A propósito del centenario de la Revolución de Octubre

Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución,es decir,
el derecho de rehusar obediencia y sublevarse contra el gobierno
cuando su tiranía o incompetencia son grandes e intolerables.»
Henry David Thoreau (escritor, poeta y filósofo
estadounidense, 1817-1862)

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El 7 de noviembre de 2017 se cumplen cien años de la Revolución de Octubre, la que tuvo lugar un 25 de octubre del viejo calendario juliano, el que coincide con el 7 de noviembre del calendario gregoriano.

No soy historiador, solo pretendo aquí dar algunos detalles de cómo ocurrió aquella gesta, y referirme a algunos comentarios que he leído de algunos llamados analistas, unos a favor y otros en contra. Conocimiento tengo al efecto por las tantas veces que tuve que estudiar el tema en mis años de estudiante en la URSS.

Una parte de esos analistas ven a la Revolución de Octubre como un golpe de estado y no una revolución como tal. Otros hablan de que ese golpe ocurrió con poca participación popular, que se trataba de quitar a un gobierno supuestamente progresista por otro totalitario. Algunos llegaron a afirmar que la Rusia de inicios del siglo XX era un estado floreciente económicamente, donde incluso la agricultura, la industria, las artes se desarrollaban. Otros por el contrario siguen exaltando no solo la revolución, sino también lo que se dice haber logrado, por supuesto, omitiendo los errores y el totalitarismo derivado.

Lamentablemente no puedo estar de acuerdo con unas u otras afirmaciones. El mundo es multicolor, y no se puede dibujar en blanco y negro. Que la Revolución de Octubre no haya cumplido sus promesas es una cosa, pero otra es decir que no fue revolución y que las condiciones entonces en Rusia eran color de rosa, algo que no se ajusta en nada a la realidad.

El periodista y escritor estadounidense John Reed, testigo de lo allí sucedido en octubre de 1917, escribió: “Transcurrido un año de la existencia del poder soviético, todavía está de moda llamar al levantamiento de los bolcheviques ‘aventura’. Efectivamente, fue una aventura y al mismo tiempo una de las aventuras más espectaculares a la que jamás se haya atrevido la humanidad. Es una aventura que irrumpió en la historia de los trabajadores para satisfacer sus grandes aspiraciones. Sin lugar a dudas, la Revolución rusa es uno de los acontecimientos máximos en la historia de la humanidad y la llegada al poder de los bolcheviques es un fenómeno mundial”.

Eso mismo que escribió Reed es lo que piensa el que suscribe. Esa revolución fue como el inicio de un sueño para los trabajadores de Rusia y de todo el mundo. El feudalismo iba quedando atrás mientras que el capitalismo, y con ella las fuerzas productivas existentes, dejaban claro la existencia de un antagonismo inevitable, el rico capitalista queriendo ser más rico y los pobres trabajando horas continuas por migajas como salario. A eso hay que sumar que el gobierno provisional que había llegado al poder en febrero de 2017 en Rusia no cumplió ninguna de sus promesas. Es cierto que fue instrumental para sacar de circulación a la parásita dominación zarista, pero no hizo nada para detener la guerra ni tampoco para adelantar la prometida reforma agraria.

En un país donde los soviets, consejos de obreros y soldados, no creados, por cierto, por los comunistas, comenzaban a tomar fuerza y se iba convirtiendo en una especie de gobierno paralelo, las contradicciones se iban agudizando para provocar un estallido de mayor magnitud al de febrero de 1917. Las fuerzas más retrógradas lideradas por el jefe del ejército Lavr Kornilov, con el apoyo de tropas de cosacos, intentaron dar un golpe en julio 1917 para eliminar de un golpe a los soviets e instalar un gobierno a la talla de sus intereses, el cual finalmente fracasó. Fue entonces que Alexandr Kerenski se hizo cargo del gobierno y así sustituía al anterior jefe de estado, Georgi Lvov.

A partir de julio 1917 los soviets comenzaron a tener una mayor influencia de los bolcheviques (de bolshoi, grande en ruso), fracción mayoritaria entre los social-revolucionarios rusos, con lo cual la de los mencheviques (de menshee, menor en ruso) y los anarquistas decrecía. Kerenski, muy al tanto, de lo que estaba sucediendo, prácticamente intentó eliminar a los soviets, los que se vieron en la necesidad de pasar a la clandestinidad, pero bajo la guía de los bolcheviques y de su líder Vladimir Ilich Lenin, entonces oculto en Finlandia, se continuó preparando el escenario para la toma del poder.

Kerenski y su gobierno no hicieron nada por detener la participación rusa en la I Guerra. Según los cálculos, ya a mediados de 1917 Rusia había perdido casi 800 mil soldados en el frente de combate. El ejército ruso no era ni remotamente moderno en su equipamiento y poco era lo que podía hacer en su enfrentamiento contra las tropas alemanas. A medida que pasaba el tiempo Kerenski y su gobierno iban siendo más indeseables. Los soviets continuaron en sus conspiraciones y preparación de toma del poder. La prometida entrega de la tierra por el gobierno provisional no se cumplió, algo que aumentaba la tensión dentro de la población pobre.

Existía un Comité Revolucionario Militar encabezado por Lev Trostki, el mismo que años después Stalin mandara a asesinar en México. Ese Comité ya el 24 de octubre ordenó a los destacamentos de los marineros de la flota del Báltico y a los nuevos guardias rojos tomar las estaciones ferroviarias, correos, puestos telefónicos y bancos, todo lo cual lograron realizar sin ninguna oposición. La guardia militar de Petrogrado respaldó el alzamiento. El Palacio Smolny cayó en manos de las fuerzas rebeldes, donde poco después apareció la figura de su líder, Lenin, el que con mucha lógica ordenó detener a todos los miembros del gobierno provisional. Muchos de esos entes estaban en el  Palacio de Invierno, por lo que la orden de asalto a dicho Palacio no se hizo esperar.

En la noche del 25 de octubre hubo un cañonazo salido de la fortaleza de Pedro y Pablo, al que le siguió otro de salva del crucero Aurora, anclado en el río Neva. Esta fue la señal que esperaban los guardias rojos para la toma final del Palacio de Invierno. Después de esto, Kerenski solicitó el ataque de las tropas cosacas a Petrogrado, las que al final fueron derrotadas.

Ese mismo 25 de octubre se proclamó la deposición del gobierno provisional, la que fuera redactada por el mismo Lenin:

A los Ciudadanos de Rusia! El Gobierno provisional ha sido depuesto. El poder estatal ha pasado a manos del órgano del Sóviet de Obreros y Soldados de Petrogrado, el Comité Militar Revolucionario, que dirige al proletariado y a la guarnición de Petrogrado. La causa por la que el pueblo ha luchado —la oferta inmediata de una paz democrática, la abolición de la propiedad de la tierra por los terratenientes, el control obrero de la industria y la creación de un Gobierno de los sóviets— ha quedado asegurada.

¡Viva la revolución de los trabajadores, soldados y campesinos!
Comité Militar Revolucionario del Sóviet de Obreros y Soldados de Petrogrado
25 de octubre de 1917, 10:00 de la mañana.

En Moscú, entonces segunda ciudad en importancia, la toma del poder fue más difícil, los soviets no estaban dominados por los bolcheviques, y durante seis días hubo cruentos combates entre las tropas de guardias rojos contra los cadetes y otras fuerzas opuestas a los bolcheviques. Igual situación se vio claramente en otras grandes ciudades del país, donde paulatinamente los bolcheviques se fueron haciendo del poder.

En los días posteriores el nuevo gobierno promulgó  varios decretos, entre ellos estaba uno encaminado a sacar a Rusia del conflicto bélico, algo que fue bienvenido por la población y millares de soldados. La consigna bolchevique era Paz, pan y tierra, así que el primer objetivo se cumplía con la firma del tratado de Brest por parte del nuevo gobierno ruso con su rival alemán.

Sin embargo, en Rusia existió mucha esperanza con la creación de la Asamblea Constituyente, pero la misma, al no seguir el guión bolchevique, fue disuelta por la fuerza. La legalidad se puso en duda por gran parte de los opositores y esto creó el caldo de cultivo para la guerra civil. La primera ley del nuevo gobierno fue la censura de la prensa, con justificaciones que no eran entendidas por una parte de la población culta. La Comisión Militar utilizó la fuerza contra los opositores, sean mencheviques, anarquistas u otros.  Cuatro comisarios bolcheviques renunciaron a sus funciones en protesta por la represión desatada.

Hubo guerra civil, en donde las fuerzas opositoras a los bolcheviques tuvieron el apoyo incluso de las potencias occidentales. De no haber contado con la población la Revolución de Octubre habría hecho aguas antes de 1921, lo cual no sucedió. Así que a los historiadores se les puede pedir un poco más de objetividad a la hora de relatar estos hechos. La guerra civil trajo cuantiosas pérdidas materiales y humanas en el territorio del naciente estado soviético.

El segundo y el tercer objetivo, el pan y la tierra, habla claramente de la necesidad de la alimentación. El hambre aquejaba a millones de ciudadanos de ese país, la producción agrícola estaba atrasada. Para que se tenga una idea, el Código Legal del 1649 había institucionalizado la servidumbre, o sea el campesinado ruso estaba privado de casi todos sus derechos, aunque todavía no podía ser comprado ni vendido. Entonces los campesinos podían ser propiedad del zar, la iglesia y la nobleza, además de tener que pagar parte de su cosecha a aquellos que estaban obligados a servir. La gran masa de campesinos estaba aún de condiciones de servidumbre a finales del siglo XIX., algo que se debe recalcar para aquellos que afirman lo contrario y a toda intención.

No obstante, el 3 de marzo de 1861 del calendario gregoriano se promulgó un decreto que abolía la servidumbre y emancipaba a los siervos, los que podían moverse con libertad y tenían acceso a un lote de tierra. Pero esa libertad tenían que pagarla al dueño de la tierra con trabajo, y si el ex siervo no tenía recursos, el zar le podía dar un préstamo. ¿Quieren mayor desvergüenza?

Al inicio del siglo XX en Rusia el zar solo tenía más de 5 millones de ha, la iglesia unos 3 millones ha, mientras que 76 millones ha estaban en manos de unos 30000 grandes hacendados. Tras la derrota de la revolución de 1905, el zarismo aprobó la reforma Stolypin, que buscaba crear nuevos propietarios de tierra mediante la repartición de terrenos comunales, o sea, volviendo a “expropiar” a los campesinos y sus bienes comunales, otra jugada maestra de los parásitos de la monarquía.

Los bolcheviques propusieron entregar la tierra a los campesinos a través de la  confiscación de tierras de los terratenientes, lo cual a su vez podía elevar la producción agrícola. El llamado Dekret o Zemle (Decreto de la Tierra) estableció:

1.-            Queda abolida en el acto sin ninguna indemnización la gran propiedad agraria.
2.-            Las fincas de los terratenientes, así como todas las tierras de la Corona, de los monasterios y de la Iglesia, con todo su ganado de labor y aperos de labranza, edificios y todas las dependencias, pasan a disposición de los comités agrarios comarcales y de los Soviets de distrito de diputados campesinos hasta que se reúna la Asamblea Constituyente.
3.-            Cualquier deterioro de los bienes confiscados, que desde este momento pertenecen a todo el pueblo, será considerado un grave delito, punible por el tribunal revolucionario. Los Soviets distritales de diputados campesinos adoptarán todas las medidas necesarias para asegurar el orden más riguroso en la confiscación de las fincas de los terratenientes, para determinar exactamente los terreno confiscables y su extensión, para inventariar con detalle todos los bienes confiscados y para proteger con el mayor rigor revolucionario todas las explotaciones agrícolas edificios, aperos, ganado, reservas de víveres, etc., que pasan al pueblo.

Realmente la repartición de la tierra fue un proceso engañoso en Rusia, más bien se estatizó la tierra, algo que la vida ha demostrado ser una ineficiente forma para lograr una elevada producción agrícola. Basta hoy día con ver lo mucho que han avanzado China y Vietnam en ese campo después de haber renunciado a la estatización improductiva y liberar la tierra. Rosa Luxemburgo hizo notar en sus críticas lo siguiente: “La reforma agraria leninista ha convertido en enemigo del socialismo a un sector nuevo y poderoso del pueblo en el campo, cuya resistencia será más peligrosa y más tenaz que la de la nobleza terrateniente”.

En 1921 el propio Lenin cedió al darse cuenta de su error, entonces reinaba el desastroso comunismo de guerra, se estaba saliendo de la guerra civil, por lo cual propuso y promovió la NEP (Новая экономическая политика, НЭП, o Nueva Política Económica), que permitió la creación de pequeñas empresas privadas, las que deberían entregar una parte de su producción al estado como pago impositivo. La NEP duró hasta 1928, Lenin había muerto en 1924, Stalin quedó al frente de todo el aparato, algo a lo cual Lenin se había opuesto en su famoso testamento político. Fue así que en 1928 apareció con suficiente voluntarismo stalinista el primer plan quinquenal. Si bien la NEP en parte complacía a los pequeños agricultores, el plan stalinista significaba colectivización, la que iba acompañada o regida por la centralización de toda la economía. Stalin justificaba su programa de colectivización afirmando que eran los deseos de Lenin, un paso atrás y dos adelante. En realidad la NEP fue un paso adelante y no atrás, y la colectivización podemos calificarla musicalmente como de sangre, sudor y lágrimas. En 1931 hubo una gran matanza de agricultores rusos y ucranianos, opuestos a las medidas de colectivización impuestas, a la vez que la hambruna se dispersó por todo el territorio soviético.

Resolver el problema de la tierra habría resuelto también el problema del pan, pero ninguno de los dos fue resuelto realmente. Por lo que el que suscribe pudo apreciar, la suficiencia alimentaria era evidente en las grandes ciudades y capitales de la desaparecida URSS a finales de la década de los 70, pero no así en otras ciudades y pequeños poblados donde el pan no era abundante. Los Koljozes (cooperativas de producción agropecuaria) y más aún los Sovjozes (granjas estatales) nunca llegaron a abastecer de alimentos a los mercados en todas las zonas del país.

Fuera de esos tres objetivos hubo otros excesos permanentes. Derechos elementales como la libre expresión, libre circulación en el territorio del país no existían. A ese respecto Rosa Luxemburgo señaló con antelación: “La libertad solamente para seguidores del gobierno, solamente para miembros de un partido – por más numeroso que fuere – no es libertad. La libertad siempre es libertad de quienes piensan distinto. No por el fanatismo de la ‘justicia’, sino porque todo lo vital, lo curativo y depurativo de la libertad política depende de este carácter, y su efecto falla cuando la ‘libertad’ se convierte en un privilegio”.

Otra cuestión fue la autodeterminación de los pueblos. Es cierto que Finlandia, Polonia y los países del Báltico pudieron ser independientes de Rusia después de 1917, pero de nuevo, la figura de Stalin echó por tierra todo ese propósito con sus intervenciones en esos países previo a la firma del vergonzoso tratado Molotov-Ribbentrop de 1939.

La llamada dictadura del proletariado resultó ser en la práctica toda una falacia, algo que nuevamente Rosa Luxemburgo había advertido en su momento: «La democracia socialista comienza, al mismo tiempo, con el desmantelamiento del dominio de clase y con la construcción del Socialismo. Comienza en el momento de la conquista del poder por el partido socialista. No es otra cosa que la dictadura del proletariado. Sí: ¡dictadura! Pero esta dictadura consiste en la ampliación de la democracia, no en su supresión; a través de intervenciones decididas y enérgicas de los tan bien adquiridos derechos y condiciones económicas de la sociedad burguesa, que son imprescindibles para un cambio al Socialismo. Pero esta dictadura tiene que ser obra de la clase, y no la de una pequeña minoría dirigente en nombre de la clase, es decir, tiene que surgir a cada paso de la participación activa de las masas, estar bajo su influencia inmediata y subordinada al control de todo lo público; surgir de la formación política creciente de las masas populares».

Hablar de dictadura de proletariado es realmente una burla en un régimen donde la voz de su máximo dirigente no tiene oposición y las medidas de cualquier tipo se redactan previamente por un grupo de personas bajo la guía y censura de ese líder, las que después eran llevadas al seno del Comité Central para su aprobación formal, casi siempre sin la más mínima oposición o sugerencia de modificación.

Por suerte, ya en la década de los 70, los partidos comunistas de Europa Occidental se dieron cuenta que un programa electoral dentro de sus democracias con el lema de dictadura del proletariado jamás les daría oportunidad de llegar al poder por la vía de las elecciones. La URSS y la dirección de los países de su eje se opusieron inmediatamente a la posición de estos partidos, llamados eurocomunistas, entre ellos los de España, Francia e Italia. Los adjetivos utilizados por la prensa soviética y la asociada de sus satélites en Europa central fueron sumamente fuertes y ofensivos para con sus supuestos amigos e incluso colaboradores políticos en occidente.

 La Revolución de Octubre de hecho pasó a la historia como un hecho transcendental,  como un sueño de las grandes masas en Rusia y en el mundo entero. Esa revolución no pudo realmente resolver los problemas que se había planteado. El proceso iniciado en 1917 nunca logró su culminación, la carencia de democracia, el exceso de voluntarismo, la represión impuesta, fueron factores que a la larga influyeron negativamente en su desarrollo. La URSS, el gran fruto de su creación, desapareció en 1991. Los regímenes de la mayoría de los países que giraban en torno al eje soviético igualmente desaparecieron, los partidos comunistas en muchos países se fraccionaron en grupúsculos de poca monta política o desaparecieron.

El capitalismo, que no es sinónimo de sociedad justa, ha continuado su desarrollo, se nutre de todas las nuevas tecnologías, su desaparición no se avizora, pero realmente no existe sistema alguno que por ahora lo pueda reemplazar. El stalinismo es cosa del pasado. Los apologistas de este sistema, cuya mayoría vive y come bien en países desarrollados, harían bien en usar un poco más la dialéctica de la que tanto hablan y jamás aplican. Quizás entonces ellos puedan ayudar a encontrar una solución. Con críticas continuas a lo existente nada se logra, es menester de proponer medidas útiles para el bienestar de las grandes masas.

Fuentes consultadas

Anon. La Revolución rusa- transición a partir del final de la revolución rusa hasya el comienzo del stalinismo. Apunts. https://apuntsteo.wordpress.com/europa/revolucio-russa/

Anon. Historia del partido comunista (bolchevique) de la URSS. Veersión castellana de 1939. https://www.marxists.org/espanol/tematica/histsov/pcr-b/index.htm

Hernández E. 2016. El pensamiento de Rosa Luxemburgo. https://deportescineyotros.wordpress.com/2016/03/31/el-pensamiento-de-rosa-luxemburgo/

Lih T. Lars. 2017. De febrero a octubre. Jacobin. https://www.marxists.org/history/ussr/events/revolution/100th/espanol/lih-de-febrero-a-octubre.htm

Schütrumpf Jörn. Rosa Luxemburg o la libertad de los y las que piensan distinto. Fundación Rosa Luxemburgo. http://www.rosalux.org.ec/es/rosa-luxemburg/obras/215-rosa-luxemburg-o-la-libertad-de-los-y-las-que-piensan-distinto.html

Roca Mone M. 1999. El pensamiento de Rosa Luxemburgo. Revista Laberinto, Madrid, octubre.http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=898

Sánchez Ana. 2017. La abolición de la servidumbre en la Rusia zarista. La Izquierda. http://www.laizquierdadiario.com/revolucion-rusa/La-abolicion-de-la-servidumbre-en-la-Rusia-zarista

 

Escrito por Esteban Hernández, 3 noviembre de 2017.

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