La llegada de los barbudos a la Habana, y los discursos de Fidel Castro el 8 y 15 de enero de 1959

Más que la verdad, el demagogo dice lo que el público quiere oír.”
José Ramón Ayllón (1955, escritor español)

Después de la toma de Santiago de Cuba, así como de varios puntos importantes de la isla, como lo eran Columbia y la Cabaña, la tropa del M-26, la misma que tomó la capital oriental, comenzó un recorrido a lo largo de la isla hasta llegar a la Habana.

Realmente todo el mundo veía este inicio de año 1959 con muy buenos ojos. La esperanza de una vida mejor, sobre todo para los pobres, la esperanza de la tranquilidad para la clase media, el poder continuar con el ascenso económico que se registraba en la agricultura y otros sectores, con una distribución de la riqueza existente y la que se seguiría creando en lo sucesivo, eran lo que el pueblo deseaba. La tranquilidad implica cero odios y más solidaridad entre todos.

Es cierto que hubo esbirros y criminales de Batista a los que había que juzgar de inmediato, pero quitar vidas no era que resolviera todos los problemas. Las venganzas no siempre encajan. Mucho de eso hubo a partir de enero, sobre todo cuando Santiago y la provincia oriental cayó en manos del ejército rebelde. Inhumano es lo que hicieron esos entes policiacos a las ordenes de su jefe, asesinaron y torturaron a diestra y a siniestra. Había que castigarlos, pero la pena capital a pulso no era una solución.  

Pero bien, en otro momento podemos abordar esa página de la historia. Veamos que sucedió con la llegada de la columna bajo el mando del líder de la revolución. La primera parte de ese día lleno de discursos con promesas de todo tipo se inició con un acto multitudinario en el Palacio Presidencial, donde se encontraba ya Fidel Castro en unión del presidente Manuel Urrutia y otros dirigentes del M-26.

El pueblo quería oír y valorar al nuevo jefe. Muchos desconocían la facilidad de palabra y oratoria del nuevo líder, por lo que en cuanto dirigió sus primeras palabras al pueblo de la Habana, muchos exclamaron su admiración por su dicción y coherencia en su discurso. No fue mucho lo que allí habló, enseguida invitó al pueblo a seguirlo hasta Columbia, lugar que sería rebautizado con el nombre de Ciudad Libertad. Era algo simbólico, presentarse en ese lugar, por donde Batista apareció después de su golpe de estado el 10 de marzo de 1952. Era como para decirle al que huyó, ahora llegué yo.

El pueblo lo siguió con entusiasmo, allá lo esperaba el comandante Camilo Cienfuegos, el que había organizado todo incluida la tribuna para ese acto de toma simbólica de Columbia. Incluso tenía organizado el espectáculo de las palomas, las que cayeron en un momento determinado del discurso sobre los hombros de Castro y Camilo. Anecdótica fue la pregunta que le hizo, a mitad de discurso a Camilo, la que luego se usó mucho para saber si las cosas andan bien, “¿Voy bien Camilo?”.  

La prensa de entonces llamaba Doctor a Fidel Castro. Sin embargo, eso no era que le gustara mucho a una persona que se consideraba una especie de Alejandro Magno. El Comandante en Jefe era como quería ser llamado. Doctor no era nada, podía ser un galeno o un abogado de poca monta. Comandante vencedor e invencible no lo son todos. Así se veía él por mucha modestia que quisiera mostrar a los ojos del pueblo. Años después surgió el “Comandante ordene, para lo que sea y donde sea”, ¿quieren más evidencia de culto a la personalidad?   

En aquellos momentos de jubilo no faltaron los payasos, uno de ellos fue el actor Errol Flynn, quien aseguraba que había combatido junto con Fidel Castro en la Sierra Maestra. Hubo otros que se presentaban como combatiente de esto o aquello otro. Muchos de esos vinieron a dar lecciones de paz y bondad. Ahora se veían como líderes y orientadores de lo que se debía realizar. El partido auténtico, el de Grau y Carlos Prío, pedía elecciones. Los presidiarios del Príncipe en la Habana escaparon casi todos, presos políticos y comunes. Ya la huida del embajador Earl E.T. Smith, buen colaborador de Batista, era historia pasada, así como la supuesta escapada del vocero del régimen batistiano, el tristemente célebre Otto Meruelos. Carlos Prío, el presidente derrocado por el golpe de estado de Batista, regresaba a su país después de estar 7 años en el exilio.

Carlos Prío Socarrás

A la llegada a Columbia, el nuevo ministro de gobernación Luis Orlando Rodríguez, fue quien tomó la palabra a manera de introducción al líder máximo, de cuyo discurso he extraído algunos párrafos para que Uds. lean y analicen. Se trata de afirmaciones y promesas, las que debemos preguntarnos cuánto de lo dicho se cumplió o no se hizo o se hizo a la contraria de lo afirmado. Aquí les va.

“Todo el mundo sabe que va a haber unas elecciones y si no sirve, el pueblo se encargará de decir la última palabra libremente”

“Aquí se acabaron para siempre los golpes de Estado y los atentados contra la Constitución y el Derecho.”

Ahí está Carlos Prío Socarrás como ejemplo, que ha venido a Cuba en una actitud de ayudar a la Revolución incondicionalmente, como dice, y no aspirar absolutamente a nada-(APLAUSOS); no ha protestado del hecho, no ha protestado absolutamente nada, no ha mostrado la menor queja, ni la menor inconformidad por el gabinete, sabe que hay un gabinete de hombres honrados y de hombres jóvenes, que bien merece que se le otorgue un voto de confianza para trabajar.”

El pueblo siguió a Fidel y a los barbudos hasta Columbia

“¿Es acaso lo mismo el magistrado Urrutia gobernando la República que Batista gobernando la República?  (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)  ¿Armas para qué?, ¿hay dictadura aquí?  (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)  ¿Van a pelear contra un gobierno libre, que respeta los derechos del pueblo?  (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), ¿ahora que no hay censura, y que la prensa es enteramente libre, más libre de lo que ha sido nunca, y tiene además la seguridad de que lo seguirá siendo para siempre, sin que vuelva a haber censura aquí?  (APLAUSOS), ¿hoy, que todo el pueblo puede reunirse libremente?, ¿hoy, que no hay torturas, ni presos políticos, ni asesinatos, ni terror?, ¿hoy que no hay más que alegría, que todos los líderes traidores han sido destituidos en los sindicatos, y que se va a convocar inmediatamente a elecciones en todos los sindicatos?  (APLAUSOS.)  Cuando todos los derechos del ciudadano han sido restablecidos, cuando se va a convocar a unas elecciones en el más breve plazo de tiempo posible, ¿armas, para qué?, ¿esconder armas, para qué?  ¿Para chantajear al Presidente de la República?, ¿para amenazar aquí con quebrantar la paz?, ¿para crear organizaciones de gánsteres?  ¿Es que vamos a volver al gansterismo?, ¿es que vamos a volver al tiroteo diario por las calles de la capital?  ¿Armas, para qué?”

No nos podemos convertir en dictadores los hombres que hemos visto tanto cariño en el pueblo, un cariño unánime, total y absoluto en el pueblo; aparte de nuestros principios, porque jamás incurriremos en la grosería de ostentar por la fuerza una posición, porque repugnamos eso….  El día que el pueblo nos ponga mala cara, nada más nos ponga mala cara, nos vamos.”

“El Presidente de la República me ha encomendado la más espinosa de todas las tareas, la tarea de reorganizar los institutos armados de la República y me ha asignado el cargo de Comandante en Jefe de todas las fuerzas de aire, mar y tierra de la nación (APLAUSOS    Y EXCLAMACIONES DE: “¡Te lo mereces!”).  No, no me lo merezco, porque eso es un sacrificio para mí, y en definitiva para mí eso no es ni motivo de orgullo, ni motivo de vanidad, y lo que es para mí es un sacrificio.  Pero yo quiero que el pueblo me diga si cree que debo asumir esa función (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”).”

Fidel Castro y las palomas

Así transcurrió aquel discurso y acto apoteósico del 8 de enero en la recién llamada Ciudad Escolar Libertad. Veamos ahora párrafos de su discurso una semana después en un almuerzo en el Club Rotario, al cual también asistieron el presidente Manuel Urrutia y el primer ministro René Miró Cardona. Castro, como verán al final, llegó tarde a la cita, pero eso no impidió que se le esperara y se le escuchara atentamente por todos los allí reunidos.

Nosotros empezamos por ratificar aquí que los principios de la Constitución de 1940, los preceptos fundamentales de la Constitución de 1940 son los que regirán el Gobierno Provisional y el gobierno futuro de la república, lo cual le dará ya una pauta a toda la ciudadanía.”

“No íbamos a designar un congreso de dedo, porque cuando vuelva a haber un congreso tiene que ser un congreso elegido por el pueblo, y, en consecuencia, la Revolución sí ha dicho que todos los preceptos fundamentales de la Constitución, todos los derechos civiles, políticos y humanos que garantiza la Constitución de la República, están garantizados por la Revolución, porque esa es la norma de la Revolución y porque la Revolución se puede hacer dentro de esos principios.”

Cuando se me preguntaba recientemente si, en mi opinión, debía haber una nueva Constitución, yo dije que eso entorpecería la Revolución, porque nadie sabría a qué atenerse.  Todo el mundo empezaría a temer qué tipo de Constitución sería esa, nadie se sentiría seguro, mientras que así todo el mundo ya sabe a qué atenerse, que va a regir la Constitución de 1940; porque el problema no era que no hubiera una buena Constitución, sino que no se cumplía la Constitución buena que tenía el pueblo de Cuba.”

“A mí no me van a llamar comunista por eso, porque yo no soy comunista.”

He querido subrayar en itálica cómo Castro matizaba las ejecuciones que vendrían, algunas de forma sumaria o en juicios con jueces improvisados.

En el caso de Batista, todo el mundo sabe que Batista les decía a los soldados que a él no había quien lo derrocara, que estaba fuerte, porque los norteamericanos lo apoyaban, y le mandaron la misión militar y le mandaban aviones, todo eso es una verdad.  Pero la cuestión es que esos intereses fueron indiferentes a los horrores que ha sufrido nuestra patria durante los primeros 11 años.  Después vinieron los ocho años efímeros de gobierno constitucional y después tuvimos otra vez siete años de tiranía, que son 18 años, ¡y cuenten los muertos que ha habido, cuenten los sufrimientos de nuestro pueblo, cuenten las lágrimas que han derramado las mujeres cubanas; cuenten los sufrimientos de todas las madres, hasta las que no han perdido un hijo, ¡porque la que no ha perdido al hijo vio perder al hijo de otra y pensó que algún día podría ser su hijo!  Que nadie ha vivido en paz aquí durante ese proceso, nadie ha vivido en paz ni ha vivido seguro un solo minuto desde el 10 de marzo de 1952.

La alegría que el pueblo demuestra y la simpatía que demuestra por nosotros, yo no la atribuyo a ningún mérito especial, la atribuyo al hecho de que era insoportable lo que estaba pasando aquí.”

“¡Ah!  ¿Qué nos dicen?  ¿Qué sometamos a los tribunales ordinarios a los criminales de guerra?  ¿Y qué tribunales ordinarios hay en Cuba?  ¡Si la dictadura no dejó tribunales de ninguna clase!  ¿O es que los vamos a llevar a los Tribunales de Urgencia, al Tribunal Supremo, al Tribunal de Cuentas y a todos aquellos tribunales que eran cómplices de la dictadura en general, salvando las excepciones honrosas?  (APLAUSOS.)  No hay tribunales ordinarios, no los hay, y no se crean tampoco en 5 días, ni en 20 días, ni en 40 días.  Si se quieren escoger jueces capacitados y escogerlos por oposición, como deben escogerse, pues nos estamos cinco meses, seis, hasta terminar y tener un poder judicial.  ¿Y vamos a esperar eso para juzgar a esos señores?  No, si este es un problema que todo el mundo pide que se resuelva cuanto antes, señores, que se castiguen cuanto antes (APLAUSOS).  Si es cruel, es cruel tenerlos aquí esperando; ya se sabe el castigo que les toca a los criminales de guerra.  Cuanto antes mejor, y se recupera la paz y se olvida todo eso, y se acabó, y sigue el pueblo adelante.  Lo que este es un lastre que tiene atrás, porque no los vamos a soltar, señores, no puede ser, no los podemos perdonar.  Y, además, para una cosa, para que nosotros aprendamos, para que aprenda todo el mundo lo que se hace con los criminales de guerra, porque esa es una lección para todo el mundo, un ejemplo, porque lo que queremos es que no vuelva a ocurrir jamás lo que ha ocurrido, y el mal hay que arrancarlo de raíz.

“El presidente Manuel Urrutia es el presidente de los cubanos un tiempo (APLAUSOS).  ¿Qué nos llevamos bien los revolucionarios con nuestro Presidente?  Sí, y tiene su explicación:  es un hombre recto, un hombre capaz, un hombre inteligente, y, además, porque nosotros somos antes que nada civilistas (APLAUSOS), somos hombres desinteresados, que ponemos nuestras armas incondicionalmente a las órdenes del poder civil de la república (APLAUSOS).  Por lo tanto, está garantizada la permanencia en el poder del Presidente Provisional de la República.  Esto no será como en 1933, que estaba uno tres días, otras 24 horas; aquí seguirá el magistrado Urrutia de presidente de la república hasta que haya un gobierno producto de la elección, de la voluntad del pueblo.”

“Nosotros no tenemos interés en posponer las elecciones, no; el interés de posponer las elecciones lo tienen los grupos que dan un golpe de Estado, no tienen pueblo y se ponen a hacer milagros para ver cómo ganan votos.  Pero para nosotros, que desde el momento que hemos triunfado tenemos el respaldo unánime del pueblo, si mañana fueran las elecciones, ya sería presidente el que se postule por cuatro años. ¿Qué interés podemos tener en prolongar la provisionalidad?  El tiempo mínimo necesario, ese es el criterio, para que se reorganice la república, que se hagan toda una serie de medidas que hay que hacer, que se restablezca la paz, y para que todo el mundo trabaje ahora. 

PERIODISTA.-  Doctor Castro:  una pregunta para la prensa.  Usted debería haber llegado aquí a la 1:00 de la tarde, y llegó a las cuatro y media.  Un retraso de tres horas y media significa que usted estaba resolviendo problemas trascendentales para la nación.  Si no es de carácter privado y se puede decir públicamente, ¿podríamos saber la causa de ese retraso?

CMDTE. FIDEL CASTRO.-  Bueno, se la puedo decir, porque a mí me pueden seguir los periodistas dondequiera que yo vaya (RISAS).  Fui precisamente al campamento militar donde, con motivo de todas las actividades de estos días, no había podido ir en más de 48 horas y donde había toda una serie de cuestiones fundamentales pendientes.  Estamos en un proceso de reorganización que requiere una atención constante. 

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Como es costumbre en este blog, al tratar estos temas, se exponen los argumentos, todos los pueden leer y discutir. Han pasado 64 años de esos discursos y realmente los que apoyamos ese proceso, incluso en nuestra niñez-adolescencia, vemos que una cosa fue entonces y pocos meses después, en el mismo año 1959, fueron otros los alegatos.

En próximas entregas veremos en que consistieron las primeras reformas promulgadas por el gobierno revolucionario y los cambios de gabinete de ministros a inicios de febrero de 1959.

11 enero de 2023
Ricardo Labrada

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