El 1 de enero de 1959, recuerdos de aquella fecha

«Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo,
la insurrección es el más sagrado de los derechos
y el más indispensable de los deberes
Marqués de Lafayette (1757-1834, militar y político francés)

Ha pasado tiempo, mucho realmente, por lo que ahora quiero decir lo que vi en aquel día y lo que recogía la prensa cubana, aún no penetrada por el bichito rojo en sus entrañas.

La situación de Cuba en 1958 era triste, tanto que hasta la misma clase media y algunas familias opulentas en el país deseaban un cambio, deseaban ver a Fulgencio Batista dejar la presidencia de la república.

Las revueltas, bombas en zonas urbanas, destrucción de un polvorín en la Habana y otras acciones más se sucedían. Los estudiantes universitarios, alrededor de la FEU, estaban en el primer frente de combate. Una muestra de eso fue el sorpresivo ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957. Meses después, el 5 de septiembre, marineros insurrectos y combatientes clandestinos del M-26-7 tomaron las calles de Cienfuegos.

Hubo una huelga general fallida el 9 de abril de 1958, la que coincidió con el ataque al Cuartel de Boniato en Santiago de Cuba por parte de un grupo liderado por René Ramos Latour, además del asalto a una armería de La Habana Vieja (justamente al lado de mi casa), la voladura de registros de electricidad, los paros y sabotajes en varias terminales del transporte, la quema de gasolineras y de vehículos, la interrupción del tránsito de entrada y salida de la capital, los sabotajes, acciones y paros en Guanabacoa, el Cotorro, Madruga, el asalto a la emisora de Matanzas dirigido por Enrique Hart, el descarrilamiento de trenes en Jovellanos, el ataque al cuartel de Quemado de Güines y la interrupción de la Carretera Central en Manacas, las acciones del Condado en Santa Clara, la paralización y el dominio absoluto de Sagua la Grande, el asalto y sabotaje a la planta eléctrica de Vicente en Ciego de Ávila. 

Los oficiales de la policía batistiana eran muy populares por sus asesinatos y torturas en vivo y en directo. Los más connotados fueron el teniente coronel Esteban Ventura Novo Rivero, el coronel Conrado Carratalá Ugalde, el general Pilar García, el coronel Alberto del Ríos Chaviano, jefe del cuartel Moncada, los Salas Cañízares y toda una jauría de oficiales subordinados al general Fulgencio Batista, incluido el mayor general Francisco Tabernilla Dolz, jefe del Estado Mayor del Ejército, todos muy odiados por la población.

La gente quería cambios y oían a altas horas de la noche, los que poseían radio en onda corta, a Radio Rebelde, muy activo en 1958.

En los últimos meses de 1958 se popularizaron los nombres de Camilo Cienfuegos y de Ernesto Guevara. Ni idea muchos tenían que ellos encabezaban una invasión hacia occidente. Las noticias de radio bemba iban llegando y se conocía que las tropas batistianas no eran que ofrecieran mucho combate. No valía la pena perder la vida por mantener un salario de 33 pesos mensuales como casquito de la dictadura.

Batista sabía que la llegada de los rebeldes era inminente. Ya Fomento había sido tomado por la tropa del Che Guevara e inutilizado el puente sobre el río Calabazar. El avance era indetenible y la toma de Santa Clara sería de días, pero al final caería. Por lo que Batista envió un tren blindado con una tropa élite de más de 350 militares para enfrentarse a las fuerzas rebeldes. El tren fue descarrilado y los militares fueron recibidos con metralla por parte de los que supuestamente ellos debían vencer. 

Fue esta fallida acción la que puso a Batista a recoger sus maletas. A las 3 de la mañana del 1 de enero de 1959, el dictador, junto a algunos de sus oficiales, levantó el vuelo hacia Santo Domingo. Su esposa sí pudo viajar a EE. UU., algo que a Batista se le negó de un inicio.

La noche del 31 de diciembre de 1958 transcurrió sin mucha bulla de parte del pueblo, no había nada realmente que celebrar. Hubo algunas fiestas grandes allí donde se reunía la High de la sociedad, pero inadvertidas por el pueblo.

En la mañana ya se rumoraba que Batista había salido echando un pie, pero era cuchicheo silencioso. La gente tenía miedo de que, aquello fuera una jugada para descubrir a todos sus opositores y luego ajusticiarlos o apresarlos. El cuchicheo siguió. Los más viejos se iban dando cuenta que en la medida que pasaba la mañana no había síntoma de que el dictador y sus fuerzas estuvieran en posición de atacar a nadie.

Batista, a su lado derecho Tabernilla, festeja el fin del año 1958 y, al parecer, de su propia dictadura.

Por fin la televisión nacional trajo a un desconocido, de nombre Carlos Lechuga, periodista, el que hizo amena la trasmisión. Recuerdo que finalmente dijo: “la gente dice que Batista se fue, veremos si es verdad.” Pasaron unos minutos, casi una media hora, para que Lechuga confirmara la escapada de Batista, detonante para que la gente saliera a las calles a festejar. Este periodista fue el ultimo embajador cubano en la OEA cuando Cuba fue excluida del sistema interamericano en 1962.

Otro aparecido poco después en la TV fue Max Lesnick, conocido como el Polaco (era realmente hijo de polaco), el que se presentó vestido de verde olivo. Este hombre era una persona rara. Fue miembro de la juventud ortodoxa y entabló estrecha amistad con Fidel Castro. Fue firme crítico y opositor al régimen batistiano. Poco tiempo después de iniciada la revolución, fue el inventor de la consigna “Cuba sí, yankis no”, y en 1961, tal y como hiciera José Pardo Llada, se marchó a los EE. UU. Inicialmente criticó el curso de la revolución, pero después se convirtió en defensor del proceso a través de su emisora, Radio Miami dentro de la Unión Radio. Ese día Lesnick, jefe de propaganda del II Frente del Escambray, habló de la criminalidad batistiana y de las bondades de la revolución que se iniciaba.

El 1 de enero no faltaron algunos chivatos encubiertos en ofrecerse enseguida a ayudar a las fuerzas rebeldes que se aproximaban a la Habana y aquellas que operaban en la clandestinidad. Por suerte, esos chivatos se conocían, algunos dieron información sin importancia a la dictadura con tal de ganarse algún favor de la policía. No obstante, recuerdo dos de esos que lograron hacerse de armas largas y ponerse el emblema del M26 en su brazo. Le comentaba en voz baja a mi madre: “mira como estos chivatos de Enriquito y Felito ahora son rebeldes, solo les falta la barba.”  

Otro hecho fue la destrucción de los parquímetros en la Habana. No quedó uno con vida, la gente los tumbaba y se llevaban todo el dinero allí depositado. La Habana Vieja tenía, sobre todo en las calles más comerciales, como eran Muralla, Teniente Rey, Obispo y otras, espejos de exterior o espejos de seguridad, los que igualmente desaparecieron y nunca más se vieron en la capital.

Mientras todo esto sucedía en la Habana, el periodista José Pardo Llada, instalado en la Sierra junto a Fidel Castro, contaba que eran las 5 de la mañana del 1 de enero y la tropa de la llamada columna 1 no sabía nada de lo que ocurría en la Habana, ni siquiera que Batista se había marchado. Se vinieron a enterar por algunos campesinos que poseían radio.

Confirmada la noticia, Fidel Castro estalló rabioso y comenzó a decir improperios del General Eulogio Cantillo Porras. Muchos no entendían la causa de ese enojo. Resulta que Cantillo había sido jefe del Cuerpo de Aviación del Ejército antes de ser designado por Batista como jefe del Estado Mayor Conjunto, a quien le tocó dirigir la llamada ofensiva de verano, concluida en agosto de 1958. El epílogo de todo ese enfrentamiento fue la firma de un armisticio secreto con la guerrilla del M-26 en el Central Oriente, Santiago de Cuba, mediante el cual Cantillo se comprometía a apresar a Batista tan pronto como el régimen fuera derribado. El general sabía que los días de Batista estaban contados, así que firmó algo que le convenía, pero una cosa es agosto de 1958 y otra es el 31 de diciembre de igual año. No es de dudar que Batista sabía algo al respecto y antes de su partida convocó una reunión de sus altos mandos y designaba a Cantillo jefe para organizar un gobierno provisional. La idea de Batista era abandonar el poder y meses después regresar a Cuba, pero siempre con un gobierno que le garantizara su seguro retorno. Esa jugada de salida y regreso ya la había hecho en el pasado con la llegada de Grau San Martín al poder y su “exilio” en Daytona Beach, Florida. A su regreso a Cuba se dio a la tarea de organizar el golpe de estado, el que derribó al gobierno de Carlos Prío Socarrás.

Cantillo hace declaraciones

Batista logró escapar a Santo Domingo, Cantillo era dueño y señor de Cuba al amanecer del 1 de enero, por lo que de inmediato tomó sus propias decisiones, una de ellas fue la de nombrar a Anselmo Alliegro y Milá como presidente provisional de la república, cargo que Alliegro no aceptó, por lo que obligó a Cantillo a buscar otra opción. El agraciado fue el magistrado Carlos Manuel Piedra y Piedra, juez de mayor edad de la Corte Suprema, como presidente provisional de la república, nombró al hasta entonces jefe de tránsito de la policía, Juan Tomas Ledón Iglesias, como jefe de la policía. Liberó al militar y educador Ramón M. Barquín López, el que había encabezado un fallido intento de insurrección contra Batista en 1956, conocida como «La Conspiración de los Puros», desarticulada en los primeros días de abril de 1956. Cantillo le pidió que se hiciera cargo de varias funciones dentro del ejército, incluida las conversaciones con los rebeldes.

El magistrado Piedra al frente y detrás se encuentra Cantillo

El 1 de enero Santiago de Cuba era tomada, acción en la cual el comandante Hubert Matos jugo un papel importante, ya que se le dio la orden de tomar el cuartel Moncada como fuera necesario. A Pedro Miret se le encomendó entrar en la ciudad con un tanque capturado en Maffo. No faltaron las declaraciones radiales de Castro instando a todo el pueblo trabajador ir a la huelga. Sus palabras indicaban que así se podría vencer la intentona de golpe de estado orquestada por Cantillo. Castro declaraba a Santiago de Cuba capital provisional de la república en esas palabras.  

El pueblo le respondió, que conste, hubo huelga. Hasta las bodegas cerraron y abrían por un rato para vender los productos más necesitados por la población. Recuerdo que los suministros de alimentos a esos establecimientos se cortaron y llegó a faltar la sal. Comer sin sal fue la primera vez en mi vida.

Los llamados Tigres de Mansferrer ofrecieron alguna resistencia desde la azotea de la Manzana de Gómez, pero el empuje de las fuerzas rebeldes bajo el mando de Camilo terminó con aquella rebelión.   

La gente estaba entusiasmada y daban la bienvenida a los rebeldes, los que no eran solo del M26, estaban los del Directorio y los del Segundo Frente del Escambray. Camilo Cienfuegos ocupó Columbia, lo que hoy conocemos como Ciudad Libertad, mientras el Che tomaba la Cabaña. Leía una noticia dada por un órgano de prensa extranjero que las tropas del Segundo Frente del Escambray al mando de Eloy Gutiérrez Menoyo habían entrado en la Habana en la madrugada del 1 de enero. Sí sucedió, algo que dudo, nadie entonces se enteró. Veo una coincidencia y es la inmediata aparición de Max Lesnick en la TV, el que fungía como propagandista de ese frente guerrillero.

Cantillo se dio por vencido, el tiro no le salió como quería, mientras que el magistrado Piedra fue presidente por un día. Tomó posesión el 2 de enero y el 3 tuvo que renunciar. Según he leído, Piedra murió en Cuba, jamás se fue. Él diría que no era culpable de haber sido “Reina por un día” (programa semanal de la TV auspiciado por Gaspar Pumarejo).

El nuevo presidente de la república fue Manuel Urrutia Lleó, el que tomó posesión del cargo el 5 de enero. El magistrado, como juez en la provincia de Oriente, había defendido en juicio a 22 personas acusadas de haber participado en la insurrección el 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba. La decisión de Urrutia en el juicio fue la siguiente: “..en vista a la usurpación y retención ilegal del poder por Batista y sus seguidores, los defendidos actuaron de acuerdo a sus derechos constitucionales.” Urrutia tiempo después tuvo que exiliarse en Venezuela. Regresó a Cuba el 2 de enero de 1959.

Una movida astuta de Fidel Castro, ya que Urrutia era un hombre cristiano, con sentido de democracia, por lo que la administración de EE. UU. no dudo en reconocer al nuevo gobierno.  

En un próximo articulo se hablará de la llegada de la columna al mando de Fidel Castro a la Habana el 8 de enero y sobre el discurso por él pronunciado, no sin antes dejarlo con unas palabras dichas en esos días por la máxima autoridad de la recién iniciada revolución.

No es posible que haya la menor convergencia entre los que acaban de emancipar a su pueblo y los que aplastaron las libertades de una docena de países europeos, ametrallaron al indefenso pueblo húngaro y constituye el máximo ejemplo de despotismo en el mundo. El comunismo no tendrá aquí justificaciones, ni complicidades del poder. La Revolución que avanza inconteniblemente es cubana y democrática en intención y entraña. Nada tiene que ver con los enemigos de la libertad.”

Urrutia en ejercicio de su cargo

6 enero de 2022

Ricardo Labrada

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