“Los asaltos y crímenes que al propio bucanero avergüenzan
se convertirán en su boca en proezas de su oficio glorioso.”
Anon.
Uno de los personajes más despiadados como bucanero lo fue Henry Morgan, hombre nacido el 25 de agosto de 1635, Llanrhymney, Glamorgan, Gales, Gran Bretaña, en el seno de una familia campesina. A los diez años de edad escapó de su casa para irse a navegar como mozo de escoba, en buque que partió desde Bristol con destino final en la isla Barbados. Morgan era alto y fuerte, así como diestro para apretar el gatillo al menor enojo con alguien. Tantos problemas le causó al dueño de la nave que este lo vendió como esclavo al llegar a la isla del Caribe mencionada.
No obstante, logró liberarse y enrolarse en una misión rumbo a una isla cercana a Haití, la cual dirigió el famoso filibustero Mansvelt y quien no tardó en darse cuenta de las habilidades de Morgan, quien ahorraba al máximo todo su botín, lo que le valió disponer de sus propios fondos para abrir su propia empresa de saqueo pirata, la que inició reclutando a 30 bucaneros con experiencia, a los que obligó a reconocer su autoridad, dos de los cuales se rebelaron y murieron a manos del propio Morgan.
Otras fuentes aseguran que Morgan participó activamente en la conquista de Jamaica en 1655. Sin embargo, no se afirma cuando se dice que probablemente participó en esa empresa. Parecida fue la afirmación que participó en una expedición con destino a Cuba en 1662, y luego que era segundo al mando en la Guerra Anglo-Neerlandesa (1665-67).
Según Jerónimo Lamar (1951), la primera incursión de Morgan y sus secuaces fue en Campeche, donde el botín no fue grande, lo que le hizo meditar algo sobre los ataques y sus beneficios. Fue así que volvió a conversar con el viejo Mansvelt, al que le propuso aunar esfuerzos para limpiar los mares de adversarios y luego emprender ataques, cuyos botines serían repartidos entre ambas partes. Morgan entendía que ellos tenían la juventud y la destreza necesaria para vencer a cualquier enemigo, pero no disponían de los medios que sí Mansvelt poseía.
Mansvelt estuvo de acuerdo y situó una flota de 15 barcos, en la cual Morgan era el vicealmirante. Su primera misión fue atacar y ocupar la isla de Nueva Providencia, la principal de las Bahamas. La ocupación fue fácil y sin adversidades en el combate. Morgan propuso a Mansvelt crear un reino en la isla, en la cual el viejo filibustero sería el rey, algo que se aceptaba pero que Mansvelt veía con cierto recelo, ya que no ignoraba que Morgan era un hombre inescrupuloso en extremo.
El siguiente ataque de Morgan fue en la Isla Tortuga, donde había varios buques portugueses con mercancías. Aquí los bucaneros emprendieron la acción hombre a hombre cuchillo en mano, pero poco faltó para que Morgan pereciera cuando un hombre intentó matarle con un sable, el que el galés paró con un pie, lo que le valió tres dedos, a la vez que disparaba y eliminaba a tan difícil rival.
Poco después de este combate Morgan decidió descansar y reponerse, conversó con el viejo Mansvelt, quien murió accidentalmente producto de un balazo del arma de Morgan, vaya coincidencia y suerte para el bucanero. Heredó como arte de magia 18 barcos y de un millar de hombres, con lo cual podía intentar empresas de mayor envergadura.
La primera de ellas fue la del 1 de marzo de 1668, cuando se presentó con diez buques y setecientos hombre en el puerto de la Habana, una tarea nada fácil, que en 1555 lograra arrasar el pirata francés Jacques de Sores, pero era una Habana más pequeña y mucho menos fortificada, por lo que Morgan desistió y decidió navegar hasta Batábano con la idea de desembarcar allí y luego marchar por tierra rumbo a la capital cubana, lo que tampoco pudo materializar debido a las medidas de defensa adoptadas por el gobernador Orejón y Gastón.
Morgan cambió de idea y se dirigió a tomar la urbe de Santa María de Puerto Príncipe, actual ciudad Camagüey, desembarcando a unos 81,5 km de allí y recorriendo esta distancia a pie con su tropa. Un soldado español que logró escapar de los primeros combates en la llanura, pudo llegar a Camagüey y avisar a los colonos para esconder sus joyas y fortuna.
La tropa de Morgan, asesina en extremo, no tuvo piedad alguna con los valerosos camagüeyanos, defensores de su tierra, los que cayeron en combate bajo el filo de los cuchillos de los bucaneros. Luego apresaron a hombres y mujeres del lugar como rehenes hasta que se descubrieran los lugares donde se habían guardado las fortunas. Para colmo y a manera de aterrorizar más a la población, Morgan ordenó de vez en cuando llevar a una de las mujeres rehenes y torturarlas en público.
Al final se le entregó toda la fortuna, calculada en más de medio millón de dólares, cifra altísima para su época, además de la muerte de no menos de 100 camagüeyanos en combate. La ocupación de Puerto Príncipe duró dos días.
Su siguiente empresa fue la villa de Portobelo en el territorio que actualmente ocupa Panamá. Se trataba de un lugar, adonde llegaban muchas mercancías. La villa estaba protegida por las murallas del castillo de San Jerónimo, lugar que en las últimas siete décadas había sido invadido por piratas. Morgan, como de costumbre se decidió tomarla con una tropa de 500 hombres, tomando a unas 100 personas como rehén, 89 de los cuales asesinó cuando hizo estallar el polvorín del lugar, pero 50 de sus hombres igualmente perecieron en combate. Morgan puso escudo humano de curas y monjas para protegerse, y se rodeó de ellos para que le rodearan a fin de no ser alcanzado por los disparos de los defensores. Una bala le atravesó una oreja, pero finalmente salió ileso y su tropa pudo atacar las murallas interiores, donde decenas de soldados, mujeres y niños fueron asesinados sin piedad alguna. Fueron dos semanas de saqueo, y muerte de atacantes y defensores.
Morgan decidió marchar con todo su botín, calculado en unos 250 mil dólares en oro, plata y joyas, a Jamaica, acompañado por 200 de sus 500 hombres. Allí cargó mercancías para nuevos ataques, además de mujeres para su venta.
Su siguiente ataque fue en la zona alrededor del Lago Maracaibo en Venezuela, donde nuevamente saqueó y se hizo de otro gran botín. A continuación, con una tropa superior a dos mil efectivos en 36 buques, se dirigió al Portobelo en ruinas, para allí desembarcar y llevar 1500 de sus hombres a pie hasta Panamá, una distancia a recorrer de 65 km, donde arrasó como de costumbre. En ese momento Inglaterra y España habían concluido un acuerdo de paz, por lo que el ataque de Morgan violaba el mismo. La máxima autoridad inglesa dio orden de arrestar a Morgan y llevarlo a Londres en abril de 1672.
Las relaciones anglo-españolas volvieron a deteriorarse, por lo que Morgan fue perdonado y nombrado caballero por el rey Carlos II en 1674. El pirata sediento de sangre, como fuera calificado por uno de sus hombres en sus memorias, murió el 25 de agosto de 1688 en Jamaica, donde fungía como vice-gobernador de la Isla y poseía extensiones de tierras para cultivar.
Fuentes
Anon. Morgan, Sir Henry. 1994-2001 Encyclopædia Britannica, Inc.
Lamar Jerónimo. 1951. Los piratas legendarios: Morgan, Barbanegra y Kidd. Bohemia, 4 marzo, pp 10-11.
Escrito por Ricardo Labrada, 6 junio de 2019