“Donde existe la esclavitud, es negada la dignidad humana, y avergüenza
a todos los que dicen ser misericordiosos o comprometidos
con los débiles y vulnerables del mundo”.
Kofi Annan, ex -secretario general de la ONU
Uno de los países más pequeños de África al Sur del Sahara es Gambia, país que posee playas muy visitadas por los británicos, cuyas fronteras terrestres son circundadas por el Senegal.
Algunos datos sobre Gambia, país del África occidental, cuya capital es Banjul, aunque posee otra ciudad más grande, Serekunda. Su superficie es de apenas 10 mil quinientos quilómetros cuadrados, con una población de un millón novecientos mil habitantes, compuesta por unas treinta una etnias, donde sobresalen los Mande o Mandinka y los Wolof principalmente, lo cual implica que son varios los dialectos que habla su población. El nombre del país responde a que el llamado río Gambia atraviesa este pequeño país y desemboca en el Océano Atlántico. Económicamente depende de su agricultura, siendo los cultivos del maíz y del maní sus principales rubros.
Gambia se independizó de Gran Bretaña en 1965, se convirtió en República y ha sufrido de sublevaciones, una de ellas ocurrió en 1981 cuando algunos rebeldes con ideas de izquierda radical, tomaron el poder, el cual les duró poco, ya que la vecina Senegal intervino y se creó una confederación en 1982, la que llamaron Senegambia, que se disolvió en diciembre de 1989, con lo cual Gambia volvió a su estado original.
En el pasado Gambia era uno de los puntos preferidos por los colonialistas para apresar población que convertían en esclavos, los que usualmente iban a parar a una islita llamada Goré, que queda frente a la costa de Dakar, capital de Senegal. Allí los amontonaban en condiciones infrahumanas, algunos morían, mientras que los sobrevivientes eran enviados como esclavos a varios países de América. Unos terminaban en EEUU, otros en las islas del Caribe.
En 1991 tuve la oportunidad de visitar este país por razones de trabajo. Allí había un proyecto en materia de control de malezas parásitas en maíz, financiado por el PNUD y ejecutado por la FAO. Me tocó supervisar el proyecto y a tal efecto visité Gambia en setiembre del año ya indicado.
La capital de este país es pequeña y realmente no le encontré atractivo. Los turistas ingleses si abundan en los hoteles a lo largo de las playas. En el recorrido por las zonas agrícolas donde operaba el proyecto, veía que era algo difícil trasladarse de un lugar a otro sin tocar algo del territorio de Senegal. Las etnias del sur de este país son las mismas que en Gambia. Después del recorrido, el coordinador del proyecto, un especialista de Gana, me llevó a un lugar que se llama Albreda/Juffureh. Previamente me había dicho que el héroe de la novela “Raíces”, obra del escritor norteamericano Alex Haley, había nacido y vivido allí hasta que fue apresado y esclavizado. Conocía de esta obra por la serie que vimos por la TV en Cuba. El coordinador del proyecto no habla ninguno de los dialectos del país, pero por suerte ahí estaba Sonko, técnico medio graduado en Costa de Marfil, quien además de ser Mandinka, hablaba bien los dialectos del lugar, el francés y el inglés.

Alex Haley, autor de la novela «Raíces», y LeVar Burton en el papel de Kunta Kinte en el serial TV
Al llegar allí Sonko me dijo de hablar con Binta Kinteh, prima de la séptima generación de Kunta Kinte o luego llamado Tobey Waller en EEUU. Sonko obviamente sirvió de traductor. Ante todo me identifiqué como cubano, ella me preguntó que dónde quedaba eso, o sea Cuba. Le dibujé en papel un mapa rústico y le señalé los lugares adonde eran llevados los esclavos, islas del Caribe, Venezuela y EEUU. Binta enseguida me corrigió, me dijo que los Mandinkas jamás han sido esclavos, los trataron de esclavizar, pero no lo lograron. Ella se refería a la dignidad de su pueblo.

Binta Kinteh
Hablando ya de Cuba, le dije que en nuestro país había llegado una buena parte de los Mandinkas que fueron apresados. Muchas de sus costumbres pasaron a integrarse de cierta manera en las entonces existentes, incluso su música se hizo sentir igualmente. Hay una canción, cuyo estribillo no lo conocía bien, siempre me decía que era Chichiricú Mandinga, se lo dije a Binta, la que enseguida me rectificó, lo correcto es Kekereké Mandinga. Kekereké significa como una forma de dar vivas o alegría en su lengua.
Al inicio era yo quien preguntaba, luego ella pasó a preguntar. Lo primero fue que si conocía a Alex, el escritor de la novela. Ella creía que todo el mundo en Occidente se conoce de la misma manera que todos se conocen en Juffureh. Obviamente le dije que sabía que existía y conocía su obra pero no más. A continuación esto fue lo que me dijo:
“Alex vino aquí, se identificó como descendiente de mi primo Kunta, compartió con nosotros, aquí no tuvimos secreto para él, Juffureh era también su casa. Él vio cómo vivimos, no tenemos nada, y nos prometió que nos ayudaría a mejorar nuestra vida, hacer de Juffureh un lugar de interés para todos los turistas. Sin embargo, después que terminó su trabajo, más nunca supimos de él y no sucedió realmente nada. Juffureh siguió siendo tan conocido como antes y sin ninguna mejoría”.
Hizo una pausa y me preguntó sin rencor: ¿Sabe Ud. por qué no ha vuelto?
¿Qué podía saber yo sobre eso?, me dio pena que se le haya hecho una promesa para luego no cumplirla. La gente de Juffure les habría bastado con unos pocos miles de dólares para poder mejorar la vivienda y el lugar, incluso convertir el lugar en un verdadero museo para los turistas.
Alex Haley publicó su libro en 1976 y mi dialogo con Binta fue en 1991, había pasado quince años y no les llegó nada a los familiares de Kunta, aunque a decir verdad en Albreda/ Juffureh se han hecho algunas cositas que hacen más atractiva la visita. No tengo idea si lo hicieron los gobiernos de Gambia o fue por donaciones del exterior. Alex Haley murió en 2010.
Binta murió hace unos años, y mi traductor, Sonko, quien tiene igual nombre que el jefe de la comunidad de Juffureh, llegó a ser Ministro de Agricultura en Gambia. No sé si sigue en esta función. Tampoco sé dónde están las fotos que me saqué con Binta, ya de ese encuentro hacen 25 años. Su hijo me vendió una figurilla que él usualmente hace con madera.
Escrito por Ricardo Labrada (23 febrero de 2016)