“El golpe militar representa, en la época moderna,
la más horrenda, atroz y necia forma de asalto”.
Ali Ahmad Said Esber: Escritor, poeta, ensayista,
profesor y traductor sirio
“La ambición de poder es una mala hierba que sólo
crece en el solar abandonado de una mente vacía”.
Ayn Rand, seudónimo de Alisa Zinovyevna Rosenbaum.
Filósofa y escritora ruso-estadounidense (1905-82)
El filme «Siete días de mayo (1964)» fue una de las grandes obras del director John Frankenheimer, que contó con un reparto impresionante: Burt Lancaster, Kirk Douglas, Ava Gardner, Fredric March, Edmond O´Brien y Martin Balsam, casi nada diría cualquier experto en cine.

Afiche de «Siete dias de mayo»
Se dice actual al abordar un tema que tiene dos aspectos que hoy en día ocurren y se discuten. Por un lado un alto oficial del ejército norteamericano intenta dar un golpe de estado al presidente, hombre de paz y que llega a acuerdos importantes de desarme. Por otro, la posibilidad de que una persona impulsiva quiera llegar a gobernar para imponer todo su poder al resto de la población y del mundo igualmente.
Burt Lancaster caracterizó bien a ese tipo de militar ambicioso, capaz de inventar argumentos falsos para lograr su objetivo. Kirk Douglas, un hombre que simpatizaba con su jefe (Lancaster), es la cara del militar justo que honra verdaderamente a su constitución. Inimaginable que dentro de las filas de un ejército se tejan tantas artimañas para derrotar a un presidente. La trama del filme fue tomada de la novela de los escritores Fletcher Knebel y Charles W. Bailey II. Los militares golpistas instalan una base de operaciones secretas previendo el levantamiento final en un plazo de siete días, de ahí el título de la película.

Lancaster prepotente y arrogante, al lado de Kirk Douglas, sensato y fiel a la constitución
Los golpes de estado se hicieron muy populares en la década de los 60 en América Latina, bastaba darlos y Washington DC les daba su bendición, era la época cruda de la Guerra Fría. Se decía que el terror rojo estaba a la vuelta de la esquina, cruzado de brazos los militares no se quedaban y cuanto presidente moderado llegara al poder, pues era menester de sustituirlo por un general despiadado, capaz de arrollar masas para evitar cualquier rebelión.
La intentona de golpe de estado de la película iba dirigida precisamente a sacar a un pacifista del poder. Por suerte, estos movimientos ya no son tan frecuentes en el llamado Tercer Mundo, son muy condenados en general y cuando suceden es porque puede haber varios motivos para ello, aunque nada de esto lo justifica realmente. Muy pocos golpes han tenido buenas intenciones como tal, al final aquellos que los dirigen, terminan erigiéndose como monarcas en los países donde triunfan.
Lo peor de los golpes es lo que siempre viene detrás de ellos, eso que se llama represión, sea del que triunfa con el golpe o de aquel que lo logra revertir. Lo que estamos viendo ahora es la segunda moción en el golpe más reciente, movimiento revertido con exceso de represión, donde pagan también justos por pecadores.
El otro aspecto actual es que una persona impulsiva o carente de mesura llegue a gobernar en una potencia nuclear. Poner los botones de armas atómicas en manos de tales personas no parece muy sensato. Sucede que en las potencias vota la población del país pero no la de otros países que pueden verse afectados. Los intereses nacionalistas priman, muchas veces egoístas, y sale el gobernante menos indicado. Los pobladores votantes de países potencias nucleares deben tener en cuenta que si un demente llega al poder, el desastre puede tocarle a sus puertas primero que a los adversarios. Una guerra nuclear tiene graves consecuencias para el futuro de la humanidad y es necesario poner todos los esfuerzos en que sea gente cuerda la que gobierne.
En los años 60 hubo un candidato republicano presidencial, de nombre Barry Goldwater, personaje que en sus discursos no escondía sus intenciones de entrar en guerra con la URSS y de quitar toda financiación a las Naciones Unidas. Cuando veía la película, Lancaster me recordaba a Goldwater, de quien sé que había sido piloto durante la II Guerra Mundial y luego político en Phoenyx antes de llegar a ser candidato republicano a la presidencia. Para suerte del mundo y su país, este candidato nunca llegó al poder.
Volviendo al filme, el actor Edmond O’Brien, un quasi eterno acompañante en filmes protagonizados por Burt Lancaster o Ava Gardner- recordemos “Forajidos (1946)” y “El hombre de Alcatraz (1962)”- se llevó el premio OSCAR y Globo de Oro como mejor actor secundario en esta película, mientras que el director Frankenheimer obtuvo nominación para Globo de Oro como mejor director y Fredric March como mejor actor en drama, a la vez que se llevaba el premio David Donatello esta categoría.
Información del filme extraída de IMDB.com y de Filmaffinity.com
Escrito por Esteban Hernández, 22 julio de 2016