“Para crear, uno antes debe cuestionarlo todo.”
Eileen Gray, arquitecta y diseñadora inglesa (1878-1976)
Para que una ciudad tenga salud, el suministro de agua es sumamente importante, algo que los romanos, desde tiempos remotos, tuvieron siempre en consideración. La calidad del agua a suministrar depende mucho de los canales que se utilicen a tales efectos. Los métodos para la construcción de acueductos fueron descritos por Vitruvio en su obra “De Architectura”, en el siglo I a. C. El libro sirvió de guía para la construcción de varias de estas obras. Con esto debe quedar claro que cualquier proceso de urbanización debe pasar por la construcción de un acueducto apropiado, lo cual evita que la población no tenga que recurrir a depósitos individuales de agua, que al final se convierten en nichos perfectos para la cría de insectos dañinos a la salud humana.
La Habana tuvo la suerte de tener la competencia del ingeniero cubano, Francisco de Albear y Fernández de Lara, nacido el 11 de enero de 1816, en la misma capital cubana, quien realizó diversas obras en la Habana, las que aún perduran.
Albear era hijo del coronel Francisco de Albear Hernández, gobernador del Castillo del Morro, el cual murió cuando su hijo tenía 7 años. Su niñez y juventud las pasó estudiando y llegó a graduarse de teniente en la Escuela de Ingenieros Militares de Guadalajara, España. Una vez terminados estos estudios, decidió viajar por Europa, a fin de adquirir mayores conocimientos. Además, participó en algunas contiendas bélicas de la corona, donde se destacó por su entrega en combate. Así fue en las tomas de San Mateo y de Valderrobres, así como en la de Campusines. Por su actitud en combate, fue condecorado con la Cruz Militar de San Fernando. Luego participó en el asedio a la Plaza de Morella Infantería, donde volvió a destacarse y fue nuevamente condecorado. Entre sus últimas batallas está la ocupación de Berga al norte de Cataluña, durante la guerra contra los carlistas, donde al final fue nombrado comandante interino.
Su regreso a Cuba tuvo lugar en 1845, fue entonces ascendido a Teniente Coronel y ocupó el cargo de Director General de Obras Públicas de la Real Junta de Fomento. Entre las diversas tareas que emprendió, a Albear se le dio la de llevar el agua a la Habana mediante un acueducto, ya que el suministro era pobre y deficiente. A tales efectos, preparó un proyecto en 1858, cuyo objetivo era conducir las aguas desde los manantiales de Vento. La obra se comenzó y se desarrolló con extrema lentitud, las guerras y la situación inestable del país, fueron las que ralentizaron la ejecución del acueducto, el cual se terminó 45 años después (1893).
Este acueducto sigue en funcionamiento y abastece buena parte del agua a la ciudad. La entrega de agua es de 1,67 m³/s, lo que significa 144.000 m³/día. En aquella época, la Habana tenía una población de 200 mil habitantes, por lo que solo requería 102.000 m³/día. Ahora la capital tiene más de 2 millones de habitantes y el acueducto Albear se las ve difícil para poder abastecer a toda la ciudad. Realmente aporta el 20% del agua que se consume actualmente en la Habana. La obra del acueducto, le valió a Albear, premio especial en la Exposición de París de 1889.

Acueducto Albear
Antes de ocuparse del acueducto de la Habana, Albear desarrolló otros trabajos en el interior del país, como fue reconocer el curso y desembocadura del Río Zaza, dirigir y llevar a cabo la construcción del Cuartel de Caballería de Trinidad, y elaborar un proyecto para la ampliación del muelle de Cienfuegos.
A la par del proyecto del acueducto, se construyó el Muelle de San Francisco en La Habana, las obras del Puente San Jorge sobre el Río Bacuranao y la construcción de la Calzada a San Cristóbal por Guanajay.
Durante todo el período de su mandato en obras públicas, se instalaron las primeras líneas telegráficas en Cuba, se construyó el edificio del Observatorio Meteorológico, el local de la Junta General de Comercio y Lonja Mercantil, y la cátedra de agronomía. Además, se construyeron los Puentes Grandes sobre el río Almendares y el Puente Conde de Alcoy sobre el río Luyanó.
Albear, por sus méritos, fue miembro corresponsal de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, fundador de la Sociedad Geográfica de Madrid, miembro ordinario de la Sociedad Científica de Bruselas, honorario y corresponsal de la Sociedad Británica de Fomento de Artes e Industrias, miembro de la Sociedad de las clases productoras de México, socio de mérito de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana y del Círculo de Hacendados de la Isla de Cuba, y socio de mérito y vicepresidente de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

Monumento a la memoria de Francisco Albear en la Habana, el cual se halla en la calle Monserrate a un lado del famoso restorán «Floridita»
El ilustre constructor e ingeniero falleció el 23 de octubre de 1887, en la Habana. En honor a su persona, cabe decir, que aún siendo un oficial de la corona española, jamás participó en combate o acción contra los patriotas cubanos en la Guerra de los 10 años, ni tampoco en la Guerra Chiquita.
Fuentes
Anon. Francisco Albear y Lara. Paseos por la Habana, http://www.paseosporlahabana.com/plaza-de-albear/
Anon. Francisco de Albear y Fernández de Lara. EnCaribe. https://www.encaribe.org/es/article/francisco-de-albear-y-fernandez-de-lara/1350
García Blanco, Rolando. 2007. Francisco de Albear: un genio cubano universal, Editorial Científico-Técnica, La Habana.
Jacome Derubin. 2013. Francisco de Albear y Fernández de Lara (1816- 1887). Cuba en la memoria, 25 enero. https://cubaenlamemoria.wordpress.com/2013/01/25/francisco-de-albear-y-fernandez-de-lara-1816-1887/
Escrito por Ricardo Labrada, 6 julio de 2018