La MLB: contratos, injusticias y equipos débiles

Los buenos equipos se hacen grandes cuando sus miembros tienen
confianza mutua, la suficiente para vencer el “yo” por el “nosotros”.
Phil Jackson (ex entrenador en la NBA)

Todos estamos de acuerdo que el béisbol profesional, al igual que el fútbol, el baloncesto, el tennis y otras disciplinas más, es deporte y negocio, lo único que puestos estos dos aspectos en una balanza habría qué ver si es más una cosa que la otra en cada deporte. De ese grupo mencionado se excluye el boxeo, el que se presenta como un gran negocio, a veces oscuro.

En el caso del béisbol, cada año, terminada la Serie Mundial, aparece la lista de los agentes libres, modalidad inexistente hace seis décadas, y comienza al trapicheo de peloteros de un equipo a otro, sobre todo de aquellos que le queda un año para convertirse en agente libre o que se desea canjear por conveniencia de bolsillo.

En la década de los 50 y antes, los peloteros vivían muy pendientes de sus rendimientos, de sus errores a la ofensiva o a la defensa, y la mayoría sentía aprecio grande por su camiseta. El dinero importaba, pero no era tan fácil hacerse de un aumento salarial.

Cuenta la historia que, con los Yankees de Nueva York, equipo casi invencible en la Liga Americana, si algún pelotero entendía que se le debía dar un aumento, lo que tenía qué hacer era ir a hablar bajito, no en voz alta, con uno de los copropietarios, Daniel Topping o Del Webb. El más listo en ese orden de solicitudes era Yogi Berra. Los Yankees festejaban en gala el triunfo en la Serie Mundial y entonces Berra le insinuaba algo al respecto a uno de esos personajes. La respuesta casi siempre era de “sí, sí, date una vuelta por la oficina”. Otros peloteros se callaban o no lo intentaban. Esto sucedía casi 20 años antes que se incorporara la agencia libre en el Convenio Laboral de 1976 firmado por la MLB con el sindicato de peloteros.

Antes de la fecha indicada del acuerdo, casi todos los peloteros entonces vivían pendientes de cómo mejorar su rendimiento, ya que caso contrario, sea quien fuera, podía ser canjeado o enviado a las Menores hasta que recuperara su forma, tampoco tendría forma de obtener un aumento salarial. Un ejemplo claro e injusto fue el del torpedero Phil Rizzuto, el MVP de 1950, un mago en su posición, quien en 1956 los Yankees despidieron el mismo día de las Viejas Glorias. ¡Qué manera más justa de incinerar a un defensor estrella del campo corto por años en esa franquicia!  A Rizzuto le decían Holly Cow (Vaca Sagrada), la idea era enviarlo a los Atléticos de Kansas City, una rara sucursal de los Yankees jugando en la Liga Americana también. Rizzuto no aceptó, por lo que dijo adiós a su juego en el terreno y se dedicó a la tarea de presentador, algo que se le daba muy bien, ya que relataba muchas de sus vivencias como pelotero durante las trasmisiones.

El otro caso ocurrió terminada la Serie Mundial de 1956 cuando los Dodgers de Brooklyn decidieron canjear a su pelotero emblema, el legendario Jackie Robinson, a los Gigantes de Nueva York. Robinson no aceptó ese cambio y decidió retirarse del béisbol, abrió una especie de cafetería-bar en Nueva York y no más béisbol.

Era tanto el amor a la camiseta por parte de Rizzuto y Robinson, que ninguno de los dos aceptó jugar para otro equipo. A veces hubo aceptaciones, las que tenían su justificación. Fueron los casos de Hank Aaron y Willie Mays por citar dos ejemplos. Aaron jugó de toda la vida en la franquicia de los Bravos, equipo en el que logró romper el récord de jonrones de por vida de Babe Ruth, pero quería dejar un récord más alto y se decidió jugar dos temporadas más, pero en Milwaukee, ciudad que había sido sede de los Bravos hasta 1965. Willie Mays fue otro caso casi idéntico, de siempre jugó con los Gigantes hasta que lo canjearon en 1972 a los Mets de Nueva York, donde jugó dos temporadas más. Era Nueva York, ciudad en la que Mays se había iniciado para los Gigantes, donde jugó durante sus primeras seis temporadas hasta el cambio de sede de la franquicia para San Francisco.  

Mickey Mantle comentaba en su libro (ver fuente abajo) que, los peloteros en banca siempre estaban discutiendo qué hacer para mejorar su rendimiento al campo, lo que lanzaba cada pitcher rival, cómo alcanzar una base más, nadie se ponía a discutir como estaba la bolsa o los intereses bancarios. El béisbol era el tema a diario, todos sabían que había competencia incluso dentro del equipo por ocupar una posición como regular y eso se ganaba con el esfuerzo diario.

Hubo canjes como siempre, pero eran hasta lógicos, los de hoy hay que decir que en algunos casos pesa más el dinero ahorrado que el interés por elevar el nivel de competitividad del equipo. Miren este canje en el pasado, Rocky Colavito de los Indios (ahora Guardianes) a los Tigres a cambio de Harvey Kuenn en abril de 1960. Dando y dando, Colavito había sido líder en jonrones (42) en 1959, mientras que Kuenn había sido en esa misma temporada líder en hits (198), doble (42) y de bateo (,353). Hoy un casi Cy Young se oferta en canje por cuatro o cinco piezas de talento incierto.

Es cierto que ya los peloteros no son mangoneados como en épocas anteriores a la década de los 70 en el pasado siglo, por lo que ya ellos exigen salarios que se elevan proporcionalmente a su performance, algo justo, ya que, si se dejan a los dueños del negocio decidir, la paga sería ridícula. Miren el caso de Randy Arozarena, su salario no llega a medio millón anual, póngale Ud. el nombre a este asunto. Se trata de un pelotero que rinde, juega a la pelota con el alma y ya ven, de él casi no se habla, ¿saben por qué? No hay tantos millones de por medio, por lo que no es sensacional. El hombre que discutió con Shohei Ohtani la condición de mejor pelotero del clásico mundial de 2023, gana menos de medio millón según indica baseball-reference.com.

Uno lee todos los días los grandes cintillos del béisbol de la MLB, sobran las especulaciones, más que noticias, de qué equipo finalmente firmaría al nipón superestrella Shohei Ohtani. El otro es el dominicano Juan Soto, otro excelente jugador, pero se habla más de dinero y contrato que de su juego en sí, de cómo encajaría en tal o más cual novena, el negocio por delante y, con todo respeto, eso le hace daño al deporte. Los Yankees se hicieron de los servicios de Soto y ahora tendrán que inventarse un jardinero central regular. Aaron Judge juega el derecho como Soto, Alex Verdugo es ahora parte de los jardineros de los mulos, pero el arizoniano suele jugar las alas de los jardines. Ya se las arreglarán, supongo.

Hay contratos muy justos y otros que ni hablar de ellos. Los cubanos llegan al béisbol profesional con una mano delante y otra atrás. Muchos no habían visto cien dólares juntos antes de llegar a los EE. UU. Por eso, ellos son usualmente mercancía barata en la mayoría de los casos, con algunas excepciones, a causa de expectativas infladas e inventadas por su representante. Arozarena, Luis Robert Jr. y Yandy Díaz, entre otros, no lograrán altos salarios en los conjuntos en que juegan. Tampa es un equipo de bajo presupuesto, el que, por cierto, sabe manejar muy bien y merece admiración, pero los Medias Blancas es otra historia. La salvación de estos peloteros es salirse tan pronto les llegue el primer año de arbitraje y explorar mejores opciones en otros equipos. Leía una información, me pareció una especulación, que afirmaba que los Medias Blancas de Chicago le estaban ofreciendo un contrato de 10 años a Luis Robert Jr. por 100 millones. De ser veraz, es toda una burla, Luis Robert Jr. cuesta y costará más de 10 millones anuales en el presente lustro y después.  Claro, no es de extrañar eso en el caso de los Medias Blancas, famosos por sus contratos de a codo. Es de hecho la franquicia que más cubanos contrata, no por amor a Cuba, sino por lo poco que cuesta contratarlos.   

Hay que respetar a todos esos conjuntos que tratan de hacerse de los mejores peloteros en la agencia libre o aquellos que, en pro de aumentar la fuerza del equipo, realizan canjes inteligentes. Pongo un ejemplo y en una misma ciudad, sean los Yankees como los Mets están empeñados en conformar alineaciones poderosas, capaces de ganar división, liga o serie mundial. Los Padres de San Diego han hecho un enorme esfuerzo para sacar a su equipo adelante, pero las adquisiciones y canjes no les han funcionado, pero el esfuerzo ha estado y está presente. Los Cachorros y los Cardenales están envueltos en la búsqueda de peloteros de calidad a contratar, no se quedan atrás los Bravos y los Azulejos de Toronto. Los Orioles como el Arizona lograron armar equipos muy competitivos en 2023, ni que hablar de los Vigilantes de Texas en plena competencia con sus vecinos, los Astros de Houston. La mayoría hace su esfuerzo en función del presupuesto disponible, pero no todos se mueven en esa dirección.

Hay equipos que, si jugaran en ligas europeas de fútbol, estarían en ligas inferiores, como son los casos de los Reales de Kansas City, los Medias Blancas y los Atléticos de Oakland. En el fútbol si un equipo no juega al nivel exigido es bajado, en la MLB eso no pasa, ni le pasa por la cabeza al comisionado.

La División Central de la Liga Americana es la más débil probablemente en todas las Grandes Ligas, pero uno no puede afirmar que los Mellizos de Minnesota o los Guardianes de Cleveland se comporten igual que los equipos antes indicados, sobre todo los Reales y los Medias Blancas. Minnesota siempre trata de reforzar su nómina, los Guardianes, con un buen sistema en las Menores, de los mejores, como lo son los de Tampa, Baltimore o Dodgers, regularmente presentan figuras jóvenes de calidad.  

Es muy lamentable ver dueños echarse los pesos en el bolsillo sin mucho esfuerzo, entretenidos promoviendo paquetes de entradas con cerveza, hot dog y parqueo incluido, que su equipo gane o no, eso no es problema, en definitiva, en esas ciudades la población no tiene otro entretenimiento. Los contratos aquí son usualmente de uno o dos años, y se recluta, por consiguiente, peloteros en baja, viejos y próximos al retiro o mediocres de siempre. El poco interés del llamado front office es como el covid-19, contagia a los peloteros de tal manera, a los que les da igual ganar que perder. El lanzador dominicano Johnny Cueto hizo unas críticas muy puntuales cuando jugaba con los Medias Blancas de Chicago en 2022, sus palabras denotaban poco entusiasmo a nivel de equipo y una enorme decepción con la dirección de Tony La Russa, ni siquiera parecido a aquel que había ganado varias series mundiales en el pasado. Un año después este conjunto trajo a un novato como mánager, nada cambió, incluso empeoró, para colmo el lanzador Keynan Middleton, canjeado a los Yankees, hizo afirmaciones sobre la indisciplina existente en ese conjunto, peloteros durmiendo en banco durante el juego, pocas indicaciones o consejos para superar deficiencias, tácticas de juego. Realmente preocupante, pero la MLB no hace nada para corregir estos problemas, por lo que dueños, gerentes y comparsa de esos conjuntos siguen haciendo lo mismo sin tomar en cuenta al mayor contribuyente, el aficionado, quien paga buena parte de esos salarios con su asistencia al estadio.

Así que hay dos antípodas en el béisbol actual, equipos que gastan un enorme capital para alinear escuadras potentes al campo y otros que hacen todo lo contrario, y terminan afirmando estar en reconstrucción como para justificar sus deficiencias. En esos equipos débiles, la apatía es evidente, molesto es ver peloteros que salgan sonrientes después de un ponche con un strike cantado o aquel a quien se le cae pelota mansamente y comete un error, el que luego se revierte en carreras para el rival. Respeto a la afición es la palabra de orden en estos equipos del montón. La MLB vive más preocupada con el presupuesto que gastan los equipos, hay normas para multarlos si se pasan del umbral admitido, pero nada se hace cuando el equipo es francamente un instrumento de otra cosa, que nada tiene que ver con el deporte y el espectáculo.

Fuentes

Anon. 2014. Phil Rizzuto / Biografía. Béisbol 007, octubre. https://beisbolnew.wordpress.com/2014/10/05/phil-rizzuto-biografia/

Baseball-reference.com.

Mantle Mickey. 1992. My favorite summer, 1956. Bantam Doubleday Dell Publishing Group.

Esteban Romero
12 diciembre de 2023

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