Antonio Pacheco Massó dio mucha gloria a su país y un lugar
de honor le pertenece en la tierra que lo vio nacer, sencillamente
fue uno de los grandes peloteros de las series nacionales y
selectivas, y de los equipos Cuba.
En la temporada de 1980-81 el destacado Antonio Pacheco Massó debutaba con el equipo Santiago de Cuba, campeón de la edición anterior de series nacionales. Recuerdo haberlo visto en un juego sabatino televisado. Fue entre el conjunto santiaguero y los Vegueros que marchaban en primer lugar de la contienda, la que al final ganaron. La TV siempre ha tenido la costumbre de seguir al equipo ubicado en la cima del torneo.
El muchachito que cubría el campo corto era Pacheco, el que no dejó de realizar un par de marfiladas en la posición. Comenté entonces que podría ser un buen prospecto, pero aún verde. Al parecer Evenecer Godínez estaba lesionado, era lo único que justificaba que el director Manuel Miyar lo hubiera puesto a jugar y contra un equipo tan potente como los Vegueros.
Esa fue la primera vez que vi a Pacheco a jugar. También noté que no era ningún out al bate, en dos ocasiones la chocó bien. Cuán equivocado estaba, el muchacho comenzó a fildear, no dejó de batear y ya no se le podía sentar.
En 1982 hizo la selección juvenil al campeonato mundial juvenil en Barquisimeto (1982), donde por coincidencia hiciera combinación alrededor de segunda con un jovencito de 15 años, Linares de apellido. Los habaneros enseguida especularon que era familia de los Mantecaos Linares, se equivocaban, es Omar, el hijo del pinareño Fidel Linares.
Vino la IX Selectiva (1983), los Orientales tenían un problema alrededor de la segunda. Pacheco era ya un bate seguro, estaba el veterano Agustín Arias, campeón de bateo en la anterior selectiva, y también el eficiente y pimentoso camarero, el guantanamero Wilfredo Hernández. Agradable dolor de cabeza para el mentor Carlos Martí, pero sucedió un imprevisto, Arias se lesionó (más nunca jugó) y fue baja por toda la temporada, quedaban dos camareros en la porfía por la posición de la intermedia. Para el campo corto Evenecer Godínez estaba presente que, si bien ya se desenvolvía bien defensivamente, al bate no tenía aún el desempeño que tuvo series después. Martí halló la solución, Pacheco al campo corto y Wilfredo a segunda, combinación que funcionó bien, ya que ambos aportaron mucho también a la ofensiva. Orientales arrancó en punta en aquella serie, pero luego no pudo ante el empuje de un equipo de las Villas demoledor.
Al término de aquella serie, vino la pre-selección como era de esperar. Cuba tenía ante sí dos eventos importantes, la Serie Mundial amateur en Amberes, Bélgica y los Juegos Panamericanos en Caracas (1983). Casi todo el mundo pensó en la posibilidad de que el camagüeyano Sergio Quesada hiciera el equipo conjuntamente con Pedro Jova y Alfonso Urquiola. Quesada aportó mucho a la causa de su equipo y en realidad merecía hacer el Cuba, pero hubo un pero. No se me olvida una breve entrevista que se le hizo al lanzador Julio Romero en aquel entrenamiento, quien dijo algo así: “por ahí tenemos un chiquito que lo hace todo bien, lo mismo da que lo pongan en segunda, tercera o el sior, lo hace todo bien y al bate luce muy ajustado.” Julio estaba hablando de Pacheco.
En Bélgica se hizo cargo de la segunda base y en Caracas jugó más como torpedero. Pacheco fue un bateador muy estable y eso le ayudaba a sustituir a peloteros del calibre de Jova o Urquiola. En la Serie Mundial que tuvo lugar en la Habana (1984), nuevamente Pacheco se adueñó del campo corto y lo hizo muy bien. En lo sucesivo, todo es ya historia, 25 veces integrante del equipo Cuba. Desde 1986 capitán de la selección, responsabilidad ganada por su juego y su seriedad en el terreno.
En Series Nacionales y Selectivas fue un bateador muy oportuno, capaz de darle a la bola por detrás del corredor, perfecto para un hit and run. También muy oportuno, le daba cuando hacía falta. Pedro Luis Lazo se debe acordar del palo que le conectó para decidir el juego que coronaba al Santiago de Cuba campeón de la XL Serie Nacional (2000-01). Pacheco dio en su carrera muchos batazos a la hora buena. Aquí van sus lideratos ofensivos en las 22 series nacionales (incluye selectivas) que jugó en su carrera:
- Co-líder en dobles (6) (empatado con Pedro Luis Rodríguez) en la XXII Serie Nacional (1982-83)
- Co-líder en hits (60) (empatado con Fernando Sánchez) y líder en triples (4) en la XI Serie Selectiva (1985)
- Co-líder en carreras anotadas (40) (empatado con Omar Linares) en la XXVI Serie Nacional (1986-87)
- Líder en hits (88) y co-líder en dobles (16) en la XIII Serie Selectiva (1986)
- Líder en sacri-fly (9) en la XXXVI Serie Nacional (1996-97)
Además de ser el mayor productor de imparables (2356) y de dobles (366), y ser el tercero en promedio ofensivo (334). Sus números totales ofensiva y defensivamente:

Una de sus características fue su sencillez. En una entrevista que le hicieran en la Habana, a él lo catalogaron de jonronero y enseguida aclaró que era bateador de líneas y machucones, pero no de jonrones. En realidad, así fue, pero con el tiempo, Pacheco se codeaba entre los bateadores de poder en el país. El batazo que dio una vez por el jardín izquierdo del Latino solo lo superó el que dio en su día Julio Germán Fernández. El jonronazo de Pacheco picó en la última grada superior y se fue a la calle, por ahí después, Julio Germán.
Hay quien lo critica como director, he oído a mucha gente fanática del centro del país expresarse nada bien de Pacheco, es para reír, ya que el Santiago de Pacheco, durante su mandato, nunca más fue eliminado en semifinales. Ganó tres campeonatos por la puerta ancha en las temporadas que dirigió del 2004 al 2011. Lo de Beijing fue una derrota, pero con las botas puestas. El zurdo Ryu estaba imbateable en el juego final. Aquí van sus resultados como director en series nacionales.

Un buen día decidió irse a EE.UU., ¿qué tiene eso de malo o dañino? Pacheco no era un funcionario del gobierno, no era funcionario del Partido, era ya un pelotero retirado y un entrenador activo. No aceptó la propuesta de millones que una vez le hicieran los Azulejos para jugar en Grandes Ligas, prefirió jugar en Cuba y representar a su país hasta que otro buen día los ejecutivos del béisbol cubano le dijeron de retirarse, algo que aceptó junto a otras estrellas. Se desempeñó como director de equipo en series nacionales y luego con el Cuba, todo se hizo sin que se pueda hablar de indisciplina o incorrección, pero hay interioridades que no conocemos y, como se dice, las cajas personales de cada individuo tienen su límite, una vez llenas se toman otros rumbos, pues como dice el artículo 4 de los derechos humanos: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre…” o el artículo 13: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
Pacheco tomó su decisión, la mayoría del pueblo dentro y fuera de Cuba hemos visto eso como algo normal, nada delictivo en ello, incluso los propios compañeros de Pacheco en Santiago de Cuba y en el equipo Cuba jamás han dicho nada contrario a esa decisión. Pacheco es respetado por todos los que amamos este deporte, pero tampoco admitimos que se le quiera anular en la memoria de las actuales y futuras generaciones.
Antonio Pacheco Massó dio mucha gloria a su país y un lugar de honor le pertenece en la tierra que lo vio nacer, sencillamente fue uno de los grandes peloteros de las series nacionales y selectivas, y de los equipos Cuba. Pacheco, como miles de cubanos en el exterior, pueden haber pensado de una manera en el pasado y llegado a un punto, por las razones que sean, haber cambiado de opinión radicalmente, pero de nuevo, eso no demerita en absoluto sus logros, como tampoco es argumento para excluir su número sobre el banco del equipo Santiago de Cuba en el estadio Guillermón Moncada. Buscar herejía donde no hay, es perder el tiempo, y los que sancionan a la larga podrán ser castigados por la misma historia.
Escrito por Esteban Romero, 10 noviembre de 2020