Asombroso y vergonzoso: la paliza de los Leones de Caracas, Venezuela, sobre los Agricultores, Cuba

La victoria tiene muchas madres. La derrota es huérfana.”
Aristóteles

Por Esteban Romero

Vaya, vaya, ¡¡qué resultado ese de 20-3 en la serie del Caribe de 2023!! Una clara victoria venezolana sobre el maltrecho equipo Agricultores, flamante campeón de la recién estrenada Serie Élite del Béisbol Cubano. Fueron 20 carreras y 25 hits de los vencedores, una verdadera práctica de bateo

Lógicamente, no me gustó el resultado, pero menos me gustaron las declaraciones del mánager del equipo Agricultores, Carlos Martí. Habría sido mejor no hablar, ya que en realidad no se le entendía nada de lo que decía, ni tampoco tenía idea de la justificación a dar. Son los nervios y no es para menos.

Desde que los equipos cubanos han regresado a las Series del Caribe, excepto en el 2015 cuando Vegueros viniendo del fondo se superó para llevarse el triunfo, no han tenido resultados que uno pueda aceptar y menos alabar. No llevo una cuenta precisa de lo ocurrido con los equipos cubanos desde 2014 en cuanto a juegos ganados y perdidos, pero si puedo afirmar que todos, sin excepción, han estado muy lejos de las representaciones cubanas en las primeras 12 ediciones de estos torneos entre 1949 y 1960. Quien lo dude, puede consultar el libro del que suscribe, donde se detallan como fueron esos torneos y el comportamiento de los equipos, sobre todo los de Cuba.

Ante el desastre del 4 de febrero de 2023, me di a la tarea de consultar el libro de referencia y buscar juegos en los que Cuba hubiera sido vapuleado. Encontré que el 22 de febrero de 1951 los Cangrejeros de Santurce vencieron a los Leones del Habana 13-1. Un día después el Spur Cola de Panamá le ganaba al Habana 12-2. Dos juegos consecutivos con marcadores de muy señor mío, y la tropa de Miguel Ángel González por el suelo. No hubo más, el Habana ganó cuatro juegos consecutivos y se llevó el segundo lugar de esa serie.

Los equipos panameños pagaron por ese juego de 12-2. El 26 de febrero de 1952 los mismísimos leones del Habana apabullaron al Carta Vieja de Panamá 11-2. Un año después, el 19 de febrero de 1953, los mismos leones se fumaban 13-0 al Chesterfield.

No obstante, ese mismo Chesterfield se anotó victoria de 18-0 sobre el Valencia venezolano, dirigido por el cubano Regino Otero, el 15 de febrero de 1956. Una ventaja de 18 es mayor que una de 17, ¿de acuerdo? Lo digo para aquellos que no se hayan dado cuenta. Los representantes del Istmo conectaron cinco cuadrangulares dentro los 16 indiscutibles conectados en ese partido. Los jonrones fueron dos del inicialista Elías Osorio, uno del antesalista Clyde Parris, otro del entonces defensor de la intermedia Héctor López (jugo luego la antesala y los jardines), mientras que el quinto fue obra del jardinero Danny Schell.

Al fin y al cabo, lo que valen son las victorias, cualquier equipo puede tener un mal día, lo que no puede ser que ese mal día se repita de manera parecida o que las derrotas caigan como un aguacero. Por lo que prefiero hablar del comportamiento de los equipos representativos de Cuba en las primeras 12 series.

La peor performance de un equipo cubano en Serie del Caribe entonces fue en 1955 cuando los Alacranes sólo lograron 2 victorias de 6 posibles, pero no hubo marcador abultado en ningún caso.

A partir de esa serie no hubo más campeón que los equipos representativos de Cuba, los que lograron cinco títulos consecutivamente. En varias oportunidades esos conjuntos lograron marcar dos dígitos de ventaja en sus juegos repetidamente, mientras sus adversarios salían con pocas carreras o lechada. Busquen los box scores y sus resultados y ya verán.

Cuba jugó para ,583 en esas doce series, siete campeonatos y tres subcampeonatos (1951, 1953 y 1954). Para lograr eso hay que tener peloteros profesionales, conocedores de la pelota en ese momento.

Disfruté las Series del Caribe desde 1955 hasta 1960 cuando desaparecieron por un rato, por lo que me permito recordar a los más jóvenes que, en esas primeras series jugaban peloteros de alto calibre. Estamos hablando de Camilo Pascual, Pedro Ramos, Juan Pizarro, Miguel Fornieles, Miguel Cuellar, Ramón Monzant, Vic Power, Héctor López, Roberto Clemente, Willie Mays, Rocky Nelson, Orestes Miñoso, Tony Taylor, Tony “Haitiano” González y Leo Cárdenas, entre otros tantos. Eran estrellas de Grandes Ligas, las que ahora no veo en las actuales series. Con esto solo quiero reafirmar el valor que tenía una victoria en aquella primera etapa de las series del Caribe.   

Los cubanos llevan el ADN del béisbol, lo que significa biológicamente almacenar conocimientos, codificarlos y replicarlos para que el buen hábito y la costumbre no se pierdan. Indudablemente, esto último, la replicación, se tronchó hace algunas décadas a causa del perjudicial gigantismo de los que han dirigido la pelota. Se creían sabios y no eran más que improvisados, sea en el béisbol como en el resto de los deportes.  

Los buenos entrenadores heredados de la pelota profesional e incluso de las Ligas Amateur fueron, por reglas de la vida, desapareciendo. Murieron los Gilberto Torres, Juan Delis, Asdrúbal Baró, Orlando Leroux, José Miguel Pineda, Roberto Ledo, Conrado Marrero y otros tantos más. Otros se macharon del país como Ramón Carneado y Fermín Guerra. Tampoco se interesaron en utilizar los servicios de hombres como Silvio García y Alejandro Crespo, por solo mencionar dos grandes olvidados, los que murieron en Cuba.

No crean los de Cuba que este resultado en serie del Caribe me alegra, todo lo contrario, siento vergüenza. Si de algo los cubanos siempre nos hemos sentido orgullosos ha sido de nuestro beisbol, pero el declive comenzó hace mucho, nadie se imagina como paradójicamente el segundo lugar en el I Clásico perjudicó a la pelota del país. Creerse reyes sin serlo. Aquel resultado elevó a la enésima potencia la falsedad que éramos los mejores. Supongo se haya creído que la selección nacional fuera capaz de vencer al campeón de la Serie Mundial del momento. La realidad es otra, fuimos los mejores después de los estadounidenses hasta finales de la década de los 60 en el mundo profesional, cedimos ese lugar tranquilamente a los hermanos dominicanos y venezolanos, los que han podido disfrutar de academias de béisbol de alto nivel, incluso con entrenadores cubanos, mientras que nosotros disfrutábamos de las masacres de las llamadas selecciones amateur de series nacionales sobre otros conjuntos amateur más débiles, con menos recursos y juegos de temporada.

Es cierto que Cuba pudo tener potentes selecciones nacionales, capaces de vencer a conjuntos profesionales de Venezuela o a los mismos Diablos Rojos de México en las décadas de los 70 y 80. Eran equipos formados con peloteros entrenados por esos difuntos profesionales o amateur. Vinent tiraba slider porque Marrero se le enseñó a lanzar, Casanova, Juan Castro, Urquiola, Julio Romero, Rogelio García y otros pinareños más tuvieron las enseñanzas de Pineda. Los Orientales crecieron bajo la guía de Ledo. Los de Sancti Spíritus con la ayuda de Cándido Andrade, y así sucesivamente. Esa valiosa asistencia de entrenadores experimentados se fue perdiendo con el tiempo y los resultados comenzaron a convertirse en derrotas, una detrás de otras.

Tan pronto se oficializó el profesionalismo en el béisbol olímpico, se acabaron las masacres y los cubanos empezaron a ver que los peloteros de clase AA tienen más maña y técnica que los de series nacionales. Ese problema persiste en la actualidad, no se ha resuelto. Vean al tercer y cuarto bates del Cuba haciendo swing a cualquier cosa, los pitchers adversarios los vacilan, mientras que los serpentineros cubanos sufren con sus rivales cuando sus rectas por debajo de 90 MPH son rechazadas con fuerza.

Pensar resolver el asunto enviando 4-5 jugadores a jugar al Japón no es la solución. Tampoco lo es que se les dé entrada selectiva a peloteros cubanos profesionales en equipos de series nacionales, cuya selectividad estriba en la política y no en el mismo deporte, aspecto que demuestra que la Federación Nacional de ONG no tiene nada y de estatal mucho.

Siempre lo he dicho y lo repito ahora, la pelota en Cuba está como la producción de azúcar, la que no llega ni a medio millón de toneladas en la actualidad. El azúcar está perdida igual que las victorias en la pelota o el de los grandes velocistas de 100 metros planos.

Hay material humano de sobra en el país para convertirlos en excelentes peloteros. El asunto ahora parece complicado, pero no lo es si en algún momento se deciden a cambiar el rumbo de la economía del país, ya que alimentación, salud, educación y deportes son enteramente dependientes del estado de la economía de cualquier nación.

No digo más, soy de la misma opinión de todos aquellos que han criticado el resultado de ese juego, pero lo que más preocupa es que las derrotas sigan lloviendo y al paso que va, no parece haber medidas a la vista para corregir el curso.    

7 febrero 2023

Fuente principal consultada: Romero Esteban. 2022. Las primeras 12 series del Caribe de Beisbol (1949-1960). (Deportiva RELR), 187 p.
https://www.amazon.com/primeras-Caribe-1949-1960-Deportiva-Spanish-ebook/dp/B0BNGK3B2X/ref=sr_1_1?crid=27MMA8FMC3VTH&keywords=Las+primeras+12+series+del+Caribe+%281949-1960%29&qid=1675784671&sprefix=las+primeras+12+series+del+caribe+1949-1960+%2Caps%2C487&sr=8-1

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