La ética de un jurado, “Doce hombres en pugna (1957)”

La injusticia, siempre mala, es horrible ejercida contra un desdichado.”
Concepción Arenal (1820-1893, Escritora y socióloga española)

Uno no se cansa de ver los filmes de calidad, sobre todo si los mismos abordan aspectos de actualidad y problemas que afectan a la sociedad.

La noche del 21 de julio LA2 proyectó en pantalla un clásico de todos los tiempos, se trata del drama del director Sidney Lumet, “12 hombres en pugna”, que en España se titula “12 hombres sin piedad”, el cual cuenta con las actuaciones de verdaderas estrellas protagónicas o co-protagónicas como Henry Fonda, Lee J. Cobb, Martin Balsam, Jack Warden, E.G. Marshall, Robert Webber entre otros.  

La película se realizó con pocos recursos, ya que se desarrolló en una habitación casi todo el tiempo, donde un jurado intenta condenar a un adolescente sin entrar en un análisis de la verdadera culpabilidad del supuesto reo. Los jurados llegaron con la idea de terminar rápido, o sea matar y salar, pero encontraron un escollo cuando uno de ellos declaró al reo inocente y expuso cuidadosamente sus argumentos.

Pocos valores daban a la vida de una persona joven, que de ser declarado culpable iría sin más remedio a la cámara de gases. Cuando no se valora correctamente el bien y el mal de una persona, entonces ya uno puede comenzar a poner en duda la ética de los que juzgan. Eso fue precisamente lo que quiso el guionista del filme, Reginald Rose, reflejar. Los elementos de la trama fueron tomados de un proceso similar, de ocho horas de duración, en el cual Rose tuvo la oportunidad de participar como Jurado.

Lo interesante de la película es como poco a poco se van desgranando los elementos que podrían culpar o inculpar al reo, trabajo que en la corte no se llegó a realizar y que puso en tela de juicio el pobre papel del abogado defensor designado para el reo.

Los sentimientos de los jurados son importantes en estos casos. A una persona llena de prejuicios le resulta difícil llegar a conclusiones justas, a una persona que discrimina, otro tanto. Sin embargo, lo penoso es que lograr conciencia sobre la vida de un hombre fue una labor ardua de parte de quien objetó la culpabilidad. Él podía estar equivocado, pero sus méritos radican en su análisis, donde siempre puso por delante la vida del adolescente.

De cierta forma, la trama nos hace pensar en la injusticia de la pena capital, más aún cuando se trata de una vida joven, alguien a quien se puede reeducar. Privar la vida a cualquier ser en el mundo es algo que se sale de las normas de humanidad en las sociedades modernas. En el caso de los EE.UU. se sabe que muchos han sido injustamente castigados con la pena capital.

Ahí radica el valor de esta película y por lo que no cansa verla repetidamente. Lo que era injusto en la década de los 50, sigue siéndolo en el nuevo milenio. La injusticia perdura y las penas capitales no han desaparecido. Muchos países aún las practican sin ninguna piedad.

Escrito por Esteban Hernández, 22 julio de 2020, con información consultada en IMDB.com y https://www.britannica.com/biography/Reginald-Rose

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