“Existe el peligro de que un hombre ignorante pueda fácilmente aplicarse una dosis insuficiente de antibiótico, y así exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicamento, que los haga resistentes”.
Alexander Fleming

Alexander Fleming
Hablar de antibióticos hoy día es algo muy normal, pero no fue hasta pasadas las cuatro primeras décadas del siglo XX, que se comenzó a trabajar con este tipo de sustancias. Su descubridor es el famoso científico británico Alexander Fleming, hombre nacido en Lochfield, Escocia, el 6 de agosto de 1881, en el seno de una familia campesina, donde él fue el tercer hijo de cuatro del segundo matrimonio de su padre, quien murió cuando él niño Alexander sólo tenía siete años. Su educación primaria fue modesta, pero de ella Alexander extrajo lo más que podía, pues talento nunca le faltó. Para su suerte, se fue a vivir a Londres en unión de un hermanastro, quien ya ejercía como médico. Allí completó estudios en el Instituto Politécnico de Regent Street, lo que facilitó obtener un puesto de trabajo en una compañía naviera.
Iniciada la guerra en Sudáfrica, en 1900, la llamada contienda de los Boers, Fleming se alistó, pero nuevamente para su suerte, no tuvo tiempo de participar en ella al haber concluido poco después de su reclutamiento. No obstante, si participó posteriormente en la Primera Guerra Mundial, en calidad de oficial de los Cuerpos Médicos del Ejército Real en Francia, donde comprobó la cantidad de muertos por heridas que podrían haber sido curadas de existir entonces remedio para ellas.
Una vez cumplido los veinte años, con ayuda de una modesta herencia, comenzó a estudiar medicina en el Hospital Escuela St Mary de Paddington, Londres. A partir de 1906 comenzó su relación personal con el bacteriólogo Almroth Wright, la que duró cuatro décadas. Dos años después se graduó con medalla de oro de la Universidad de Londres y fue nombrado profesor de bacteriología.
Se puede decir que Fleming jugaba con las bacterias, ya que fue miembro del Chelsea Arts Club, donde logró su admisión por haber realizado pinturas con bacterias pigmentadas, que pincelaban el lienzo, inicialmente invisibles y que paulatinamente adquirían colores paralelamente con el proceso de incubación. Entre esas bacterias estaban: Serratia marcescens – rojo, Chromobacterium violaceum – púrpura, Micrococcus luteus – amarillo, Micrococcus varians – blanco, Micrococcus roseus – rosa y Bacillus sp. – naranja.
Si bien el médico y bacteriólogo alemán Paul Ehrlich había dado grandes pasos en la formulación de la teoría de la inmunidad de cadena lateral, además de la quimoterapia y el descubrimiento de un medicinal capaz de combatir la sífilis, se puede afirmar que Fleming fue un fiel seguidor en esta dirección. Su primer hallazgo científico tuvo lugar en 1922 y fue el descubrimiento de la lisozima, enzima bactericida que impide infecciones y que está presente en numerosas sustancias segregadas por los seres vivos, como las lágrimas, la saliva o la leche. La observación de secreción nasal fue la que llevó a Fleming a descubrir dicha enzima, un logro importante en aquel momento, ya que se trata de una sustancia letal para las bacterias e inerte al organismo.
Fleming llegó a la penicilina de manera fortuita en setiembre de 1928. Estudiaba las mutaciones de colonias de Staphylococcus aureus, y accidentalmente uno de los cultivos se contaminó de un hongo procedente del aire, que luego aisló e identificó como Penicillium notatum. Profundizando en el tema, vio que en la zona de contaminación con P. notatum, los estafilococos habían desaparecido. Efectivamente, se estaba en presencia de una sustancia con fuerte efecto antibacteriano, el cual se elevaba al pasar los días.
El siguiente paso era comprobar el efecto sobre varias bacterias, las que resultaron igualmente eliminadas. Luego inyectó conejos y ratones, y comprobó la inocuidad sobre los leucocitos, por lo que podía ser utilizado con fines médicos. Ocho meses después, Fleming publicó los resultados de sus observaciones y estudios, pero la penicilina no halló campo y no se le prestó la debida atención.
Pasaron 15 años después del descubrimiento de la penicilina para que se buscara una solución al problema de su inestabilidad, lo cual hacía difícil su purificación. Investigaciones desarrolladas en Oxford por el patólogo australiano Howard Florey, el químico judío-alemán Ernst B. Chain, refugiado en Inglaterra, y el biólogo Norman Heatley, lograron estabilizar y purificar el primer antibiótico. Estos científicos realizaron pruebas en animales y seres humanos, uno de ellos lamentablemente murió. Mucho trabajo este desarrollo exigió de parte de la Dra. Margaret Jenning, colaboradora de Florey, la que estudió en detalle la toxicidad de la penicilina. Finalmente, en 1941 se lograron los primeros resultados satisfactorios en seres humanos.
El inicio de la II Guerra Mundial fue el motor que promovió el desarrollo de las investigaciones y que se pudieran tratar muchos heridos con la penicilina. Se dice fácil, pero las cantidades de penicilina necesarias eran grandes entonces y solo con esfuerzos extraordinarios se podía conseguir salvar vidas con el uso del antibiótico. En noviembre de 1941, el estadounidense Andrew Moyer, con la ayuda de Norman Heatley, lograron simplificar el proceso de obtención de la penicilina, al multiplicar por 10 la cantidad de antibiótico a partir de la fermentación. Dos años después, se comenzaron a comercializar las ampollas de penicilina.
Como se aprecia, la penicilina fue un descubrimiento de Fleming, pero en su desarrollo participaron posteriormente otros ilustres científicos, los cuales supieron eliminar las barreras para la purificación y debida reproducción del antibiótico. De hecho, la penicilina marcó el inicio de la era de los antibióticos, los que muchas veces son errónea o abusivamente utilizados, lo que provoca problemas de resistencia. Poco después de la penicilina, apareció la estreptomicina, que ha servido para el tratamiento de la tuberculosis.
Fleming fue elegido miembro de la Royal Society en 1942, además de obtener dos títulos de Sir. Recibió el premio Nobel en 1945, compartido con Florey y Chain. Falleció en Londres el 11 de marzo de 1955 de un ataque cardiaco. Sus restos yacen en la cripta de la catedral de San Pablo de Londres.
Fuentes
Anon. Alexander Fleming. Biografías y vida. https://www.biografiasyvidas.com/monografia/fleming/
Cabrillo Francisco. 2017. Fleming, el doctor que sacó ‘oro’ del moho. Expansión, 28 julio. http://www.expansion.com/directivos/2017/07/28/597a29b3268e3eb4418b45e1.html
Criado Miguel Ángel. 2016. La historia de la penicilina y el primer paciente que no salvó. El País, 4 nov. https://elpais.com/elpais/2016/11/04/ciencia/1478255667_207238.html
Escrito por Ricardo Labrada, 13 setiembre de 2018