Si Ud. quiere visitar una ciudad con espíritu, vaya a Calcuta.”
Vir Sanghvi (1956, periodista-escritor británico)
La primera vez que visité la India en misión de trabajo, la idea de los anfitriones era la de llevarnos a visitar Kolkata (Calcuta) y sus empresas productoras de químicos, pero los planes cambiaron y como se dijo anteriormente, la visita fue a Mumbai. No obstante, previamente los locales nos hablaron que en Calcuta los elefantes eran visibles por doquier. Eso fue hace más de 30 años, nada de eso es cierto en la actualidad.
Calcuta fue el lugar donde María Teresa hizo gran parte de su obra benéfica, fue igualmente hogar del famoso poeta bengalí Rabindranath Tagoré, premio Nobel de la literatura en 1913.
Invitado no hace mucho a una conferencia nacional, decidí visitar Calcuta, adonde llegar no es fácil si uno busca un boleto económico. La opción más factible fue la de volar desde Valencia, España a Estambul, Turquía, de ahí a Delhi y horas después de la llegada a la India, volar a Calcuta con una línea local. Un viaje largo de más de 19 horas, al final uno termina completamente cansado. A eso hay que sumar las enormes colas para el chequeo del pasaporte en el aeropuerto de Delhi.
La conferencia era fuera de Calcuta, hora y media del lugar, así que se dejó para el final una visita de tres noches para ver esta ciudad. Busqué los elefantes y no vi ninguno en esa urbe, creo que se les encuentra mejor en Jaipur o en la misma Delhi, así que era falso o ya todo cambió. Calcuta fue capital de la India británica hasta 1911 y era la urbe más poblada de la India en el pasado, puesto cedido a Mumbai. Así y todo, en la capital bengalí hay más de 15 millones de habitantes, aunque no se me hizo difícil caminar. Algún que otro vendedor ambulante se me acercaba, le respondía en cualquier idioma que no fuera inglés, así se alejaban.
En Bengala se habla la misma lengua que en Bangladés, o sea el bengalí, aunque casi todo el mundo habla hindi, mientras que la religión es hinduista mayoritariamente, pero no faltan musulmanes venidos de la vecina Bangladés. Bengala occidental tiene límites también con Nepal, de donde vienen muchos comerciantes. Calcuta como toda Bengala Occidental fueron parte de los dominios de los mogoles, gobernantes dinásticos musulmanes que se habían instalado inicialmente en el norte de la India desde Asia Central. De ahí que la influencia islámica esté presente en esta ciudad, de hecho, el 24% de la población bengalí occidental es musulmana.
Los mercados, como en el resto de la India, abundan, venden de todo y a precios razonables para un bolsillo occidental, pero el objetivo no era ir a regatear, era conocer esta ciudad y su historia. La mejor opción alquilar un taxi con chofer que lo lleve a uno a los lugares más importantes, eso se puede arreglar en el hotel y los precios son igualmente razonables.
El primer lugar visitado fue un templo, ese día abarrotado de personas. Ni recuerdo su nombre. Para entrar hay que quitarse los zapatos y las medias, así descalzo lo llevan delante de un altar, a falta de guía, era como un analfabeto, por lo que decidí regresar por mi calzado, no sin antes comprar agua para lavarme los pies.
De ahí fuimos al Victoria Memorial, donde tuve que esperar un rato para entrar. Se trata de un palacio construido en el plazo de 15 años, el que se realizó después de la muerte de la reina Victoria en 1901, o sea se comenzó en 1906 y se concluyó en 1921. Los mandamases británicos aportaron los fondos para esta edificación. Muchos locales van a este lugar a pasear por sus jardines, que fue lo que hizo el que suscribe. Todo muy bonito y ordenado en el lugar.
De camino le pasamos a la Catedral St Paul, no daba deseos de bajarse a visitar un templo de religión extraña en el país. Se construyó en el período de 1839-1847. Es de suponer que su religión sea anglicana. Sus exteriores son elegantes.
En la tarde la visita fue al Puente Howrah, que une a Calcuta con la localidad de Howrah. Esta obra, realizada en el período de 1937-1943, es arquitectónicamente atractiva a los ojos del visitante. El puente pasa por encima del río Hooghly o Hugli, efluente del río Ganges, sagrado para los hinduistas. Bañarse allí es algo muy religioso. El puente tiene una longitud de 705 metros. El río ha sufrido una reducción del nivel del agua en las últimas décadas.
En la orilla oriental del río mencionado se halla el Dakshineswar, templo dedicado a Kali, la madre universal, destructora de la maldad y de los demonios, y santa patrona de la ciudad de Calcuta. Allí la cola para entrar al templo era larga y nuevamente a quitarse el calzado, por lo que preferí pasear por los alrededores y apreciar muchas cosas interesantes, lo mejor es ver como la población se baña en el río Hugli, curso de agua sagrado y secular en la India. Lo otro es que no faltan los mercados, pero algunos graciosos tienen monos en los mismos, que no tienen nada de mansos, así que cuidado, no se acerque a ellos ni por curiosidad.
Otro lugar visto de fuera es el Palacio de Mármol construido en 1835 por orden del rajá Rajendra Malik. El lugar tiene muchas artesanías, pero no estaba abierto al público. Así que me tuve que conformar con verlo de fuera.
Había sido invitado a la Universidad Presidency, la primera moderna en la India, fundada en 1817. Era para una charla a los estudiantes en materia de malezas. En esta institución estudian unos 100 mil estudiantes y más de 5 mil en estudios de post grado. La visita resultó agradable y los estudiantes prestaron mucha atención a lo que les impartí allí.
Una mañana completa se dedicó a la visita del Museo de la India, donde disfruté realmente de la misma. Se trata del museo más grande y antiguo de la India. Primero era conocer aspectos de la historia de la India, luego tienen una parte científica, sobre todo en el área de biología, donde uno recibe un “baño” de conocimientos en biología molecular.
Calcuta tiene mucha población, pero nunca observé las muchedumbres vistas en Mumbai. Por la calle se podía andar sin mucho problema, nadie me molestó, excepto algún que otro vendedor ambulante. En sus tiendas hay que regatear, nunca le dan un precio justo. Es un juego de sube y baja, naturalmente uno busca cosas típicas y no bagatela. El trato fue bueno en general.
Hubiera sido interesante visitar la reserva de tigres en los manglares, pero el tiempo no daba para eso. Había que priorizar ver Calcuta o dedicarse a los tigres, se optó por lo primero.
Escrito por Ricardo Labrada, 7 abril de 2021, con información histórica consultada en línea.