“En cierto momento, Yugoslavia dejó
de ser racional y terminó en guerra.”
Emil Kusturica (director-guionista bosniaco)
Me mueve a escribir este artículo por un comentario erróneo al ubicar a Yugoslavia del lado soviético, algo que realmente no fue así y deseo demostrar con la información que he podido recabar.
Comencemos por decir que la Yugoslavia monárquica, la de antes de la segunda guerra mundial, había nacido como reino en 1918 con la desaparición del imperio austrohúngaro y la unión de Serbia, Croacia y Eslovenia. Entonces era el Reino de los serbios, croatas y eslovenos. A estos se unieron Bosnia-Herzegovina y Voivodina, territorios ocupados por el imperio que desaparecía. Montenegro se integró en ese mismo año al igual que la llamada Macedonia del Norte. Fue en 1922 que el país comenzó a llamarse Yugoslavia (Tierra de los Eslavos del Sur). Entonces el gobierno estaba centralizado por los serbios, algo que históricamente continuó durante décadas, o sea antes y después de la segunda guerra mundial. La capital del país fue Belgrado hasta la desaparición del país a finales del pasado milenio.
Desde 1918 las diferencias entre los pueblos eran evidentes, Serbia era cristiana greco-ortodoxa, Croacia era católica, Serbia y Croacia hablan la misma lengua, solo que los serbios le llaman serbocroata y escriben en alfabeto cirílico, mientras que Croacia le llama croata serbio y escribe con letras en latín. Los montenegrinos utilizaban ambos alfabetos. Eslovenia y Macedonia tienen su propia lengua con mucha similitud a la anterior. Los primeros usan el alfabeto latino y los macedonios el cirílico. En cuanto a religiones, Macedonia del Norte y Montenegro son cristianos greco-ortodoxos, mientras que Eslovenia es prevalentemente católica. Bosnia-Herzegovina tiene su propia lengua, el bosnio, el cual se puede escribir con uno u otro alfabeto, y muestra una extensa variedad de religiones, más del 50% son musulmanes, seguido de los greco-ortodoxos (30%) y los católicos (15%). Oficialmente todos los territorios hablaban serbocroata.
Entre 1929-31 el rey Alejandro I suspendió la Constitución y estableció una monarquía absoluta para intentar imponer el orden debido a las diferencias. En 1931 se restauró una monarquía constitucional, pero con un sistema que mantenía el centralismo, aunque con reformas parciales.
Hitler intervino en Yugoslavia el 6 de abril de 1941, lanzando una invasión junto a Italia, Bulgaria y Hungría, lo que desató la guerra, en la que intervinieron las guerrillas del Ejército Partisano de Liberación, liderado por Josip Broz Tito, en cuyas filas murieron más de un millón de yugoslavos, incluyendo civiles y militares, debido a genocidios (especialmente serbios por los Ustashas croatas), de toda esa cifra 700 mil fueron serbios y 78 mil judíos. Con la intervención, Croacia fue declarada estado independiente, lo mismo que hizo Hitler con Eslovaquia cuando intervino en Checoslovaquia, a la que separó de los checos y creó una nueva república. El 25 de abril de 1941 hubo rendición y la monarquía se unió al eje germano-italiano.
Yugoslavia sufrió mucho de parte de la policía húngara, la que asesinó a miles de judíos y serbios en Novi Sad en 1942. No se quedaron atrás los ustachas croatas (en croata, Ustaše), movimiento nacionalista, fascista y terrorista, responsable del genocidio de cientos de miles de serbios, judíos, romaníes y croatas antifascistas durante la Segunda Guerra Mundial. El germen de este movimiento estuvo latente durante el período del mandato de Tito, quien era precisamente croata y conocía bien a esos enemigos. Cuando la Yugoslavia comenzó a desmerengarse, aparecieron los restos de los ustachas de forma agresiva.
Después de 1945, Yugoslavia se constituyó como un Estado socialista federal y multiétnico bajo el liderazgo de Josip Broz Tito. La monarquía fue abolida y el nuevo país se llamó inicialmente República Federal Popular de Yugoslavia, cambiando más tarde a República Federativa Socialista de Yugoslavia en 1963. Seis repúblicas fueron parte de este país: Serbia (incluido Kosovo y Voivodina), Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina.
Independientemente de haberse establecido un sistema monopartidista, la Liga de los Comunistas, Yugoslavia, soberana e independiente, estableció un sistema de autogestión obrera, donde los trabajadores tenían cierto control sobre las empresas, diferenciándose de la planificación centralizada soviética. Los ciudadanos yugoslavos tenían una libertad de viaje significativamente mayor que los ciudadanos de otros países del Bloque del Este y, a partir de la década de 1960, el gobierno socialista yugoslavo permitió y facilitó activamente que sus ciudadanos se marcharan a trabajar a países de Europa Occidental. Al inicio esto se concretó mediante acuerdos que preveían contratos temporales, pero muchos trabajadores acabaron quedándose permanentemente, formando una importante diáspora yugoslava en Occidente. Los ciudadanos yugoslavos disfrutaron de una libertad inusual para viajar, trabajar y vivir en el Occidente capitalista durante la Guerra Fría, un fenómeno único en el contexto socialista de la época.
En la arena internacional, adoptó una política exterior de neutralidad y jugó un papel fundamental en la creación del Movimiento de Países No Alineados durante la Guerra Fría. Nunca aceptó ser parte del Pacto de Varsovia. Por esas y otras políticas, los soviéticos hablaban del revisionismo al marxismo de parte de los yugoslavos.
Sí un país mantuvo una actitud de no aceptación del ukaz soviético fue la Yugoslavia bajo el mandato de Josif Broz Tito, quien con valor no aceptó todas las condiciones que Stalin podía imponer como con el resto de los países de Europa Central que la URSS ocupó al término de la segunda guerra mundial.
Yugoslavia se había distanciado de Moscú desde 1948, defendiendo un camino propio al socialismo y promoviendo el Movimiento de Países No Alineados, que rechazaba la tutela soviética y estadounidense. Yugoslavia fue miembro fundador de ese movimiento y siempre se opuso a los pactos militares, sea OTAN o Pacto de Varsovia.
Yugoslavia se opuso a la intervención soviética en Hungría en 1956, defendiendo la independencia de los países socialistas y la no injerencia de la URSS, aunque sin intervenir militarmente, criticando el modelo de «socialismo real» soviético y presionando por un nuevo gobierno húngaro liderado por Kádár János, un comunista moderado que representaba una vía más independiente, alineándose con la política de no alineamiento yugoslava. Tito presionó a Nikita S. Jrushchov para que aceptara el nuevo gobierno de Nagy Imre y, tras la segunda invasión, para que eligiera a János Kádár en lugar de Münnich Ferenc como líder, buscando una figura menos dogmática y más afín a la visión yugoslava. La represión soviética, fue considerada por Yugoslavia como una traición al socialismo y a los principios de igualdad entre naciones, reforzando su postura antagónica al control soviético.
Lo mismo sucedió en 1968 cuando la URSS y el Pacto de Varsovia intervinieron en Checoslovaquia, la que Yugoslavia condenó al considerarla una violación de la soberanía nacional y un ataque a la independencia de los estados socialistas, defendiendo el derecho de cada país a seguir su propio camino socialista, algo que se alineaba con su política de no alineamiento y de «socialismo con rostro humano», incluso si no apoyaba todas las reformas de la Primavera de Praga. Josip Broz Tito defendió el derecho de Checoslovaquia a determinar su propio destino, oponiéndose a la Doctrina Brézhnev que justificaba la intervención para mantener la unidad del bloque.
Yugoslavia, debido a sus divergencias con la URSS, logró una sólida alianza pragmática con la China de Mao Ze Dong, basada en intereses mutuos y la oposición a la hegemonía soviética.
Todo lo contrario, sucedió con Cuba, Fidel Castro acusó públicamente al gobierno de Tito haberle vendido armas a la dictadura batistiana en 1956 y, a tales efectos, mostró copias de los contratos. A su vez, acusó a Tito de ser un instrumento del imperialismo. En el marco del movimiento de países no alineados, ambos países fundadores, no era que se trataran nada cordial. Muchas veces se evitaban.
Las diferencias y las tensiones étnicas comenzaron a agudizarse a partir de 1980, año de la muerte de Tito. En 1991, casi en el momento que la URSS estaba por desaparecer, Eslovenia y Croacia se declararon independientes. El primero no sufrió mucho de choques armados, pero no así Croacia, la que se enfrascó en una guerra con Serbia. Tanto uno como el otro aspiraban a dominar o arrebatar territorios a Bosnia-Herzegovina, por la guerra en esta república se desarrolló entre 1992-1995. Luego vino la guerra de Kosovo, el territorio más antiguo de Serbia, que deseaba separarse, más que todo por su extensa población albanesa, la que no deseaba estar bajo el dominio serbio.
La desaparición de Yugoslavia fue un suceso complicado, donde hubo sus problemas étnicos y socioeconómicos, y, dejémonos de cuento, no poca influencia de algunos países vecinos. No quiero entrar en detalles, ya que no dispongo de todos los elementos.
Lo que sí debe quedar claro que Yugoslavia y la URSS eran países con concepciones diferentes de como debe abordarse la economía y el gobierno internamente. Yugoslavia bajo el mandato de Tito fue un oponente permanente a cuanta intervención soviética sucediera en la Europa integrante del Pacto de Varsovia.
Ricardo Labrada
12 diciembre 2025
