“El hambre es la manifestación más extrema
de la pobreza y la privación humana.”
FAO (2003)
Un nuevo 10 de diciembre, otro aniversario más de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo cual ocurrió en 1949, y que a partir de 1950, la Asamblea adoptó la resolución 423 (V), invitando a todo los Estados y organizaciones interesadas a que observen el 10 de diciembre de cada año como Día de los Derechos Humanos.
De más está decir que este documento es obviado por muchas administraciones en el mundo. Otras hacen el paripé de hacer algo cuando en realidad no hacen nada. Los regímenes opresivos son unos cuantos en varios continentes.
No obstante, esta vez es menester detenernos en una asunto de vital importancia, el derecho del hombre a comer, y el combate contra el hambre y la malnutrición, para lo cual se necesita economía productiva de alimentos, que garanticen el nivel necesario de calorías en la población.
Los datos de FAO parecen ser casi siempre los mismos. Desde 1996, cuando se efectuó la primera cumbre sobre la alimentación en Roma, se habla de más de 820 millones de personas hambrientas, cifra que puede ser superior, ya que la misma se basa en los datos que aportan los gobiernos, las que no siempre son de fiar. Por otro lado hay una cifra parecida de malnutridos, esos que comen una vez y poco al día, además de otros que padecen de obesidad y sobrepeso.
El artículo 25 de la Declaración Universal dice claramente: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”
Ese artículo se puede ver como insuficiente, sería muy práctico tener uno solo reservado al asunto de la alimentación de manera que obligue a los gobiernos a tomar medidas para garantizar comida para la población. En ese empeño deben participar activamente los donantes, las agencias internacionales y las ONG, pero el papel primordial le corresponde a los gobiernos, los que deben poner no menos de un 8% de su PIB dedicado a la producción de alimentos y su distribución sobre todo en aquellas poblaciones con menos recursos económicos.
La cifra arriba indicada es la que en fecha reciente recomendó el Banco Mundial a los países para afrontar el problema de la alimentación.
Decía un artículo del periodista Armendáriz Arbizu (2016), que hablar de hambre es hablar de la tiranía, de la falta de oportunidades, es decir la desigualdad y la injusticia. Quien padece hambre son los seres más débiles que debieran estar más protegidos. Los niños desnutridos, aunque no mueran de hambre, tienen hipotecado su futuro por la insuficiente alimentación, escasa en nutrientes para su desarrollo físico, intelectual, afectivo y social.
Luego agregaba, en su edad adulta, marcados por su deficiente desarrollo, tendrán limitado su acceso al trabajo y oportunidades. Un país que alberga ciudadanos con hambre y desnutrición también tiene limitados sus recursos y desarrollo pues su potencial más valioso, el humano, está disminuido en sus posibilidades.
La población del mundo sobrepasa los 7 mil millones de habitantes en la actualidad y se puede afirmar que la producción existente de alimentos bastaría para dar de comer a todos. Se sabe que un 45% de lo producido termina de una forma u otra en los basureros, lo que conlleva a alimentos que podrían ser una importante contribución en el desarrollo de poblaciones necesitadas en el mundo, pero que también implica un gasto innecesario de insumos incluida agua y fertilidad del suelo cuando la misma termina en el basurero.
Lamentablemente la solidaridad humana tiene límites incomprensibles, donde el comercio y sus políticas suelen ser más importantes que lo que necesita el ser humano en este planeta Tierra. Martín Caparrós, escritor argentino del libro “El hambre”, opina que este problema no es de pobreza, sino de riqueza, y de concentración de la misma. Si hay tanta gente que no come, en su opinión, es porque otros lo hacen de manera “absolutamente desproporcionada e injusta”. Ante esta realidad, la producción agrícola en cada país se hace necesaria.
El desarrollo de los países llamados elegantemente en vías de desarrollo, así el desarrollo sea próximo a cero, dependerá mucho de las proyecciones que hagan sus administraciones a fin de aumentar la productividad agrícola, salirse de esquemas de producción de supervivencia, algo muy común en países de África al Sur del Sahara, y adoptar las modalidades que permitan incorporar la fuerza laboral existente en sistemas urbanos o periurbanos, intensivos y extensivos de producción agrícola. Es menester también crear infraestructuras agrícolas que permitan la producción, su beneficio y distribución.
Las administraciones que se hagan sordas ante el reclamo de la población de los alimentos que les corresponde, no merecen ocupar el lugar que ostentan. Ningún país puede vivir tan solo de las ayudas alimentarias que aportan asiduamente un número de países desarrollados, es hora de garantizar su propia producción para consumo interno y de exportación. Es cierto que los fenómenos adversos naturales, como huracanes, terremotos y otros han aumentado en las últimas décadas, lo cual ha afectado seriamente a muchos países pobres. Aun así, se impone una producción sostenida de alimentos, donde los agricultores reciban todo el apoyo de los gobiernos y luego esa producción se traduzca en la reducción del hambre imperante.
Un pueblo con hambre o malnutrido no puede jamás considerarse saludable. Ningún gobierno de nación del orbe puede declararse cumplidor de los Derechos Humanos mientras la alimentación de la población no esté garantizada.
Fuentes
Anon. 10 de Diciembre, Día de los derechos humanos. https://deportescineyotros.wordpress.com/2015/12/09/10-de-diciembre-dia-de-los-derechos-humanos/
Armendáriz Arbizu Fernando. 2016. El Hambre en el mundo, una cuestión de Derechos Humanos. Amnistía Internacional, Sección Española, 31/03. https://grupos.es.amnesty.org/es/navarra/grupos/pamplona/paginas/noticia/articulo/el-hambre-en-el-mundo-una-cuestion-de-derechos-humanos/
Laorden Carlos. 2016. El hambre es un problema de riqueza. El Páis, 11/07, https://elpais.com/elpais/2016/07/07/planeta_futuro/1467917036_253697.html