“No hay que tener miedo a provocar el cambio y dar
el primer paso. Se falla cuando fallamos en proceder.”
Rosa Parks (1913-2005 activista por los derechos civiles)
Esta película me ha dejado asombrado, en la medida que la cinta avanzaba, en la misma medida crecía de forma paralela mi rechazo a los que dominan y mi compasión a los sufridos con semejantes atrocidades a finales del siglo XX e inicios del presente.
¿El problema? Muy sencillo, racismo secular, el que persiste hasta nuestros días. La trama del filme no es una ficción, es toda una realidad de hechos que suceden en Alabama, y creo, que pueden igualmente suceder en Mississippi, Georgia y otros estados sureños de EE. UU. El racismo como la segregación, sea racial o política, está reñido con la democracia. Esto no es asunto de izquierda o derecha, es de democracia.
Flipaba al ver cómo a los negros en Alabama se les acusaba y castigaba injustamente. Poner a una persona en una celda del corredor de la muerte, para que se declare culpable o acuse algún otro inocente, es algo inadmisible y aborrecible. Una justicia basada en el chantaje, la violencia y la tortura mental no tiene nada de democrático y mucho menos en un país que alardea de su sistema interno democrático, algo que no pongo en duda en muchos estados de esa nación, pero que tiene sus debilidades en estados donde los que dominan están aún en el período de post guerra civil.
El filme muestra como el poder judicial y el aparato represivo en Alabama está en función de la persecución sistemática de los negros, a los que se les detiene, se les encierra y sus juicios se hacen extemporáneamente. Las condenas son severas. Muchas veces se les acusa de crímenes no cometidos, crímenes de otros con piel pálida.
El abogado negro Bryan Stevenson, graduado en Harvard e interpretado por Michael B. Jordan, se da a la tarea de revisar varios casos de ciudadanos negros condenados injustamente. Todo un Quijote, negro y enfrentado a la justicia impuesta por las caras pálidas, pero sin perder la paciencia y con todo el rigor de su profesión comenzó su difícil trabajo con la ayuda de una señora blanca y luego se añadió una secretaria negra.
No tengo intención de contarles todo el proceso del ya condenado a muerte Walter McMillian, alias Johnny D, interpretado por el estelar Jamie Foxx. Pienso yo que, el único delito, si así se le puede llamar, fue el de haberse acostado pacíficamente con una blanca. Había cometido una falta que en Nueva York es muy habitual, pero no así en el sur del país. Le cayó una imputación infundada, la que el fiscal dibujó a su antojo, vino la condena, pena capital, y Johnny D fue a parar al corredor de la muerte, donde había otros reos negros como él.
El abogado Stevenson, como dije, se dio a la tarea de lograr la revisión de todas esas penas. Falló en la primera cuando a un excombatiente negro en Vietnam, completamente desequilibrado mentalmente por la guerra, de la que salió como héroe, terminó en la silla eléctrica sin ninguna misericordia por un delito de supuesto asesinato intencionado, algo que había ocurrido por accidente. Ver la escena de la ejecución le para a uno todos los pelos del cuerpo. No se trata de lástima, más que todo es ver la injusticia y la indolencia. Si el negro muere, uno menos en la lista, esa es la cuenta del verdugo.
Cuando Stevenson se adentra en el caso de Johnny D es cuando comienza a ver como una ensarta de mentiras, falsas declaraciones y evidencias inexistentes pueden llevar a cualquier ser humano a la muerte.
En el plano de las actuaciones, creo que todo el reparto de buenos y malos hicieron su mejor papel, pero sobresalieron algunas figuras. En primer lugar, Michael B. Jordan y Jamie Foxx, como el abogado Stevenson y el reo Johnny D, respectivamente. Luego Rob Morgan, el que interpretó el papel de Herbert Richardson, el héroe de Vietnam sentenciado y llevado a la silla eléctrica. La mayoría de las actrices y actores brillaron, pero hubo uno que se robó la escena, Tim Blake Nelson encarnando al reo blanco Ralph Myers, el hombre que se vio forzado a declarar en un primer juicio en contra de Johnny D a cambio de su vida. Myers había estado en el corredor de la muerte y se le prometió sacarlo de allí si testificaba falsamente contra Johnny D. Blake Nelson en el papel de Myers me lució muy real todo el tiempo, parecía una persona algo desquiciada, sin esperanza de vida y aceptación familiar, uno que esperaba que le llegara su muerte al sentirse de más en este mundo. Tampoco puedo omitir la labor del director y guionista hawaiano Destin Cretton, el cual usó como trama las memorias reales del abogado Bryan Stevenson.
Alguien podrá decir que ha habido otros filmes que versan sobre este problema, muy cierto, destaco “Han matado a un hombre blanco (1949)”, “Un rayo de luz (1950)”, “En el calor de la noche (1967)”, “Arde Mississippi (1988)” y “Tiempo de matar (1996)” entre otros, pero de todos esos vistos, me quedo con esta cinta como la mejor evidencia del asunto del racismo en Norteamérica.
Jamie Foxx obtuvo nominación para premio Screen Actors Guild como mejor actor de reparto. Este actor obtuvo el premio Spotlight en el Festival Internacional de Palm Springs, mientras que la película obtuvo el premio Libertad de Expresión por parte del National Board Review de EE. UU. Hay más premios obtenidos en eventos de cine precisamente de estados del sur de EE. UU.
Les recomiendo una vez más vean esta peli, disponible en Netflix. Mi puntuación en IMDB.com fue de 10, primera vez en 20 años que califico a un filme con la puntuación máxima.
Esteban Hernández
8 abril 2023