Los ojos de las estatuas lloran su inmortalidad.”
Ramón Gómez de la Serna
(escritor español 1891-1963)

El Cristo de la Habana. Foto del autor
Cada vez que uno se aproxima al Malecón de la Habana, sobre todo a partir del tramo donde está ubicado el antiguo edificio de la Marina de Guerra, uno puede ver bien la escultura del Cristo de la Habana, representativa del Sagrado Corazón de Jesús, obra de la escultora cubana Jilma Madera e inaugurada el 24 de diciembre de 1958.
Dicha escultura fue hecha de mármol de Carrara, importado de Italia, el mismo material utilizado en muchas esculturas que aparecen en el cementerio Tomás Acea de Cienfuegos. La obra tiene unos 20 metros de altura que reposa sobre una base de 3 metros. A esto se le añade que se encuentra en una altura del poblado de Casa Blanca, municipio de Regla, por lo que la escultura aparece a 51 metros sobre el nivel del mar.
Inicialmente no tuvo pararrayos y en 1961 un rayo la alcanzó. Los cubanos tienen costumbre de sacarle broma a cualquier cosa. Por lo que la leyenda de ese primer rayo, que le partió la misma corona a Cristo, es que Jesús veía entrar continuamente barcos soviéticos en la bahía de la Habana, en 1961. Eran tantos los que entraban, que el profeta exclamó: “Si esto no es comunismo, que venga un rayo y me parta”.

Foto del autor
En 1962 y 1986 cayeron rayos nuevamente sobre la escultura. Eso terminó una vez que se instaló un pararrayo en el lugar.
Escrito por Ricardo Labrada, 12 junio de 2018