Y llegó una guerra indeseable

La credibilidad de las promesas hechas a Ucrania en 1994
se han visto debilitadas por la anexión de Crimea.”
Ban Ki-moon, ex-Secretario General de Naciones Unidas

Me habría gustado haberme equivocado, pero la guerra ha estado ahí latente desde hace buen rato. Se dilató un poco gracias a las buenas relaciones del 45to. presidente de los EE. UU. con su homologo ruso. Todos vimos que fue el asunto Ucrania, el que le valió un impeachment al mandatario estadounidense. Nueva administración en EE. UU., y Moscú no dudó en responder de la peor forma. Calificaron de histeria toda la tensión existente en el bloque occidental, pero al final el Kremlin hizo lo que todo el mundo esperaba.

Esta guerra es un golpe bajo a Ucrania como lo fue la anexión de Crimea por parte de Rusia, algo que vale la pena explicar. En 1994 EE.UU., Rusia y Reino Unido firmaron el Memorándum de Budapest, un acuerdo de desarme nuclear con Ucrania, país que en ese momento poseía el tercer mayor arsenal nuclear del mundo. Ucrania accedió a cambio del respeto a su soberanía y su integridad territorial. Ucrania cumplió y se deshizo de más de 1800 armas nucleares estratégicas y alrededor de 2500 tácticas, pero la cúpula que reemplazó al gobierno de Boris Yeltsin en Rusia debe haber considerado ese memorándum papeles mojados, algo muy común cuando al poder llegan hombres seriamente afectados de megalomanía.   

Tomaron Crimea, en realidad el mundo no hizo nada, algunas protestas televisivas de los mandatarios de turno en las grandes potencias, pero nada más. El zar fue afectado con algunas sanciones, luego vino el amigo, el 45to presidente de EE.UU., el que gustaba de hasta bromear con el zar. Nada pasó. Cambio de presidencia y de enfoque de política estadounidense hacia Europa, restablecer amistad con los aliados y poner carácter a la relación con un país del que se dice no cansarse de hackear instituciones de todo tipo en occidente o de interferir en elecciones.

El cambio no gustó al mandamás en Rusia y el asunto ucraniano, muy latente comenzó a regerminar hasta nuestros días y un mal día el hermano mayor, Rossia, atacó al menor, a Ucrania, la que los rusos suelen llamar Malaya Rossia (pequeña Rusia9  

Duele ver a países hermanos en una guerra. Son hermanos de cultura, religión y tradiciones, son muchas cosas las que los unen, pero no hay razón para entrar en una guerra. Lo dicho es sincero y es algo muy personal después de haber vivido en las tres repúblicas eslavas de la antigua URSS, donde tenemos amistades, las que recordamos con afecto.

He estado en Ucrania tres veces después de desintegrada la URSS, les afirmo que en Kiev se habla ruso como ucraniano sin ningún problemas, las escuelas rusas funcionan normalmente, resulta muy difícil diferenciar a un ruso de un ucraniano, y no sé de dónde sacan esas afirmaciones de ucranianos nazis o de segregación de población rusa. Los banderovtsi, grupo rebelde ucraniano anti-soviético y pro-nazi durante la segunda guerra , pueden existir, pero no están en el poder y nadie los mencionaba. Ucrania perdió 8 millones de habitantes durante la segunda guerra mundial y pelearon codo con codo junto a sus hermanos del resto de las repúblicas soviéticas.

Parece que en la Habana no se acuerdan de la cantidad de asesores ucranianos que trabajaron en Cuba. Un poco de memoria, por favor. Mejor habría sido quedar neutrales. Ya en 1968 cuando la indebida intervención en Checoeslovaquia, la Habana igualmente se puso del lado de los interventores, igual apoyo dio a la intervención soviética en Afganistán.

Es infantil pensar que Ucrania haya atacado a Rusia, como lo fue en su momento la acusación fabricada en los EE. UU. que Ucrania haya interferido en las elecciones de ese país en 2016. ¿Con qué propósito? Los bulos al respecto llueven, es una forma más de hacer la guerra, eso es a través de la desinformación. Hay querido recargar a Ucrania de culpas indebidas, ya que no es potencia ni cuenta con tantos medios como su vecino del norte para hacer todo lo hecho en estos últimos ocho años. Ni siquiera ha cumplido Rusia con los acuerdos de Minsk.

A estas alturas Kiev está al caer en manos de Rusia, la conquistan y en ruso diríamos: “чёрт только знает сколько времени эта война будет длится”, solo el diablo sabe cuánto tiempo durará esta guerra. Esperemos que surja una solución, primero detener la guerra, evitar muertes de ambos bandos, sobre todo civiles; luego preservar la integridad del territorio ucraniano y reestablecer la paz.

Muchas personas entienden que las sanciones a Rusia no serán tan impactantes como se piensa. También es real que a Ucrania se le ha dejado a su buena suerte. Otras formas más severas deben existir para poder contrarrestar esta ofensiva rusa, la que advierto, no se detendrá, hoy será Ucrania, mañana Moldova, país bloqueado económicamente por Moscú; pasado Georgia y luego un giro hacia el Asia Central. Por si fuera poco, Rusia amenaza a Finlandia y a Suecia, países neutrales, en caso que se decidan a entrar en la OTAN.

Por suerte, el mundo ya protesta enérgicamente contra esta guerra. Europa se ha alzado y se ven las protestas por doquier. En América Latina otro tanto, el mismo pueblo ruso, ya muy cansado y seriamente afectado por las guerras anteriores, alza su voz contra esta confrontación.  

Solidaridad con los agredidos y con gran parte del pueblo del agresor, que no está de acuerdo con esta guerra. Vivimos en el siglo XXI y no en el Medioevo, es hora de evitar estas confrontaciones, es hora de que los jefes de estado de potencias nucleares dejen de alardear de poseer el armamento más mortífero, eso es indecente. Hablar de dialogo con el agresor puede resultar inútil, pero hay que tratar de lograrlo. Las sanciones tienen que ser lo más severa posible y no ponerse a pensar en cómo puede a algunos afectar económicamente, pues entonces sería sanciones de mentirita. El esfuerzo debe ser mundial. La Unión Europea debe llevar la voz cantante en sanciones, como vecinos inmediatos de Rusia.

La redacción 26 febrero de 2022

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