Boris Polevoi, escritor de relatos reales durante la segunda guerra mundial

El que lee mucho y anda mucho,
ve mucho y sabe mucho
.”
Miguel de Cervantes (1547-1616
novelista, poeta y dramaturgo español)

Boris Polevoi

Hay escritores que tienen unas pocas obras o el lector tiene acceso a un número limitado de las obras de los mismos. Sucede que los relatos o novelas de esos autores muchas veces llegan con facilidad por tratarse de prosas asequibles y a la vez interesantes. Anteriormente se habló de un caso como fue el del escritor ruso Mijail Lermontov con su famosa obra “Un héroe de nuestros tiempos”, que reune las características anteriormente citadas, esta vez el artículo gira alrededor de la vida de un periodista, cuyos relatos realmente son conmovedores. El que suscribe tuvo la suerte de leer una parte de sus obras en su original en ruso, ya que no todas estaban entonces traducidas al español.

Esa figura es la de Boris Nikolaevich Polevoi, cuyo apellido real era Kampov, y luego se lo cambió por el de Polevoi. Pol es campo en ruso. El periodista-escritor nació el 17 de marzo de 1908 en Moscú, hijo de un abogado, que llegó a ser secretario de un tribunal regional. En 1911 era juez urbano en la ciudad de Tver. Su madre era médica. En 1913 su familia se había trasladado a Tver, donde Polevoi terminó estudios en un centro tecnológico de nivel medio, lo que le facilitó trabajar en una fábrica. Su carrera como periodista la inició en 1928 con el patrocinio del ilustre escritor Maxim Gorki.

Fue así que Polevoi logró trabajar en los diarios de “Aldea de Tever”, “Pravda (Verdad) de Tver”, “Pravda proletaria” y “Smena” (Cambio).  Fue en ese entonces que hizo el cambio de su apellido, de Kampov a Polevoi.

La primera obra escrita de Polevoi fue “Memorias de una persona pésima”, que fue publicado en 1927 y recibió crítica positiva de Maxim Gorki. En 1939 escribió un relato en la revista “Octubre”, que tituló “Taller caliente”, obra que en realidad le hizo conocer en su país. Dos años después Polevoi se trasladó a vivir y trabajar en Moscú.

Durante la segunda guerra se desenvolvió como corresponsal y fue en las batallas vividas, que logró recoger suficiente información, que luego le sirvió para sus libros futuros. El más notable de todos y el que primero leí de este autor fue “Un hombre de verdad”, relato sobre el piloto soviético Alexei Maresiev, héroe de la URSS, el que cae en combate y se ve solo en campo, invalido, hambriento, confrontando todos los peligros y tratando de llegar a algún punto donde lo socorrieran. Maresiev sobrevivió pero perdió sus dos pies. Sin embargo, logró su objetivo de volver a volar con el uso de prótesis en sus extremidades.  Esta obra fue publicada en 1946. Previamente había publicado “De Belgorod a los Cárpatos (1945)”.

Alexei Maresiev

«Un hombre de verdad»

Posteriormente publicó “Nosotros-gente soviética (1948)” y “Oro (1950)”, obras de las que este autor no puede hablar al no haberlas leído. Es probable que no existan versiones traducidas al español. No obstante, si hay otra obra que sí se pudo leer y que resultó ser una fuente importante para conocer del desarrollo del famoso juicio de Núremberg, que se tituló “A fin de cuentas” (В конце концов), publicado en 1969.

A fin de cuentas

A fin de cuentas

En 1977 publicó otro relato muy conmovedor sobre la búsqueda de una mujer conocida durante la guerra por un hombre, el que incasablemente la rastreó por toda la URSS. “Aniuta” o “Anita”, fue algo que a este autor le llegó muy hondo, era el verdadero amor por una mujer, la que nunca más vio, la que nunca más encontró.

Independientemente de la fuerte filiación política de este periodista, hombre que recibió premios soviéticos en el período de post guerra por sus artículos y libros, hay que señalar que su pluma describía la realidad de lo que ocurría, y eso, sea lo que sea el escritor políticamente en su vida, tiene un extraordinario valor literario e histórico.

Polevoi murió en Moscú en 1981 a la edad de 73 años. Entonces se le rindieron honores diversos y algunas calles de la Rusia actual llevan su nombre.

Así que estimados lectores, si algo les cae en mano de Polevoi, no teman en leerlo, les resultará ameno por su sencilla prosa y no lo lamentarán.

 

Escrito por Ricardo Labrada, 18 febrero de 2018, con información tomada de

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