Las obras de Carlos Loveira Chirino

El mundo no se destruirá por los que hacen el mal,
sino por los que se quedan mirando sin hacer nada.”
Albert Einstein.

Para leer muchas verdades de Cuba, otrora y última colonia española y luego republicana, es menester leer a un autor, Carlos Loveira, que puntualizaba con su prosa muchos de los problemas heredados por la Cuba republicana, que no es otra cosa que la llamada corrupción en las más diversas formas, el latrocinio de los gobiernos de turno, la consiguiente explotación de los más humildes aparejada con la buena vida de los nuevos burgueses, plenos sustitutos de la anterior aristocracia colonial. Una sociedad enferma desde que nació. Comparo a Loveira con la pluma crítica del conocido Emile Zolá

Carlos Loveira Chirino nació en el poblado de El Salto o El Santo, Santa Clara, en 1882. Unas fuentes dicen El Salto y otras el Santo, poblados que este autor desconoce su existencia.  Por el contrario, la enciclopedia en la red cubana dice que Loveira nació en Encrucijada, pero ninguna fuente cita la fecha exacta de su nacimiento.

Loveira nació en el seno de una familia pobre, su padre era gallego de nacimiento y madre cubana. Cuando sólo tenía nueve años, quedó huérfano y le recogió una familia en cuya casa su madre había sido criada. Luego llegó Valeriano Weyler, el mallorquino que impuso la reconcentración en Cuba durante el período de la guerra de independencia, y la familia se trasladó a Nueva York, donde Loveira hizo de todo, lavó platos, vendió frutas, aprendió inglés y se contagió con el patriotismo de los exiliados cubanos. Loveira regresó a Cuba en 1898 en la expedición del patriota cubano José Lacret Morlot. Más tarde, ya en pleno período republicano, hizo labores como retranquero, guarda-equipajes, maquinista y conductor de trenes de caña. Emigró para trabajar en la construcción del Canal de Panamá, luego trabajó en la vecina Costa Rica, e igualmente Ecuador.

Carlos Loveira

Carlos Loveira

A su regreso a Cuba fundó la Liga Cubana de Empleados de Ferrocarriles. Sus luchas a favor de los obreros se intensificaron no sólo en Cuba sino también en México y otras partes de América Latina. En 1913 emigró a Yucatán, allí se le encargó organizar técnicamente el Departamento del Trabajo de ese Estado. El gobernador de Yucatán, Salvador Alvarado, le envió a Estados Unidos con el fin de organizar una sindical obrera continental, la llamada Federación Panamericana del Trabajo. En EEUU, Loveira debía discutir con Samuel Gompers de la “American Federation of Labour”. Finalmente se abrió una oficina en Washington en 1917, en cuyo ejecutivo aparecía Loveira. Desde 1915 Loveira viajó a varios países de América del Sur, como fueron: Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, donde realizó actividades de propaganda. Colaboró igualmente escribiendo en varios diarios, como fueron “La voz de la revolución en Yucatán”, “El heraldo de Cuba”, “El Imparcial” de San José (Costa Rica), y también en el “Federationist”, órgano de la Federación Americana del Trabajo.

El trabajo dentro de las luchas obreras en América Latina no siempre fue de su agrado por los resultados obtenidos, con frecuencia expresó su desilusión. A su regreso a Cuba fue nombrado Jefe del Negociado de Trabajo, de la llamada Secretaría de Comercio, Industria y Trabajo, puesto que tuvo hasta su muerte. En esas funciones Loveira representó a Cuba en varios eventos de organizaciones de obreros en Europa. En ese período de 1917 a 1918 escribió su primera obra: “De los 26 a los 35: Lecciones de la lucha obrera”. Su segunda obra apareció publicada en 1919,  “Los inmorales”, que no debemos confundir con la obra de Miguel de Carrión, “Las inmorales”. En la obra en cuestión, Loveira plantea la necesidad de una ley del divorcio en Cuba. El protagonista de la novela es un joven trabajador de los ferrocarriles. La obra critica la negativa influencia al respecto de la Iglesia Católica, no sólo en materia de divorcio, sino también en otras cuestiones de la sociedad. Loveira igualmente critica la violencia de algunas manifestaciones obreras, por considerarlas contraproducentes y se burla de los discursos de algunos dirigentes con palabras rebuscadas.

Al respecto del divorcio es bueno aclarar que Cuba fue el primer país de Hispanoamérica en aprobar una ley de divorcio, lo cual ocurrió en 1918, o sea previo a la publicación de “Los Inmorales”. Supongo que Loveira haya escrito todo eso en el curso de 1917 y 1918, o sea antes que la ley se aprobara. También es importante indicar que el proyecto de ley al respecto fue inicialmente presentado en la Cámara de Representantes en 1903, el cual no se aprobó. Para que se tenga una idea, España vino aprobar la ley de divorcio en 1981 durante el mandato de Adolfo Suárez. Cuba al aprobar dicha ley en 1918 se situaba al mismo nivel que países como EEUU y Francia.

En 1920 se publicó “Generales y doctores”, que la considero la obra maestra de Loveira, que trata sobre esos doctores que en su vida han curado ningún enfermo, ni defendido un solo pleito, y a cuenta del título todo lo toman en colaboración con los generales que no han disparado un tiro. La obra podría ser extrapolada a algunas naciones de Hispanoamérica, con esa existencia de supuestos profesionales, con muchos certificados de cursos y con pocos aportes a la sociedad, además de los militares, que se autonombran casi mariscales sin haber tenido jamás una escaramuza.

Su siguiente obra fue “Los ciegos (1922)”, cuya trama gira alrededor de la vida de un obrero honrado, lector apasionado y que sufre todas las insensateces de la sociedad. En una parte del libro se dice: “Nos ha tocado vivir, y más a la generación de nuestros hijos, en una época terrible, de demoliciones y ensayos dolorosísimos”. Al respecto hay que hacer una aclaración, las ideas de Loveira fueron de siempre próximas a la socialdemocracia, considerarlo como un hombre de izquierda radical es un craso error. Sus ideas eran algo parecidas a las que tuviera en Cuba un hombre como Antonio Guiteras, quien fue un hombre a favor de los más explotados pero no miembro de la izquierda radical.

En 1924 se publicó “La última lección”, cuya trama se aleja de los problemas sociales que de siempre Loveira abordó, para centrarse en lo que podemos llamar su estado de ánimo, su frustración, su soledad, la vida del hombre mayor de los cincuenta, sin una ilusión en su vida.

La siguiente obra fue otra de las más famosas de Loveira, “Juan Criollo (1927)”, llamada así por el nombre del personaje principal de la novela, Juan Cabrera, que bien pudiera ser un autorretrato de Loveira, pues es huérfano, sufrió la guerra, el destierro, hambre, necesidad, y por esas cosas de la vida se aficiona a las letras. Juan se supera y llega a ocupar puestos importantes, pero a la vez le asquea la política, mundo al que decide dedicarse luego de ver tantos generales y doctores engullirse la mejor parte del pastel sin trabajar realmente. Hacer dinero honradamente y sino hacer dinero también, ese es el consejo para su hijo, sin violar los códigos no ser menos que nadie de aquellos que han vivido placenteramente sin aportar beneficio alguno a la sociedad.

Loveira murió en 1928, fecha exacta tampoco conocida, en la Habana. Su obra escrita en el pasado, no ha perdido vigencia. Es muy aconsejable que las nuevas generaciones de cubanos lean sus novelas y saquen las debidas enseñanzas.

Bibliografía consultada

Anon. Carlos Loveira. Biografías y vidas. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/loveira.htm

Anon. Carlos Loveira y Chirinos. Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe. http://www.encaribe.org/es/article/carlos-loveira-y-chirino/626

Riis Owre J. 1965. Carlos Loveira, novelista cubano que previo la tragedia. AIH. Actas II, Centro Virtual Cervantes. http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/02/aih_02_1_044.pdf

Escrito por Ricardo Labrada (21 febrero de 2016)

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