Recuerdos de la labor del director de equipos de béisbol, José Miguel Pineda

Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición.”
Napoleón Bonaparte

J.M. Pineda en 1961

Por Esteban Romero

Hace unas semanas leía una entrevista muy amena con un pelotero estelar habanero, en la cual se mencionaron varios nombres de peloteros y directores de equipos. Como siempre, trato de verificar sí lo dicho era exacto, la memoria a veces falla. Pues, fue bastante exacta, solo que Tomás Creo, lanzador avileño jamás integró equipos Cuba a eventos oficiales. Es posible que el entrevistado lo haya confundido con el cienfueguero Octavio Gálvez.

El otro nombre que se movió en la entrevista fue el de José Miguel Pineda Álvarez, a quien va dedicado este artículo, donde se reflejará lo visto por el que suscribe en la carrera del excelente manager de béisbol.

Pineda nació el 10 de setiembre de 1941. Supongo que se haya criado en el actual Municipio de Arroyo Naranjo, suposición basada en el hecho que la familia Pineda tenía una parcela grande, ubicada en la esquina de avenida Porvenir y calle San Leonardo, Reparto Apolo, llamada la finca de los Pineda de siempre. Una amistad de la localidad me informó que los dueños eran padre y hermanos Pineda, entre ellos José Miguel. Allí aquella parcela enorme se convirtió en huerto urbano y realmente ignoro en qué situación ahora está.  

La primera referencia beisbolera encontrada de Pineda es de 1959 cuando jugaba con el Bancario de la Liga Nacional Amateur. Lanzador zurdo, el que dos años después integró el equipo Cuba al campeonato mundial de Costa Rica (1961), donde resultó líder en PCL (.50) y obtuvo dos victorias. Al terminar esa justa con triunfo para el equipo cubano, cuatro peloteros firmaron como profesional, entre ellos Pineda, quien regresó a Cuba y nunca llegó a jugar como profesional. Las razones no las conozco, supongo que pudo haber sentimientos de no abandonar a la familia o de que su brazo no haya respondido como él esperaba. El caso fue que se incorporó a trabajar como entrenador e hizo su debut en series nacionales, en la VII serie (1967-68) al frente de los Industriales, en cuya selección tuvo peloteros como sus ex–compañeros de equipo en el Cuba de 1961, como Urbano y Mario González, Jorge Trigoura, Ricardo Lazo y Alfredo Street. En esa temporada los azules quedaron en la segunda posición a 5 juegos de diferencia del campeón Habana dirigido por Juan “Coco” Gómez.

Un año después volvieron los azules a quedar en segundo lugar compartido con el Habana y a un juego de diferencia del campeón Azucareros. Precisamente fueron los Industriales responsables de que el Habana no haya podido ganar, ya que en juego decisivo el entonces novato, oriundo de Güira de Melena, Oscar Martínez Cabrera, se encargaba de ganarle al Habana, lo que resultaba en una carambola, Industriales aseguraba el empate en segundo lugar y Azucareros de Servio Tulio Borges se llevaba el triunfo.

Si analizamos, esas dos incursiones de los Industriales fueron satisfactorias, pero en la Habana pasa lo mismo que en Nueva York con los Yankees. Si no hay victoria de campeonato, eso no es un buen resultado al final, por lo que decidieron cambiar de manager en el equipo de los azules y reforzarlo debidamente. Industriales debía venir, de entonces y en lo adelante, más fuerte que el campeón de provincia. El nuevo agraciado fue Eugenio Wilson con un señor trabuco ofensivo, defensivo y con pitcheo. El tiro le salió por la culata, los azules cayeron al cuarto lugar superado por el campeón Henequeneros, Mineros y Azucareros en segunda y tercera posición, respectivamente. Los Industriales quedaron a 6.5 del primero, mientras que el campeón Habana quedó en quinto lugar con 15 de diferencia. La movida le salió malísima a la comisión provincial, por lo que algo había qué hacer, lo primero traer a Pineda nuevamente y reforzar aún más a Industriales, amen.

El equipo al campo era del gusto de Pineda, sobre todo por la presencia de Leonardo Fariñas, a todas luces de lo mejor alrededor de segunda, sea como camarero o torpedero, en Cuba. Fariñas era un excelente defensor en cualquiera de las dos posiciones, su ofensiva radicaba mucho en su tacto al bate y velocidad, capaz de llegar a primera con una rolata al cuadro, luego volver loco a lanzadores y receptores con sus robos. El otro del gusto de Pineda era Julián Villar, al que situó como antesalista y tercer bate en un equipo donde jugaban Agustín Marquetti, Armando Capiró, Eulogio Osorio y Raúl Reyes entre otros. En la inicial alternó con Marquetti y Héctor Despaigne, pero el hombre de Alquizar jugó más en los inicios como jardinero derecho, mientras que Osorio patrullaba el izquierdo. Lanzadores de alto nivel tuvo ese equipo, como Santiago Mederos, Antonio “Boricua” Jiménez, Ramón Villabrille, Rigoberto “Bulto” Sánchez, Julio Rojo, Maximiliano Reyes, Andrés Liaño y Oscar Martínez. Su lado flaco fue la receptoría ofensivamente. Ese conjunto era tan fuerte que el recordado Bobby Salamanca lo dio como su favorito para triunfar en esa serie, pero una cosa es en los papeles y otra en el terreno. No se equivocaba Salamanca, aquellos azules comenzaron devorando a cuanto adversario se enfrentaban. Pineda en situaciones de inminentes rallies, sustituía al receptor del día, sea Gerardo Egües o Jesús Juffré, por un emergente de fuerza. Fariñas hizo de las suyas y fue tanto su juego, que Pineda lo pasó al campo corto y a Rodolfo Puente a la segunda. De buenas a primera y a la hora buena, los Industriales comenzaron a resbalar. Al acecho estaban Azucareros, Granjeros y el Habana dirigido por Pedro Chávez. Algo no estaba funcionando como al inicio, y Fariñas y Héctor Despaigne desaparecidos en la última semana, la decisiva. No era lo mismo Ubaldo Álvarez o Roberto Cruz que Fariñas al campo, aunque Ubaldo luego se reveló como un gran infielder. Al final Azucareros se llevó el banderín, con 1,5 de ventaja sobre el Habana y 2,5 sobre Granjeros e Industriales. La era Pineda en la capital terminó aquí en esa X Serie Nacional. Al final se informó que Fariñas y Despaigne habían sido suspendidos de por vida al haber hecho apuestas con los juegos de su equipo. De Fariñas muchos no se acuerdan, una lástima, era una ardilla en el terreno, muy eficiente como pelotero. Supongo que a Pineda no le debe haber gustado nada ese final.  

Hay un detalle, como Pineda había firmado como profesional, a él no se le permitía salir al terreno de juego. Era una regla estricta establecida por la Federación Internacional para todos los que hayan firmado o jugado como profesionales. Eso nos privó de ver a Pineda salir al montículo para hablar con su lanzador de turno. Tampoco podíamos verlo protestando con algún árbitro. En fin, no conocíamos el carácter de José Miguel en esos momentos.

El regreso de este timonel tuvo lugar en tierras camagüeyanas, cuando dirigió a Granjeros por tres temporadas entre 1972-75. En la de 1972-73 su equipo ocupó el octavo lugar. Su mejoría fue sustancial al ocupar Granjeros el cuarto lugar en la XIII Serie Nacional, lugar que repitió en la XIV Serie y con una pequeña diferencia de 2 juegos con el campeón Agricultores.

Por ese buen desempeño, Pineda fue el primer manager del equipo Camagüey a la I Serie Selectiva (1975), justa en la que terminó a un juego del campeón Orientales. El conjunto camagüeyano trajo un staff de lanzadores impresionante: Omar Carrero, Juan Pérez Pérez, Oscar Romero, Lázaro Santana, Gaspar Legón y José Sánchez, además de una mezcla de jóvenes y peloteros experimentados, entre ellos Felipe Sarduy, Sandalio Hernández, Eusebio Cruz, los hermanos Cuesta, Pedro Cruz entre otros. Pineda supo armonizar el juego de todos ellos y quedaron a muy poco para hacerse de la victoria. Fue lo último que hizo Pineda en la tierra de los tinajones.

Pineda se integró al béisbol pinareño en la Serie Nacional en 1976-77. Los Vegueros, dirigidos por Ismael “Gallego” Salgado habían mejorado a partir de la X Serie Nacional (1970-71), al ocupar el séptimo lugar. A partir de 1971-72 los dirigió Francisco Martínez Osaba, temporada en la que Vegueros repitió en séptimo lugar, luego fue noveno en las dos series siguientes (1972-73 y 1973-74), subió a un segundo lugar en 1974-75 y a un tercero en 1975-76. Pineda condujo a Vegueros nuevamente al segundo lugar en la XVI Serie Nacional (1976-77) y quedaron a 1,5 de diferencia del campeón Citricultores.  

En los Vegueros de Pineda jugaban regular hombres jóvenes como Juan Castro en la receptoría, Alfonso Urquiola en la segunda, Luis Giraldo Casanova, Giraldo Iglesias, Tomás Valido y Bienvenido Castanedo en los jardines, mientras que los lanzadores eran Julio Romero, Jesús Guerra, Rogelio García, Adalberto Herrera y Félix Pino entre otros.

En la Serie XVII, la segunda de Pineda como manager de los Vegueros, el equipo se llevó su primer banderín aventajando a Industriales por 1,5 juego. El zurdo Maximiliano Gutiérrez estuvo inmenso, Rogelio García ponchó a 120 bateadores, Adalberto Herrera no perdió juego alguno y al grupo de jardineros se integró el eficiente Fernando Hernández. Ya se sabía que con Vegueros había que contar desde antes, pero ahora era realidad. Pineda dirigió al Pinar del Río de la IV Serie Selectiva, donde este equipo terminó abrazadito en el lugar de honor con Las Villas. No pudo ser por culpa de un jonronazo de película de Pedro José Rodríguez frente a un envío de Rogelio García, pero la escena quedaba preparada para la siguiente selectiva, en la que Pinar del Río logró vencer y aventajar a los Orientales por 6,5 juegos.

En la Series XIX (1979-80), Vegueros quedó en tercer lugar compartido con Forestales, a 2 juegos del campeón Santiago de Cuba mientras que en la XX Serie (1980-81) se llevó nuevamente el banderín con 3 juegos de ventaja sobre Villa Clara y Citricultores. En la selectiva de 1981 Pinar del Río quedó en cuarto lugar, algo decepcionante si tomamos en cuenta su performance en las dos últimas series. Ese fue el final de Pineda en Pinar, su puesto fue ocupado por su pupilo Jorge Fuentes, el que siempre ha afirmado que mucho de lo que sabe, se lo debe a Pineda.

Hubo una pausa hasta que Pineda fue designado director del equipo Ciego de Ávila, al que dirigió de 1981 a 1984, o sea tres series. Las dos primeras fueron mejor para olvidar, mientras que la de 1983-84 Ciego quedó en penúltimo lugar. Se puede considerar que su trabajo no logró los éxitos que, seguramente Pineda esperaba. En ese período jamás fue invitado a dirigir el equipo de los Camagüeyanos en Series Selectivas. Consideraron meior darle las riendas del equipo, primero a Miguel Cuevas y luego al entonces joven Miguel Borroto.

Pineda regresó a sus lares y se hizo cargo del equipo Habana en la serie de 1984-85, en el que jugaban los peloteros de la nueva provincia Habana, ya que la capital era también provincia y tenía dos equipos aparte. En esa XXIV Serie, el Habana quedó en tercer lugar compartido con Citricultores, a 11 juegos del campeón Vegueros y por debajo de Camagüey, y logró aventajar a equipos como Santiago de Cuba e Industriales. En la XI Selectiva tuvo que dirigir al Habana, esta vez integrado por los peloteros de la capital, los de la Isla y los de Habana interior, tareíta nada fácil cuando hay peloteros de distintos lugares. Para su suerte, él conocía ya a los de su equipo y también parte de los capitalinos. Hubo batalla y quedó en un segundo lugar a 1 juego del campeón de Las Villas.

Para la siguiente selectiva en 1986 se creó una nueva estructura con ocho equipos. Los capitalinos tendrían equipo aparte, los orientales vendrían en dos conjuntos, Mineros y Serranos, mientras que los de Habana y la Isla formaban el llamado Agropecuarios. Los equipos de Pineda no lograron título alguno, pero sí dieron batalla en casi todas las series. En su equipo estaban figuras como el receptor Pedro Luis Rodríguez, el inicialista Juan Carlos Millán, los infielders Oscar Macías, Juan Carlos Calvo, Manuel Morales, luego Alexander Ramos, y los jardineros Romelio Martínez, Gerardo Miranda, Luis Cuesta. Dentro de los lanzadores estuvieron Rafael Collazo, José Ibar, José Manuel Pedroso, Carlos Yanes y Ariel Prieto entre otros. El equipo Agropecuarios no ganó campeonato, pero se convirtió en uno de los más temidos ofensivamente bajo el mandato de Pineda. Tener una alineación con Pedro Luis, Romelio, Millán, Luis Ignacio González, Gerardo Miranda, uno detrás de otro, era poner en dificultad al mejor de los lanzadores en Series Selectivas.

Pineda se mantuvo al frente de estos equipos hasta 1992, luego dirigió el conjunto Habana en las series XIX y XX, en la que logró un segundo lugar en la XIX, a 1 juego del conjunto Orientales. En la XX el Habana cayó al tercer lugar, a 8 juegos del campeón Occidentales. Esta fue la última vez que dirigió en Series Nacionales y Selectivas. Sus totales fueron G-P 796-522 (.604) en Series Nacionales, y de 463-457 (.503) en Selectivas.

Ya en la década de los 80 Pineda se dejaba ver en el terreno, la regla de ausencia de los managers y auxiliares profesionales al campo había sido suprimida por la Federación Internacional. Eso dio pie a que los aficionados se metieran con Pineda alguna que otra vez cuando iba rumbo al montículo. Eso lo pude ver en juegos en la Habana y Ciego de Ávila. Decían que era un adicto para beber, algo que no puedo corroborar, pero bastaba ese rumor para que le gritaran frases despectivas al respecto, siempre en tono de broma. Pineda miraba con no buena cara a parte de esa afición, cualquier otro habría hecho lo mismo. No obstante, a pesar de la burla. la afición siempre estuvo de acuerdo en que Pineda era uno de los mejores managers en Series Nacionales y Selectivas.

Es obvio que dirigiera a selecciones de Cuba a eventos internacionales. Su primera incursión fue a la Copa Intercontinental en Bélgica (1983), donde el Cuba se alzó con el triunfo con 6 ganados y 1 perdido (.857). Ese conjunto iba muy completo, pero poco después tenía que asistir a los Juegos Panamericanos en Caracas, y el panorama de la selección se puso feo, ya que dos pilares ofensivos como Luis Giraldo Casanova y Pedro José Rodríguez no pudieron hacer el equipo por razones de salud.  Así y todo, se armó una selección competitiva, Ramón Otamendi ocupó el puesto de Pedro José en la tercera, Fernando Hernández jugó en lugar de su coterráneo L.G. Casanova. Pedro Medina y Amado Zamora fungieron como designados según el pitcher, los lanzadores de puntería fueron Braudilio Vinent, Julio Romero y Rogelio García. Al final el Cuba ganó invicto y dejó atrás al equipo estadounidense. Como anécdota, poco gustó el hecho que Pineda fumara durante una entrevista en el mismo terreno en espera de la ceremonia de premiación en Caracas. Realmente no es el único que lo hacía o lo hace, una práctica reñida totalmente con el deporte, pero delante de las cámaras de la TV no debió presentarse así.

Su otra incursión como manager en evento internacional fue en la copa intercontinental en Edmonton (1985). La selección cubana fue tempranamente a Estados Unidos para su dual meet con su similar norteamericano, y luego a esa ciudad de Canadá para entrenar bajo la guía del mismo Pineda. Un pelotero de sus simpatías fue siempre Pedro Luis Rodríguez, quien no estaba en la pre-selección. Unos días antes se supo que Víctor Mesa se había lesionado y no podría hacer el equipo, ya se manejaba que el matancero Lázaro Contreras sería el sustituto, como así fue. Pineda mandó de vuelta a Pedro Medina, decisión que no gustó nada a la afición. Le faltaba un cátcher, ya se sabía quién era el sustituto, no contó que Pedro Luis fuera sancionado en aquellos momentos. La prensa habló de indisciplina y nada más. Sin más remedio, Kindelán fue llamado como segundo receptor del equipo. Faltaba un lanzador y se escogió a José Luis Alemán, otra decisión que no fue muy popular. Recordemos que antes del evento Albertico Martínez y Pedro José Rodríguez habían sido sancionados por tenencia de divisa extranjera. Igual que el título de la polémica película de Sergio Leone, “Por un puñado de dólares”.

Dicho lo anterior, en esa Intercontinental en Edmonton el equipo Cuba estrenó a Omar Linares en la tercera base, Contreras en el central, y aunque el pitcheo era a base de verdaderos estelares, no todos estuvieron a la debida altura, sobre todo contra equipos asiáticos. El Cuba terminó la primera fase con registro de 6 victorias y 1 derrota, y pasó a la semifinal acompañado de Japón, Taipei y Corea del Sur. El primer juego fue contra Taipei, un equipo dificilísimo para los cubanos. En ese conjunto estaba una verdadera llovizna de bateador, Ch. Tai Chuang, líder en la justa en hits (17), anotadas (12) y promedio ofensivo (.517). Los chinos se la pusieron dura al Cuba y se fueron delante en el marcador. La ofensiva fue aplacada a partir de la entrada del santiaguero Luis Tissert, pero en cuanto flaqueó, lo relevó otro santiaguero, José Luis Alemán, el pitcher que no querían en el conjunto, no así Pineda. Alemán limitó de lleno la ofensiva sudcoreana y dejó todo listo para que hombres como Juan Castro y Lourdes Gurriel produjeran batazos claves para el empate y la carrera de la victoria. El resultado de 8-7 más elocuente no puede ser, pero quedaba el juego del siguiente día contra Corea del Sur, equipo que había vencido a Japón 4-3. No se asombren, Alemán le pidió la pelota a Pineda para lanzar, en el juego anterior había trabajado en las dos últimas entradas. Pineda confió en él. Los coreanos comenzaron agresivos y marcaron 2, pero el grifo se cerró por buen rato, lo suficiente para que Cuba fabricara 4 carreras y se llevara el triunfo. El equipo cubano bajo las riendas de Pineda siempre jugó buena pelota y hubo buena sintonía entre los jugadores del equipo y su mentor. No había nada perdido, así Taipei o Corea del Sur hubieran arrancado en punta, es como decía Berra, esto no se acaba hasta que no acaba. Hasta al out 27 no había nada decidido contra la tropa de Pineda.

Considero que Pineda está entre los mejores cinco managers en Series Nacionales y Selectivas. Siempre ayudó con su experiencia a los jóvenes valores, sobre todo en el pitcheo, e igualmente desarrolló a otros más en áreas del cuadro y los jardines. Su mentalidad era la de ganar y no siempre lo logró. En la X Serie Nacional no se alzó con el triunfo por razones impredecibles. Se fue de la Habana, pasó por Camagüey y triunfó en Pinar, luego ayudó en parte al desarrollo de la pelota en Ciego de Ávila. Su regreso a la provincia Habana, excluida la capital, fue exitoso. Habana y Agropecuarios se convirtieron en rivales de cuidado en Serie Nacional y Selectiva, respectivamente.

Después de 1994 hubo rumores de esto y aquello otro, que sí estaba loco, que si bebía. Eran bolas, las que uno no tenía forma de corroborar. Falleció el 27 de abril de 2008 a la temprana edad de 57 años. Mis respetos para Pineda y mis mejores recuerdos de lo que aportó en vida a la pelota cubana.

18 octubre de 2022   

Fuentes: Todos los datos utilizados aquí son parte de los archivos personales del autor.

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