“Nunca cuestioné la integridad de un
árbitro, pero sí su visión en el juego.”
Leo Durocher (1905-91, ex -jugador y manager en la MLB)
Si la memoria no me falla, creo que fue la única vez que presencié una bronca en terreno de béisbol y con sangre abundante corriendo, por eso la rememoro.
Sucedió el sábado 26 de octubre de 1957, juego entre los Elefantes del Cienfuegos y los Leones de la Habana, en ese momento los dos equipos más débiles de esa temporada en la profesional cubana. Para abrir el desafío, el manager de los verdes, el ex -receptor Emilio Cabrera, había designado al zurdo Danny McDevitt, lanzador que había debutado ese año con los Dodgers de Brooklyn y que logró balance favorable de 7 victorias con 4 derrotas. El manager de este conjunto de la Liga Nacional, Walter Alston, lo situó como cuarto en la rotación, por encima del veterano Sal Magglie.
Venía el zurdo con buena fama y buenos registros de un equipo, que si bien no pudo ganar el campeonato, había quedado tercero, superado por los campeones, los Bravos de Milwaukee y los Cardenales de St Louis, ocupantes del segundo lugar. Esta sería, por cierto, la última temporada de los Dodgers en Brooklyn. Atrás quedaría el histórico parque Ebbets Field, y el equipo en pleno se trasladaría a Los Ángeles, California.
La debilidad de los Elefantes en esa temporada se debía al uso restringido del estelar Camilo Pascual, quien solo lanzó en tres juegos, restricción impuesta por la gerencia de los Senadores de Washington, por lo que casi todo el peso del buen pitcheo recayó sobre la figura del pinareño Pedro Ramos. A eso se sumó la pobre ofensiva del equipo, donde peloteros como el inicialista Panchón Herrera, el torpedero Humberto Fernández, el antesalista Dick Gray, y el joven, tenía entonces solo 20 años, Brooks Robinson, defendiendo la segunda base y no la tercera- donde se hizo famoso en las Grandes Ligas- todos promediaron por debajo de .250. Es cierto que Robinson y Panchón dispararon 9 jonrones cada uno y compartieron este liderato, pero eso no fue suficiente. A su vez, los jardineros Archie Wilson, Ultus Álvarez y Pedro Cardenal tampoco aportaron mucho al efecto.
McDevitt debió ser uno de los destacados en el pitcheo de este elenco, mas se convirtió en toda una decepción. Es de suponer que si las cosas le salen mal, no es que tenga buen humor y descargue su rabia en lo primero que le venga a su mente, y eso al parecer fue lo que le sucedió tempranamente en ese juego, muy inconforme con las bolas y strikes cantados por el árbitro cubano Armando Humberto Rodríguez Hernández, siempre conocido como Armando Rodríguez.

Armando Rodriguez
Digo lo que vi y no lo que otros dicen haber visto, en un momento del juego, sería la segunda o tercera entrada, con el Habana al bate, McDevitt insultado se acercó al plato, protestó y súbitamente Armando golpeó fuertemente en la cabeza del lanzador, le pegó con la misma rabia que debe haberle hablado McDevitt. Enseguida la reacción fue separar a ambos, el más próximo era el receptor Rafael Noble. McDevitt sangraba y no poco. Los peloteros del Habana se alejaron de la discusión, mientras que los otros árbitros, entre ellos Amado Maestri y el Chino Atán, apartaban a Armando. Uno de los gerentes del Cienfuegos bajó al terreno y protestó la agresión del árbitro, ya no era Emilio Cabrera y sus auxiliares, eran también los gerentes del equipo.
Vi decir en otro artículo que McDevitt le había tirado la pelota a Armando, realmente no vi nada de eso, pero si discusión y ya podemos imaginar lo que le haya dicho al árbitro para sacarlo completamente de sus casillas.
Para McDevitt fue su última presentación en terreno cubano, se marchó a los EE.UU. y se entendió que había ofendido al árbitro, lo que provocó esta riña, por lo cual se le multó con 50 pesos (dólares en aqueñña época), mientras que Armando fue suspendido por algo más de dos semanas, por lo que los juegos se realizaron con tres árbitros y no cuatro como estaba establecido. Días después el mismo Armando Rodríguez se disculpaba ante toda la afición por su reacción.
McDevitt se marchaba con 6 derrotas y una sola victoria en 9 juegos que lanzó. En Grandes Ligas lanzó hasta 1962, ganó 21 y perdió 27 en 6 temporadas, con PCL de 4.40. Su carrera terminó en 1963 lanzando en la Liga de la Costa del Pacífico. A Cuba llegó a dos escasos meses para cumplir 25 años, y murió el 20 de noviembre de 2010 en Covington, Georgia.
Por su parte, Armando, en abril de 1974, se convirtió en el primer árbitro latino en las Mayores, a quien nos referiremos con más detalle en otro artículo sobre los árbitros cubanos.
Escrito por Esteban Romero, 12 noviembre de 2018, con información estadística extraída de baseball-reference.com y Cuban Baseball (2003) de Jorge S. Figueredo.