“Suelos pobres, bajas precipitaciones, carencia de medios
y el azote de plagas es el escenario de la agricultura de la
mayoría de los países falsamente llamados en desarrollo.”
El autor

Mujeres en labores de desyerbes manuales
Por malezas todos entendemos el conjunto de plantas indeseables que deben ser eliminadas en áreas de interés económico y cultural. Este autor ha afirmado con anterioridad que su control es algo no muy valorado por parte de las autoridades de países y hasta de organizaciones internacionales.
Ese pensamiento de que todo se puede resolver con remoción manual y que otro método moderno podría reducir las posibilidades de empleos en la agricultura persiste en muchos medios. Claramente, quien así piensa es muy probable que no haya asistido jamás a un campo a realizar labores de desyerbes manuales, lo que implica esfuerzo físico muchas veces encorvado. Tampoco desyerbar manualmente ayuda a elevar la productividad agrícola.
Son muchas las situaciones que se pueden describir para demostrar lo inhumano del desyerbe manual en áreas que sobrepasen los 3-5 mil metros cuadrados. Si el agricultor tiene una hectárea de cultivo, imagínense el esfuerzo.
El 8 de marzo de 2018 fue un día muy bonito de reivindicación de los derechos de las mujeres. Se habló de brechas laborales, acosos sexuales y la violencia de género, todos esos asuntos de extrema importancia en el momento actual. El autor recordaba también esas mujeres de países pobres y hasta miserables, donde ellas son las que hacen todas las labores de campo, muchas de ellas hasta con ocho de meses de embarazo. Entre esas actividades está el desyerbe manual. Nadie dice nada al respecto, pues sencillamente el mundo desarrollado aún ignora la situación penosa del mundo pobre o miserable, al que a veces se le llama falsamente como mundo en desarrollo.
Las malezas deben ser tratadas como una vegetación que consta de un número variable de especies y que deben ser controladas a fin de poder obtener rendimientos económicamente aceptables para los agricultores. Una medida o un conjunto de medidas es lo más indicado a implementar para lograr reducciones satisfactorias. En medios pobres, las estrategias más indicadas son la rotación de cultivo, la asociación de dos cultivos, muy factible en áreas de moderada extensión, y el desyerbe manual usando implementos que puedan ayudar a elevar la productividad del agricultor.
Sin embargo, por razones propias del entorno, puede haber algunas especies de malezas que sobresalen, a las que hay que darle un seguimiento muy particular de control. En estos casos sucede que aparece la especie cubriendo buena parte del campo y la decisión es simplemente eliminarla.
Cuando esas especies son perennes o son parásitas es menester que el agricultor conozca algo de su biología, o sea cómo germina, emerge y cuáles son las condiciones del ambiente o culturales que pueden inhibir su población, ya que entonces se podrán diseñar vías integrales para su eliminación.
El Manejo Integrado de Plagas no puede hacerse el de la vista larga y no abordar estos problemas de malezas predominantes en áreas de cultivo. No se está hablando de malezas resistentes a herbicidas, pues una buena mayoría de los agricultores de los países pobres no usan herbicidas al no poder cubrir los gastos de compra de herbicidas o de una mochila para la aplicación en campo. Se habla de aquellas plantas indeseables que surgen como resultado de malas prácticas, las que a la larga han provocado esa predominancia adversa.
Comúnmente las parásitas radicales suelen surgir como problemas a raíz de la pérdida de fertilidad de los suelos acoplado con regímenes de escasa pluviosidad.
Los casos más concretos son los de las hemiparásitas del genéro Striga y las holoparásitas de los géneros Orobanche y Phelipanche, todas ellas actualmente dentro de la familia Orobanchaceae, las que no germinan en cualquier momento y requieren de condiciones determinadas para ello.
Striga es predominante en el África subsahariana y ataca cultivos de gramíneas como maíz, sorgo, millo y hasta la misma caña de azúcar. Dos especies sobresalen, una es Striga hermonthica y la otra S. asiática. Existen otras dos especies de limitada diseminación y que afectan a la leguminosa caupí, una es Striga gesnerioides y la otra Alectra vogelii.
Los géneros Orobanche o Phelipanche incluyen especies con mayor predominancia en el área del Mediterráneo, con infestaciones importantes en el Norte de África. Aquí sobresalen Phelipanche ramosa, P. aegyptiaca, Orobanche cernua, parásitas importantes en un número de plantas cultivables solanáceas (tomate, tabaco, pimiento y otras); y Orobanche crenata, especializada en cultivos de leguminosas.
Tanto unas como otras requieren oxígeno, humedad, rango adecuado de temperaturas del suelo y la presencia de exudado radical de alguna planta para lograr germinar. ¿Saben los agricultores de países pobres algo sobre eso? En un noventa por ciento lo desconocen.
Esas plantas parásitas suelen tener dos ciclos, uno subterráneo y otro aéreo. El agricultor debe entender que durante el ciclo subterráneo la parásita emite sus haustorios, mediante los cuales se fija a las raíces de la planta cultivable para poder extraer las sustancias orgánicas que le permitirán crecer y desarrollarse. Ese primer ciclo puede prolongarse entre 4 y 6 semanas. Por eso, cuando las controlamos, una vez emergidas, por vía manual, el daño principal de la parásita a la productividad de la cultivable se evita muy parcialmente. Es cierto que la eliminación de la parásita, antes que la misma fructifique, tiene un efecto positivo para el futuro, pues se previene la caída de semillas de la parásita al suelo, con lo cual se reduce su banco de semillas en el suelo.

Ciclo biológico de plantas parásitas radicales
La primera experiencia de este autor en control de parásitas fue en el marco de un proyecto nacional de FAO en Togo, donde las especies Striga hermonthica y Striga asiática son muy comunes. Allí los agricultores entendían que Striga era una enfermedad de las cultivables gramíneas, algo usual, pero lejos estaban de saber que eran otro tipo de plantas y mucho menos sobre su biología.
A los agricultores togoleses, agrupados en escuelas de campo, se les llevó a conocer de todos estos detalles, se les habló de la posibilidad de usar cultivos trampas en rotación, o sea aquellos capaces, con sus exudados radicales, de provocar la germinación de Striga a la vez que ésta no lograba fijar los haustorios emitidos, por lo cual al final morían. Por lo tanto dos elementos básicos a discutir y profundizar fueron:
- El ciclo de vida de Striga, y
- Los cultivos hospederos y otros cultivos-trampas de la parásita.
A partir de estos elementos, los agricultores comenzaron a proponer medidas de control, las que eran llevadas a discusión entre todos los participantes de la escuela de campo. Algunos aprobaban la rotación de cultivos, otros la aprobaban igualmente pero solicitaban que las autoridades de gobierno crearán mejores condiciones de mercado para aquellos cultivos no tradicionales que podrían ser incluidos en la rotación.

Una mujer agricultora explica sobre el comportamiento de las parásitas

Agricultores en escuela de campo con componente de control de Striga
Para el caso de Orobanche crenata, parásita muy común en el cultivo de habas, el desarrollo fue muy similar, aunque cabe aclarar que se sabe que el herbicida glifosato a una reducida dosis de 50 g i.a./ha controla eficientemente la maleza, pero incluso a esa dosis el herbicida puede provocar quemaduras en los tejidos jóvenes de las hojas de habas, por lo cual era menester saber en qué momento podría aplicarse de manera que no pudiera fructificar y así evitar caídas significativas de semillas al suelo. Este ejercicio se realizó en varios países del Norte de África.
Los agricultores norafricanos conocieron de la biología de la parásita y a su vez ensayaron varios momentos de aplicación del herbicida. Al final se vio que en cuanto comienza la emergencia de O. crenata en el suelo es cuando se debe realizar la primera aplicación, la que se repite quince días después. Los agricultores salieron muy satisfechos con estos resultados en habas, ya que los rendimientos del cultivo aumentaron en todos los casos.

Los agricultores estudian el comportamiento de Orobanche crenata

Momento ideal para la aplicación del control químico de Orobanche crenata
Aparte de las malezas parásitas ha habido otras experiencias positivas de capacitación de los agricultores a través de las escuelas de campo en el control de malezas. Uno de ellos fue el control del arroz maleza, que es sencillamente la misma especie del arroz cultivable, Oryza sativa. El término arroz-maleza generalmente incluye todas las especies del género Oryza que se comportan como el arroz y que crecen como malezas de ese cultivo. El arroz-maleza puede adaptarse a un amplio rango de condiciones ambientales. Los granos del mismo frecuentemente presentan el pericarpio rojo y por esta razón el término arroz rojo es comúnmente adoptado en la literatura internacional para identificar estas plantas. Este término, sin embargo, no es completamente apropiado ya que también existen granos rojos en algunas variedades cultivadas de arroz y porque, por otro lado, el color rojo puede estar ausente en varias formas de arroz-maleza. Tampoco es correcto llamar a esta especie arroz salvaje, término que si se adapta para otras especies como Oryza rufipogon, O. nivara y otras.
Muchos agricultores en América Central entendían que el arroz-maleza no era otra cosa que plantas de arroz enfermas, o sea no tenían idea de que era una planta con un comportamiento muy diferente a su similar cultivable. En un escenario de campo donde ambas especies están presentes, el arroz-maleza competirá con eficiencia con su similar cultivable por los mismos recursos vitales.
No ha faltado la pregunta de siempre, ¿existe algún herbicida que pueda controlar a esta maleza sin afectar al arroz? Sencillamente no lo hay, aunque algunos esfuerzos no muy exitosos se han realizado, o sea el uso de imidazolinonas para el control de arroz-maleza dotando de resistencia a los herbicidas indicados al arroz cultivable, tema sobre el cual habría que abordarlo separadamente en otro momento.
La forma más aceptable de control del arroz-maleza y sin otros riesgos es mediante la combinación de irrigación del terreno preparado a fin de provocar la germinación y emergencia temprana del arroz-maleza. Una vez en campo estas plantas pueden ser removidas mecánicamente o por vía química mediante el uso de glifosato. Pasado algunos días se puede sembrar el arroz, el cual podrá germinar y emerger en un campo con menos infestación de esa maleza.

Arroz-maleza
No obstante, eso no es suficiente. El banco de semillas de arroz-maleza suele ser alto, sobre todo si en un mismo campo solamente se cultiva arroz tras arroz. Es importante aclarar que en los suelos dedicados a la ricicultura otros cultivos no se adaptan fácilmente, lo cual es un verdadero hándicap en caso que se quiera realizar rotación. Reducir el banco de semillas es importante y la actividad antes indicada logra reducir una parte de esa población, pero es que sucede con mucha frecuencia que el agricultor utiliza su propia semilla de arroz, la que está contaminada de semillas de arroz-maleza. Incluso hay semillas de arroz en venta que aparecen con tolerancias de una semilla de arroz-maleza por quilogramo de semilla, lo cual no siempre se corresponde a la realidad, pero que incluso se puede calcular que un saco de un quintal de semillas (100 libras de arroz) contendría, con esa tolerancia, no menos de 50 semillas de arroz-maleza, que multiplicado por la norma de semillas a sembrar nos da que el agricultor estaría reinfestando su campo o aumentando la población de arroz-maleza.

Formas variadas de arroz-maleza
Dos fuentes tiene el arroz-maleza para lograr sus poblaciones, una es el banco de semillas ya existente y el otro es las semillas que puedan venir en las semillas de arroz a sembrar.

Agricultores en escuela de campo con componente arroz-maleza en Panamá
En Matagalpa, Nicaragua, se logró desarrollar una prueba interesante en el marco de una escuela de campo para el control de arroz-maleza, donde se utilizó semilla de arroz libre totalmente de arroz-maleza, a continuación se hizo el saneamiento, provocación de emergencia de arroz-maleza y su control con el uso de glifosato. Ya en el ciclo de arroz se realizaron las actividades culturales y fitosanitarias habituales. Al final los agricultores quedaron asombrados de que en esta nueva parcela el arroz había rendido un 25% más que en las otras que se hacía lo de siempre. Por otro lado, la limpieza del grano obtenido motivó a los agricultores preservar la cosecha para una futura siembra con dicho grano.
El componente de manejo de malezas no puede ser ignorado dentro del conjunto de medidas de reducción de plagas en un cultivo. El manejo tiene un efecto económico importante en los rendimientos del cultivo y su mejora ayuda a reducir horas de trabajo que consumen, sobre todo las mujeres de las familias campesinas, en actividades de desyerbes.
Escrito por Ricardo Labrada, 11 marzo de 2018