“Si quieres ver el paraíso en la Tierra,
ven a visitar a Dubrovnik.”
Bernard Shaw (dramaturgo y crítico irlandés)
De Dubrovnik todo el mundo habla, uno se hace idea que la ciudad es sólo una fortaleza, lo cual es errado. Allí están las murallas y fuera de ahí una ciudad recogida, pero con elevaciones, lo cual no es muy cómodo para caminar por parte de las personas de la tercera edad. A eso sumemos que los taxistas cobran en exceso igual que en Split. Así que la mejor opción aquí es caminar y cuando uno se canse, tomar aire para continuar.
Dubrovnik es nombre que me sabía desde un inicio a roble. Dub es roble en lenguas eslavas incluido el ruso. El nombre de esta ciudad viene de la palabra Dubrava (Bosque de robles), nombre de una aldea cercana donde los robles cubrían las montañas de San Sergio. No obstante, se puede considerar que la historia eslava, o sea croata es relativamente reciente, ya que antes se llamaba Ragusa, nombre que viene del vocablo «Lausaioi«, que significa «aquellos que viven sobre la roca” (en romano Lau es roca), pero que degenera en «Rausaioi» y luego en Ragusa con el tiempo, nombre que conservó hasta 1916.
Venecianos y otomanos se disputaban este territorio, pero los locales se la ingeniaron para llegar a un trato con los turcos y que éstos no invadieran la ciudad. Según Wikipedia, ese fue el primer trato histórico logrado entre islámicos y cristianos.
En la ruta desde Split nos hicimos idea que había una autopista que nos llevaría directamente hasta Dubrovnik, pero el GPS nos indicó una ruta bordeando la costa, trayecto fabuloso por la belleza de lo que vimos. Paramos en una cafetería-restaurante y la camarera nos indicó cómo llegar a la autopista, error esta vez nuestro. Llegamos a la autopista, la que nos indicó un desvío para seguir rumbo a Dubrovnik y así evitar el cruce de frontera en Bosnia-Herzegovina. Accedimos y para nuestro asombro nos volvió a llevar a la ruta por toda la costa pasando por el área del río Neretva, el que ya conocía por la famosa película “La batalla sobre el río Neretva (1969)”, ocurrida en 1943 entre las fuerzas guerrilleras yugoslavas contra el ejército nazi y las tropas leales a la monarquía colaboradoras de los invasores. Así que en la medida que avanzábamos, trataba de rememorar la voladura de unos puentes allí existentes. De hecho, Dubrovnik es capital del condado Dubrovnik-Neretva. Una vez uno deja ese sitio montañoso y fluvial es que comienza a acercarse a nuestro punto de destino y descanso, el que era en realidad Cavtat, unos 18 km o algo más después de Dubrovnik y muy próximo a la frontera con Montenegro. En Dubrovnik no habíamos encontrado algo conveniente y que cubriera nuestras necesidades, sobre todo el aparcamiento. En Cavtat habíamos reservado habitación de hostal, la que era enorme y con todas las comodidades. Allí podríamos haber visitado el pequeño puerto de habérnoslos propuesto, pero el objetivo era Dubrovnik, a unos 15 minutos del hostal. Así que primero a almorzar y luego de regreso a la otrora Ragusa.
Desde la carretera uno comienza a ver la conjunción urbana con las famosas murallas de esta famosa ciudad, no en balde le llaman «la perla del Adriático» o «la Atenas dálmata». Bajamos y lo primero fue donde aparcar, no fue difícil, pero si algo alejado del recinto amurallado, por lo que se impuso descender por unas escaleras empinadas, lo cual requiere de cuidado. Aunque, como dice el refrán, para abajo todos los santos ayudan. El problema sería al regreso a recoger el auto. Un ejercicio en toda regla y realizado con repetidos recesos.
Comenzamos con un recorrido de reconocimiento de la ciudadela existente que incluyó el Stradum, paseo principal a lo largo del cual encontramos la gran fuente de Onofrio llamada así en honor al arquitecto napolitano que la diseñó, Onofrio della Cava, construida en el siglo XV y que sirvió de fuente de agua potable para la ciudad.
A continuación, la Iglesia San Blas, construcción estilo barroco de la época medieval, donde los eslavos de entonces le rendían culto al dios Veles, a su vez santo patrón de la ciudad.
De ahí nos encaminamos a ver la torre del reloj, de unos 30 metros de altura y situada en la plaza de la Luža, construida igualmente en el siglo XV. Esta torre fue demolida en el pasado debido a su peligrosa inclinación producto de terremotos en el lugar. Su reconstrucción tuvo lugar en 1928.
Aledaño a esta torre está el Palacio Sponza, el cual sirvió de escuela, armería, banco, casa de la moneda y aduana durante el período de la República de Ragusa. Esta edificación fue construida en el siglo XVI y cuenta con áreas internas muy llamativas, donde incluso se han realizado distintos eventos. Un poco que este palacio se me confunde con el Palacio Rector, puede que sea el mismo, el que también sirvió como armería, arsenal, sala de juicios y prisión. La edificación es del siglo XIV, pero ha sufrido de terremotos y explosiones, por lo que al inicio era de estilo barroco, luego renacentista, ahora un híbrido de ambos estilos, según me explicaron. Fue en el Palacio Rector que Napoleón abolió la República de Ragusa.
El siguiente punto y obligatorio fue la catedral de la Asunción de la Virgen María, la que se construyó en la segunda mitad del siglo XVII sobre las ruinas de una antigua iglesia románica. Nos llamó más la atención su fachada, cúpula y exteriores que la parte interior. Wikipedia nos dice que en 1979 hubo un fuerte terremoto en Montenegro que igualmente afectó a la catedral de Dubrovnik.
Otras dos iglesias uno podrá encontrar en Dubrovnik, ellas son la de San Salvador construida después del terremoto de 1520 por decisión del Senado de Ragusa y en agradecimiento a Dios por la salvación del desastre. Curiosamente esta iglesia no sufrió con el terremoto de 1667. La otra iglesia es la de San Ignacio Loyola o iglesia de los jesuitas construida entre 1699 y 1725, o sea un cuarto de siglo. Realmente su fachada es algo original y la edificación se hizo en estilo barroco.
Caminando por toda la parte baja de las murallas, nos llegamos al embarcadero deportivo, donde le hacen ofertas a uno hasta para llevarlo a la Luna. Con más tiempo vale la pena, aunque no sé hasta que punto resulte interesante visitar la pequeña isla, en realidad un cayito, llamado Lokrum, a menos de un km de la orilla de Dubrovnik. En cuanto la tarde comenzó a caer, mes de agosto, pleno verano, decidimos regresar a Cavtat. La siguiente jornada sería dedicada al recorrido por las murallas.
El recorrido dentro de la ciudadela es gratuito en Dubrovnik. Para recorrer las murallas hay que pagar una entrada, no muy costosa, y vale la pena. Las Murallas se les conoce con el nombre de Dubrovačke gradske zidine en croata y Muro di Ragusa en italiano. Ellas fueron construidas entre los siglos XII y XVII, inicialmente eran de madera, y se encuentran a una altura de 25 metros con una longitud de casi 2 km. Se afirma que fueron murallas que daban una buena protección a la ciudad en caso de ataque enemigo.
El paseo por las Murallas nos permitió ver muchos sitios importantes de Dubrovnik. Los campanarios de los conventos franciscanos y dominicanos pudimos apreciarlos desde distintos ángulos. En el recorrido de las murallas uno se tropieza con la Torre Minceta en la parte norte del lugar. Era una antigua fortaleza, cuyas paredes eran de 6 metros de grosor y desde allí uno tiene una vista interesante del mar y la costa. La torre es tan fuerte y bella que, los soldados de Napoleón la bautizaron con el nombre de Bella Mujer.
Igualmente, uno puede diferenciar otras fortalezas, como la de Bokar, enorme, construcción del siglo XV en la parte oeste; la de San Juan, del siglo XIV, se halla en la parte suroriental y sirvió de protección al puerto.
Frente a las Murallas, con mar de por medio, se alza la fortaleza Lovrjenac o fortaleza roja, la que se construyó a lo largo del período entre el siglo XI y el XVI. Este lugar lo vimos, pero al no visitar directamente esta fortaleza, no tenemos nada que comentar.
Al salir del recorrido de las Murallas, tuvimos que descender a la ciudadela por una calle con escaleras empinadas, las que uno debe bajar cuidadosamente. Ellas terminan en la Puerta de Buža. He visto mencionadas otras dos puertas de entrada y salida, por alguna razón involuntaria no retraté la puerta de Ploče, pero sí la de Pile, puerta principal de acceso a la ciudad amurallada, construida en 1537 y situada en la parte occidental.
Para ver la ciudad en toda su dimensión está el Mirador del Monte Srd, al cual uno puede acceder en teleférico, pero no optamos subir al lugar. Desde la carretera, situada bastante alto sobre la ciudad, uno puede ver mucho de esta bella urbe.
Visitar Dubrovnik es maravilloso al igual que realizar el viaje por la carretera a lo largo de la ribera que viene desde Split. Las vistas son bellísimas en general, tanto que uno las graba en la mente.
Ricardo Labrada
29 marzo 2023