“...es utópico, inútil, indigno y absurdo suponer
que alguna solución que no sea la independencia
de Cuba pueda resolver razonable, satisfactoria
y definitivamente los problemas políticos del país…
Bajo ningún término trataremos con los opresores
de nuestra patria, salvo sola y exclusivamente a
base de la absoluta independencia de Cuba!”
Proclama de Calixto García y Máximo Gómez
Hay pasajes de la historia que no son muy conocidos por los cubanos y es nuestro objetivo eproducir aquí aquellos que no sean muy conocidos.
La tergiversación de las guerras de los países latinoamericanos es grande. Hay quien no quiere perder esa fama de grandeza y escribe estupideces. Por ejemplo, leía de un escritor ibérico que aseguraba que el patriota cubano Bartolomé Masó era catalán. No sabía que Yara quedaba en Cataluña. Esas cosas se afirman en el interés de querer presentar a la Guerra de Independencia de Cuba como una guerra civil, o sea como un descontento interno. El descontento existía pero era de los criollos con los españoles, que se aferraban a su sistema feudal y sin dar posibilidades de desarrollo al país. Muchos de los cubanos que lideraron las guerras contra España eran graduados de universidades en Francia y Estados Unidos, que habían conocido el desarrollo y las nuevas formas de producción aún inexistentes en Cuba e incluso en la misma España. Desconoce el escritor en cuestión, cuyo nombre me reservo, pues no le voy a hacer la fama que no merece, el texto del Manifiesto de Montecristi y de las empresas realizadas por los cubanos en la preparación de la guerra decisiva, que contó con el aporte de mucho dinero de cubanos radicados en Tampa, Florida, muchos de los cuales tuvieron también que salir de un país con una economía pobre y carente de oportunidades. Desconoce también cómo la invasión derrotaba a su paso al ejército colonial y cómo la carga al machete de los mambises ponía a cientos de soldados del ejército colonial a correr despavoridos.
Soy nieto de español que se batió por la independencia de mi patria en esa guerra, pero a mi abuelo, el muy manchego, no se le hubiera ocurrido decir semejante disparate de que aquello fue una guerra civil.
Por eso creo que hay cosas para aclarar. Las dos cartas que reproduzco indican más que de sobra que aquello no era una guerra civil. Tampoco que Weyler, con su criminal reconcentración, haya apaciguado al occidente cubano. Corrió mucha sangre de ambos lados, España llegó a tener un ejército de 200 mil efectivos y perdió 60 mil sea en combate o por fiebre amarilla o paludismo, y todo esa está bien documentado.
España estaba perdiendo la guerra de 1895-98 con los cubanos, la explosión del Maine metió de lleno a los Estados Unidos en esta contienda. Se asevera que fueron los mismos norteamericanos los que provocaron esta explosión, de esto hablaremos en otro momento.
Lo interesante es que cuando España tenía la entrada del vecino del Norte en la contienda, el último gobernador general español (vasco oriundo de San Sebastián), Ramón Blanco Erenas, Marqués de Peña Plata, el mismo que sustituyó al tristemente célebre, el mallorquino Valeriano Weyler, se dirigió al alto mando cubano, concretamente al General Máximo Gómez, en carta enviada el 5 de marzo de 1898, cuyo texto es el siguiente:
Señor:
Con la sinceridad que siempre ha caracterizado todos mis actos, me dirijo a usted, no dudando por un momento que su clara inteligencia y nobles sentimientos, los que como enemigo honrado reconozco, harán acoger mi carta favorablemente.
No puede ocultarse a usted que el problema cubano ha cambiado radicalmente. Españoles y cubanos nos encontramos ahora frente a un extranjero de distinta raza, de tendencia naturalmente absorbente, y cuyas intenciones no son solamente privar a España de su bandera sobre el suelo cubano, por razón de su sangre española. El bloqueo de los puertos de la Isla no tiene otro objeto. No sólo es dañoso a los españoles, sino que afecta también a los cubanos, completando la obra de exterminio que comenzó con nuestra guerra civil.
Ha llegado, por tanto, el momento supremo en que olvidemos nuestras pasadas diferencias y en que, unidos cubanos y españoles para nuestra propia defensa, rechacemos al invasor. España no olvidará la noble ayuda de sus hijos de Cuba, y una vez rechazado de la Isla el enemigo extranjero, ella, como madre cariñosa, abrigará en sus brazos a otro nueva hija de las naciones del Nuevo Mundo, que habla en su lengua, profesa su religión y siente correr en sus venas la noble sangre española. Por todas estas razones, General, propongo a usted hacer una alianza ambos ejércitos en la ciudad de Santa Clara. Los cubanos recibirán las armas del Ejército español y, al grito de ¡viva España! Y ¡viva Cuba!, rechazaremos al invasor y liberaremos de un yugo extranjero a los descendientes de un mismo pueblo”.
Su afectísimo servidor,
Ramón Blanco Erenas
Capitán General
Realmente la carta vuelve a aseverar el cuentecito de la guerra civil, como si España hubiera estado de toda la vida en la isla y como si ya no existiera una nueva nación, la cubana. El gobernador colonial habla como si en Cuba no hubiera sucedido nada, ¿cómo este señor habla de pasadas diferencias? ¿No se recuerda cómo Weyler poco tiempo antes había implementado la reconcentración que el mismo Blanco había recién desmantelado? Suena realmente difícil de entender su propuesta de unión entonces con los cubanos, a los que habían oprimido y discriminado por más de tres siglos y medio. Se olvidaba también de los miles de patriotas que murieron en la prisión de Ceuta y de los miles caídos en combates de las tres guerras.
El gran General Máximo Gómez una vez más demostró que era además de un militar y estratega, una persona con suficiente capacidad política para dar una respuesta adecuada, la que envió el mismo 5 de marzo y que reproduzco a continuación:
Sr. General Don Ramón Blanco
Señor:
Me asombra su atrevimiento al proponerme otra vez términos de paz, cuando sabe que españoles y cubanos jamás podrán vivir en paz en el suelo de Cuba. Usted representa en esta Cuba una monarquía vieja, desacreditada, y nosotros combatimos por un principio americano, el mismo de Bolívar y de Washington.
Usted dice que pertenecemos a la misma raza y me invita a luchar contra un extranjero; pero usted se equivoca otra vez, porque no hay diferencias de sangre y raza. Yo solo creo en una raza, la Humanidad, y para mí no hay sino naciones buenas o malas. España ha sido, hasta aquí, mala, cumpliendo en estos momentos los Estados Unidos hacia Cuba un deber de humanidad y civilización. Desde el atezado indio salvaje hasta el refinado inglés un hombre es para mí digno de respeto, según su honradez y sentimientos, cualquiera que sea el país o raza a que pertenezca o la religión que profese.
Así son para mí las naciones, y hasta el presente sólo he tenido motivos de admiración para los Estados Unidos. He escrito al presidente McKinley y al general Miles. No veo el peligro de exterminio por los Estados Unidos a que usted se refiere en su carta. Si así fuere, la Historia los juzgará. Por el presente sólo tengo que repetirle que es muy tarde para inteligencias entre su ejército y el mío”.
Su afectísimo servidor, Máximo Gómez Báez
El 18 de abril de 1898 el congreso norteamericano decidió entrar en guerra con España. Lamentablemente EEUU entró en esta contienda con unas exaltaciones nacionalistas de parte de Theodore Roosevelt que denigraban a España. No fue nunca ese el sentimiento de los cubanos. La potencia del Norte entraba en guerra y la consideración a las tropas cubanas en beligerancia contra el yugo español no contaba tampoco para mucho.
A tales efectos de nuevo Máximo Gómez escribió en su Diario de Campaña:
“Tristes se han ido ellos y tristes hemos quedado nosotros (se refería a Martí, Maceo y otros patriotas), porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles, con los cuales nos encontramos siempre frente a frente en los campos de batalla(… ) Pero los americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores, y no supieron endulzar la pena de los vencidos. La situación pues, que se le ha creado a este pueblo, de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada vez más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía”.
En próximos artículos es necesario describir cómo se desarrolló la invasión de Oriente a Occidente, y otros pasajes de la Cuba de finales del siglo XIX.
Bibliografía consultada
Anon. 2010. El Generalísimo Gómez no descansa tranquilo. Blog: Cuba española. http://cubaespanola.blogspot.com.es/2010/12/el-generalisimo-gomez-no-descansa.html
Portuondo Fernando. 1965. Historia de Cuba (1492-1898). Editorial Pueblo y Educación.
Proposición del Capitán General Ramón Blanco Erenas al Generalísimo Máximo Gómez, 5 de marzo de 1898. http://www.autentico.org/oa09126.php
Escrito por Ricardo Labrada (4 marzo de 2016)