro de baja calidad en esa zona. Una segunda expedición salió en 1518, al frente de la cual iba Juan Grijalba, la que en seis días pudieron reconocer algo del litoral y llevarse más de 15 mil pesos en joyas de oro.

Todas estas expediciones eran enviadas por el gobernador en Cuba, Diego Velázquez, el que organizó una tercera expedición, con la idea de colonizar el territorio mexicano y ponerse él al mando de este. Hernán Cortés, un hombre del que la vida enseñó que nadie se podía fiar de él, fue el jefe de la expedición y llegado a México se olvidó quien era Velázquez, a quien traicionó, igual que luego hiciera con Moctezuma Xocoyotzin, el gobernante de Tenochtitlan, prisionero en noviembre de 1519 tras su llegada a la ciudad. Aunque Moctezuma era el líder de su pueblo, el tlatoani de Tenochtitlan fue puesto bajo el control de los españoles en un acto de traición por parte de Cortés. A pesar de recibir a Cortés pacíficamente al principio, Moctezuma fue retenido por los españoles, quienes lo usaron como rehén para controlar a su pueblo.

Las conquistas de España continuaron y Cuba permaneció como una base importante en toda esa empresa, donde también se incluye la Florida, península que había sido descubierta por Juan Ponce de León, gobernador de Puerto Rico, en 1513. Esta expedición, la que contaba con tres navíos, partió desde la isla mencionada. Sin embargo, hay otras fuentes que citan a Vicente Yánez Pinzón y Américo Vespucio, como los primeros en llegar a ese territorio en 1498. La realidad es que el nombre de Florida fue dado por Ponce de León, quien así llamó a la península por coincidir su expedición con la fiesta de la Pascua Florida.

La primera expedición con el objetivo de colonizar a la Florida partió de Cuba bajo el mando del tristemente célebre Pánfilo de Narváez, el mismo que encabezara la matanza de población local taina cerca del río Caonao, en 1513, considerada la mayor masacre de indígenas cometida en la historia de Cuba. Narváez era el lugarteniente en Cuba bajo las órdenes del gobernador Diego Velázquez.

La expedición partió de Sanlúcar de Barrameda en junio de 1527 con cinco barcos y unos 600 hombres para conquistar la Florida, pero la inclemencia del tiempo castigó a las tripulaciones. En Cuba hizo escala y tomó unos 150 hombres, pero el tiempo no los acompañó y logró desembarcar en la costa de la actual Tampa, con unos 400 hombres sobrevivientes, en abril de 1528. Las enfermedades tropicales hicieron estragos en esa tropa, la que una mínima parte llegó hasta la desembocadura del río Misisipi. Quedaron solo cuatro sobrevivientes, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes de Béjar y el esclavo Estebanico, los que tuvieron que ir a pie desde el sur de Estados Unidos y el norte de México hasta llegar a Nueva España en 1536. Esa travesía duró ocho años.  

El siguiente español en organizar expedición para la conquista de Florida fue Hernando de Soto y García de Paredes, hombre que tenía una amplia experiencia en acciones de conquistas. En 1524 había sido parte de la expedición de Francisco Hernández de Córdoba, la que descubrió a Nicaragua. Estuvo presente en la conquista del Perú bajo las órdenes de Francisco Pizarro en 1532. De Soto tuvo tiempo en todas estas aventuras de enriquecerse, se embolsilló cien mil pesos en oro, además de haber contraído matrimonio con lsabel de Bobadilla, hija del conde de la Gomera, dama noble y adinerada. Luego, en 1538, a solicitud de Soto a la corona, fue nombrado gobernador de Cuba. Él pidió se le dejara en ese cargo a lo largo de cinco años, ya que se proponía conquistar la Florida, a lo cual el emperador accedió por primera vez a una gobernación tan larga.

En términos cubanos, la gobernación de este “ilustre” fue puro desorden (relajo). Danzas, saraos, juego de cañas y toros no faltaron, once meses de guararey, y el pueblo trabajando y aportando para que de Soto y su gente bailara y gozara la buena vida, quien, para rebosar el vaso, prohibió terminantemente la exportación de los productos cubanos a partes ya colonizadas por España en tierra firme, lo cual tuvo un resultado nefasto para la economía del país. Lo hizo para poder llevarse consigo todo lo posible en su ambiciosa expedición a la Florida.

En 1539 de Soto partió hacia la Florida con nueve barcos, 600 hombres y 237 caballos, además de una carga sustancial de maíz, casabe (yuca), carne y tocino. La iglesia no estuvo ausente, 24 sacerdotes fueron incluidos en esta misión. Así llegó a Bradenton al sur de Tampa, lugar que llamó Espíritu Santo, desde donde comenzó su exploración, la que tuvo un enemigo, los pantanos, los mosquitos, las enfermedades y la enemistad de los indígenas, siempre desconfiados de las intenciones de esos extranjeros. Así y todo, pudieron los sobrevivientes llegar hasta el lago Tallahas y de ahí a los montes Apalaches, siempre en la búsqueda de oro. Luego la travesía fue por las Carolinas y Tennessee, por lo que el objetivo Florida había sido abandonado. Llegaron a Alabama y los indígenas les dieron un recibimiento de combate, en la que las tropas españolas quedaron diezmadas. La expedición le dio la vuelta a buena parte del territorio estadounidense y poco después se diluyó.

Pasaron algunos años, y en 1565 Pedro Menéndez de Avilés salió de Cádiz con el objetivo de conquistar la Florida. La flota contaba con naves provenientes de los puertos del norte de España como Gijón, Avilés y Santander, las que se juntaron en Cádiz y salieron a toda prisa, ya que se sabía que los franceses andaban dando vueltas por esa región, sobre todo atacando a Cuba con frecuencia.

El rey Felipe II ordenó a Menéndez de Avilés pasar por Cuba primero y salir de La Habana con una fuerte armada para expulsar a los franceses de la Florida y fundar la ciudad de San Agustín, primer asentamiento español en la península. Continuamente Menéndez de Avilés regresaba a Cuba para conseguir suministros y refuerzos, los cuales a menudo le fueron negados por el gobernador de la isla Diego Velázquez de Cuéllar. Para suerte de Menéndez de Avilés, él fue nombrado gobernador de Cuba en 1568, por lo que la Florida fue parte de la Capitanía General de Cuba. Menéndez de Avilés logró gobernar con la ayuda de delegados como Francisco Zayas, Diego de la Rivera Cepero y su sobrino Pedro Menéndez Márquez. 

Florida fue territorio ocupado por España hasta 1763 cuando pasó a manos de Gran Bretaña mediante el tratado de París del año indicado y la recuperación de la parte occidental de Cuba ocupada por Gran Bretaña.

Los británicos dividieron la península en Florida oriental y occidental, donde permanecieron hasta 1783. Había estallado la revolución de las trece colonias, la que España apoyó e incluso luchó contra los británicos, los que fueron finalmente derrotados en la batalla de Pensacola en 1781. Fue así como España recuperó la Florida mediante un nuevo tratado de París, en este caso de 1783.

Este territorio fue cedido por España a la nueva unión estadounidense en 1821 mediante la firma del tratado Adams-Onís. Pasaron 24 años (1845) hasta que finalmente se integró como el estado vigésimo séptimo de la unión, cuyo primer gobernador fue William D. Moseley.

Fuentes

Anon (s/a.), Hernando de Soto. es.Wikipedia.org/wiki/Hernando_de_Soto

IA de Google.com

Portuondo Fernando. 1965. Historia de Cuba 1492-1898. Editorial Pueblo y Educación, La Habana. Pp. 81-97.

Ricardo Labrada
4 diciembre 2025

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