«Hay en la juventud de hoy la misma energía que conquistó
lauros imperecederos a la juventud de que era digno,
en la ciencia y en la justa fama europea,
el ilustre químico, el cubano Álvaro Reynoso«.
José Martí
Ricardo Labrada
Siempre tuve por agrónomo al gran científico cubano Álvaro Francisco Carlos Reynoso y Valdés, cuán equivocado he estado, pues fue médico, fisiólogo, bioquímico y químico también.
Cuando estudiaba en la Unión Soviética, la primera clase de cualquier asignatura era para hacer historia del desarrollo de la disciplina de turno. Los profesores siempre llegaban a un punto en que mencionaban la figura de Lomonosov. No le quito mérito a ese gran científico ruso, era un genio realmente, pero en ese afán de patriotismo, se exageraba tanto que Lomonosov era el inventor de todo en este mundo.
Digo esto para no caer en ese mismo chovinismo y realmente darle a nuestro gran Álvaro Reynoso su debido lugar en la ciencia cubana. Descontado están sus aportes a la industria azucarera cubana. Realmente Cuba necesitaría ahora de un clon de Reynoso para restaurar la industria nacional, sobre la cual la economía del país siempre descansó.
Reynoso nació el 4 de noviembre de 1829 en el poblado de Alquízar, que conozco bastante bien por haber trabajado en ese municipio y que actualmente es parte de la provincia de Artemisa. Era el cuarto hijo de Antonio y María de Jesús.
Cuando Álvaro tuvo edad para cursar la primaria se encontró con el problema que en Alquízar no había escuelas. En esa época Alquízar como Artemisa (a una distancia de 16 km entre una y otra) eran poblados prósperos donde se cultivaba caña de azúcar y café entre otros cultivos.
Finalmente los padres y familia de Álvaro se trasladaron a la Habana y allí cursó escuela en el colegio de San Cristóbal, donde impartían clases hombres como Felipe Poey, José Fornaris, José Silverio Jorrín entre otros. De ellos fue el profesor José Luis Casaseca quien tutoreó a Álvaro en materia de química. Como bachiller se graduó en 1846 y ya en ese año hizo una traducción al español de un tratado de física.
La Universidad de la Habana no tenía en ese entonces facultad de ciencias, por lo que matriculó medicina, pero al año siguiente de su graduación como bachiller fue enviado a Francia. No fue el único caso. Varios patriotas cubanos, de aquellos que iniciaron la lucha independentista en 1868, cursaron estudios en Francia y allí bebieron de las aguas de libertad e igualdad, llegando a renegar de todo el feudalismo español que se mantenía intacto en la Cuba de mediados del siglo XIX.
En Francia matriculó en la facultad de ciencias de la Sorbona y poco después en la medicina también para estudiar ambas carreras. En 1856 concluyó la Universidad de París, tenía 26 años de edad, con un tremendo aval científico y numerosas publicaciones en Francia. Se graduó como Doctor en Ciencias Químicas y Físicas, y fue escogido como miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid, de la prestigiosa Sociedad Económica de Amigos del País y del Círculo de Hacendados de la Isla de Cuba.

ÁLVARO REYNOSO
Siendo estudiante, en 1849, Álvaro desarrolló un nuevo procedimiento para el reconocimiento del Iodo y del Bromo. A la par publicó un trabajo titulado: «Observaciones sobre la dosificación de la cal». Al año siguiente, publicó dos folletos:
– «Notas sobre las diversas combinaciones nuevas del amoníaco con los cianoferruros y en particular con los cianoferruros de níquel»,
– «La acción de las bases sobre las sales y en particular sobre los arsenitos».
En 1851, publicó: «Nota sobre la preparación de los ácidos metálicos». En el mundo de la fisiología médica, publicó en 1851 en Francia, «Nota sobre la presencia del azúcar en las orinas». Al año siguiente, «La presencia del azúcar en las orinas de los histéricos y epilépticos». Un año después, «Nota sobre la presencia de azúcar en la orina de los epilépticos» y el folleto «Memoria sobre la presencia de azúcar en las orinas y la relación de este fenómeno con la respiración». Todo ello por su interés en la enfermedad conocida como diabetes mellitus. Para su época fue uno de los científicos que más atención prestó al problema de la diabetes, de hecho fue el primer cubano que abordara este tema.
Entre otros trabajos que este hombre de ciencias desarrolló, están:
– «Memoria sobre la presencia de sangre en la orina de las personas sometidas a la inhalación de medicamentos anestésicos», que presentara en 1854 y mereciera premio de 500 francos en el concurso de Medicina y Cirugía de la Academia de Ciencias de Paris
– » Experiencias de interés para la historia sobre el envenenamiento por el Curare», cuyos resultados fueron aprobados por una comisión científica que lo evaluó.
– En 1855, publicó un folleto «Investigaciones naturales, químicas y fisiológicas sobre el Curare, sustancia con que los salvajes americanos emponzoñaban sus flechas».
En 1856 Reynoso presentó su tesis «Investigaciones sobre la formación del éter» optando por el título de Doctor en Ciencias. La defensa de su tesis fue un éxito al igual que los exámenes a los que tuvo que someterse. Su tesis entonces fue de ampla acogida en Francia y España.
1857 fue un año de éxitos para Reynoso. Entonces publicó en Francia un trabajo titulado: «Noticias sobre el embalsamamiento practicado por los indios americanos», así como otro: «Apuntes sobre las sustancias alimenticias», que tuvo que ver con los hábitos alimenticos de las personas y su consecuencia en la salud y su desarrollo. Igualmente mostró interés por la acuicultura, o sea la producción de peces en agua dulce.
En setiembre de 1857 fue designado catedrático de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, eximido de presentarse a oposición en reconocimiento a su valiosa labor científica. Igualmente recibió el honor de ser nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, en mérito a sus valiosos aportes científicos e igual nombramiento le otorgó la Real Academia de Historia de España.
Sin embargo, Reynoso no pretendía asentarse en España como científico, su objetivo iba más lejos y era el de ayudar al desarrollo de la ciencia en Cuba. En 1858 asumió la Cátedra Especial de Química Aplicada a la Agricultura y a la Botánica, de la Escuela General Preparatoria de La Habana. Reynoso trajo a su tierra natal sus conocimientos e igualmente equipamiento de laboratorio necesario para el desarrollo del trabajo de esa institución. Su biblioteca particular fue también traída a Cuba, la que donó a la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Estando en Cuba, Reynoso logró embalsamar a un muerto utilizando los procedimientos por el propuesto y cuyos resultados fueron posteriormente publicados. Al mismo tiempo comenzó a impartir clases, solicitó la Cátedra de Química aplicada a la agricultura y la botánica, en la Escuela General Preparatoria de la Habana e inició sus estudios sobre el cultivo de la caña de azúcar. Todo esto sin dejar la medicina a un lado, de lo cual da fe su interés por el origen de la sífilis y desmentir datos falsos publicados un siglo antes.
Por Real Orden, en 1859, Reynoso fue nombrado director del Instituto de Investigaciones Químicas de La Habana, en sustitución del difunto profesor Casaseca, el mismo que fuera su tutor cuando Reynoso era aún estudiante.
La ciencia aplicada a la agricultura cañera ocupó un sitio significativo en la actividad científica de Reynoso, que debido a su dedicación en este cultivo publicó el famoso Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar (1862). En ese tratado Reynoso abordó aspectos importantes sobre la producción de caña de azúcar y de la propia industria azucarera. La mala práctica de plantar caña en áreas deforestadas para aprovechar la fertilidad que dejaba el bosque talado, fue una de las críticas que hizo al sistema predominante entonces. Se oponía con razón a la práctica de la agricultura itinerante, hoy día aún practicada en muchos países subdesarrollados. Reynoso conocía de la ley de mínimos de Liebig, y entendía de la necesidad de crear un equilibrio en la nutrición de las plantas mediante el uso de fertilizantes minerales. La producción azucarera no podía ser extensiva, ya que esa práctica realmente no promovía altos rendimientos del cultivo. La obra de Reynoso fue un claro consejo de lo que se debía hacer para modernizar esta producción. Sin embargo, no estoy de acuerdo con aquellos que plantean, rememorando a Reynoso, que los rendimientos cayeran años tras años. Los hacendados cubanos sabían el manejo que dar a sus áreas de caña y mucha tierra se dejaba en barbecho para la recuperación de la fertilidad del suelo. Los rendimientos en época de la colonia de 55 mil arrobas de caña por caballería eran excepcionalmente buenos para ese entonces. Reynoso planteaba su modernización, su mejora, pero no su eliminación o producción por debajo de la cifra de rendimiento ya indicada. Igualmente fue partidario, con mucha lógica, de la diversificación de cultivos, pues solo así se puede reducir el fenómeno de extensión del cultivo. La presencia de otros cultivos obligaba a intensificar la producción de la caña y, por ende, de elevar sus rendimientos por unidad de área cultivada.
El otro aspecto, no menos importante, fue la oposición al uso de esclavos para las labores de campo y corte en la caña de azúcar. Reynoso, como los ilustres Francisco de Frías y José Antonio Saco, sostenía que la participación autónoma de los cubanos era indispensable para fomentar la agricultura cañera en el país. La reforma de la política estatal de la colonia era una demanda legítima. Por eso, el análisis de Reynoso incluyó la forma de propiedad agraria, donde se oponía a las prácticas retrogradas de la metrópoli colonial. Reynoso consideraba justo la necesidad de fomentar una agricultura cañera con pequeños campesinos criollos e inmigrantes, donde el incentivo en la propiedad, a diferencia del sistema esclavista, era un componente básico para impulsar la modernización de la economía agraria. Así y todo, Fernández Prieto (2004) afirma que la esclavitud formaba parte de los elementos negativos componentes de la agricultura trashumante practicada por los hacendados en Cuba, pero ello no significaba que fuese el factor más perjudicial ni el principal impedimento en la aplicación de los principios científicos en la agricultura cañera.
Reynoso igualmente se preocupó por el procesamiento industrial de la caña. Recibió el apoyo de hacendados cubanos para la obtención de azúcar en frío mediante congelación del jugo de la planta, algo que realmente fue un fracaso. Durante esa investigación Reynoso residía en Francia e igualmente realizó estudios sobre la conservación de carnes con aire comprimido, preparación de licores y otro sobre el desarrollo de una máquina para extracción del jugo de caña.
A su regreso a Cuba en 1883, se trajo el equipamiento para un laboratorio de química, adecuó un área de su casa, en el Cerro, Habana, para disponer de un campo experimental y así poder investigar en caña, café, algodón, tabaco y otros. Igualmente el Conde de Fernandina le facilitó áreas agrícolas en Pinar del Río para investigar.
Sus resultados no eran secretos, ya que fue un escritor regular del Diario de la Marina, donde escribía en la sección científica de este diario. Igualmente publicó en los Anales y Memorias de la Junta de Fomento y de la Sociedad de Amigos del País.
Como hemos visto se trata de un hombre siempre interesado por saber más, por desarrollar avances que sirvieran a la industria de su país, a la medicina, a los procesos de conservación de alimentos, en fin, un hombre de los que no abundan en el mundo de antes y de ahora.
Reynoso murió en la Habana el 11 de agosto de 1888 y sus enseñanzas perduran hasta hoy día, todo está en ver si las mismas se utilizan realmente y sirven para el necesario desarrollo de la agricultura cubana.
Bibliografía consultada
Castellanos D. La actualidad de las ideas. DDC. http://www.diariodecuba.com/cultura/1376175806_4589.html
Fernández Prieto Leida. 2004. Ciencia y reforma en la agricultura cañera en Cuba a finales del siglo XIX. Revista de Indias, 2004, vol. LXIV, 231: 529-548, ISSN: 0034-8341.
Misas Jiménez R. Álvaro Reynoso, fundador de la ciencia agrícola y de la Academia de Ciencias de La Habana. Perfiles de la cultura cubana. http://www.perfiles.cult.cu/article_p.php?numero=7&article_id=241
Rosabal Aguilar José Ángel. Álvaro Reynoso y Valdés (1829-1888): sus investigaciones en el campo de la medicina, la fisiología y la bioquímica. http://www.monografias.com/trabajos71/alvaro-reynoso-aportes-medicina-fisiologia/alvaro-reynoso-aportes-medicina-fisiologia.shtml