“Si hay algo científico en el deporte es batear en el béisbol.”
Ted Williams

Ted Williams
Hace unos años Bobby Salamanca publicaba un artículo referido a este tema, el cual leí con interés. Salamanca hablaba de Ernie Banks, el tremendo torpedero de los Cachorros de Chicago, todo un slugger en su tiempo. Salamanca, aparte de describir parte de la carrera de este grande del béisbol, hablaba del bate que Banks utilizaba, nada pesado, usaba un 33, ya que aseveraba que con un barquillo así podía hacer swings rápidos con la recta más veloz que le pudieran lanzar.
No era solo Ernie Banks, el grande del bateo de todos los tiempos se llama Ted Williams, un pelotero muy estudioso de los lanzadores adversarios y de su propio bateo. El gran Teodoro afirmaba preferir el bate ligero, el cual usaba todo el tiempo que pudiera. Lo escogía y si le daba resultado, lo preservaba el mayor tiempo posible.
Williams pesaba el bate con precisión, a veces el que venía como de 33 onzas, o sea un poco más de 2 libras, aparecía con 33.5, otro hasta se podía acercar a las 34 onzas. La famosa fábrica de bates de Louisville le puso en una ocasión media docena de bates, el cual Williams los pesó, midió y demostró que no eran iguales, que poseían desviaciones de peso y forma.
Los bates que Williams utilizó en su carrera jamás llegaban a las 34 onzas, podían ser de 33 y hasta 32 onzas, con los cuales pudo conectar enormes jonrones sobre lanzamientos en la zona baja.
Cuando se comenzó a utilizar el alquitrán de pino, resina o aceite sobre los bates para poder mejorar el agarre. Muchos peloteros dejaban esas sustancias sobre los bates por una semana o más. Williams los limpiaba todas las noches con alcohol y luego los llevaba a la oficina de correo más cercana para pesarlos.
Lo interesante es que grandes jonroneros de todos los tiempos como lo fueron Mickey Mantle, Harmon Killebrew y Willie Mays igualmente comenzaron a utilizar bates ligeros en momentos iniciales de su carrera. Otro grande del bateo, Stan Musial, usaba bates entre 32 y 33 onzas de peso. Hank Aaron los prefería de 35 pulgadas de largo, pero de 33 onzas de peso también. Los bates de Ken Griffey Jr. oscilaban entre 33-34 onzas al inicio de su carrera, luego utilizó otros de menor peso, hasta 31 onza.
Tony Gwynn, todo un maestro de bateo de todos los tiempos, usó durante sus primeras doce temporadas en la MLB bates de 31 y 32.5 onzas de peso. Posteriormente utilizó bates entre 33 y 30.5 onzas, con más preferencias por aquellos más livianos. Gwynn admitía que con un bate así, se podía esperar que la bola navegara a la zona de strike y conectarla en el último momento. En la temporada de 1994, cuando Gwynn promedió la barbaridad de .394, él utilizó un solo bate durante la temporada, algo realmente increíble cuando la mayoría de los bateadores suelen quebrar sus bates.
Eso no quiere decir que no haya habido buenos bateadores con el uso de bates más pesados. Ty Cobb gustaba usar un bate de 40 onzas al inicio de la temporada, pero en la medida que iba avanzando el campeonato, utilizaba bates de menos peso, como de 36 onzas. George Sisler utilizaba bates que oscilaban entre 38 y 42 onzas, mientras que para Babe Ruth los preferidos eran entre 40 y hasta 54 onzas, una verdadera barbaridad.
Los bateadores familiarizados con sus bates tienen el don de poder escogerlos con los ojos cerrados, les basta tomarlos en sus manos para saber si es el barquillo de su preferencia. Ted Williams, Musial y Tony Gwynn podían hacerlo sin ninguna dificultad.
Así que los auxiliares de bateo deben aconsejar a sus pupilos en estos aspectos, bate ligero, swing más rápido, aunque esto no es una regla fija. Cada bateador debe escoger el bate, con el cual se sienta más cómodo y con el cual produzca los batazos de la victoria de su equipo.
Fuentes
Kurkjian T. 2006. Since Williams, no greater hitter than Gwynn. ESPN, 26 Dic. https://www.espn.com/mlb/hof07/columns/story?columnist=kurkjian_tim&id=2708775
Seidel M. 1991. Baseball life: Ted Williams. Univ. Nebraska Press, Lincoln & London, 404 p.
Williams, Ted & John Underwood. 1970. The Science of Hitting. New York: Simon & Schuster, 76 p.
Escrito por Esteban Romero, 17 mayo de 2020